Antes de la ceremonia oficial de los BAFTA TV Awards, que se entregarán el domingo 12 de mayo (donde se dan a conocer los premios a programas y series, así como los de interpretación), el 22 de abril
se presentaronlos BAFTA TV Craft Awards, dedicados al resto de categorías artesanales y técnicas. Peter Hoar consiguió el premio al Mejor Director por Long, long time (T1E3) de The last of us (HBO Max, 2023); Mejor Guión de Comedia (Jack Rooke) para Big boys (Filmin, 2022-); Mejor Guión Dramático (Charlie Brooker y Bisha K Ali) por el episodio Demon 79 (6E5) de Black mirror (Netflix, 2011-); Mejor Música (Atli Örvarsson) y Mejor Diseño de Producción (Gavin Bocquet y Amanda Bernstein) para Silo (Apple tv+, 2023-); Mejor Sonido y Mejor Montaje (Sam Williamson) para Slow horses (Apple tv+, 2022-); Mejor Casting (Aisha Baywaters) para la miniserie Three little birds (BritBox, 2023); Mejor Diseño de Vestuario (Sharon Long) para The Great (MGM+, 2020-2023); Mejor Maquillaje y Peluquería (Lisa Parkinson) para The long shadow (SkyShowtime, 2023); Mejores Efectos Visuales para The witcher (Netflix, 2019-) y el Premio Talento Emergente fue para Kat Sadler, creadora y protagonista de Such Brave Girls (Filmin, 2023-).Los siguientes comentarios se basan en el visionado de las temporadas completas de las series comentadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.Un reportaje publicado hace dos años estaba encabezado por un titular tan sensacionalista como How the Brits stole the rights of Bluey (Cómo los británicos robaron los derechos de Bluey) (Financial Review, 13/11/2022), en el que el diario económico australiano explicaba que la cadena pública ABC cometió el mayor error de su historia al permitir
que la BBC obtuviera parte de los derechos de la serie que se ha convertido en la animación más exitosa de la televisión australiana en el mundo. Bluey (Disney+, 2011-) fue desarrollado como proyecto por Screen Queensland, unos estudios cinematográficos que pertenecen al gobierno australiano, y la cadena pública ABC en 2017, con una primera temporada de 52 episodios de 11 minutos. Pero la productora Ludo Studios decidió licitar los derechos de distribución, que se repartieron entre ABC para Australia y BBC para el resto del mundo, considerando que ésta última tenía una mayor fortaleza a nivel internacional. En 2020, la empresa de juguetes Moose Toys de Melbourne firmó un acuerdo con BBC Studios que le permitía ser el fabricante de juguetes exclusivo de la franquicia de televisión, lo que contribuyó a que se convirtiera en una de las empresas más rentables de Australia. En realidad, se trata de un acuerdo de futuro en el que BBC pudo ver el potencial internacional de la serie mejor que ABC, que mantiene el orgullo de ser sus creadores, pero no se beneficia económicamente del éxito que ha obtenido a nivel mundial. Un movimiento inteligente de BBC fue vender a su vez los derechos de emisión a nivel internacional a Walt Disney en 2019, lo que convirtió a la serie en un fenómeno aún mayor, siendo el año pasado el programa más visto de Disney+ en Estados Unidos, con casi 44 mil millones de minutos visionados según la empresa de medición de audiencias Nielsen. En su informe anual de 2023, BBC destacó este programa infantil como una pieza esencial del aumento de un 28% en los ingresos y un 10% en las ventas de productos de consumo. Tras 154 episodios, los especiales que se han estrenado este mes de abril suponen una despedida, parece que momentánea, a las aventuras de esta familia de perros humanizados creados por Joe Brumm, que ha manifestado la necesidad de hacer una breve pausa, posiblemente también para analizar los siguientes pasos que puede tener la serie, de la que se ha barajado la posibilidad de dar el salto al cine con un largometraje o incluso que las hermanas Bluey y Bingo se hagan mayores y experimenten ellas mismas la maternidad. Hay rumores del deseo de Walt Disney por comprar la marca para poder expandir el universo de Bluey a los parques temáticos, pero su valor comercial ha aumentado hasta 2.000 millones de dólares, según una publicación reciente (Deadline, 10/4/2024).La serie ha tenido la fortuna de encontrar el lugar idóneo entre la audiencia de niños entre 4 y 7 años que es su target principal, pero atrayendo también la atención de espectadores adultos, muchos de ellos padres que de alguna manera se ven reflejados en esta relación familiar. El creador de la serie Joe Brumm (1978, Australia), que sigue animándola de manera artesanal, es defensor del juego libre, proporcionando a los niños el espacio que necesiten para que desarrollen sus juegos como quieran, y la participación activa de los padres de Bluey y Bingo en las aventuras que inventan las niñas es una apuesta clara por una paternidad comprometida que se implique en las actividades lúdicas, formando parte de ellas. Cada episodio de Bluey es una especie de lección de convivencia que los padres dedican a sus hijas, de manera que jugar se convierte en una forma de educar, no en un simple entretenimiento. Pero progresivamente la serie ha ido transformándose desde una propuesta infantil que podían ver los adultos, a un acercamiento a temas adultos que pueden disfrutar los niños, algo así como el enfoque que Pixar desarrolló en sus películas de animación. El título de la serie no es solo el nombre de la protagonista, sino una abreviatura entre "blue" y "grey", que se refiere al color entre azul y gris de los pastores ganaderos australianos (Blue Heeler), la raza a la que pertenecen los personajes. Pero el hecho de que el episodio El cartel (T3E49) supere con creces los 7-9 minutos tradicionales hasta llegar a la media hora es un planteamiento que parece tener una mirada más puesta en los espectadores adultos que en los niños (y quizás también un ensayo de cara a un posible largometraje). La estructura de este episodio permite crear dos tramas paralelas que sin embargo confluyen de manera inteligente en la idea principal, que habla sobre las decisiones difíciles que se toman para conseguir un mayor bienestar familiar, aunque esto suponga dejar atrás algunas cosas importantes. Es una hermosa historia, más emotiva que divertida, con cierto tono de despedida, aunque el estreno posterior de otro episodio especial haya tranquilizado a sus seguidores. Si Bluey tiene algunos de los mejores episodios infantiles de los últimos años, éste resulta sobresaliente, con algunas secuencias especialmente emocionantes como el montaje final con una versión acústica de la canción "Lazarus drug", que la cantante Meg Washington incluyó en su álbum Batflowers (2020, Island Records).
Bluey también ha puesto de manifiesto los problemas que surgen con las líneas editoriales de las grandes corporaciones. Hace unos días, la productora Ludo Studios publicaba en el canal oficial de Bluey en YouTube el episodio completo Dad baby (T2E13), que Disney+ decidió no incluir en la segunda temporada. Aunque no se han dado explicaciones oficialmente, parece claro por qué el episodio no ha sido aprobado por Walt Disney, a lo que en su momento Joe Brumm respondió que era uno de los que más le gustaban. En esta historia, Bingo descubre el viejo portabebés de sus padres, y Bandit decide fingir que está embarazado de él, escondido dentro del portabebés. Se trata de un episodio muy divertido que refleja cómo es el proceso del embarazo, pero posiblemente la imagen de un personaje masculino pariendo no le ha parecido muy adecuada a la compañía norteamericana, tan habituada a la censura. Afortunadamente, Dad baby se ha recuperado completo, y en solo un día consiguió más de dos millones de visualizaciones en YouTube. Anteriormente, Walt Disney también censuró el episodio Asamblea familiar (T3E27), en el que Bluey acusa a su padre de tirarse un pedo en su cara y hay un debate sobre la consistencia de las cacas. Según la compañía, no cumplía con sus estándares internos, pero la presión popular acabó provocando que se incluyera dentro de la tercera temporada. El último episodio estrenado de esta tercera temporada que se ha desarrollado desde 2021 hasta 2024, ha sido ¡Sorpresa! (T3E50), que regresa a la duración normal, con una historia característicamente anárquica, pero que esconde un final que ha despertado numerosas especulaciones. Joe Brumm ha sido especialmente protector con su creación y Bluey mantiene una resistencia a convertirse en una franquicia acomodaticia de Walt Disney, aportando un enfoque menos adocenado sobre la paternidad. Este final de temporada ha sido un regalo detrás de otro, con los episodios especiales El cesto fantasma (T3E48) y El cartel (T3E49), éste de duración no convencional, un nuevo episodio inesperado, ¡Sorpresa! (T3E50), y la posibilidad de ver un capítulo censurado por Walt Disney, Dad baby (T3E13), lo que demuestra la vitalidad y la capacidad de asombro que puede provocar esta serie.
Este comentario contiene spoilers de la temporada completa de la serie
En 2016, el comediante Richard Gadd (1989, Escocia) ganó el premio a la Mejor Comedia en el Festival Fringe de Edimburgo, un reconocido encuentro teatral alternativo en el que se han estrenado otros autores como Phoebe Waller-Bridge, cuyo éxito la llevó a escribir la comedia Fleabag (Prime Video, 2016-2019) o Jack Rooke (1993, Inglaterra), con la obra que posteriormente inspiró la serie Big boys (Filmin, 2022-). La representación con la que ganó fue Monkey see Monkey do (2016), en la que su autor y protagonista contaba su experiencia como un aspirante a cómico que sufrió el abuso sexual de un escritor y productor de televisión. Tres años después, volvió a presentar en Edimburgo su montaje Baby reindeer (2019), que en este caso hablaba en primera persona del acoso que sufrió por parte de una mujer que había sido denunciada en anteriores ocasiones. La unión de estas dos escalofriantes experiencias personales de la vida real ha dado como resultado la serie Mi reno de peluche (Netflix, 2024), que se ha convertido en uno de los éxitos inesperados de este año, anticipado eso sí por quienes habían podido ver las obras representadas por Richard Gadd en Edimburgo y posteriormente en el West End de Londres. Lo que en principio parece una comedia negra con un título absurdo, adquiere progresivamente una tonalidad más oscura, y utiliza el planteamiento inicial para reflexionar sobre la personalidad dependiente del protagonista. De manera que se difumina la frontera entre víctima y culpable, ofreciendo una representación muy sórdida del propio carácter de Donny (Richard Gadd) frente a su acosadora Martha (Jessica Gunning), que en la adaptación de televisión es mucho más joven que en la vida real, veinte años mayor que él. Uno de los principales aciertos de esta versión es la necesidad de dar un aspecto físico al personaje de Martha (en el monólogo estaba representada por un taburete de bar y solo se escuchaban sus mensajes), y en este sentido la incorporación de Jessica Gunning, a la que hemos visto en películas como Pride (Orgullo) (Matthew Warchus, 2014) y series como The outlaws (HBO Max, 2021-), proporciona esa ambivalente personalidad que transmite peligro pero también vulnerabilidad, incluso con algunos momentos conmovedores como en el Episodio 3. Después de tres años en los que recibió 41.701 emails, 350 horas de mensajes de voz, 744 tweets, 46 mensajes de Facebook desde tres perfiles falsos y 106 páginas de texto, Richard Gadd aprendió a dejar de sentir pena por su acosadora. El autor del guión y protagonista, sin embargo, ofrece una versión de sí mismo que convierte el comienzo del acoso sufrido por Martha en un recurso de autoafirmación, casi una necesidad que le crea dependencia, lo que sitúa en paralelo a las ocasiones en que volvía a casa de su violador después de haber sufrido el abuso sexual. En el último episodio comprobamos hasta qué punto puede llegar a estar tan obsesionado por su acosadora como ella lo ha estado por él. Pero al mismo tiempo ofrece dosis de humor, especialmente en los primeros momentos, y convierte a Martha en un personaje patético que se hace pasar por una abogada y escribe al final de los mensajes que envía por el móvil "Sent from an iPhone" (Enviado desde un iPhone), solo que ella no tiene un iPhone, y comete constantes errores de ortografía. Al tratarse de una serie de siete episodios, Richard Gadd necesita ofrecer un contexto más amplio que en los montajes teatrales, y lo hace con acierto, evitando ser repetitivo e introduciendo un episodio de flashback que básicamente es la historia de Monkey see Monkey do, en el que aparece el inquietante Darrien (Tom Goodman-Hill), proporcionando una mayor complejidad a su propio personaje. Ayuda en este sentido una textura de cine de terror, una fotografía semioscura y primeros planos que transmiten una sensación de pesadilla en los primeros encuentros, cuando todavía el acoso no se ha hecho físico. Destacan los cuatro primeros episodios, realizados por la directora polaca afincada en Londres Weronica Tofilska, co-guionista de otra de las propuestas sorprendentes de este año, la película Sangre en los labios (Rose Glass, 2024). La serie puede provocar cierta sensación de malestar porque es una comedia incómoda, una forma de bucear en la personalidad del protagonista que podríamos comparar con la miniserie Podría destruirte (HBO Max, 2020). Conforme avanza encontramos una mayor estabilidad en el tono, especialmente a partir del (muy oscuro) Episodio 4, y en los tres últimos toma la dirección Josephine Bornebusch, realizadora sueca también afincada en Londres que ha dirigido series como Harmonica (Pr1meran, 2022) y Hermanas hasta la muerte (Apple tv+, 2022-). Esto hace que Mi reno de peluche se sienta menos inquietante aunque el acoso continúe, cuando Martha pone su objetivo en personas allegadas a Donny. Pero también plantea ideas interesantes sobre cómo él mismo acaba sintiéndose en algunos momentos más cómodo con Martha porque su ex-novia Keeley (Shalom Brune-Franklin) y su actual pareja Teri (Nava Mau) están demasiado ocupadas en sus propias vidas y realmente no han sabido detectar, como sí lo ha hecho su acosadora, la necesidad de atención y los traumas que se esconden detrás de las incertidumbres de Donny. Richard Gadd utiliza el personaje de Teri para proporcionar unas dosis de sensatez, para enfrentar la realidad de una codependencia a la que puede haber contribuido él mismo. Más que una comedia negra, Mi reno de peluche es un dramedia (alguien la ha definido como una traumedia) que tiene un final inteligente en el que sitúa a Martha en su condición de acosadora serial pero al mismo tiempo la define como una persona con profundas carencias afectivas y psicológicas. Si puede parecer que la conclusión es acomodaticia, Richard Gadd nos descubre que la desaparición del peligro no es suficiente para que Donny pueda tener una vida normal. En la actualidad, el actor y guionista está trabajando en el guión de Lions (título provisional), un encargo de la BBC que se produjo antes del éxito que ha obtenido con su primera serie como creador. Se trata de un drama de seis episodios sobre dos hermanos durante varias décadas, pero que no está basado en su vida real porque, como afirmaba en una entrevista reciente: "No tengo una historia de dolor ilimitada para contar".La adaptación mantiene la esencia de la historia original, pero hay secuencias nuevas en las que Fitzwilliam es cuestionado por algunos amigos de origen nigeriano, como Ngozi Ude (Gloria Obianyo), por el hecho de haber viajado a Londres para trabajar como agregado diplomático a las órdenes de un jefe colonial: "He aquí el africano imperialista, auto-colonizado, colaborando con sus opresores. No me sorprende que hables como un inglés". Esta primera parte de la serie introduce los principales cambios para incorporar a un protagonista racial que la autora de la adaptación defendía en un amplio artículo en el que contaba cómo se había planteado la serie, no como una cuestión de inclusión racial, sino como una forma de explicar al personaje: "Como nigeriano rico y educado, sus limitaciones como detective son obstáculos externos impuestos por su condición de inmigrante" (The Guardian, 26/12/2023). Aunque el transcurso de la historia se reconduce hacia la trama original, desviándose de los interesantes cambios propuestos al principio, la historia funciona de una manera clásica, con Luke Fitzwilliam interpretado por David Jonsson, al que hemos visto en la serie Industry (HBO Max, 2020-) y en la estupenda película Amor en Rye Lane (Raine Allen-Miller 2023). Éste cuenta con la ayuda de Bridget Conway (Morfydd Clark, de Los anillos de poder (Prime Video, 2023-)), una joven que está prometida con Gordon Whitfield (Tom Riley), propietario de una compañía de cemento que pretende construir una nueva ciudad, frente a la oposición del reverendo Humbleby (Mark Bonnar, de Guilt (BritBox, 2019-2023)): "Está sentado aquí, en su mansión, trazando sus elaborados planes en lugar de construir casas decentes y asequibles para la gente". Las primeras sospechas de Fitzwilliam recaen en el Dr. Thomas (Mathew Baynton, de Fantasmas (Movistar+, 2019-2023)), quien le muestra orgulloso los libros sobre eugenesia que tiene en su consulta, como Inferioridad y crimen o Higiene racial. Una campaña para crear una raza superior, y mantiene la teoría de que "asesinar es fácil. Si eres cuidadoso, inteligente y no metes la pata". En la mansión de Lord Whitfield se encuentra una habitación llena de reliquias africanas, reflejando la expoliación provocada por la colonización.
Son estos detalles añadidos los que funcionan mejor en Matar es fácil (Movistar+, 2023), porque aporta una dimensión diferente que a los seguidores de la fidelidad a las novelas originales podrá incomodar, pero que introduce una perspectiva nueva a una historia que ha tenido varias adaptaciones. Hay que reconocer que la dirección de Meenu Gaur, que ha dirigido algunos episodios de Un mundo en llamas (Movistar+, 2019-2023), tampoco propone originales soluciones visuales, sino que se mueve con cierto acomodo en la representación clásica de una investigación que va encontrando a su paso sucesivas muertes, cada vez menos creíbles como casualidades, y tampoco acierta del todo en la representación de una época en la que algunos elementos del vestuario parecen aleatoriamente más modernos de lo que deberían. La miniserie consiguió una buena audiencia en su primer episodio, aunque perdió más de 800.000 espectadores para el segundo, manteniéndose por encima de sus competidores. Aunque la BBC la estrenó dividida en dos partes de una hora de duración cada una, en España se estrena la versión internacional que consta de tres episodios de 50 minutos, lo que supone unos 15 minutos más que la versión estrenada en Inglaterra. No cambian aspectos importantes de la trama, pero sí amplían algunas escenas entre Luke Fitzwilliam y Bridget Conway, y la relación que tiene el protagonista con el pueblo vecino de Ashe Bottom, formado por trabajadores como el chófer Rivers (Jon Pointing, de Big boys (Filmin, 2022-)). Sin ser la adaptación más brillante de las que BBC ha estrenado desde el acuerdo que firmó en 2014 con Agatha Christie Productions Limited, Matar es fácil introduce una mirada diferente que refresca la historia original.
La plataforma de Apple parece empeñada en convertirse en el referente de la ciencia-ficción científica para adultos, un género que ni siquiera Netflix o HBO Max han conseguido desarrollar, la primera con algunos intentos fallidos como El problema de los tres cuerpos (Netflix, 2024) y la segunda más centrada en las fantasías del pasado como La casa del dragón (HBO Max, 2022-). En los últimos meses, ha abordado ya en varias ocasiones las teorías de la superposición que plantea la física cuántica, y en cierta manera podemos decir que Materia oscura (Apple tv+, 2024) hace un planteamiento que desarrolla las ideas finales de Constelación (Apple tv+, 2024). Ya no se plantea si es posible cruzar entre diferentes versiones de la realidad, sino que lo da por hecho, construyendo un entretenido thriller de ciencia-ficción que a pesar de extenderse demasiado, consigue mantener el nivel adecuado entre la reflexión existencial y la especulación científica. Cuando conocemos a Jason (Joel Edgerton), es un profesor de física que explica a sus alumnos la teoría del Gato de Schrödinger: "La interpretación de la mecánica cuántica de la Escuela de Copenhague establece que, antes de que miremos dentro de la caja, el átomo existe en un estado de superposición, lo que es una forma elegante de decir que el gato está muerto y vivo al mismo tiempo". En esta realidad en la que vive Jason, decidió renunciar a una brillante carrera como científico en favor de su vida familiar junto a su esposa Daniela Vargas (Jennifer Connelly) y su hijo Charlie (Oakes Fegley). Su amigo Ryan Holder (Jimmi Simpson) le dice que "habría podido cambiar el mundo si hubiera elegido ser científico en vez de enseñar física a futuros médicos y abogados de patentes". Los planteamientos científicos de la historia se sostienen en el biocentrismo, que defiende que la conciencia manifiesta la realidad, proponiendo una explicación a la posibilidad de la existencia de un multiverso, como describe el científico Paul Halpern en su libro The allure of the multiverse: Extra dimensions, other worlds and parallel universes (2024).
Jason es secuestrado y acaba despertando junto a Amanda Lucas (Alice Braga), una mujer a la que no conoce, y comienza a percibir que está en un lugar donde su realidad se ha alterado. La serie explica pronto que su secuestrador ha sido Jason2, una versión suya de otra realidad paralela que tomó la decisión de sacrificar a su familia para continuar con su carrera científica, desarrollando un mecanismo en forma de caja en cuyo interior se puede acceder a una dimensión de la conciencia que permite la posibilidad de traspasar diferentes realidades superpuestas. Pero el anhelo de recuperar su vida familiar, que plantea una especie de arrepentimiento de las decisiones que tomó, ha llevado a Jason2 a sustituir su realidad por la de Jason1. Amanda es la única que cree a este último, por lo que ambos inician un viaje, con el problema añadido de que Jason1 no sabe exactamente cómo llegar a su lugar de origen. Dentro de la caja, cualquier puerta puede conducir al apocalipsis, la utopía o un Chicago con aspecto futurista; cada realidad está moldeada por la intención, el estado de ánimo y el subconsciente del viajero. Mientras tanto, el doppelgänger de Jason intenta adaptarse a su nuevo mundo, disimulando su desconocimiento de algunas de las experiencias vividas por Jason1 con su familia. Esta forma de suplantación de sí mismo, tratando de encontrar información sobre su propia existencia, construye un logrado thriller que reflexiona sobre los caminos tomados en la vida. Joel Edgerton tiene un trabajo difícil, solo por interpretar varias versiones del mismo personaje, sino porque consigue transmitir de qué manera los recorridos por las realidades superpuestas provocan una transformación en él que en cierto modo le hacen entender a Jason2.Blake Crouch (1978, Carolina del Norte), fue el autor de la trilogía de novelas que en España se ha editado bajo el título Wayward Pines. El paraíso (2012-2014, Ed. Ediciones Destino), adaptada como la serie Wayward Pines (Fox, 2015), protagonizada por Matt Dillon. Cuando escribió Materia oscura (2016, Ed. Nocturna Ediciones) se encontraba en proceso de divorcio, de manera que esta fantasía de ciencia-ficción se construye a partir de una reflexión personal sobre los errores cometidos y la imposibilidad de cambiar una realidad creada a partir de las decisiones que se han tomado. El mismo autor se ha encargado esta vez de adaptar su novela en formato de serie (Sony Pictures compró los derechos el mismo año de su publicación), en la que Jason2 de alguna manera fuerza este cambio a través de sus conocimientos científicos. Pero solo es posible hacerlo trasformándose en un intruso dentro de la vida familiar de Jason1, y arrebatándole su propia realidad. Es por tanto una propuesta interesante que también se desarrolla en otros personajes como Amanda, quien acompaña a Jason1 en esta búsqueda casi imposible dentro de las millones de posibilidades que se manifiestan ante ellos. En In the fires of dead stars (T1E7), ella decide llevarle a su propia realidad imaginada, "centrada en conceptos que pensé que crearían un mundo que valiera la pena experimentar", de manera que el Chicago que se presenta ante ellos es una especie de idea utópica sobre "personas que están de acuerdo en lo básico, tecnología que no destruye el medio ambiente o la humanidad". Conoceremos a diferentes versiones de Jason, pero también distintas versiones de Valeria, desde la aspirante a artista algo insegura que ha sido con él hasta la mujer que ha desarrollado una carrera. "He conocido una versión de ti en la que no estabas casada conmigo. Eras artista. Acababas de inaugurar tu nueva exposición", lo que plantea que para Daniela el matrimonio ha podido ser una barrera frente a su desarrollo personal. Aunque la serie sufre el problema de contar su historia en más tiempo del que hubiera necesitado, mantiene siempre el interés y se dirige hacia un desenlace que ofrece un llamativo giro en el episodio Jupiter (T1E8), de manera que el tono de thriller destaca sobre la propuesta científica. La serie tiene un desenlace quizás no demasiado bien ejecutado, pero al mismo tiempo cierra la historia principal, dejando también una puerta abierta (nunca mejor dicho) a una segunda temporada.Lo más interesante de esta producción británica cortada bajo el patrón de las series de ITV, es la manera en que plantea la transversalidad del tráfico de drogas en el entorno de la clase media y la forma en que se contagia a través de diversos vínculos que acaban estableciendo un círculo de poder y dependencia. El personaje de Stella también arrastra un sentimiento de culpa porque la noche en que murió su hija ella se encontraba en una fiesta con unos amigos y no prestó demasiada atención a Maisy, de manera que la sombra de la responsabilidad también la ha acabado afectando. Vicky McClure es una actriz especialmente dotada para estos papeles dramáticos, aunque la consecución de este tipo de personajes que están afectados por el trauma, algo parecido al papel que interpreta en Trigger point, puede revelar algunos tics que se repiten, al igual que esa cara de amargura constante que ha convertido en un sello personal. En este sentido, es más acertado el trabajo de Johnny Harris, al que también podemos ver en Un caballero en Moscú (SkyShowtime, 2024), que representa los matices de los problemas psicológicos que ha venido enfrentando en los últimos tres años, aunque no se explica demasiado bien en la serie por qué ha esperado tanto tiempo para reclamar su inocencia, porque la desaparición de Cloe resulta un catalizador poco creíble para un hombre que ha aceptado estar en la cárcel hasta entonces. El mayor peligro de este tipo de dramas que juegan en sud esarrollo con las medias verdades es que el desenlace no termine siendo demasiado convincente, pero en el caso de Without sin. Libre de culpa la resolución contiene algunos elementos de sorpresa que funcionan adecuadamente bien, subrayando la idea de que la culpabilidad y la inocencia son dos conceptos que a veces no están definidos con claridad.
A pesar de haber sido renovada el año pasado para una cuarta y una quinta temporadas, la serie creada y protagonizada por Henriette Steenstrup (1974, Noruega) se ha visto afectada por la crisis económica de la plataforma nórdica Viaplay, que ha provocado que la empresa audiovisual sueca haya licenciado casi toda su producción propia a otras compañías, estrenándose algunas de sus últimas producciones como Viktoria (SkyShowtime, 2023) o Ronja, la hija del bandolero (Netflix, 2024) en otras plataformas. De hecho, las tres primeras temporadas de Perni (Filmin, 2021-) ya se pueden ver en Noruega tanto en la plataforma de streaming de la televisión pública NRK como en Netflix, donde finalmente se estrenarán la cuarta y la quinta, aunque en España Filmin mantiene la licencia de la serie. Desde su estreno en 2021, Perni ha supuesto una cita anual para los espectadores noruegos con las vicisitudes de esta madre separada con dos hijas adolescentes, convirtiéndola en uno de los grandes éxitos de los últimos años. Pero la repercusión de la serie también ha trascendido al mercado internacional, hasta el punto que el periódico Nattavisen se hacía eco en 2022, con motivo del estreno de la tercera temporada, del éxito de la serie en España y Latinoamérica: "De hecho, siento que me veo un poco más sexy en español", comentaba la actriz, aunque también bromeaba quejándose de que cuando estuvo de vacaciones en Mallorca nadie la reconoció por la calle. En Noruega, Henriette Steenstrup es una actriz muy popular, no solo por sus trabajos en películas y series, sino por su participación en programas de televisión y recientemente por su interpretación de Miss Hannigan en la versión noruega del musical Annie (2023) en teatro. Retrasada la producción debido a los problemas de Viaplay, a España ha llegado esta tercera temporada dos años después de que la segunda se estrenara en 2022. El personaje se ha convertido en una presencia cercana, y resultan encantadoras sus tribulaciones como madre separada que tiene que enfrentarse a dos hijas adolescentes exigentes, un ex-marido holgazán y un padre que salió del armario en la tercera edad.
La nueva entrega está dirigida en todos los episodios por Petter Næss (1960, Noruega), que fue el director conceptual de la ambiciosa serie El tiempo de la felicidad (Filmin, 2018-2022), ofrece lugares comunes dentro de esta dramedia, pero incorpora algunos cambios que afectan a la familia. Perni (Henriette Steenstrup) está vendiendo su casa a las afueras de Oslo y se ha ido a vivir a un apartamento en la ciudad, lo que modifica las dinámicas familiares. Con un espíritu especialmente navideño, esta temporada enfrenta a la protagonista a las primeras celebraciones sin su hermana Anna, recién fallecida cuando comenzó la serie en su primera temporada. Sin embargo, las expectativas de pasar unas navidades en familia no parecen muy claras: su hija Hanna (Vivild Falk Berg) ha decidido finalmente hacer el viaje a Argentina, mientras que su otra hija Sigrid (Ebba Bellarubin Jacobsen Öberg) quiere pasar la Nochebuena con su padre Finn (Jan Gunnar Røise), el ex-marido de Perni que además reclama una parte del dinero de la venta de la casa, argumentando que ha contribuido a su reforma. Finalmente, su padre
Ole Johan (Nils Ole Oftebro) quiere evitar una celebración marcada por la ausencia, y también ha decidido pasar las fiestas con la familia de su pareja Stephen (Henrik Mestad). Escrita en solitario por la actriz Henriette Steenstrup, la historia se encuentra cómoda con un personaje que nunca consigue tener esa estabilidad emocional que desearía, y que está marcada por una fragilidad dentro de un ambiente familiar ruidoso, pero que sabe sobrellevar con estoicismo. La ausencia de algunos miembros de su familia en esta tercera temporada permite a la guionista enfocar el personaje más en relación con el ambiente laboral, lo que deriva hacia tratamientos de algunos temas complejos que están incorporados sin embargo con habilidad. Perni ejerce como trabajadora social y se enfrenta en sus jornadas diarias a la necesidad de protección de menores de edad en situaciones de riesgo de exclusión social, y dentro de este ambiente de fiestas marcadas por los recuerdos y la ausencia, aborda cuestiones como la violencia doméstica, las infidelidades o la soledad, pero siempre con esa mirada comprensiva que evita caer en el drama demasiado marcado. Y en cierta manera, la serie también encuentra un equilibrio en las historias personales de los adultos, casi siempre buscando la comprensión de una persona de confianza, como Tuva (Agnes Kittelsen), que parece estar a punto de cruzar la línea de la infidelidad, Kenneth (Oddgeir Thune), cuya Nochebuena en solitario con su pareja no sale como esperaba, o el director del coro Rasmus (Carl Martin Eggesbø), que se enfrenta a una situación difícil con su hermana, pero también dentro de una relación tóxica. Esta tercera temporada se siente más madura en la exposición de las problemáticas que rodean a la protagonista, sin abandonar el tono mesurado de su mirada hacia el entorno familiar. En una especie de pre-Nochebuena, Perni comparte con su hija Sigrid una cena viendo la tradicional película Love actually (Richard Curtis, 2003), acompañadas de una cesta navideña muy española, con aceite de oliva, jamón serrano y queso manchego, en uno de esos momentos tan familiarmente encantadores que tiene la serie. Pero en "The kids are not alright" (T3E5) afronta la fortaleza de Perni como madre, dispuesta a defender con contundencia a su hija respecto a ciertas actitudes de bullying, en un episodio que refleja la preocupación por la salud mental de los adolescentes, pero también muestra la capacidad que tienen para resolver sus propios problemas de manera más sencilla que los adultos. La historia transcurre entre los días previos a la Navidad y el cumpleaños de Perni, el 21 de enero, siendo posiblemente la mejor temporada de las que se han estrenado hasta la fecha. Porque Perni mantiene el tono con una mirada más madura hacia las relaciones personales y amplía el espectro temático hacia historias más comprometidas sin perder la esencia de una serie que habla sobre la familia.Después del éxito de la primera temporada y una renovación sorprendente para una tercera y cuarta temporadas, la segunda se presenta como un primer paso para saber cuál es el camino que sus creadores deciden seguir. A pesar de las buenas críticas y la amplia audiencia, la serie no ha sido nominada en ninguna categoría de los BAFTA TV Awards, lo que resulta incomprensible, porque fue uno de los mejores dramas policíacos del año pasado. Consiguiendo una mezcla eficaz entre los elementos tradicionales del género y un contexto situado en algunos barrios de Belfast en los que se mantiene un rechazo a la policía y su representación de la memoria de The Troubles, Blue lights (Movistar+, 2023-) mantenía una tensión constante en cada una de las intervenciones de estos "response officers". El reciente documental ganador del Dox:Award en CPH:DOX, The flats (Alessandra Celesia, 2024) refleja de manera excelente cómo permanecen las cicatrices psicológicas de aquel conflicto en algunos habitantes de New Lodge, una comunidad católica en la periferia de Belfast. Esta nueva entrega sigue a los trágicos acontecimientos de la pasada temporada, con la permanencia del trauma pero con unos protagonistas que ya han superado el período de prueba, de manera que están plenamente asentados en sus obligaciones diarias. Con el hijo de Grace Ellis (Siân Brooke) ausente, ella comparte apartamento con Annie Colon (Katherine Devlin) y patrullas con Stevie Neil (Martin McCann), aunque su especial acercamiento a veces provoca situaciones complicadas, mientras que Tommy Foster (Nathan Braniff) recupera el contacto con Aisling (Dearbháile McKinney), que ha sido enviada a Derry. Digamos que la historia comienza en este punto a derivarse hacia el típico drama policial en el que todos están relacionados con todos, formándose tres parejas sentimentales entre compañeros de trabajo a lo largo de esta segunda temporada, lo que hace que la serie camine a veces por la peligrosa línea de la cursilería, algo que la producción sueca La delgada línea azul (Filmin, 2021-), que tiene un planteamiento parecido a esta serie, consigue evitar de manera más inteligente.
Sin embargo, el contexto vuelve a darle fuerza a la historia, con una tasa de delitos que está en aumento y un enfrentamiento entre grupos lealistas, aquellos que mantienen su oposición a la unificación de Irlanda, y que controlan el negocio de la venta de drogas. El propietario del bar The Loyal Pub, Lee Thompson (Seamus O'Hara) está a punto de comenzar una guerra territorial, lo que supone el peligro de enfrentamientos cada vez más violentos. Es un personaje interesante porque mantiene una ambigüedad que le hace especialmente peligroso pero al mismo tiempo está impulsado por un cierto sentido de justicia, siendo en este sentido un antagonista menos convencional que el de James McIntyre en la anterior temporada. En oposición, la llegada del agente de Inteligencia Murray Canning (Desmond Eastwood), que ya apareció en la primera temporada, sacudirá la comisaría con su técnica basada en que el fin justifica los medios, acompañado además por un agente de confianza, Shane Bradley (Frank Blake), que le sirve de espía sobre las interioridades de la comisaría. Canning cumple aquí la función del personaje tópico de la temporada, ridículamente convencional tras unos acontecimientos que suceden en Where I want to be (T2E5). Pero el contexto de una ciudad en la que todavía persiste cierta tranquilidad tensa, sustituyendo los conflictos políticos por enfrentamientos entre delincuentes pero en los que hay un trasfondo psicológico que se sostiene en el pasado, proporciona esa atmósfera inquietante, aunque menos rotunda en esta segunda temporada. La subtrama protagonizada por Jen Robinson (Hannah McClean), ahora una abogada que investiga un atentado ocurrido en el pasado para encontrar conexiones incómodas, se siente algo aislada durante casi toda la temporada, pero es la más interesante respecto a cómo el mantenimiento de la reconciliación mantiene enterradas determinadas investigaciones: "Créeme cuando te digo que hay cosas que es mejor no conocer", dice un personaje.
Blue lights pierde fuerza en esta temporada, siendo menos consistente en el desarrollo creciente de ese ambiente claustrofóbico que se describió con especial acierto en la primera. Aunque funciona bien a pie de calle, en algunas de las intervenciones policiales que abordan temas como la salud mental o la soledad de la tercera edad, a veces deriva hacia terrenos más convencionales, con personajes antagónicos poco desarrollados que tratan de impulsar una historia algo desequilibrada. Incluso el cliffhanger del penúltimo episodio se siente demasiado casual, por mucho que trate de reflexionar sobre la necesidad de romper con la herencia de la violencia que provoca la persistencia de un conflicto permanente. Los ex-periodistas norirlandeses Declan Lawn y Adam Patterson, que se encargan por primera vez de dirigir la primera mitad de la temporada, quizás necesitan profundizar más en algunos aspectos para evitar el peligro del policíaco demasiado formal, aunque Blue lights sigue siendo una serie bien escrita que a veces se eleva por encima de otros dramas policíacos británicos.
Todo lo que rodea a esta producción basada en hechos reales se ha convertido en un acontecimiento en Gran Bretaña, siendo el mayor éxito de ITV Studios en la última década, por encima de Downton Abbey (RTVE Play, 2010-2015) con un promedio de 13,1 millones de espectadores. La repercusión de Mr. Bates contra Correos (Movistar+, 2024) incluso puede afectar al escrutinio público en torno a una investigación que sigue ofreciendo titulares, elúltimo en torno a un documento que Correos intentó "suprimir" en 2016. La miniserie creada por Gwyneth Hughes, conocida por otras producciones como Five days (HBO Max, 2007), Honor (BritBox, 2020) o Tom Jones (ITV, 2023), ha despertado de nuevo el interés por un caso que afectó a unos 900 subdirectores y directores de establecimientos postales que fueron sancionados por la empresa pública de Correos debido a déficits contables entre 2000 y 2015. La legislación inglesa permite a esta institución pública llevar a juicio directamente a los administradores en caso de actividades fraudulentas, y más de 736 fueron procesados por contabilidad falsa y robo, llegando algunos a ser condenados a prisión. Pero tras una demanda colectiva de más de 500 de los afectados, que acabó en 2019 con un acuerdo económico, se descubrió que el Servicio de Correos tenía conocimiento de que los errores contables se debieron a un fallo en el funcionamiento de un nuevo sistema informático llamado Horizon que fabricaba la compañía Fujitsu, y que se encargaba de cuadrar las cuentas al final de cada jornada. La Comisión de Revisión de Casos Penales (CCRC) dijo que el escándalo era "el error judicial más generalizado que la CCRC haya visto jamás, y representa la mayor serie de condenas injustas en la historia legal británica". Sin embargo, todavía continúa una investigación pública que se inició en 2021 y la Policía Metropolitana investiga por su parte si el Servicio de Correos podría haber incurrido en un delito de fraude. El estreno de la miniserie en Gran Bretaña estuvo acompañado por la emisión de Mr. Bates vs The Post Office: The real story (Clare Richards, 2023), un documental narrado por Toby Jones que incluye entrevistas con los principales afectados, entre ellos Alan Bates: "Sé quienes deben rendir cuentas. Esa gente que ha tenido un estilo de vida acomodado, ganando grandes cantidades de dinero, mientras han hecho sufrir a cientos, si no miles de personas, conociendo la realidad de lo que estaba sucediendo y negando esa realidad de manera pública". Actualmente, se prepara un musical titulado Make good: The Post Office scandal (2024), escrito por Jeanie O'Hare, que trabajó en la Royal Shakespeare Company (RSC), donde realizó la dramaturgia de Matilda. The Musical (2010-).
La repercusión que ha tenido la serie en los medios de comunicación recuerda a ese espíritu del cine británico de denuncia que se inició con el Free Cinema en los años sesenta y que ha estado representado por directores destacados como Ken Loach y Mike Leigh, y posteriormente Stephen Daldry. Es una historia de víctimas engañadas por una institución pública, trabajadores que confiaron en el Servicio Público Postal para iniciar negocios propios, estafetas de correos en pequeñas localidades cuya administración se publicitaba como una oportunidad para tener unos ingresos estables y una pensión adecuada, pero que acabó sumiendo a cientos de ellos en deudas que no podían pagar. Muchos de los juicios terminaron con un acuerdo privado que sin embargo les obligaba a hacer frente a las pérdidas económicas, provocadas por el mal funcionamiento del sistema informático Horizon de la empresa Fujitsu. El mayor escándalo no es la inadecuada gestión, sino la persistencia de los directivos de Correos en no admitir el error y tratar de ocultarlo sistemáticamente. Lo que hace bien Mr. Bates contra Correos es mostrar la historia desde el punto de vista humano de quienes sufrieron las consecuencias de esta persecución. El protagonista está interpretado por Toby Jones, que no ha pretendido hacer una imitación de la persona real, sino incorporar y construir su propio Alan Bates, quien ya había perdido su propio negocio postal después de ser sometido a una inspección interna, cuando decidió involucrarse en la búsqueda de la justicia. La publicación de un artículo en una revista hace surgir a decenas de afectados por el mismo problema, entre los que el personaje más conmovedor es el de Jo Hamilton (espléndida Monica Dolan), una mujer de la localidad de South Warnborough, Hampshire, que se siente abrumada emocionalmente por la acusación de fraude, obligada a declararse culpable en un juicio y asumir el pago de 36.000 libras. La secuencia en la que ella se siente impotente ante la modificación de las cifras cuando trata de cuadrar las cuentas a través del ordenador se muestra con un zoom in hacia el sistema Horizon como si se tratara de una película de ciencia-ficción en la que las máquinas se rebelan contra los humanos.
De hecho, el director James Strong es un habitual de series criminales como Vigil (BBC, 2021-), Crime (BritBox, 2021-) o Sospechoso (Movistar+, 2022), y aporta un ritmo de thriller judicial a este relato sobre la injusticia. Los dos primeros episodios se centran sobre todo en la pesadilla que sufren algunos de los administradores, como el anciano Noel Thomas (Ifan Huw Dafydd), condenado a nueve meses de prisión, o Lee Castleton (Will Mellor), administrador de la estafeta de Bridlington, East Yorkshire, de cuyas cuentas han desaparecido 26.000 libras. Conforme la serie se va adentrando en los procesos judiciales, algunos actores reconocidos ponen rostro a quienes comenzaron a investigar e hicieron público el escándalo: el parlamentario James Arbuthnot (Alex Jennings) y el investigador Bob Rutherford (Ian Hart), quienes se encuentran constantemente con un muro de desinformación proporcionado por la directora del Servicio Público de Correos, Paula Vennells (Lia Williams), una sacerdote anglicana que negó siempre la existencia de un fallo informático y que a raíz del estreno de la serie, presionada por el gobierno, anunció que devolvería la concesión del nombramiento de Comendador del Imperio Británico (CBE) que recibió en 2019. Ciertamente, la serie utiliza el efecto emocional de unas vidas destrozadas por el impacto de las falsas acusaciones, que acabó en el suicidio de uno de ellos, y el retrato de los funcionarios del Servicio Postal, especialmente la ayudante Angela Van Den Bogerd (Katherine Kelly) puede resultar demasiado exagerado, casi como una villana de película de acción. Pero cuando vemos programas de investigación sobre el caso como Panorama (BBC, 2020), presentado por el periodista Nick Willis, quien lo ha investigado durante años, el retrato que se hace en la serie sobre la absoluta falta de empatía y reconocimiento de responsabilidad por parte de los responsables del Servicio Postal no parece tan exagerado. La propia guionista, Gwyneth Hughes comenta en el dossier de prensa de la serie: "Alan Bates no pidió pasar 25 años de su vida en una guerra contra imbéciles, abogados caros y el gobierno británico. Cuando se le pregunta si la Oficina de Correos es perversa o incompetente, Alan responde: 'Al final, equivale a lo mismo'". Mr. Bates contra Correos presenta una historia aterradora y convincente sobre la forma en que una institución pública intimidó y persiguió a personas inocentes durante años, sin admitir su conocimiento del fallo técnico que provocó los errores de contabilidad y convirtiendo en enemigos a los mismos ciudadanos a los que había atraído con promesas.
Presentada en Canneseries '23 y convertida en la gran vencedora de los premios de la televisión en Dinamarca, esta historia está basada en la novela Fangeleg (2021) de Kim Fupz Aakeson (1958, Dinamarca), quien la escribió después de que en un principio la cadena pública danesa no se mostrara interesada en un proyecto de serie por considerarla demasiado oscura. Tras la publicación del libro y un cambio en la dirección del canal de televisión, finalmente la producción se puso en marcha en 2022. La trama principal de Prisoner (Filmin, 2023) tiene como protagonista a Sammi (Youssef Wayne Hvidtfeldt), quien acaba de incorporarse como funcionario de una prisión que se encuentra sometida a la presión provocada por la posibilidad de ser cerrada debido a una reestructuración del sistema penitenciario. Cuando el veterano Henrik (David Dencik) escucha que la razón de Sammi para elegir esta profesión es ayudar a los prisioneros, intenta devolverle a la realidad: "Los presos no necesitan ser ayudados. Tus únicos amigos aquí son tus compañeros". Es una de las contundentes realidades que se muestran en los primeros episodios, como cuando un condenado por estafa acaba de ser encarcelado y la funcionaria Miriam (Sofie Gråbøl) le aconseja que se gane la confianza de alguno de los presos que controlan su sección, para sentirse protegido. "Pensaba que eran ustedes los que estaban aquí para protegernos", dice el prisionero. Pero lo que muestra Prisoner es que el entorno de la cárcel es un microcosmos en el que la violencia y las amenazas son una constante a la que tanto presos como funcionarios terminan acostumbrándose, lo que provocó críticas por parte de las instituciones penitenciarias danesas sobre la representación que se hace del entorno carcelario, especialmente tratándose de una televisión pública como DR. Kim Fupz Aakeson, que ya escribió hace unos años otro drama carcelario en forma de largometraje titulado En tus manos (Annette K. Olesen, 2004), se ha rodeado de dos directores destacados como Frederik Louis Hviid, que codirigió el thriller policial Shorta. El peso de la ley (Frederik Louis Hviid, Anders Ølholm, 2020), y Michael Noer, responsable de la nueva versión de Papillon (2017).
Aunque en un principio puede recordar a otras series sobre prisiones, especialmente la clásica Oz (HBO Max, 1997-2003), esta historia abunda en un sistema penitenciario en el que en cierta manera tanto prisioneros como funcionarios están aislados y obligados a sobrevivir. Conforme se desarrolla la historia, y sobre todo a raíz de un acontecimiento dramático en el episodio Får jeg et host? (T1E4), la idealización del trabajo en la prisión que tiene el joven Sammi va difuminándose frente a una realidad mucho más dura. Prisoner es un drama contundente, en el que cada episodio está marcado por algún momento de extrema violencia, lo que, como comentábamos, ha provocado las protestas de los funcionarios de prisiones, que consideran que su trabajo se "ha tergiversado y caricaturizado". Pero la serie está planteada como un thriller, y resulta poco acertado calificarla como una visión realista, porque incluso adopta un enfoque más cercano a los dramas carcelarios norteamericanos. De hecho, acaba resultando demasiado exagerada la descripción de las vidas personales de los cuatro protagonistas, todas ellas marcadas por un cierto sentido de fatalidad: Miriam tiene un hijo adicto a las drogas, la directora de la prisión Gert (Charlotte Fich) convive con un marido con episodios de demencia y arrebatos violentos, Henrik vive en una caravana porque su casa está infectada de moho... Aunque por otro lado esta representación del entorno fuera de prisión refuerza la idea de que los funcionarios se encuentran tan atrapados dentro como fuera de la cárcel.
Porque más allá de su condición de serie de género, se desliza una reflexión sobre si realmente funciona el sistema penitenciario tal como está diseñado. La serie ha sido rodada en la prisión de Vridsløselille, a las afueras de Copenhague, tras haber sido clausurada, y cuenta con destacadas interpretaciones de Sofie Gråbøl, a la que recordamos de Forbrydelsen (The killing) (DR, 2007-2012) y vimos el año pasado en el exitoso drama médico The shift (Dag & Natt) (TV2, 2022-), así como por David Dencik, actor sueco que ha participado en películas como El topo (Tomas Alfredson, 2011) y en la primera temporada de Cara a cara (Filmin, 2019-2023). En los Robert Prisen 2024, los premios de cine y televisión daneses, que se entregaron el pasado mes de marzo, Prisoner acaparó todos los premios de televisión, consiguiendo cinco de sus seis nominaciones, pero porque competían dos actores secundarios en la misma categoría.______________________________________Películas mencionadas:
El último valle y Rebelión en las aulas se pueden ver en Filmin y Prime Video.Vidas pasadas se puede ver en Filmin y Movistar+.Antes de amanecer y Papillon se pueden ver en HBO Max.Magaluf Ghost Town, Casino Royale, Shorta. El peso de la ley, La verdad, El desprecio y La reina Margot se pueden ver en Filmin.Pride (Orgullo) se puede ver en Filmin, Movistar+ y Pluto TV. El nombre de la rosa se puede ver en Acontra+, Filmin, Movistar+, Netflix y Prime Video. Amor en Rye Lane se puede ver en Disney+.Love actually se puede ver en Movistar+ y Netflix. El topo se puede ver en Filmin, Movistar+ y Tivify.Y Dios creó a la mujer se puede ver en Filmin, Plex y Pluto TV.