Por su parte, en Alemania se acaban de anunciar las nominaciones para los Premios de la Televisión Alemana, Fernsehpreis '24, entre las que se encuentran series que se han estrenado en España o hemos reseñado en nuestro blog. El mayor número de nominaciones de ficción lo ha conseguido Die Zweiflers (ARD, 2024), una espléndida comedia dramática sobre el peso del trauma y la tradición en las nuevas generaciones de una familia de judíos que viven en la ciudad de Frankfurt. Ganadora de los premios a Mejor Serie, Mejor Música y el premio del Jurado Joven en Canneseries, ahora es finalista como Serie Dramática, Dirección, Actriz (Sunnyi Melles), Actor (Aaron Altaras), Fotografía y Montaje. La casa alemana (Disney+, 2024), sobre una intérprete durante los juicios de Auschwitz en Frankfurt, ha logrado cuatro nominaciones: Serie Dramática, Actriz (Katharina Stark), Guión y Música (Dascha Dauenhauer). El drama médico que se desarrolla en un departamento de obstetricia titulado Push (ZDFNeo, 2024) ha logrado tres nominaciones: Serie Dramática, Dirección y Guión. Y también han son finalistas como Serie Dramática Mi dulce niña (Netflix, 2024) y Maxton Hall. Un mundo entre nosotros (Prime Video, 2024), que asimismo ha logrado una nominación para el actor Damian Hardung. El oscuro thriller Oderbruch (ARD, 2024) ha conseguido una nominación por su Fotografía. Los
Fernsehpreis '24 se entregan los días 24 y 25 de septiembre en Colonia, y las nominaciones han sido seleccionadas por un jurado entre las series estrenadas en Alemania entre el 1 de julio de 2023 y el 30 de junio de 2024. Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series comentadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentosEste comentario incluye spoilers de la tercera temporada.La evolución de una serie que comenzó como un reflejo de la sociedad argentina dentro de un edificio en un barrio de alto poder adquisitivo hasta extenderse más allá de la verticalidad de la comunidad de vecinos, resulta significativa. La historia en esta tercera entrega se hace más horizontal al afectar al resto del vecindario, cuando Eliseo Omar Basurto (Guillermo Francella) decide crear la empresa Soluciones Integrales Basurto, que subcontrata a los encargados de la zona como falsos autónomos, ofreciéndoles mejores condiciones económicas pero al mismo tiempo ahorrando dinero a los consorcios, que no tienen que hacerse cargo de indemnizaciones por despido. Esta decisión, por supuesto, le enfrenta al sindicato SEDERA, al que ha pertenecido durante más de 30 años y que en el episodio La convención (T3E1) le invita a una reunión internacional de encargados de edificios que se celebra en Río de Janeiro. En ese entorno fuera de su hábitat natural, Eliseo se da cuenta de que los ponentes solo se dedican a quejarse de la situación sin proponer soluciones (en uno de esos dardos que los creadores suelen lanzar al cine argentino), aunque él mismo también se está quejando continuamente de todo lo que le rodea, así que decide ofrecer una solución radical y muy en la línea con la ideología liberal capitalista de Javier Milei. En la propuesta más política de Mariano Cohn (1975, Argentina) y Gastón Duprat (1969, Argentina), mantienen una cierta complicidad con el protagonista, sobre todo cuando en el episodio Eliseo versus el Estado Nacional argentino (T3E7) se enfrenta a una investigación presidida por la senadora Graciela Capotorto (Claudia Cantero), en un giro de los acontecimientos demasiado conveniente. En Argentina, se ha acusado a esta temporada de tener una tendencia pro-Milei, porque de alguna manera construye un discurso coherente respecto a la gestión laboral que hace Eliseo, pero por otro lado resulta curioso que la serie sea defendida por sectores más liberales argentinos, cuando esta es la temporada en la que el personaje se muestra más psicópata que nunca, se convierte en una especie de villano que ya no se enfrenta a la intención de destruir su hogar por parte de una comunidad de vecinos, como en la primera temporada, ni a la hipocresía de una influencer solidaria como en la segunda, sino a la forma de vida de sus compañeros de profesión, con estrategias en algunos casos crueles. Ya no es un personaje tan simpático porque ahora no es la víctima, sino el depredador.
Este cambio en la percepción de Eliseo, cuya personalidad real se ha ido revelando progresivamente, ha recibido ciertas críticas, pero lo cierto es que permite adoptar un punto de vista diferente respecto a la historia. El protagonista mantiene cierta cercanía hacia la fidelidad de personajes como Miguel (Gastón Cocchiarale), el eterno aspirante a encargado de edificio, pero al mismo tiempo se muestra más ambicioso y mezquino, repudia las actividades sexuales, excepto si éstas sirven para humillar al prójimo, ya no habla consigo mismo sino con personas fallecidas, y expresa de manera más sicótica su trastorno mental. Lo que siempre ha empujado a Eliseo es la sed de poder, la capacidad de tener el control absoluto del entorno que le rodea, sin demasiado interés en lo material, aunque en una conversación con su contrincante, el abogado Matías Zambrano (Gabriel Goity) en la segunda temporada, ya se revelaba que mantenía escondida una gran cantidad de dinero negro procedente de comisiones. También es cierto que en esta temporada hay algunas subtramas menos efectivas, como la del nuevo inquilino Gaspar Schuster (Benjamín Vicuña, quien también protagoniza la serie recién estrenada La voz ausente (Disney+, 2024)), que no resulta ni muy divertida ni demasiado trascendente. Mariano Cohn y Gastón Duprat han sabido situarse en ese término medio que lanza críticas a la corrección política, la burocracia o los amiguismos, pero a partir de la construcción de protagonistas antipáticos, como el escritor misántropo Daniel Mantovani (Oscar Martínez) en la película El ciudadano ilustre (Mariano Cohn, Gastón Duprat, 2016) o el crítico gastronómico Manuel Tamayo (Luis Brandoni) en la serie Nada (Disney+, 2023), que representa al bonaerense que ha permanecido anclado en otra época. Precisamente durante el rodaje de esta serie los directores tuvieron algunos enfrentamientos con el sindicato de actores, la Asociación Argentina de Actores y Actrices que preside Alejandra Darín, hermana de Ricardo Darín. Sobre todo, cuando Robert DeNiro propuso rodar sus escenas el 1 de mayo, a lo que el sindicato se negó porque es el Día del Trabajador, y también cuando el actor norteamericano pidió un teleprompter con el texto de sus diálogos. Según Cohn y Duprat, recibieron una carta del sindicato afirmando que en Argentina no estaba permitido que los actores usaran teleprompter. Pero esta experiencia explica la forma en que está representada la fuerza sindical en la serie.
Los creadores de El encargado (Disney+, 2022-) se sienten cómodos en esta posición de crítica hacia el progresismo y sus producciones muestran este posicionamiento: en Bellas Artes (Movistar Plus+, 2023) el protagonista Antonio Dumas (Oscar Martínez) es un funcionario que reniega de la cultura woke, y que ofrece ante la comisión encargada de elegir al nuevo director del Museo Iberoamericano de Arte Moderno de Madrid, un discurso que defiende que lo auténticamente progresista es elegir a un tipo como él, porque sus competidoras representan "todos los lugares comunes de la corrección política". Esta incorrección frente a los habituales posicionamientos de la industria del cine y la televisión argentinos, generalmente más alineados con el kirchnerismo, les permite abordar temas comprometidos con la seguridad de una situación de privilegio gracias al éxito que tienen sus producciones. En la tercera temporada de El encargado parecen encontrarse más cómodos para plantear cuestiones políticas llevando al protagonista incluso a la Casa Rosada, la sede de la presidencia de Argentina. Al final de la segunda temporada Eliseo rompe la cuarta pared y se dirige a los espectadores que están "tragándose capítulo tras capítulo como zombies en vez de hacer algo por sus propias vidas de mierda que tienen. Ustedes también me han juzgado, con el dedito levantado diciendo cosas horribles de mí. Ustedes lo van a pasar mal, porque con Eliseo no se jode, hijos de puta". Mientras que al final de ésta se lanzó una imagen de promoción de la cuarta temporada que muestra al personaje con una banda presidencial, otra de esas provocaciones con las que parecen divertirse Cohn y Duprat. Mientras tanto, sus próximos proyectos son una película protagonizada por Robert DeNiro con estrellas como Julianne Moore y Sigourney Weaver, sobre un actor en decadencia del que su círculo cercano persiste en seguir aprovechándose, un argumento parecido al de la serie polaca The stroke (Pr1meran, 2024), y otro proyecto en torno al mundo del fútbol, un tema que ya abordaron en la serie Coppola, el representante (Disney+, 2024).
El panorama audiovisual en los países nórdicos ha cambiado drásticamente en los cinco últimos años, motivado por dos razones principales, que ya hemos comentado en otros reportajes: por un lado, la retirada de inversiones de algunas multinacionales como Warner Bros. Discovery y la disminución de producciones en la zona por parte de plataformas como Netflix, debido a la reducción de coste a la que se enfrenta el deficitario streaming. Por otro lado, la crisis sufrida por la corporación sueca Viaplay, que era una de las que realizaba una apuesta más firme y numerosa por la producción original. Durante unos años, la irrupción de las plataformas norteamericanas supuso un impulso notable para las industrias locales, pero al mismo tiempo la introducción de géneros y temáticas más globales, que en cierta manera desplazaron las idiosincrasias de las historias nórdicas y la forma de contarlas. Algunas críticas se quejaron la semana pasada de que el tratamiento de Thomas Vinterberg de una catástrofe mundial es demasiado íntimo en su serie Familias como la nuestra (Movistar Plus+, 2024), presentada en el Festival de Venecia. Pero ese enfoque psicológico de géneros habitualmente más superficiales está más cerca de un punto de vista escandinavo que el de la propuesta de aventuras y efectos especiales que se ha hecho recientemente en películas producidas para plataformas como Netflix, en el caso de la noruega Troll (Roar Uthaug, 2022). La exigencia de un contenido globalizado que puede convencer a un público y parte de la crítica más adocenado, supone la pérdida de una identidad propia, aunque eso no quiere decir que no se puedan realizar incursiones en géneros como el terror o el cine de acción. La parte positiva de esta leve retirada de las multinacionales es que se está volviendo a un tono más cercano a la personalidad local que al reflejo internacional. Secrets (Pr1meran, 2024) es un ejemplo perfecto de este tipo de historias familiares que se enfocan en el retrato psicológico de los personajes, un poco a la manera de autores clásicos como Ingmar Bergman. Su creador, Kaspar Munk (1971, Dinamarca), ha dirigido películas comerciales familiares como Wild witch (2018), pero también series más cercanas a esta última como la extraordinaria Algo en que creer (DR, 2017-2018), y también fue el director de la serie Kamikaze (SkyShowtime, 2021). Curiosamente, la crisis de Viaplay ha provocado que esta serie no tenga todavía una fecha de estreno en su país, Dinamarca, mientras ya se puede ver en otros mercados como Australia, Bulgaria, Grecia y España, y en octubre llegará a Gran Bretaña y Estados Unidos.
Con un título original, Den gode stemning (La buena atmósfera) que parece tener un tono más irónico, Secrets aborda una relación tóxica entre dos hermanos ya adultos. Mads (Pilou Asbæk) es un profesor de música que está envuelto en todo tipo de adicciones para aliviar su frustración por no haber podido ser un músico de rock y para evitar sus responsabilidades como padre, y como marido de Kristina (Evin Ahmad), quien está cansada de darle segundas oportunidades. Mientras tanto, su hermana Eva (Iben Hjejle) ha heredado el estudio de arquitectura que levantó su padre, pero se encuentra a punto de perder el contrato que podría salvar de la quiebra al tambaleante negocio. Su socio Mikael (Thomas Hwan) está cada vez más convencido de que las decisiones de Eva son la causa principal por la que el estudio no termina de funcionar, entre ellas tener una aventura con Mark (Darren Pettie), el responsable de que el estudio consiga el contrato para diseñar la sede de la empresa Black Keys. Si Mads no puede desembarazarse de las adicciones a la cocaína y el alcohol, para Eva su principal adicción es su hermano, de quien está constantemente pendiente para que no arruine definitivamente su vida, aunque con una actitud de condescendencia que no parece la más adecuada. Tampoco ayuda que Mads viva en una casa frente a la de Eva y ella pueda observar desde su ventana lo que ocurre al otro lado. Su marido Jacob (Rasmus Botfot) le reprocha la obsesión que tiene por Mads, incluso dejando la puerta abierta para los arrebatos depresivos que le llevan a pasar algunas noches en casa de su hermana. Como un claro personaje autodestructivo, Mads está continuamente inmerso en problemas económicos y nunca cumple sus promesas, pero su hermana se ha convertido en su continua tabla de salvación. Para el cumpleaños de Kristina, en Todo listo y pagado (T15), él ha decidido regalarle un viaje a Milán que había deseado siempre, pero como nunca tiene dinero, le pide a Eva 20.000 euros que ella le proporciona a pesar de que su empresa está en ruinas. Aunque finalmente el regalo se queda en una tarjeta que es otra promesa.
Pero al mismo tiempo Mads tiene la capacidad de ser tan encantador que sus pecados se mantienen en secreto o se olvidan dentro de su familia. En el espléndido episodio El payaso (T1E3), Eva organiza decide organizar con esmero el 70 cumpleaños de su madre Thorid (Tammi Øst) en la casa de verano familiar, pero Mads se niega a participar. Sin embargo, cuando aparece al final de la fiesta, consigue atraer la atención de todos y su madre parece más complacida por estos breves minutos en su presencia que por el esfuerzo que ha hecho Eva durante todo el día. Esta relación de hermanos está construida con un desarrollo ejemplar, elevando progresivamente el nivel de dependencia y la ausencia de límites que provoca que Eva se vea arrastrada hacia la inestabilidad de su hermano, en vez de ser ella la que consiga atraerle hacia un cierto equilibrio. Incluso aunque sea Eva la que reciba los mayores reproches, como cuando Kristina descubre en Reunión familiar (T1E6) que ella ha estado cubriendo a Mads permitiéndole dormir en su sofá después de sus noches de fiesta. Pero en esos momentos hay un tono de humor sutil que permite que la historia no acabe siendo un melodrama demasiado intenso, apoyándose en una escritura muy hábil de Kaspar Munk y Lone Hørslev (1974, Dinamarca), que es su pareja en la vida real. El tratamiento de la historia se asemeja al de un largometraje que está dividido en episodios, cada uno de media hora de duración. Y sobre todo se apoya en dos intérpretes excelentes: Pilou Asbæk es uno de los actores daneses más internacionales, recordado sobre todo por su participación en Juego de tronos (Max, 2011-2019), mientras que Iben Hjejle es una actriz muy popular en Dinamarca, de la que siempre quedará en la memoria cinéfila su destacado papel en la película Alta fidelidad (Stephen Frears, 2000). Ambos crean personajes de una profunda carga psicológica, dos hermanos dependientes, una más desinteresada que el otro, que han convertido su relación en una coadicción.
En los últimos años, las producciones de origen belga han destacado dentro del panorama europeo en el género del thriller, con series muy notables como 1985 (Filmin, 2023) y películas como Ritual (Hans Herbots, 2022). Esta solidez de las tramas psicológicas que elaboran una perspectiva diferente respecto a historias más tradicionales comenzó con títulos como Hotel Beau Séjour (Netflix, 2016-2021), La tregua (La Une, 2016-2018), Enemigo público (Prime Video, 2016-2023) o Tabula rasa (Eén, 2017), de manera que también podemos incluir El día (Filmin, 2018), que se ha estrenado finalmente en España, dentro de este resurgir del género negro en lengua flamenca. Por el tono oscuro de las historias y una cierta textura visual fría, incluso se le ha llegado a catalogar dentro de la categoría del nordic noir, aunque realmente Flandes se encuentra situada un poco demasiado al Sur de los países escandinavos como para dejarse influir por sus formatos. Pero sí es cierto que algunas producciones nórdicas han encontrado en la coproducción con Bélgica un apoyo decisivo para desarrollar sus historias. La clásica serie danesa Forbrydelsen (The killing) (SundanceTV, 2007-2012) consiguió el apoyo de Bélgica cuando Reino Unido y Francia rechazaron participar como coproductores, mientras que parte de la segunda temporada del thriller político noruego Occupied (Prime Video, 2015-2020) acabó rodándose en Amberes y Bruselas, cambiando la propuesta original de Francia. Surge así lo que se ha denominado como Flemish noir, que se caracteriza por una aproximación psicológica a los personajes y por la incorporación de la particularidad cultural del idioma flamenco. En el artículo From Nordic Noir to Belgian Bright?: The Flanders case (2020, Vrije Universiteit Brussel), los profesores Tim Raats y Catalina Iordache de la Universidad Libre de Bruselas, analizaban por qué un mercado audiovisual tan pequeño estaba consiguiendo exportar tantas producciones al extranjero: "Se dio un enfoque más central a la escritura de guiones y a temas más universales y premisas de alto concepto, lo que llevó a la participación de financiación extranjera, se formuló una estrategia clara de productores y emisores con la mirada puesta en el exterior, con el fin de explorar el potencial de exportación. Y el Fondo Audiovisual de Flandes concedió mayores subvenciones a la producción de dramas televisivos con alto potencial". Desde la creación del Fondo Económico de Flandes en 2012, se han concedido ayudas a 251 producciones por un importe de casi 49 millones de euros, lo que ha generado más de 300 millones de euros de gastos audiovisuales subvencionables en la región.
De hecho, El día fue una de las producciones más caras en su momento, con un presupuesto de 8 millones de euros, muy por encima de los estándares de las producciones hechas en Bélgica. Se trata de un thriller de atracos creada por Jonas Geirnaert (1982, Bélgica) y Julie Mahieu (1984, Bélgica), que tiene dos particularidades: por un lado, se desarrolla en el transcurso de 24 horas, y por otro, cuenta la historia desde dos perspectivas diferentes, la de los atracadores y sus rehenes, y la de los policías y los negociadores, que se alternan a lo largo de sus doce episodios. De manera que seis están dedicados al punto de vista del interior del banco atracado, y seis al punto de vista del exterior, lo que permite que se mantenga el suspense a través de acontecimientos de los que el espectador solo tiene en principio una perspectiva parcial. Tanto la escritura de los guiones como la dirección se realizaron de forma separada: Jonas Geirnaert escribió solo los episodios impares (el exterior), todos dirigidos por Gilles Coulier, mientras que Julie Mahieu escribió solo los episodios pares (el interior), dirigidos por Dries Vos. Aunque a partir del Episodio 9 se modifica el escenario y los cuatro últimos están dirigidos solo por Gilles Coulier. Esta estructura narrativa consigue un efecto de intensidad en la historia, añadido por cierta singularidad en la elaboración del plan para robar el banco, cuyo rodaje principal se efectuó en la ciudad de Brujas. De manera que algunos acontecimientos que desde el exterior parecen una cosa, se resuelven cuando se adopta el punto de vista del interior, y los guionistas consiguen mantener siempre el interés de la historia a través de momentos de suspense bien elaborados. Hay una textura grisácea y brumosa que le otorga una atmósfera pesada al entorno, pero que no proviene de las influencias nórdicas, sino que está inspirada en la miniserie británica Southcliffe (Channel 4, 2013).
Uno de los elementos destacados de la serie es la verosimilitud de los acontecimientos, conseguida a partir de un asesoramiento de negociadores reales sobre las técnicas que se utilizan en situaciones de estas características. Los protagonistas de la perspectiva exterior son principalmente la negociadora Mercedes De Vos (Sofie Decleir) se enfrenta a su última misión antes de cambiar de departamento. Su veterano compañero Roeland Wagemans (Willy Thomas) ha sufrido una experiencia traumática durante el rapto de una niña por parte de su padre y no está preparado para regresar de forma activa a las negociaciones, así que la comunicación con los atracadores la lleva a cabo el recién llegado Ibrahim El Ghazoui (Lukas De Wolf). Mientras las investigaciones corren a cargo del agente de policía Arne Michiels (Jeorne Perceval), siguiendo las instrucciones del jefe de policía Ivo De Rouck (Johan van Assche). En el interior del banco, Elias (Titus De Voogdt) y sus cómplices llevan a cabo un plan elaborado para conseguir más de un millón de euros que se encuentran una caja fuerte en la que algunos clientes guardaban dinero negro, manteniendo en su poder a varios rehenes, entre empleados y clientes. Pero la historia es más complicada, quizás demasiado en la parte final, incorporando algunos giros de guión que mantienen la atención. Durante la primera mitad de la serie nunca se sabe cuál es el objetivo principal de los atracadores ni qué tipo de apoyos pueden tener en el exterior, lo que consigue elaborar una trama de atraco mucho más original de lo que es habitual, a pesar de los más de cincuenta minutos que dura cada episodio. El día es un thriller sólido que sabe dosificar la información a lo largo del desarrollo de la historia y que hasta el último minuto deja alguna sorpresa por revelar.
Muchas veces se suele hablar en esta etapa de televisión de menos prestigio a la que estamos asistiendo, de series que parecen películas alargadas. En el caso de esta producción coreana no falta cierta razón, porque esta historia fue concebida primero como un largometraje que tenía previsto su estreno en salas de cine, para después tomar la decisión de ampliarla al formato de miniserie de cuatro episodios, con la intención de permitir un mayor desarrollo de los personajes. De hecho, la duración total de la serie no sobrepasa las tres horas, una duración estándar para un largometraje coreano, aunque en esta ocasión ha habido críticas sobre todo lo contrario, respecto a que la serie transmite la sensación de ser demasiado breve como para poder ofrecer un arco narrativo adecuadamente desarrollado de algunos protagonistas. Aunque The Tyrant (Disney+, 2024) no es exactamente una secuela, ni siquiera un spin-off de las películas The Witch: Part 1. The Subversion (Park Hoon-jung, 2018) y The Witch: Part 2 (Park Hoon-jung, 2022), el director y guionista ha afirmado que la historia se sitúa dentro del mismo universo que ambas, de manera que tenemos de nuevo agencias de espionaje y programas secretos que intentan crear humanos con capacidades físicas superiores. En un primer episodio que quizás resulta algo confuso, Jae-gyeong (Jo Yoon-soo) se revela como el personaje principal, aunque sus capacidades físicas y su inexpresividad la acercan a otras protagonistas similares en películas del director como The Witch, pero en este caso con una característica diferente: una especie de trastorno disociativo de personalidad que la lleva a mantener conversaciones con una hermana que solo está en su cabeza, lo que aporta cierta singularidad, cuya explicación conocemos al final del último episodio. Aunque no está del todo claro al principio, los diferentes personajes de la serie tratan de recuperar un arma biológica que ha sido robada durante un intercambio entre dos organizaciones secretas: el Servicio de Inteligencia Nacional de Corea (NIS), que dirige Choi (Kim Seon-ho ), y una agencia que trabaja para los servicios secretos norteamericanos, de la que es responsable un tipo sin escrúpulos llamado Paul (Kim Kang-woo). Son dos personajes que nunca llegan a estar suficientemente desarrollados, aunque los dos populares actores coreanos tienen la oportunidad de protagonizar algunos encuentros particularmente logrados, como en una escena en el Episodio 3, rodada con una textura de tonos azulados que el director ha utilizado en otras películas suyas como la recientemente estrenada El bastardo (Park Hoon-jung, 2023), protagonizada precisamente por ambos.
Sin embargo, The Tyrant está dotada de una capacidad de seducción especial a través de sus secuencias de acción bien elaboradas y de su violencia extrema, cualidades que están bien representadas en el personaje de Lim Sang (Cha Seung-won), un ex-agente convertido en asesino a sueldo que tiene como encargo matar a todos los que tengan relación con el programa experimental. Y cuya trayectoria a lo largo de la historia está marcada por torturas y escenas particularmente sangrientas, pero rodeadas de un perfil irónico que lo hacen más atractivo que otros personajes. El principal problema de la serie es que comienza directamente cuando todos los elementos están en funcionamiento, de manera que necesita más tiempo para definir su argumento, y situar a los personajes en el entorno. Pero una vez el espectador está involucrado en la historia, ésta funciona particularmente bien, creando una trama de espionaje que destaca sobre todo por un estilo visual elegante y una puesta en escena elaborada que consigue momentos de tensión y acción sobresalientes, especialmente entre los dos antagonistas independientes, Jae-gyeong y Lim Sang, que llegan a aparcar sus diferencias para trabajar juntos. En cierta manera, el director Park Hoon-jung (1975, Corea del Sur) se caracteriza por un estilo visual que muchas veces supera a las cualidades de los guiones que él mismo escribe, pero The Tyrant es mucho menos vacía que The Witch: Part 2, por poner un ejemplo reciente. Utilizando el clásico recurso del experimento biológico en una cápsula tras la cual compiten diferentes agencias y agentes independientes, logra un espectáculo bien ejecutado que consigue llegar a un final que explica más de lo que se podría esperar en un principio, y que abre la puerta a una continuación de este particular universo de superhumanos y políticas militaristas, ya sea en cine o en formato de serie.
El éxito de las producciones audiovisuales procedentes de Corea del Sur, los denominados K-Drama, ha provocado una revolución en el sector que no siempre está acompañada de resultados positivos. El año pasado, al calor de las huelgas de guionistas y actores en Hollywood, los intérpretes coreanos también se mostraron descontentos con la fórmula que imponen las multinacionales del streaming, especialmente Netflix, a las productoras que les contratan. La táctica consiste en un pago único que es superior a la media, pero que ya incluye los derechos de autor que pudieran generar las series o películas, incluso aunque genere tantos beneficios como El juego del calamar (Netflix, 2021-2025). También se ha discutido el bajo salario de los actores secundarios y la utilización en las escenas de acción de "dobles digitales" generados por IA, como en la serie El caballero negro (Netflix, 2023). Los cambios de hábitos de los espectadores también han provocado modificaciones en la industria cinematográfica, porque The Tyrant no es la única película que finalmente se ha estrenado en una plataforma directamente, en este caso en formato de serie. Misiones cruzadas (Lee Myeong-hoon, 2024) es un largometraje previsto para estrenarse en salas de cine, pero que finalmente llegó hace unas semanas a Netflix. Incluso la duración habitualmente larga de las películas coreanas, que sobrepasaban las dos horas, se ha venido reduciendo por el temor a que los espectadores las puedan considerar aburridas, lo que también afecta al desarrollo de los personajes y la complejidad de las historias, características por las que precisamente destaca el cine coreano.
En medio de los primeros confinamientos por la pandemia del coronavirus, Tiger King (Netflix, 2020-2021) surgió como una perfecta distracción que estaba entre el documental de denuncia y el reality, una serie en la que los humanos se convertían en protagonistas por sus excentricidades. Ahora que Netflix ha renunciado en buena medida a las series de no ficción, sustituyéndolas por realities, la nueva propuesta de Eric Goode (1957, Rhode Island) después de una sosa secuela de aquel éxito, aterriza en otra plataforma, pero continúa ofreciendo una perspectiva de denuncia en torno a una comunidad de personajes soberbios y ridículos cuya excentricidad está enfocada a la posesión de animales exóticos y salvajes, algo que en cualquier país fuera de los Estados Unidos resulta prácticamente imposible debido a la protección legisladora de las especies. Sin embargo, las diferencias de proteccionismo entre los Estados norteamericanos permite que se puedan crear zoológicos privados que en realidad son espacios de seguridad para ejercer el contrabando de animales. Nunca está demasiado claro de dónde procede el presupuesto que permite mantener unas instalaciones que acogen a tan diferentes especies, por muy desatendidas que estén, pero parece evidente que no proviene de actividades legales. De hecho, Tonia Haddix, la sustituta de Joe Exotic en este documental, no oculta demasiado que la venta de chimpancés le permitió sufragar los gastos de mantenimiento de su "centro de acogida" de primates. Pero Locos por los monos (Max, 2024) posiblemente es menos anecdótico que Tiger King porque hay menos comportamientos estrafalarios de sus personajes, pero resulta especialmente impactante en su denuncia de la impunidad en la que se mueven estos traficantes de animales. En una de las tramas principales, Tonka, un simio que participó en numerosos rodajes (algo que ya está prohibido), es buscado por la organización animalista PETA mientras que Tonia afirma que ha muerto. El actor Alan Cumming trabajó con Tonka en la película Buddy (Caroline Thompson, 1997) y según él estableció una conexión especial con el simio, por lo que también está interesado en conocer su destino, colaborando con PETA. Esta es la trama horizontal que se mantiene a lo largo de la serie, incluso hasta que la vida de Tonka parece estar en peligro realmente. Pero no se trata de un documental sobre simios, sino sobre seres humanos que traspasan continuamente la línea de lo que ellos llaman protección pero en realidad es explotación.
En el episodio Head shot (T1E3) el director propone una reflexión sobre aquellos propietarios de monos que les utilizan como sustitutos paternales. "Les quiero más que a mis hijos", llega a decir una de ellas. Y son los fragmentos dedicados a casos de violencia del pasado los que resultan más terroríficos: en 2021, el chimpancé que había estado criando Tamara Borgiotti como si fuera su madre, atacó a su verdadera hija, quizás por celos; en 2009, el chimpancé Travis, que había sido criado por Sandra Herold, arrancó parte del rostro a una amiga suya. Locos por los monos a veces puede utilizar los resortes del true crime para capturar la atención de los espectadores, pero estas referencias sirven sobre todo para demostrar que los monos adultos son más difíciles de controlar que cuando son pequeños, y que las consecuencias de casos como los que hemos descrito no provienen solo del comportamiento de los animales o de un error de cálculo de los autollamados amantes de los animales, al pensar que serán capaces de dominar a los primates con la misma facilidad cuando son adultos y pesan 100 kilos, sino principalmente a sus comportamientos irresponsables y criminales. Durante la investigación posterior al ataque de Travis, se descubrió que se le había estado proporcionando Xanax, y en otros casos se les ofrecen bebidas energéticas para mantenerlos activos, mientras muchos de ellos entran en estado de depresión por encontrarse permanentemente encerrados en jaulas. Eric Goode también se convierte en protagonista del documental, porque la resonancia que tuvo Tiger King no le ha proporcionado muchos amigos entre la comunidad de traficantes de animales, así que decide utilizar a un actor para interpretarle, simulando que es el director de la series. De manera que Eric Goode coordina el rodaje, pero desde la distancia, y a veces se plantea cuestionamientos éticos como cuando se revela una información importante al final de Gone ape (T1E2) y duda entre seguir grabando o denunciarlo directamente a la policía, lo que supondría el final del rodaje. Si estos cuestionamientos son reales o simple postureo, tampoco importa mucho, porque el planteamiento en sí resulta lo suficiente reflexivo como para trascender al propio proyecto.
También permanece en esta nueva serie ese enfoque humorístico que extrae de las situaciones a las que se enfrentan los protagonistas todo su sentido del absurdo, como un juicio contra Tonia Haddix que se celebra durante la pandemia por videoconferencia, con continuos problemas de conexión, o las propias intervenciones de Jared Goodman, el abogado de PETA, que a veces parece tan excéntrico como los propietarios de animales. La propia organización ha estado rodeada continuamente de controversia, no solo por sus acciones de activismo extravagantes, sino por las denuncias en medios de comunicación como The Washington Post de la práctica habitual de eutanasia en animales que se encuentran en sus refugios. De hecho, ésta es una de las razones que argumenta Tonia Haddix para no entregar a Tonka a esta organización, el posible sacrificio del mono y el hecho de que cuando ha convivido con otros simios, éstos han ejercido abusos violentos contra él. Hay situaciones de comedia que podrían estar escritas para una ficción, pero que están sacadas de la realidad, aunque no distraen demasiado de la denuncia principal. Eric Goode consigue tener otro de esos protagonistas ideales para una serie documental como ésta, porque Tonia Haddix es tan irresponsable, incluso en contra de sus propios intereses, que acaba siendo muy entretenido asistir a todas sus ocurrencias. Pero lo relevante de Locos por los monos es la reflexión sobre cómo el ser humano trata a seres vivos como si fueran juguetes, y las consecuencias que estos comportamientos pueden tener.
La épica crónica de una familia coreana que emigró a Japón en los años veinte, se desarrolla a lo largo de cuatro generaciones en Pachinko (2017, Ed. Quaterni), la segunda novela de la escritora coreano-estadounidense Min Jin Lee (1968, Corea del Sur), quien utilizó la historia de su propia familia para mostrar las dificultades a las que se enfrentaron los llamados zainichi, una palabra que define en japonés a los coreanos que fueron deportados antes de que se produjera la división de su país y que, como indica el significado literal de zainichi, han permanecido en Japón. La adaptación para televisión encabezada por Soo Hugh decidió contar la historia de una forma diferente a la del libro: en vez de tratarse de una crónica narrada de forma lineal, se dividió en dos tramas que se desarrollan en diferentes tiempos: un presente situado en 1989 y un pasado que abarca varias décadas. La creadora ha comentado que en parte esta decisión se tomó para poder abarcar diferentes períodos cuando aún no se había confirmado que la serie iba a tener cuatro temporadas. Pero desde el punto de vista narrativo funcionó perfectamente, ofreciendo la perspectiva de esta relación particular entre coreanos y japoneses (que habían sido invasores), incluso en las generaciones que no fueron inmigrantes directamente. En esta segunda temporada, aunque mantiene la conexión que supone el personaje de Kim Sunja (Minha Kim), progresivamente se enfoca más en sus hijos, nacidos ya en Japón, Noa (Kang Hoon Kim y Tae Ju Kang) y Mozasu (Eunseong Kwon y Mansaku Takada). El pasado comienza en 1945, cuando Sunja continúa vendiendo kimchi en un mercado al aire libre en Osaka y soñando con tener su propio restaurante, pero sin aceptar la ayuda de Koh Hansu (Lee Minho), quien utiliza los recursos que le dan sus negocios ilegales para permitir que su hijo Noa prospere en los estudios. Mientras su marido Isak (Steve Sang-Hyun Noh) sigue en prisión por actividades antipatrióticas, como al final de la primera temporada, su cuñado Yoseb (Junwoo Han), está trabajando en una planta de municiones en Nagasaki, lejos de su esposa, Kyunghee (Jung Eun-chae). Los bombardeos de los aviones norteamericanos provocan que la familia tenga que trasladarse a una granja. Pachinko (Apple tv+, 2022-) mantiene el impulso emocional que se transmitió de forma sobresaliente hace dos años, y aunque las tramas de los personajes puedan estar borrosas en nuestra memoria después de tanto tiempo, el guión los resitúa de una manera inteligente.
La trama que se desarrolla en 1989 solo ha avanzado unos meses, a las puertas de la burbuja inmobiliaria que provocó la crisis económica en Japón de 1991, y que dio lugar a lo que se denominó la "década perdida". En realidad, la historia no continúa en la novela más allá de ese año, lo que provoca que se sienta con menos impulso que la trama del pasado, porque los personajes tampoco han cambiado demasiado. Solomon (Jin Ha) intenta buscar financiación para negocios inmobiliarios después de haber sido despedido y trata de recuperar su prestigio como negociador, lo que en cierta manera conecta con la constante búsqueda de identidad de los ahora japoneses de origen coreano. Su abuela Sunja, interpretada de nuevo por Youn Yuh-Jung, se siente sorprendida porque su nieto esté todavía enfrentándose a este tipo de conflictos internos después de que ella y su familia hayan sufrido tanto a lo largo de décadas, para lograr que sus hijos y nietos tengan una estabilidad económica y emocional. Pero hay una naturaleza cíclica de esta desafección en torno a la identidad que la serie refleja con especial habilidad, y con una extrema elegancia en la sinuosa narrativa que mezcla pasado y presente, muchas veces conectados por la emocionante música de Nico Muhly en secuencias paralelas. Esta temporada establece también conexiones con la anterior en el estilo de dirección, ahora dividida entre tres realizadores. Como en el Capítulo Trece (T2E5), que dedica los primeros minutos a describir las horas previas al lanzamiento de la bomba atómica en Nagasaki con fotografía en blanco y negro, parecida al tono apagado de aquel Capítulo Siete (T1E7), en el que se introducía una historia de fondo de Hansu que no aparecía en la novela. En Pachinko hay una especial destreza a la hora de mezclar la macrohistoria de los acontecimientos conocidos con la microhistoria de la familia de Sunja, aunque muchos de estos hechos relevantes permanezcan en segundo plano porque la guerra no afectó directamente a Osaka.
Pero encuentra en las escenas íntimas de aliento familiar los momentos más emocionantes de la serie, incluso por encima de aquellos que quizás están demasiado subrayados. Como la cena que Solomon querría evitar con su abuela Sunja y su compañera de trabajo y ocasional amante Naomi (Anna Sawai), en el Capítulo Doce (T2E4), que está enfocado en tres relaciones importantes: la de Solomon y Naomi, la de Sunja y Hansu, y la atracción entre Kyunghee y Changho Kim (Sungkyu Kim). La segunda parte de la temporada se centra más en Noa, que es un personaje que en 1989 es una especie de presencia no física que provoca un sentimiento de culpabilidad en Sunja. Solo conocemos en esta época a su hermano Mozasu adulto (Soji Arai), el padre de Solomon, pero a lo largo de los últimos episodios hay aspectos de Noa que se revelan con especial énfasis, y que reflejan un sentimiento de impotencia y de rebeldía que propone una mirada hacia la tercera temporada muy interesante. Pachinko es una de esas series que definen a una productora, y no resulta casual que surgiera el mismo año que Slow horses (Apple tv+, 2022-) y Separación (Apple tv+, 2022-), en una época especialmente brillante para la plataforma de Apple. En esta segunda temporada se consolida como un espléndido drama familiar que al mismo tiempo reflexiona sobre la identidad cultural y las huellas del pasado a lo largo de generaciones. Como irrelevantes representantes del mundo de la televisión que son, los premios Emmy solo nominaron a la primera temporada de Pachinko en la categoría de Mejor Secuencia de Créditos. Al menos valoraron esa brillante idea de comenzar un intenso drama familiar con un toque de optimismo en el que los personajes del pasado se mezclan con los del presente en un baile improvisado (una secuencia que en esta segunda temporada solo se suprime en el episodio dedicado a Nagasaki). Al tener que volver a grabar la secuencia porque algunos personajes ya no están y otros se han incorporado, también se ha sustituido la canción. En la primera temporada era "Let's live for today" (Vivamos el presente) que dio título al álbum de 1967 de la banda de rock norteamericana The Grass Roots, mientras que ahora suena "Wait a millions years" (Esperar un millón de años), de su álbum Leaving it all behind (1969, UMG Recordings). Si antes reflejaba la necesidad de vivir el día a día sin mirar atrás, ahora propone una mirada al futuro por el que merece la pena hacer sacrificios: "Esperaría un millón de años / lloraría un millón de lágrimas / nadaría en el mar más profundo / solo por tenerte cerca de mí"..
Aunque las temporadas de esta serie se nos hacen irremediablemente cortas, el ritmo de producción a dos rodajes por año permite que no haya demasiada distancia entre el estreno de una y la llegada de la siguiente. Tras una temporada 3 dirigida por Saul Metzstein, que será el primer director que repetirá en la quinta temporada, Adam Randall (1980, Reino Unido), realizador del interesante thriller Te veo (I see you) (2019) se encarga de aportar acción y ligereza a una trama que mantiene el ímpetu de las anteriores. Aunque en este caso la sombra del pasado afecta a la antigua leyenda del MI5, David Cartwright (Jonathan Pryce) y salpica a su nieto River (Jack Lowden), que inicia una misión en solitario al estilo de las primeras temporadas, tratando de averiguar quién y por qué está empeñado en acabar con la vida de un anciano retirado que ya muestra síntomas de demencia senil. Curiosamente, en la serie hay una cierta ternura conmovedora en la descripción del personaje, que aporta una interpretación sutil de Jonathan Pryce, especialmente en los momentos de mayor confusión mental, mientras que en las novelas se refieren a él como "el viejo cabrón". La serie sigue el ritmo de la colección La Casa de la Ciénaga, escrita por Mick Herron (1963, Reino Unido) y adapta un libro por temporada. El creador Will Smith (1971, Reino Unido) afirmaba en una entrevista reciente que si Apple tv+ lo desea, no habría problema en seguir adaptando el resto de libros, que alcanzan nueve publicaciones, pero también relatos más cortos como el reciente The secret hours (2023), que cuenta una historia de fondo del personaje de Jack Lamb (Gary Oldman), y que también podría ser llevado a la pantalla. En este caso, la adaptación es del cuarto libro de la colección, La calle de los espías (2017, Ed. Salamandra Black), que comienza con una explosión en un centro comercial de Londres. Los acontecimientos se conectan implicando nuevamente a agentes del MI5 en actividades ilícitas, poniendo en duda que la Casa de la Ciénaga sea realmente la auténtica cloaca de los servicios secretos británicos: "Estamos perdiendo esta guerra, Claude, porque, créeme, se trata de una guerra", le dice en la novela Diana Taverner (Kristin Scott-Thomas) a Claude Whelan (James Callis), el nuevo First Desk, un burócrata incompetente cuyo divertido encuentro con Jack Lamb se produce al final de La calle de los espías, pero en la serie tendremos que esperar hasta la quinta temporada, que acaba de terminar su rodaje.
Esta guerra se libra en el interior, siguiendo la estela de la temporada tres en la que Nick Duffy (Chris Reilly), jefe de la unidad táctica apodada "Los Perros" se enfrentaba a los agentes condenados a unas malolientes oficinas lejos de Regent's Park, y surge una nueva amenaza en el personaje de Frank Harkness (Hugo Weaving), el principal antagonista de esta temporada. Pero también se incorpora una nueva líder de Los Perros, Emma Flyte (Ruth Bradley), menos corrupta que Nick pero igualmente confrontada con la Casa de la Ciénaga, y un nuevo agente apartado, J.K. Coe (Tom Brooke), un sicótico taciturno que siempre tiene el rostro cubierto por la capucha de la sudadera, y al que Jack Lamb llama "el monje loco" en el libro. Slow horses (Apple tv+, 2022-) siempre se ha beneficiado de las historias independientes pero que mantienen un relato lineal temporalmente, lo que permite que incluso los personajes secundarios desarrollen arcos narrativos coherentes. Louisa Guy (Rosalind Eleazar) está todavía afectada por acontecimientos ocurridos en la segunda temporada, mientras que la relación entre Marcus Longridge (Kadiff Kirwan) y Shirley Dander (Aimee-Ffion Edwards) se sostiene en parte por su problema común: él es un adicto al juego (llega a empeñar su propia pistola para conseguir dinero) y ella sigue luchando contra su adicción a las drogas. Catherine Standish (Saskia Reeves) también tiene sobre sus espaldas la sombra constante del alcoholismo, pero parece imposible poder mantenerse alejada de Jack Lamb y la Casa de la Ciénaga. La serie adapta las novelas con especial fidelidad, aunque cambia algunos aspectos relevantes en cuanto a la relación de los personajes (hay un cambio sustancial en el episodio Hola, adiós (T4E6)), pero incluso en algunas ocasiones repite escenas tal cual, como el primer encuentro entre Emma Flyte y Catherine Standish.
Lo que mejor consigue Mick Herron en sus novelas es la capacidad para burlarse incluso de su propia historia, y podría decirse que Slow horses no deja de ser un relato de espías que nunca se toma demasiado en serio a sí mismo, lo que acaba siendo su principal virtud. También es cierto que hay más humor en las novelas en sentido general, mientras que en la serie se apoya especialmente en las intervenciones de Jack Lamb, interpretado por un Gary Oldman que tiene ajustado su personaje tanto como la gabardina que siempre lleva puesta. Esto provoca que haya escenas en las que la serie prefiere que sea Jack Lamb y no otro personaje, como en el libro, quien acabe apareciendo de la nada para dar por cerrada una escena de acción. Pero puede acabar resultando algo repetitivo, como las expectativas de los espectadores de que suelte alguna burrada cada vez que aparece en pantalla. A pesar de ello, la serie consigue dar al resto de personajes el suficiente espacio como para que no sean solo superficiales. La cuarta temporada es más de lo mismo, pero igualmente bueno, en una serie que ya está lo suficientemente conformada como para caminar con soltura en una narrativa que nunca se siente cansada y que ofrece también en esta temporada de carácter más personal algunos momentos que influirán en el desarrollo de los personajes. Y, efectivamente, también se nos hace corta.
Douglas is cancelled ★★★★☆SkyShowtime, 5 de septiembreReino Unido, 2024 - 4x45'Creada por Steven MoffatDirigida por Ben Palmer
La nueva serie de Steven Moffat (1961, Reino Unido), tuvo una respuesta controvertida en relación con sus planteamientos en torno a la cultura de la cancelación, pero es en general un éxito en su ejecución que recupera el pulso narrativo después de algunas producciones menos relevantes del reconocido guionista. La historia comienza cuando el popular presentador de televisión Douglas Bellowes (Hugh Bonneville) acaba de terminar la emisión del programa informativo Live at 6, que presenta junto a su compañera Madeleine Crow (Karen Gillian). El productor y su amigo personal Toby (Ben Miles) comienza a preocuparse por la repercusión que están teniendo en las redes sociales algunos comentarios sobre un posible chiste misógino que Douglas pronunció en una boda días atrás. El cambio de nombre de twitter permite que se pueda hacer mención a una red social reconocible, pero sin incurrir en derechos de autor, así que este es el principal vehículo de difusión de las peticiones de cancelación hacia el periodista por recurrir a este tipo de bromas, aunque no sabremos hasta más adelante la gravedad del problema. Pero la serie tiene dos partes bien definidas que podemos catalogar como la versión desde el punto de vista de Douglas y la versión desde el punto de vista de Madeleine, que se convertirá en la encargada de realizar un ensayo de entrevista con su compañero para definir su punto de vista de los hechos. En este sentido, los dos primeros episodios tienen un tono más satírico, donde la utilización de cierto sentido del humor sirve para plantear el tema sin ser demasiado incisivo. A Morgan (Nick Mohammed), un guionista del programa Live at 6, se le pide que plantee ideas sobre posibles chistes misóginos pero no demasiado ofensivos que Douglas pueda utilizar como si fuera el que ha contado en la celebración. Y el tono general parece hacer referencia a aquella comedia británica titulada W1A (BBC, 2014-2020), que también estaba protagonizada por Hugh Bonneville y mostraba los entresijos de los despachos de la BBC. Incluso la utilización de la música y el tipo de transiciones parecen imitar el estilo de aquella espléndida sátira sobre el mundo de la televisión. Pero esta primera parte resultará más creíble a los que encuentren verosímiles series como Desde dentro (Netflix, 2022), por citar una de las rocambolescas tramas ideadas recientemente por Steven Moffat.
Por supuesto, Hugh Bonneville está excelente en su modo "personaje bufonesco", mientras que destacan las reacciones de su familia, su esposa Sheila (estupenda Alex Kingston), editora de un periódico sensacionalista y por tanto conocedora de todo lo que se le puede venir encima a su marido. Y su hija Claudia (Madeleine Power), una joven que es progresista porque se puede permitir el lujo de serlo, y que forma parte de un grupo estudiantil de reflexión sobre la cultura del patriarcado, aunque Douglas tiene serias dudas sobre su existencia: "¿Existe un grupo real o simplemente os reunís en un bar?", le pregunta con ironía a su hija. A partir del Episodio 3, cambian muchas cosas en el tono de la serie y comienzan a plantearse cuestiones más serias de una manera más dramática y desde luego, muy sorprendente. El episodio se desarrolla completamente en la habitación de un hotel, lo que refleja más claramente la naturaleza teatral que tenía el proyecto originalmente, y el trabajo de dirección de Ben Palmer (1976, Reino Unido), responsable de algunas temporadas de Bendita paciencia (Max, 2020-2023), impulsado por grandes interpretaciones, mantiene una tensión constante y eleva la serie muy por encima de lo que había ofrecido hasta ese momento. De manera que también cambia de una forma radical su concepto y la profundidad de los temas que aborda. A lo largo del ensayo de entrevista que Madeleine decide liderar, se pone de manifiesto la dinámica de trabajo dentro del programa de televisión y la forma en que ella admiraba a Douglas desde que era una aspirante a periodista, como un reflejo de la altura que siempre ha querido alcanzar como profesional. Pero ella ha tenido que lidiar con aspectos a los que Douglas nunca se ha enfrentado: la incredulidad sobre su talento por el hecho de ser una mujer atractiva, los comentarios sexistas y cierta condescendencia incluso por parte de Douglas, del que recuerda el único consejo que ha recibido: "Cualquier mierda que tengas que atravesar, realmente vale la pena".
Douglas is cancelled (SkyShowtime, 2024) aborda cuestiones interesantes sobre la responsabilidad de la denominada cultura del silencio, que en los últimos años se está planteando también como una forma de violencia frente a las dinámicas de abusos. También es cierto que se pueden poner en duda determinados posicionamientos de guionistas como Steven Moffat, que precisamente ha conocido algunas controversias en torno a la representación de los personajes femeninos en sus guiones. Sin ir más lejos, durante su primera etapa en Doctor Who (BBC, 2005-2022), se le acusó de construir los personajes femeninos que rodean al protagonista solo como mujeres dependientes de los hombres. En realidad, hay algo en la construcción de algunos personajes de esta serie que puede recordar por qué Steven Moffat suele ser controvertido en este aspecto: el posicionamiento pasivo-agresivo de Madeleine respecto a Douglas provoca la sensación de que el planteamiento de la serie es que la mujer solo se puede defender atacando, es decir, adoptando en realidad una imagen masculina de agresión. En este sentido da la impresión de que el desenlace de la serie se acerca más a lo que se espera de ella que a una convicción real, cayendo a veces en esa condescendencia del punto de vista masculino, que se supone que critica.
Aunque ya está reducida a solo un canal dentro de la plataforma Max, las producciones de HBO siguen siendo uno de los principales impulsores de los contenidos más destacados de Warner Bros. Discovery, y sigue siendo consciente de su relevancia en el mundo de la televisión de los últimos 25 años, los que han pasado desde que se estrenó Los Soprano (Max, 1999-2007) posiblemente la serie más influyente de todos los tiempos. Liberado de sus compromisos con Netflix, que ha desmantelado parte de su departamento dedicado a documentales, Alex Gibney (1953, Nueva York) propone un documental dividido en dos partes que convierte en protagonista, a su pesar, a David Chase (1945, Nueva York), el creador de la serie, quien al comienzo afirma que "pensaba que este documental era sobre la serie, no sobre mí". Pero lo que se subraya lo largo de las dos partes, sobre todo en la primera, es precisamente la conexión con la realidad de las historias que se contaban en la serie: "Lo que me interesa de Los Soprano es lo personal que es para tí", dice Alex Gibney. Precisamente en la primera parte David Chase habla sobre todo de su carrera antes de llegar a HBO, cuando ya estaba a punto de dejar la televisión para cumplir su sueño de escribir cine. Admirador de las películas de cineastas europeos como Jean-Luc Godard, Bernardo Bertolucci y Roman Polanski, su incursión en el cine se produjo en producciones de serie B como The cut-throats (John Hays, 1971), e incluso escribió una película de terror como La tumba del vampiro (John Hayes, 1972). Pero la televisión por cable se convirtió en su medio natural y cuando llegó a HBO con el proyecto de Los Soprano ya había sido rechazado en varios canales. "Provenía de la televisión por cable pero la forma de escribir mostraba que no era el perfil de un guionista de televisión por cable", recuerda Chris Albrecht, uno de los ejecutivos de HBO. Wise guy: Los Soprano por David Chase (Max, 2024) quizás no contribuye a descubrir muchos aspectos de la serie después de tantos artículos escritos sobre ella y la publicación del libro The Soprano sessions (2019), de Matt Zoller Seitz y Alan Sepinwall, pero descubre aspectos relevantes y se divierte estableciendo paralelismos, como el hecho de realizar la entrevista en un decorado que reproduce la habitación donde Tony Soprano (James Gandolfini) se somete a terapia con la doctora Jennifer Melfi (Lorraine Bracco). La actriz recuerda que fue ella quien eligió este personaje porque quería ofrecer una imagen de mujer de origen italiano alejada de los clichés.
Sorprende lo cercana a la vida real de David Chase que estaba la familia Soprano, sobre todo a su madre, representada como una mujer con problemas mentales y un carácter fuerte en el personaje de Livia (Nancy Marchand). El guionista Terence Winter, que se incorporó en la segunda temporada, menciona que muchas de las tramas estaban sacadas de las propias vidas y las relaciones personales de los guionistas. Robin Green, que estuvo en España este año dentro de las actividades del Festival Crossover, también recuerda el trabajo constante de unos escritores que por aquella época asistían a los rodajes todos los días. En la segunda parte del documental, se resumen siete temporadas de una serie que recibió críticas unánimemente positivas ("solo hubo un tipo de Miami al que no le gustó") y cambió para siempre la forma de contar historias en televisión. "Yo estaba hablando sobre América. Todo estaba en venta. Lo cómico de todo esto es que los estadounidenses se habían vuelto tan materialistas y egoístas que eso hizo que un jefe de la mafia se pusiera enfermo", afirma David Chase, quien resalta el hecho de mostrar esta crítica a través de los televisores, el principal instrumento para difundir los mensajes de una sociedad capitalista. Pero Wise guy se mantiene casi siempre centrada en lo personal, y la falta de un contexto en torno a la relevancia que tuvo la serie hace que el documental se sienta algo incompleto. Estableciendo paralelismos entre las entrevistas actuales y escenas de la serie, aparecen algunos de sus principales protagonistas: Steven Van Zandt, Michael Imperioli, Edie Falco... Y subraya algunos de los debates a los que se enfrentó, como el que provocó en la cadena el episodio College (T1E5), cuando Tony mata a un confidente de la policía en una escena demasiado violenta: "¿Estamos preparados para convertir a un asesino en protagonista?", se preguntaban en HBO.
También se hace referencia a las continuas referencias de la serie, con algunas escenas como una persecución que reproducía una secuencia de Chinatown (Roman Polanski, 1974), o cuando el director de fotografía Alik Sakharov recuerda que para la última temporada habló con David Chase sobre 2001. Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968), y el momento en el que el astronauta se ve a sí mismo envejecer. Según David Chase, cuando se decidió concluir la serie, Los Soprano tenía en realidad siete temporadas, pero HBO dividió la última en 6A y 6B para evitar tener que subir el sueldo a los actores: "Si la hubieran llamado temporada 7, habrían tenido que renegociar los contratos". Aunque no se evitan algunas controversias sobre la temporada 3 en la que algunos de los guionistas se marcharon y Robin Green fue despedida (en España habló más profundamente de ese momento), hay una admiración y simpatía por David Chase que Alex Gibney no oculta en el documental. Solo hay algunos momentos en los que se distancia de la serie para abordar la presión a la que estaba sometido James Gandolfini y su muerte de un ataque al corazón años después del final de la serie. David Chase incluso dirigió una película con él como protagonista, Not fade away (2012), pero nunca llegó a desarrollar la carrera como director de cine que siempre había querido. Todavía resulta sorprendente que su filmografía prácticamente se detuviera después de Los Soprano y no haya encontrado espacio para sus proyectos dentro de la eclosión de la televisión de prestigio que la serie prácticamente inició. Alex Gibney también ofrece un divertido juego de espejos con el icónico final de la historia, que dejó sorprendidos y cabreados a muchos espectadores y críticos, pero que se ha convertido en uno de los grandes momentos de la historia de la televisión. David Chase menciona que parte de la explicación de lo que significa el final se puede encontrar en una conversación del episodio Proshai, Livushka (T3E2). El documental en dos partes Wise guy: Los Soprano por David Chase es un trabajo esencial que aborda algunos de los aspectos más relevantes de una época que cambió nuestra perspectiva como espectadores.
Una de las recientes miniseries producidas por el canal público británico tiene como protagonistas a una pareja gay que decide adoptar un hijo, y su historia está inspirada en el propio proceso de adopción que experimentó el creador Daf James junto a su pareja, un tema que ya había tratado en su obra teatral On the other hand, we're happy (2019), aunque en aquel caso se centraba en el momento en que un padre adoptivo conocía a la madre biológica de su hija. Lost boys & fairies (Filmin, 2024) es un emocionante relato que está lejos de ser una versión queer de Ciclos (Apple tv+, 2020-), aunque es cierto que hay algunos momentos reconocibles para quienes han visto la serie, como el denominado Activity Day
que vimos en el episodio Coge la bandera (T3E3), una reunión temática de los padres, disfrazados con trajes ridículos, con los niños y niñas para establecer si se produce alguna conexión emocional. Este momento característico de los procesos de adopción en Gran Bretaña se muestra en esta serie en We're all just children (T1E1), en el que Gabriel (Sion Daniel Young) y su pareja Andy (Fra Free), que tienen una relación de ocho años pero no están casados porque consideran el matrimonio una imposición heteronormativa, tratan de encontrar a su futura hija. Pero a pesar de que, especialmente Gabriel, se niega a adoptar un niño, el encuentro con Jake (Leo Harris) les hará cambiar de opinión, aunque supondrá un desafío importante debido a los traumas de violencia doméstica que ha vivido, que le han llevado a desarrollar una personalidad compleja. Especialmente el primer episodio muestra el nivel de intrusión en la vida privada que suponen las entrevistas con los padres que quieren adoptar, pero también la conexión que se establece entre la trabajadora social Jackie (Elizabeth Berrington) con los adoptantes. En este sentido Gabriel es el más reticente a contar su experiencia como un joven cuya homosexualidad no fue aceptada por su padre Emrys (William Thomas), el acoso escolar sufrido y el círculo de promiscuidad y alcoholismo en el que acabó desembocando. De alguna manera, cuenta una realidad alternativa que tiene paralelismo con ese mundo de fantasía que representa en sus performances ("no soy una drag queen") en su local Neverland, una de las referencias a la obra de teatro de J.M. Barrie (1860-1937, Reino Unido) Peter Pan o el niño que no quiso crecer (1904) que en España se ha publicado en el libro recopilatorio Peter Pan (2001, Ed. Valdemar). Situada en Cardiff, uno de los elementos importantes de la personalidad de Gabriel es su origen galés, y la propia serie hace una defensa de la utilización del bilingüismo, que en los últimos años ha sido impulsado por el gobierno y que también está presente en producciones como The way (Filmin, 2024) y Bienvenidos al Wrexham Football Club (Disney+, 2022-). Gabriel sin embargo no quiere que su hijo adoptivo aprenda galés porque lo considera un idioma poco "queer-friendly". La historia tiene éxito en la representación de la dificultad de ser padres, especialmente de niños que atesoran un bagaje emocional muy problemático, y describe el proceso de aprendizaje del joven Jake pero también de Gabriel y Andy en ese camino complejo de la paternidad. Es una serie que está muy enfocada en capturar las emociones del espectador, pero al mismo tiempo incluye elementos de humor y cierto realismo mágico a través de las performances de Gabriel, que permiten desplegar la experiencia teatral en el West End del actor Sion Daniel Young, a quien hemos visto también en la tercera temporada de Slow horses (Apple tv+, 2022-), y ese mundo mágico del club Neverland, con personajes como Fanny Ample (Arwel Gruffydd) y Celyn (Shaheen Jafargholi), que representan dos generaciones diferentes. En With or without you (T1E2) Gabriel expresa su frustración hacia las nuevas generaciones: "Los jóvenes queer están todo el tiempo enfadados. Cancelando gente, perjudicando carreras en Twitter. Antes éramos atacados por heteros por ser demasiado queers, y ahora los propios maricas nos atacan por no ser suficientemente queers". Pero pronto comprobamos que la historia no se va a centrar en Andy y Gabriel a través de su experiencia como padres de Jackie. La propia tensión que provoca la idea de afrontar una paternidad desconocida, aunque cuenta con un contexto amable y colaborativo en el que destaca la madre de Andy, Sandra (una estupenda Mary Doyle Kennedy) y en cierto modo un cambio de actitud en el padre de Gabriel, sin embargo provoca una crisis que pone en peligro la estabilidad de la pareja. Lost boys & fairies habla sobre todo de afrontar los traumas personales aceptándolos como parte de nosotros mismos, y reflexiona sobre la construcción de las relaciones teniendo en cuenta el peso emocional que cada uno soporta, abordando temas complejos como la salud mental o el acoso. La diferencia entre Andy y Gabriel es que el primero ha contado siempre con el apoyo de su familia, mientras que el segundo ha sufrido la incomprensión y ha experimentado el entorno de las políticas homófobas del gobierno de Margaret Thatcher y la forma condenatoria de afrontar el SIDA, con una referencia a aquel spot publicitario Monolith (1987), dirigido por Nicolas Roeg, una campaña que estigmatizaba a las víctimas a través del miedo. El creador de la serie, Daf James, toma una decisión que ha dividido a los espectadores, pero que se puede considerar acertada como una manera de enfocarse en el tema central, que es la forma en la que se pueden relacionar personajes que atesoran un pasado traumático, lo que a pesar de todo ofrece una lectura optimista. También hay algunos clichés que hemos visto últimamente en otras series como Red flags (atresplayer, 2024), como la representación de las citas online como si fueran sinónimo de relaciones tóxicas y peligrosas, y puede resultar poco creíble que los Servicios Sociales acepten en el programa de adopción a una persona que ha sufrido diferentes adicciones. Pero Lost boys & fairies es un emocionante drama musical que se sostiene en unas interpretaciones excelentes, aborda temas importantes y toma decisiones valientes que desestabilizan a quienes quieren encontrar otra historia más de gays simpáticos.Las series de los hermanos Coira se han convertido, no solo en éxitos de audiencia, sino en una seña de identidad para un estilo de thriller que ha desarrollado Movistar Plus+ en los últimos años, tanto que otras producciones recientes como Segunda muerte (Movistar Plus+, 2024) se sienten demasiado deudoras de los planteamientos narrativos y estéticos de aquellas. Son también algunas de las series más exportadas de Movistar, por ese tono británico que destilan, y la recuperación este verano en otra plataforma de Shetland (Filmin, 2013-) permite encontrar esas similitudes entre historias con personajes fuertes, desarrolladas en un entorno que es tan importante como las tramas de investigación para moldear la personalidad de sus protagonistas. Pero en Rapa (Movistar Plus+, 2022-2024) también se introduce un elemento trágico, que está suavizado por el sentido del humor, a través de la enfermedad degenerativa del protagonista Tomás (Javier Cámara), desde que se enfrenta a la noticia de un deterioro progresivo por un camino que provocará seguramente la pérdida del control sobre su propio cuerpo. Al comienzo de la primera temporada, él es un profesor apático que solo encuentra una manera de distraerse realizando sus propias investigaciones sobre casos reales, mientras que Maite (Mónica López) es una agente de la Guardia Civil que también vive su propia crisis existencial. "Creo en realidad que desde que me diagnosticaron, comencé a vivir", le dice en una de esas conversaciones que acaban siendo momentos terapéuticos para ambos: "Hay que ser cretino para ponerse a vivir justo cuando te dicen que te vas a morir". La posibilidad de cerrar la historia tal como la plantearon Pepe Coira (1861, Rábade) y Fran Araújo (1980, Vigo), les permite a sus creadores el privilegio de terminar la serie en tres temporadas que conforman una historia conclusiva, pero de alguna forma la implicación en una investigación es ahora para Tomás una manera de seguir adoptando ese espíritu vital mientras tiene 15 días para tomar la decisión definitiva sobre la eutanasia. Legalizada en España desde 2021 para aquellas personas que cumplan unos requisitos estrictos, la solicitud se realiza en dos partes, entre las cuales se establece un período de reflexión, aunque el proceso resulta mucho más complicado y puede pasar más de un mes desde la primera solicitud hasta la última deliberación de la Comisión de Garantía y Evaluación (CGE), todo ello siempre que el médico no declare su objeción de conciencia o deniegue la autorización.
Pero el paréntesis permite que la temporada desarrolle en paralelo dos investigaciones que no parecen tener relación entre sí, como en la temporada anterior, manteniendo también el entorno de Ferrolterra y sus alrededores, con algunos enclaves relevantes como Pontedeume, un pueblo de La Coruña, donde se desarrolla una importante secuencia en el Episodio 4 (T1E4), durante las fiestas patronales. "Lo importante de los libros es cómo los acabas. En medio te puedes comer un tostón, pero si el final es bueno...", dice Tomás en una de esas referencias internas que salpican toda la temporada. No vamos a decir que eso es lo que ocurre en esta parte final, pero lo cierto es que elegir un caso de secuestro bastante convencional como la última de las incursiones de los protagonistas en el mundo del crimen, no resulta especialmente apasionante. Si ya en nuestro comentario de la segunda temporada decíamos que el caso que se desarrollaba en el Arsenal Militar carecía de riesgo, en esta ocasión ni siquiera la llegada de una nueva investigadora, Yuste (Aida Oset), una experta en secuestros enviada desde Madrid, parece aportar nada especialmente novedoso. La familia Támoga, que administra una importante empresa de la zona, se enfrenta al secuestro de Lúa (Eva Barreiro), la hija menor de Inma (Cristina Castaño), que es la responsable de un negocio heredado por su madre Fátima (Mercedes Sampietro). Mientras, Tomás trata de defender la inocencia de Antón (Miguel de Lira), un antiguo sindicalista de los astilleros de Ferrol, que parece implicado en una muerte. Lo que conecta con el reflejo de un sector obrero tradicional que se enfrenta a una pérdida de valores y de identidad: "Los crímenes son lo que venden. No venden los viejos ideales ni las verdades. Estamos en el tiempo de las trampas", dice Antón. Junto a Tacho (Darío Loureuro), uno de los hallazgos de la temporada anterior, que se convierte en inseparable acompañante de Tomás, éste se plantea un reto que le permita ayudar a un antiguo conocido para despedirse con dignidad. La serie se beneficia de otro buen reparto de actores y actrices gallegos, como Xosé Manuel Esperante, Sheyla Fariña o Diego Anido, nominado al Goya por As bestas (Rodrigo Sorogoyen, 2023), aunque algunos intérpretes españoles están tan encasillados que desde que aparecen en pantalla es fácil adivinar si serán protagonistas o antagonistas.
Es cierto que Rapa tiene menos interés en los resortes del suspense que en utilizar las investigaciones para desarrollar a sus personajes. En esta ocasión, Maite y Tomás vuelven a reconectar con una parte de sus familias en paralelo con la desaparición de Lúa, recuperando la serie un ritmo que aporta la dirección de Jorge Coira, que en la segunda temporada solo ejercía como productor. Y con la generosidad de ofrecer a Javier Cámara la oportunidad de dirigir el Episodio 3 (T1E3), algo que parece un tributo a su implicación en el personaje. El actor ya había dirigido Estambul (T1E6) en Vamos Juan (Movistar Plus+, 2020) y Patagonia (T1E4) en Venga Juan (Max, 2021), pero eran episodios-botella controlados, casi de puesta en escena teatral, que se desarrollaban en un solo escenario. De manera que en esta ocasión da un paso más hacia un aspecto de la producción cinematográfica en la que parece interesado. También hay un regreso a los orígenes, a la Serra da Capelada en la que se desarrolló la primera temporada, la más interesante de todas, y a la subtrama del Crimen de Cedeira que formó el núcleo central de aquella, y que es un caso que sobrevuela constantemente sobre los protagonistas. Lo que es una manera eficaz de concluir una historia como un círculo que se cierra, que envuelve la relación entre Maite y Tomás a lo largo de unas tramas que sin embargo les separan, cruzándose solo al terminar el día, aunque ahora vivan juntos en la casa alquilada con vistas a la playa de Valdoviño, el refugio del héroe, en esas reuniones alrededor de una copa de vino en las que hablan sobre la vida, y últimamente sobre la muerte. Forman una especie de matrimonio en el que solo falta el elemento romántico, quizás por sus propias personalidades: "Fíjate, abres tu corazón menos de medio minuto y no te da un ictus", dice Maite. Esta ironía que despliegan los protagonistas, y que en cierto modo se traslada al personaje de Tacho también, es uno de los aciertos del guión para evitar ser demasiado dramático, dadas las circunstancias. A Rapa se le podría pedir un desarrollo más elaborado de sus tramas criminales, pero acaba siendo como uno de esos libros que consigue un final tan impecable que no importa que en medio tenga algunos desequilibrios.
La comediante y guionista Danielle Ward (1978, Reino Unido) ha conseguido levantar su primer proyecto de serie en menos de un año, estrenando este verano en BBC Three una comedia que escribió en tres meses, después de ser una de las elegidas para formar parte del programa Pilot 2023 (anteriormente conocido como Programa de Escritores de Dramas de Televisión), una iniciativa de BBC que ofrece la oportunidad a 10 guionistas de asociarse con una productora durante un año para escribir el guión de un episodio piloto. La protagonista es Gemma (Aimee Lou Wood), una joven veinteañera que tiene un encuentro sexual con un desconocido en el baño de un avión, y descubre que está embarazada, algo que asume con la responsabilidad de ser madre sin plantearse otras alternativas. El problema es que los soportes femeninos en los que debería poder apoyarse para afrontar el periodo de embarazo no son precisamente unos referentes: su madre Davina (Susan Lynch) abandonó a su familia llevándose todos los ahorros para irse con otro hombre, tras sentirse identificada con la protagonista del libro Come, reza, ama (2010, Ed. Suma); su hermana Catherine (Sharon Rooney) está en prisión después de haber intentado matar a su novio para cobrar el seguro, aunque no entiende cómo puede ser un delito un plan que no ha salido bien; y su compañera de piso ha decidido marcharse sin decir adiós. De manera que decide reencontrarse con su padre Malcolm (David Morrissey), un hombre maduro que nunca ha tenido la necesidad de cuidar de sí mismo, y malvive ahora en una habitación alquilada compartiendo el baño con otros cinco vecinos, entre ellos Derek (David Fynn) un incel siempre impertinente que se considera su amigo.
Siguiendo la narrativa de las comedias clásicas, los personajes de Gemma y Malcolm se acaban convirtiendo en extraños compañeros de piso después de que los aspirantes que ella entrevista sean incluso peores que su padre: un conspiranoico que está investigando la red de pedofilia del Parlamento inglés o un ex-terrorista de la banda Baader-Meinhof que actuó en Alemania en los años sesenta, y de la que ya nadie se acuerda. La serie está estructurada a partir de seis momentos importantes en el desarrollo del embarazo, desde que se hace visible en el físico de Gemma hasta los cursos del National Childbirth Trust (NCT), una organización benéfica que ofrece ayuda durante el embarazo, el parto y la maternidad temprana. El personaje de Malcolm está creado con los trazos de la comedia absurda, exagerando su falta de contacto con la realidad: en la clase para embarazadas, la tutora comienza a describir la placenta, a lo que él responde: "Eso no existía antes. Tu madre no tenía eso cuando tú naciste". Danielle Ward se inspiró en su padre, cuando durante una visita después de haberse separado de su madre, se dio cuenta de que él era un desastre en las labores del hogar: "Solo funcionaba la tostadora. Era Navidad y me dijo: 'Voy a hacer tostadas para Navidad'" (Drama Quaterly, 13/8/2024). Pero aunque generalmente hay un retrato de los personajes masculinos como incompetentes, la guionista utiliza sus carencias como elementos de vulnerabilidad, lo que les hace más conmovedores. Derek es un pesado porque trata de hacer frente a su soledad, mientras que Malcolm es muy básico pero también enternecedor en algunos momentos, y tiene problemas de autoestima. Cuando Gemma le sugiere visitar a su hermana Jess (Claire Keelan) en el episodio Garden sliders (T1E4), él se resiste porque suele ser objeto de las burlas de su cuñado Tyrone (Perry Fitzpatrick). Incluso en Man mess (T1E5), Ben (Tom Stourton), el hombre con el que Gemma tuvo el encuentro sexual en el avión, aparece en su vida queriendo asumir su papel como padre, aunque él tiene familia, pero este ataque de responsabilidad no parece demasiado sincero.
Al margen de los resortes de comedia que surgen de las situaciones absurdas y los malentendidos, Problemas con papá (Movistar Plus+, 2024) construye todo el entorno de Gemma como una influencia en su capacidad para asumir la necesidad de ser el motor principal de su vida. La protagonista se reencuentra con una antigua amiga del colegio, Cherry (Taj Atwal), que es madre soltera de dos niños, y comienza a relacionarse de manera más cercana con Xander (Arian Nik), un farmacéutico que en cierto modo cumple la función del hombre amable que se preocupa por ella, sin estar obsesionado con la idea de tener una relación sexual. La serie se apoya notablemente en el trabajo de sus intérpretes, llevando todo el peso de la historia Aimee Lou Wood, conocida sobre todo por Sex education (Netflix, 2019.2023), y a la que el año que viene veremos en la tercera temporada de The White Lotus (Max, 2021-2025). Mientras que David Morrisey se aparta de sus papeles dramáticos en series como The long shadow (SkyShowtime, 2023-) y Sherwood (Filmin, 2022-) de la que acaba de estrenarse su segunda temporada, para componer un divertido personaje de comedia, un género que solo ha tocado en apariciones especiales como el episodio El árbitro es un CAP**LLO (T5E1) de Inside No. 9 (Filmin, 2014-2024). Y respaldados por breves pero muy divertidas apariciones de Sharon Rooney, la protagonista de My mad fat diary (Movistar Plus+, 2012-2015), quien casualmente ya había interpretado a una hermana de Aimee Lou Wood en la película Mr. Wain (Will Sharpe, 2021). La serie se revela como una comedia que reflexiona sobre las relaciones personales a través de un sentido del humor que se apoya en el absurdo, pero sabiendo construir personajes sensibles y vulnerables. Se desprende un cierto poso tragicómico en las vidas de sus protagonistas, pero la cercanía emocional acaba superando las dificultades.
Dinosaur★★★★☆Filmin, 24 de septiembreReino Unido, 2024 - 6x25'Creada por Matilda Curtis, Ashley StorrieDirigida por Niamh McKeown
Entre las comedias que se han estrenado en Gran Bretaña este año, ninguna como ésta ha encontrado el equilibrio adecuado entre el sentido del humor y la relevancia de sus mensajes. La irregular Big mouth (Channel 4, 2024), de Camilla Whitehill, aborda la relación entre dos amigas, interpretadas por las conocidas Nicola Coughlan y Lydia West, pero carece del desarrollo adecuado de los mecanismos humorísticos, con secuencias alargadas y poco efectivas. También representa en el personaje principal un trastorno bipolar que, si bien consigue evitar los lugares comunes al principio, en los últimos episodios acaba cayendo en los tópicos (como es bipolar, Maggie tiene visiones de personas que no existen). La serie se estrenó en Estados Unidos a través de Tubi, canal FAST (Streaming gratuito con publicidad) de Fox Corporation. La más gamberra Things you should have done (BBC, 2024) intenta trasladar las payasadas de su creadora Lucia Keskin (más conocida como Chi) desde las redes sociales, principalmente YouTube y Tik Tok, hasta un formato de serie, pero ni encuentra el tono, ni resulta muy adecuada dentro de un desarrollo narrativo que necesita más consistencia. Ella misma protagoniza esta historia sobre una joven que debe aprender a hacerlo todo después de que sus padres fallezcan en un accidente, pero en realidad no importa, porque Chi acaba viviendo con sus tíos, así que la premisa se pierde rápidamente, y la serie no consigue armar una estructura suficientemente sólida, ni los sketches son especialmente divertidos dentro de una producción bastante amateur. Dinosaur (Filmin, 2024) es una producción de Two Brothers Pictures, que fundaron Harry y Jack Williams, los productores de Fleabag (Prime Video, 2016-2019) y creadores de series como El turista (HBO Max, 2022-2024) y Boat story (SkyShowtime, 2023). Basada en una idea de Matilda Curtis, que ha escrito los guiones, y creada junto a Ashley Storrie, una de las protagonistas, la serie se centra en dos hermanas que se enfrentan a un momento decisivo en su relación cuando Evie (Kat Rooney) le dice a Nina (Ashley Storrie) que va a casarse con un joven al que ha conocido por las redes sociales, lo que se convierte en un desafío para ésta última.
Nina trabaja como paleontóloga en el Museo Kelvingrove de Glasgow, y se muestra preocupada por el anuncio inesperado del compromiso de su hermana con Ranesh (Danny Ashok), al que ha conocido hace solo seis semanas: "Has tenido llagas en la boca que te han durado más de seis semanas", le dice. Así que cuando Evie le sugiere que ha invitado a Ranesh a su habitual cena de los martes de comida a domicilio, la expresión de asco de Nina es muy notable. De hecho, el espectro autista del personaje se muestra sobre todo a través de su dependencia de las rutinas, lo que la hace especialmente eficiente en el trabajo de catalogación de excrementos fosilizados de dinosaurios. La familia de ambas está formada por sus padres rebosantes de optimismo Diane y Ade MacArthur, interpretados por Greg Hemphill y Sally Howitt, una reconocida actriz escocesa que lleva veinte años interpretando un papel principal en la telenovela River City (BBC Scotland, 2002-). Y su hermano mayor Bob (David Carlyle) quien, frente a la alegría de Evie, siempre ha priorizado encajar en una cierta normalidad, aunque tiene una especial atracción por las mujeres inestables. Su actual relación le provoca incomodidad, pero tiene más miedo a estar solo, lo que le hace uno de los personajes más interesantes de la serie. Dinosaur habla precisamente sobre cómo encajar dentro de la sociedad, pero no solo por la neurodiversidad: cuando la familia MacArthur se prepara para conocer al padre de Ranesh en el Episodio 2, quieren impresionarle tanto que no se comportan de forma natural, lo que acabará en un desastre, aunque Sachin (Rajeev Kohli) tiene asimismo sus dosis de rarezas. Nina también conoce a Lee (Lorn MacDonald), un joven que trabaja en la cafetería ambulante The van around the corner, situada cerca del museo, pero su primera cita en el Episodio 3, agobiada por la presión de probarse un vestido como dama de honor de la boda, también será problemática. La serie utiliza resortes muy clásicos en la construcción de la comedia, pero funcionan bien porque los personajes están definidos con claridad.
Surgida como un piloto en 2021, que Matilda Curtis escribió, protagonizado por Ashley Storrie, quien después se incorporó como guionista, Dinosaur también tiene un tono especial que le proporciona el carácter escocés y el escenario de Glasgow, aunque en el Episodio 4 Evie se empeña en hacer su despedida de soltera pasando un fin de semana en la isla de Rothesay, que sigue siendo un pueblo pesquero aburrido como lo era en su infancia. Ashley Storrie es hija de una de las grandes actrices de comedia de Escocia, Janey Godley, quien acaba de estrenar el documental Janey (John Archer, 2024), en el que a través de su última gira como monologuista, hace un repaso a los altibajos de su carrera y habla con su hija sobre el diagnóstico de cáncer que recibió recientemente. Mientras que Kat Rooney también tiene padres conocidos: el productor Simon Curtis y la actriz Elizabeth McGovern. La relación entre ambas es el motor de una historia en la que el autismo está presente pero nunca como definición simplista del personaje principal, al mismo tiempo que consigue mostrar diferentes versiones de la neurodiversidad que cada vez está más presente en la televisión, con series como Atypical (Netflix, 2017-2021) o As we see it (Nuestra mirada) (Prime Video, 2022). Nina también se da cuenta a lo largo de su arco de personaje que los esfuerzos por intentar suavizar "su rareza", como lo llama ella, quizás no son necesarios, y la mirada hacia Ranesh cambia progresivamente: "Eres como eres y está bien. No pasa nada porque te guste comer kebabs. Quiero decir, es malo para tu tracto intestinal, pero está bien". Lo que hace a Dinosaur una propuesta que funciona en su mezcla de humor y sentimientos personales es la capacidad para construir unos personajes que están lo suficientemente bien definidos como para que la narración se desarrolle con facilidad.
Al comienzo de cada uno de los episodios de esta serie se recuerda que en Francia se produce la desaparición de un menor de edad cada 12 minutos, y que las primeras 72 horas son fundamentales para encontrar a los desaparecidos, bien por secuestros, accidentes o ausencias voluntarias. La policía sin embargo está obligada a seguir unos protocolos de actuación, que a veces pueden provocar que las investigaciones no sean tan ágiles como deberían, y en el año 2019 un artista, conocido con el seudónimo de Béor, vivió directamente esta circunstancia debido a la desaparición de su hija adolescente, que había sido secuestrada. Cuando en la comisaría a la que acudió le aconsejaron que esperara hasta el día siguiente porque su hija podría volver por sus propios medios (no se sabía aún que había sido un secuestro), el padre sin embargo decidió iniciar una investigación por su cuenta, utilizando las redes sociales como un vehículo de difusión de un reclamo de información a través de un cartel que él mismo diseñó y que publicó en Facebook. Rápidamente, fue compartido por más de mil usuarios, y junto a una treintena de familiares, comenzó una búsqueda que llevó hasta una casa que se encontraba a más de tres horas y media de donde vivía. Dos días después de su desaparición, Béor pudo rescatar a su hija: "He encontrado a mi hija, y no es gracias a la policía", publicó en las redes sociales, tras lo cual la noticia se propagó en los medios franceses. Béor es desde entonces el principal responsable de la organización Les Disparus Anonymes (Los Desaparecidos Anónimos), que se dedica a la búsqueda colectiva de jóvenes desaparecidos a través de la compartición de publicaciones en redes sociales (Jade, Soraya y Shaina son las últimas jóvenes que han regresado con sus familias). Esta historia real es la que ha inspirado la serie Vigilantes (Brigade anonyme) (XTRM, 2024) que ha creado y dirigido Julien Seri (1971, Francia), conocido por comedias policíacas como Bright minds (Cosmo, 2019-). En este caso, Julien Castañeda (Eric Cantona) es un ex-criminal que ahora trabaja como taxista en la localidad de Angulema, y que como padre es demasiado protector con su hija adolescente Alia (Célia Lebrument). Pero cuando ella desaparece y la policía no se toma demasiado en serio el caso, él decide organizar una búsqueda por sí mismo, un poco a la manera de la película Venganza (Pierre Morel, 2008), pero sin las escenas de acción que protagonizaba Liam Neeson.
Por la sinopsis de la serie, podría parecer que se trata de un drama protagonizado por un padre que tiene que enfrentarse a un peligroso viaje hasta recuperar a su hija secuestrada, pero en realidad se trata de un procedimental en el que la desaparición de Alia se resuelve en el primer episodio y a partir del segundo, Castañeda forma la Brigada Anónima, que está dedicada precisamente a buscar a jóvenes desaparecidos al margen de la policía, algo que no gusta especialmente a la comisaria Florence Malherbe (Héléna Noguerra), porque los éxitos de la brigada ciudadana suponen una repercusión negativa para la imagen de las fuerzas del orden. El protagonista se rodea de dos colaboradores: su mejor amigo Nass (Arié Elmaleh) y una experta en redes sociales, Charlie (Mailyn Lima), que le ayudarán en los casos que se plantean en cada episodio, abarcando desde las desapariciones voluntarias hasta las retenciones obligadas. Sin embargo, se trata de un procedimental peculiar, porque la temporada está compuesta solo por cuatro episodios, cuando habitualmente el formato de tramas autoconclusivas suele pedir temporadas más amplias. En este sentido, Vigilantes se puede parecer a otras series recientes como Found (Max, 2023-) en la que su protagonista, que sufrió un secuestro, también forma un grupo de investigadores de desapariciones ante la inacción de la policía cuando se trata de víctimas afroamericanas, aunque la producción norteamericana tenía un formato procedimental más marcado. Vigilantes se estrenó en el canal M6 el pasado mes de marzo y actualmente forma parte de los contenidos de la plataforma M6+ que comenzó a emitir desde el pasado mes de mayo. Aunque al final la serie circula por los caminos convencionales de la investigación más o menos rutinaria, con elementos de humor demasiado franceses, lo cierto es que se beneficia del protagonismo de Eric Cantona, un actor ya consolidado que suele manejar bien este tipo de personajes de ciudadano normal, cuya poderosa presencia física esconde sin embargo un carácter amable, quizás demasiado protector con su hija, especialmente después de su secuestro. Este año, sin embargo, nos gustó más en la comedia Serial hunter (Murder Club) (M6, 2023-), que vimos en Séries Mania, pero todavía no se ha estrenado en Francia, y recientemente ha participado en The killer (John Woo, 2024), el remake norteamericano protagonizado por Omar Sy, de la película El asesino (The killer) (John Woo, 1989).
El formato de cuatro episodios que tiene Vigilantes impide que los personajes acaben desarrollándose adecuadamente y que se limiten a perfiles demasiado superficiales. En Francia se emitió en lineal a razón de dos episodios en marzo y los dos últimos en abril, consiguiendo una buena audiencia con un premio de 2 millones y medio de espectadores, habiendo sido renovada para una segunda temporada. El trauma por el secuestro del primer episodio se mantiene durante el resto de la serie, junto a una subtrama sobre la madre de Alia, que ha estado en prisión y trata de recuperar el contacto. Cada episodio está estructurado en base a esas 72 horas esenciales para no perder la vinculación con los desaparecidos, de manera que se plantea como una carrera contrarreloj que aporta ritmo a las tramas. Pero Vigilantes nunca llega a ser demasiado profunda y se mantiene en un término medio de procedimental convencional que resulta tan entretenido como poco relevante.
______________________________________Películas mencionadas:
El ciudadano ilustre se puede ver en Acontra+ y Rakuten.Alta fidelidad se puede ver en Disney+. Ritual y El asesino (The killer) se pueden ver en Filmin. El bastardo se puede ver en Movistar Plus+. Misiones cruzadas se puede ver en Netflix.Te veo (I see you) y Mr. Wain se pueden ver en Prime Video. La tumba del vampiro se puede ver en Filmin y Plex. 2001: Una odisea del espacio se puede ver en Max. Venganza se puede ver en Disney+ y Netflix.