Por su parte, South International Series Festival, que se celebra en Cádiz entre el 25 y el 31 de octubre, se inaugura con el estreno de La vida breve (Movistar Plus+, 2024) y ofrece una Sección Oficial heterogénea que incluye desde series ya estrenadas como Muertos S.L. (Movistar Plus+, 2024-) hasta estrenos de producciones españolas como La Favorita 1922 (Mediaset, 2024), Asuntos internos (RTVE, 2024) y El gran salto (Atresmedia, 2024), pasando por estrenos internacionales como las británicas This town (Movistar Plus+, 2024) y Nautilus (AMC+, 2024), el thriller francés Rivages (Sea Shadow) (France tv, 2024), la colombiana Escupiré sobre sus tumbas (Caracol TV, 2024), el oscuro thriller alemán Oderbruch (ARD, 2024) o el interesante drama portugués Matilha (Dogpack) (RTP, 2024), spin off del exitoso South (Sul) (RTP, 2019). La sección Joyas incluye algunos de los estrenos recientes de series españolas, mientras que en la sección Panorama se ofrecerán títulos inéditos a nivel nacional como Detective Touré (Pr1meran, 2024), que se ha estrenado en el País Vasco, el drama romántico ¿A qué estás esperando? (atresplayer, 2024), basado en la novela de la autora española Megan Maxwell, y el primer episodio de la temporada 15 de La que se avecina (Mediaset/Prime Video, 2007-). Además de los equipos responsables de las series españolas, el festival otorgará sus premios honorarios a la actriz María Adánez, al norteamericano David Shore, creador de House (Netflix, 2004-2012) y The good doctor (AXN, 2017-2024), que ofrecerá una Clase Magistral, y al actor turco Can Yaman, protagonista de la telenovela Pájaro soñador (Divinity, 2018-2019), que representa el éxito de las series turcas en España.
Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series comentadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.
Uno de los aspectos más sorprendentes de una serie como ésta es la forma en que dos debutantes en el mundo de la televisión pudieron armar un drama tan sólido con la construcción de personajes que nunca son lo que se podría esperar de sus ambiciosos protagonistas, tan ávidos por lograr el éxito y sobre todo alcanzar el poder que da el dinero, como miserables en las vidas que este mismo poder les proporciona. Pero quizás lo más interesante de Industry (Max, 2021-) es cómo ha evolucionado a lo largo de estas tres temporadas (en agosto se anunció la renovación para una cuarta), lo que la ha convertido en un drama que ha ido creciendo y también mejorando, como reconocen los propios creadores, ambos procedentes del mundo de las finanzas, aunque ya habían dirigido juntos una película de bajo presupuesto antes de crear la serie. La primera temporada se beneficiaba de la energía que transmitía el hecho de ser debutantes, reflejando a través de un grupo de jóvenes que comienzan sus prácticas en el banco de inversiones Pierpoint & Co., su propia experiencia en el mundo brutalizado de la City de Londres. Era una especie de Euphoria (Max, 2019-) en un ambiente financiero, describiendo las ambiciones de los que acaban de llegar y la resistencia de los que llevan años en el negocio, aunque los creadores tenían como principal referencia el tipo de personajes de series como Girls (Max, 2012-2017), cuya creadora Lena Dunham acabó siendo la directora del primer episodio. Adoptando un estilo más dramático en la segunda temporada, la tercera es la más sólida en cuanto al desarrollo de los personajes, los creadores han tenido más soltura a la hora de coordinar una sala de guionistas e incluso se han lanzado por primera vez a la dirección en los dos últimos episodios de la temporada. Industry ha reforzado sus aspectos dramáticos y ha evolucionado en paralelo a como lo han hecho sus protagonistas, y eso le ha permitido consolidarse como una serie superior. Aunque sigue siendo una producción de seguimiento más minoritario, que otras de HBO, han apostado por ella no solo dándole en Estados Unidos el espacio de los domingos por la noche en lineal, sino confirmando una cuarta temporada.
Aunque la serie no tiene una línea narrativa situada en 2024, hay numerosas referencias a la actualidad, bien por decisión de los creadores o por extrañas casualidades: la segunda temporada reflexionaba sobre cómo afectaba la pandemia del Covid-19 al mundo de las finanzas, y la tercera temporada tiene como eje principal un flashback que refleja los acontecimientos que suceden en un yate que se dirige a Mallorca. Poco después del estreno de la serie, el 19 de agosto, Jonathan Bloomer un ex-ejecutivo de Morgan Stanley, murió en el naufragio de un gran yate junto a las costas de Sicilia, estableciendo un paralelismo con los hechos que suceden en la serie. La historia sitúa a los tres principales protagonistas en momentos muy diferentes, aunque siguen viviendo en un apartamento compartido: Yasmine (Marisa Abela) adquiere protagonismo en esta temporada, trabajando en Pierpoint, pero acosada por los paparazzi y la sombra de su padre corrupto y abusador; Harper (Myha'la) trabaja en una empresa de "inversión ética" en la que conocerá a Petra Koenig (Sarah Goldberg) con la que inicia un nuevo proyecto no tan ético; y Robert (Harry Lawtey) es el contacto con el magnate Henry Muck (Kit Harington), que gestiona la startup de energía verde Lumi, a punto de salir a Bolsa, aunque con datos financieros manipulados. La serie aborda en esta temporada las transacciones en torno a las energías renovables y la llamada banca ética, y establece Pierpoint & Co. como una especie de dinosaurio en un mundo que se está transformando, y a Eric Tao (Ken Leung), uno de los mejores personajes que se han escrito en televisión en los últimos años, como el reflejo de la destrucción de un mundo hiper masculinizado y arrogante que no ha sabido anticipar el tsunami que se avecinaba.
Resulta malévolamente divertido el enfrentamiento entre Harper y Eric, ambos representantes de dos generaciones y dos mundos diferentes, aunque ella ha aprendido de él sus peores estrategias (y su capacidad para traicionar a cualquiera). Aunque el guión no puede evitar que algunas situaciones parezcan demasiado forzadas, convirtiéndolas en artificios para impulsar a personajes como Robert en el episodio Induction (T3E1), se recrea en el sufrimiento de unos protagonistas cuya personalidad ambiciosa y compleja permite que la historia sea impredecible. Y utiliza estructuras narrativas más clásicas en esta temporada que no había sabido construir al principio, como los episodios centrados en un solo personaje, que se reflejan en White mischief (T1E4), dedicado a Rishi (Sagar Radia) y sus problemas con su lenguaje sexista en el trabajo y con su ludopatía en su vida privada, que tendrá consecuencias sorprendentes en el episodio final. Se ha comparado a veces esta serie con Succession (Max, 2018-2023), y en esta temporada el episodio It (T3E3) está centrado en una reunión de inversionistas durante una conferencia sobre el cambio climático que recuerda a las que solía asistir la familia Roy. Pero habría que definir mejor a Industry como una digna sucesora de la serie de Jesse Armstrong en su descripción irónica de la capacidad devoradora del mundo de las altas finanzas, un juego peligroso con consecuencias trágicas, aunque todavía no le haya llegado el reconocimiento que merece, ni siquiera en los BAFTA.
La carrera de Natasha Rothwell ha ido creciendo progresivamente desde que alternaba su trabajo como guionista e intérprete en la serie Insecure (Max, 2016-2021), con la que consiguió su primera nominación al Emmy, que repetiría años más tarde, esta vez como actriz de reparto, por su trabajo en la primera temporada de The White Lotus (Max, 2021-2025), en la que volverá a aparecer. Y sin embargo ha tardado siete años en poner en marcha una serie que ideó después del éxito de Insecure cuando le preguntaron qué tipo de historia le interesaba hacer como creadora, según ella porque cada vez es más difícil desarrollar historias originales que no tengan una propiedad intelectual previa. Cómo morir sola (Disney+, 2024) parte de un acuerdo para el desarrollo de proyectos con la cadena ABC a través de la productora Onyx Collective, que también ha estrenado recientemente Queenie (Disney+, 2024), otra historia creada y protagonizada por una artista afroamericana pero que tiene resultados menos logrados. Tomando como punto de partida una experiencia real con un mueble de IKEA, aunque no tan alarmante como la que tiene Melissa (Natasha Rothwell), la protagonista afronta su terror a morir sola, cuando parece estancada a sus 35 años en una vida solitaria, con un solo amigo especial, Rory (Conrad Ricamora), que además trabaja con ella en el servicio de asistencia a personas con movilidad reducida en el aeropuerto JFK de Nueva York. Melissa solo ha tenido una relación seria, la que mantuvo con su jefe Alex (Jocko Sims), que ahora le ha enviado una invitación a su boda en Hawai el día de Año Nuevo. El problema es que entre los miedos de Melissa también está el (metafórico) pánico a volar, y por supuesto la incertidumbre sobre si es apropiado (especialmente para sus sentimientos) asistir a la boda de un hombre por el que todavía siente algo. Como showrunner junto a Vera Santamaria, también nominada al Emmy por la comedia PEN15 (Hulu, 2019-2021), Natasha Rothwell tiene la capacidad de componer una comedia romántica con los elementos tradicionales para introducir momentos de distorsión, como en el episodio Mata a tus amores (T1E5), que puede ser predecible pero lo es con el suficiente ingenio y humor. Cómo morir sola es un viaje de autodescubrimiento personal que en principio tiene un arco de personaje para cuatro temporadas, aunque por el momento no hay confirmación de que vaya a continuar, y el desenlace de la primera es tan esperado como el que pudiera tener una típica comedia romántica pero, de nuevo, con un elemento de disrupción que cambia completamente el destino de la protagonista. Cuando después de sufrir un accidente en su casa en Deja de vivir (T1E1), Melissa se encuentra en el hospital, su compañera de cuarto Elise (Jackie Richardson) le abre los ojos sobre su situación: "Hay tres tipos de muertes. La muerte física, todos la conocemos y escribimos poemas sobre ella. Luego está ese tipo de muerte en la que la gente deja de preocuparse por ti. Y la peor clase de muerte es cuando tú dejas de preocuparte por ti misma". Desgraciadamente, Elise sufre el primer tipo de muerte, y la protagonista se encuentra de pronto con la cartera de la fallecida llena de tarjetas de crédito que decide utilizar para pagarse el viaje a Hawai, lo que por supuesto traerá consecuencias imprevisibles. Con una buena construcción de personajes que completan a la protagonista, pero al mismo tiempo son interesantes por sí mismos, la relación entre Melissa y Rory, cuyo padre es el director del aeropuerto, recuerda un poco a la que mantienen Sam y Joel en Somebody somewhere (Max, 2022-2024), cada uno enfrentando sus propias malas decisiones que a veces les confrontan. Ella se encuentra más cómoda rodeada de sus compañeros de trabajo, sobre todo de los trabajadores de pista, Terrance (KeiLyn Durrell Jones), y de Shaun (Arkie Kandola) y Deshawn (Christopher Powell), una especie de dúo cómico adulador al estilo de Rosencrantz y Guildenstern. Al igual que otras destacadas series recientes que afrontan desde lo personal la trayectoria de una mujer afrodescendiente, desde Spent (BBC, 2024) hasta Diarra from Detroit (BET+, 2024), Cómo morir sola sabe mantener el equilibrio entre la comedia y el drama, construyendo personajes que se sienten frustrados y decepcionados con sus propias vidas pero que mantienen el valor para seguir adelante a pesar de las dificultades. Un divertido episodio central, No confíes en nadie (T1E5), se desarrolla en el entorno familiar cuando Melissa acude a acasa de su hermano Brian (Bashir Salahuddin) para celebrar el Día de Acción de Gracias, con el que mantiene una guerra psicológica frente a su madre, Beverly (Ellen Cleghorne), siempre crítica con ambos. Esta lucha familiar refleja también algunas de las carencias de Melissa, y su intento de demostrar que sí es capaz de conseguir una estabilidad laboral y sentimental. La serie se apoya mucho en la capacidad de Natasha Rothwell de crear un personaje ambivalente, pero con el que es fácil empatizar, aunque algunas de sus frustraciones sean provocadas por ella misma. Y Cómo morir sola acaba siendo una comedia inteligente que aborda temas profundos sobre la autoaceptación y el miedo a la soledad.
La capacidad de las mejores comedias para mantener su fortaleza radica principalmente en la construcción de los personajes, y eso lo entendieron los creadores de esta serie desde el principio. De manera que unos protagonistas sólidos permiten crear situaciones absurdas y surrealistas pero en las que encajan con comodidad, sin forzarlas demasiado. Porno y helado (Prime Video, 2022-) es una comedia que tuvo gran éxito en Argentina desde su primera temporada pero que Prime Video apenas promociona en otros países, quizás pensando que tiene un sentido del humor demasiado local o váyase a saber por qué. Santiago Korovsky (1985, Argentina), que creó y protagonizó la divertida División Palermo (Netflix, 2023-) y apareció en dos episodios de la primera temporada, y Martín Piroyansky (1986, Argentina), han creado una serie abierta a las posibilidades que ofrece el humor absurdo, bebiendo mucho de las comedias clásicas norteamericanas como Seinfeld (Netflix, 1989-1998) y con referencias cinematográficas en esta segunda temporada a películas como Nueve reinas (Fabián Bielinsky, 2000) en ¡Piernas! (T2E3) en el que participa como actor invitado Matías Mayer, o incluso Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1985). De hecho, uno de los mejores reflejos que ofrece la serie es el de una generación que se sitúa en un término medio entre la nostalgia del pasado y la incertidumbre del futuro. A pesar de la comedia aparentemente superficial, Porno y helado es un acertado reflejo de la sociedad argentina, incluso con referencias veladas a los populismos que representan algunos políticos, en el espléndido episodio La tormenta (T2E4), en el que la gestión de un aislamiento debido a un gran temporal confronta el orden de Nacho (Eliseo Barrionuevo) con el caos que provoca Pablo. Es un episodio que utiliza mejor un trasfondo apocalíptico para crear humor que toda la temporada de En fin (Prime Video, 2024).
La historia comenzó en la temporada pasada retratando a dos jóvenes, Pablo (Martín Piroyansky) y Ramón (Ignacio Saralegui) formando una grupo de música, Los Débiles Mentales, un poco por casualidad y gracias al empuje de Ceci (Sofía Morand), una desconocida que sin embargo se convirtió en su manager, aunque ella tenía tan poca experiencia en la gestión de artistas como ellos en la música. Pero de alguna manera consiguieron crear un hit que reflejaba su propia vida, en la que se reunían los viernes para ver películas porno y comer helado. La formación del grupo y el choque de egos, especialmente el del propio egocentrismo de Pablo, se convirtió en el hilo conductor de la historia, con la participación de algunas caras conocidas del cine argentino como Susana Giménez, que se divertía interpretando a Roxana, la madre cleptómana de Ceci. En el trasfondo de la comedia estaba el reflejo de una sociedad basada en el éxito como el único camino para el desarrollo personal, pero incluso aquellos personajes que tienen una posición económica estable están atrapados por sus adicciones y sus carencias. Planteada en un formato más cercano a una sitcom tradicional, en la que los episodios son autoconclusivos, de manera que pueden verse de manera independiente, la segunda temporada plantea un cambio de tono en los primeros episodios que ha provocado opiniones encontradas. Pero lo cierto es que muestra claramente la libertad creativa que tiene una serie que puede coquetear a veces con distintos géneros manteniendo su personalidad y reforzando el surrealismo. Es cierto que algunas bromas pueden resultar más locales: en Los Rollingas (T1E2) se hace referencia a esta subcultura específicamente argentina cuyos integrantes son fanáticos de The Rolling Stones. Con la participación especial de la actriz Gimena Accardi como Romina, la líder de una secta de rollingas, los episodios muestran a esta tribu urbana sobreviviendo a base de panchos (perritos calientes) y cerveza.
Pero como decíamos, Porno y helado es sobre todo el retrato de una generación intermedia, y plantea en cada episodio retos a los que se tienen que enfrentar los protagonistas: el compromiso de una relación romántica en ¡Piernas! (T1E3) o el miedo a la vejez en Pablo está viejo (T1E5), que refuerza su falta de personalidad demostrada ya en la primera temporada cuando en Las dos bandas (T1E5) se incorporó a un grupo de música heavy solo porque estaba una chica que le gustaba. Hay una representación muy acertada de los miedos de una generación que se mantiene conectada al pasado con cierto aire nostálgico pero a la que le resulta difícil adaptarse a la irrupción de las generaciones digitales, un tema que por cierto también es central en la segunda temporada de We are lady parts (Filmin, 2021-). Hay por el camino referencias a otras series y algunos elementos metanarrativos que hacen de Porno y helado un deleite para los aficionados al formato, como cuando Ceci se refiere a lo descentrados que están los guionistas en esta segunda temporada o cuando la canción del final, "Presupuesto", pide más dinero para una tercera temporada que aún no está confirmada: "Si nos dan más plata podremos filmar en la playa, como cuando en El Chavo van a Acapulco". El aspecto musical de la serie es otro acierto, con canciones compuestas por Diego Uma y Martín Bossa, que resultan pegadizas y hacen referencia a la propia historia, como "Porno y helado" o Transformista". Este sentido del humor abierto a momentos ridículos, en el buen sentido de la palabra, les permite incluso ser irreverentes, como cuando después de ser acusados de plagio en El juicio (T1E6), algunos de sus seguidores les insultan por la calle. Teniendo claro que el humor es un instrumento que se construye a partir de los personajes, rodeándolos después de situaciones más o menos surrealistas, la segunda temporada de Porno y helado la confirma como una de las comedias más reconfortantes que se han estrenado en los últimos años.
Hace unos años destacó en el panorama de festivales el espléndido documental Midnight family (Luke Lorentzen, 2018) que en España estrenó Movistar+ con el poco atractivo título de Urgencias en México DF que lo hacía parecer uno de esos tópicos realities de policías o profesiones de riesgo (ahora se puede ver en Filmin con su título original). Pero la película tenía otra textura, en cierto modo rodada como si se tratara de una ficción, que le valió al realizador Luke Lorentzen (1993, Estados Unidos) el premio FIPRESCI a la Mejor Dirección en el Festival de Gijón. La película reflejaba una carencia asombrosa: solo 45 ambulancias para 9 millones de habitantes, una cifra que parece al menos haber aumentado desde 2019, porque en la introducción de esta serie se mencionan un centenar de ambulancias públicas. En todo caso, es un servicio absolutamente escaso para una ciudad tan superpoblada. De forma que ha surgido una nueva forma de trabajo a través de las ambulancias piratas, muchas de ellas negocios familiares. En Midnight family conocíamos a la familia Ochoa, formada por un padre y dos hijos, uno de ellos el pequeño Josué Ochoa, que acompaña a su hermano y su padre en sus servicios nocturnos. La ficción que ahora se estrena basada en aquel documental incorpora un miembro nuevo (y necesario) a esta familia predominantemente masculina, la joven Marigaby (Renata Vaca), pero básicamente traslada el retrato de estos paramédicos que trabajan por convicción pero también compiten con otras ambulancias piratas por llevar al mayor número de enfermos a hospitales que les pagan una comisión. Incluso el propio carácter de sus protagonistas está trasladado con fidelidad: Marcus (Diego Calva) es el alter ego de Juan Ochoa, que era el adolescente extrovertido y hablador que llevaba el peso del documental, mientras que Ramón (Joaquín Cosio) es la figura paterna y el veterano paramédico que tiene la astucia necesaria para llevar a cabo su trabajo, y el pequeño Julito (Sergio Bautista) tiene más interés en viajar en la ambulancia que en ir a la escuela, aunque su sueño de ser paramédico pase necesariamente por la educación.
El proyecto de llevar a la ficción esta historia tiene nombres muy sólidos en el panorama latinoamericano. El impulso principal lo ha dado Natalia Beristáin (1981, México), hija del clásico actor Arturo Beristáin y directora de la espléndida película Ruido (2022), que ejerce como showrunner y realizadora junto a Gabriel Ripstein (1972, México), hijo del gran Arturo Ripstein, que recientemente también dirigió la serie Un extraño enemigo (Prime Video, 2018-2022). Pero el proyecto también cuenta como productores con los chilenos Juan de Dios Larraín y Pablo Larraín, quien recientemente presentó en Venecia su película sobre la cantante de ópera María Callas, María (2024), y por parte de Chile incorpora asimismo en el guión a Julio Rojas (1965, Chile), responsable de algunos de los pódcast de ficción más exitosos de los últimos años, como Caso 63 (Spotify, 2020-2022) y Retornados (Sonora, 2022-2023), así como a Gibrán Portela (1979, México), que también acaba de estrenar la serie Nadie nos va a extrañar (Prime Video, 2024). Una de las curiosidades más sorprendentes de esta historia es que muchos mexicanos no conocen la existencia de estas ambulancias privadas, como ha afirmado la propia Natalia Beristáin en algunas entrevistas. De manera que circulan en un límite respecto a la legalidad que las hace casi invisibles, excepto cuando son necesarias, o cuando se producen algunos accidentes masivos. El episodio El terremoto (T1E3) es un homenaje a los miembros de los servicios de rescate, bomberos y sanitarios que ayudaron tras el terremoto de 7.1 grados que se produjo en Ciudad de México en 2017, provocando 370 muertos y miles de heridos. La serie muestra a lo largo de esta primera temporada de diez episodios el trabajo de estos paramédicos sin entrar demasiado en la corrupción (hay alguna escena en la que la policía se deja sobornar para no intervenir) y las flaquezas de la administración que provocan la aparición de estas ambulancias. En este sentido, pierde la oportunidad de ser un relato social en favor de adoptar el tono de drama familiar, lo que en cierta manera dilapida sus propios aciertos. Pero como tal es lo suficientemente sólido y establece relacionas entre los protagonistas que evitan ser demasiado cursis. Porque la serie no habla sobre el presente de una familia, sino sobre su incierto futuro: el padre verá cómo el negocio (y su salud) comienzan a tambalearse, el niño se enfrentará a la obligación de acudir a la escuela para ser el paramédico que quiere ser, el hijo mayor se enfrenta a la posibilidad de emigrar, y la protagonista tratará de mantener el equilibrio entre su vocación y su obligación. Que haya un episodio centrado en un terremoto es una inteligente forma de representar el momento que está atravesando la unidad familiar.
Marigaby Tamayo, interpretada por Renata Vaca, a la que vimos en Saw X (Kevin Greutert, 2023), está estudiando medicina pero arriesga su carrera al ejercer en secreto como paramédica en la ambulancia de su padre. Marcus Tamayo tiene una novia colombiana que se ha quedado embarazada y quiere marcharse a Estados Unidos, mientras él desarrolla su faceta como cantante de rap, en la trama menos interesante, sobre todo cuando adquiere más protagonismo en episodios como Freestyle (T1E6). Mientras que Julito protagoniza una subtrama en la que conoce a una compañera de escuela que le presenta las posibilidades de la rebeldía. En realidad, Familia de medianoche se envuelve en esta singular circunstancia relacionada con las ambulancias piratas para adentrarse en los entresijos de una familia que trata de sobrevivir en una ciudad que devora, y que se convierte también en protagonista. Lo que comienza siendo una original aproximación a los dramas médicos que algunas veces puede ser demasiado previsible a la hora de buscar la emoción del espectador, consigue una identificación real con los personajes. Conforme avanza la temporada, Familia de medianoche va soltando el género médico para ser un drama familiar, especialmente a partir de la incorporación de la ex-mujer de Ramón, Lety (Dolores Heredia) y su nueva pareja, el predicador evangelista Luke (Óscar Jaenada, esta vez sin acento mexicano) a partir del episodio Ramón, el ángel (T1E4). Y aunque cae en ciertos lugares comunes de la dramedia, es interesante el desarrollo de Ramón como un hombre que comienza a tener él mismo problemas de salud y debe afrontar la necesidad de pasar el testigo o, simplemente, abandonar su trabajo, porque las nuevas generaciones tienen otros objetivo ue alcanzar. Dirigida con especial eficacia en los momentos más dramáticos de las intervenciones médicas y con un guión bien armado, Familia de medianoche tiene algunos elementos convencionales que la perjudican, pero es una entretenida manera de reflejar un especial apego a la vida a través de la vocación de un grupo de paramédicos.
Siguiendo la línea de las series policíacas israelíes que cuestionan un sistema corrupto, la primera temporada de Los policías (Filmin, 2021-2023) tomaba como inspiración los acontecimientos reales ocurridos en Nahariya en 2006, conocidos como el caso de "los policías vengadores". Ese año, un grupo de cuatro agentes de policía, ante la frustración de no poder actuar contra el jefe de la mafia Michael Mor, quien había efectuado varios ataques con granadas contra sus familias, decidieron actuar por su cuenta al margen de la ley y enfrentarse a él como si se tratara de otra organización criminal, colocando bombas caseras en lugares estratégicos para hacer creer al mafioso que eran ataques de otra organización. Pero los agentes fueron delatados por un informante, y uno de ellos se convirtió en testigo principal. La justificación a sus acciones reflejaba la falta de colaboración de la sede nacional de la policía, que consideraba a Michael Mor como un delincuente local. Aunque el caso fue silenciado, un periódico publicó una esquela de los cuatro policías que se supone pudo ser pagada por el mafioso, quien amenazó a los agentes hasta que huyó de Israel y fue finalmente detenido en 2017. Creada por Rotem Shamir (1977, Israel), director de series como Fauda (Netflix, 2015-2022), esta producción estrenada en 2021 comienza con la llegada de Alon Shenhav (Tsahi Halevi), un detective de Tel-Aviv que ha sido reasignado a Nahariya, donde viven sus padres (Uri Gabriel y Rita Shukron), y que tiene un sentido del deber muy claro. Pero en su primera patrulla por la ciudad se produce un encuentro con miembros de la organización que dirige Maor Ezra (Shlomi Ifrah), quien parece tener atemorizada a la propia policía. Los acontecimientos se suceden de forma parecida a la realidad, con los agentes sufriendo ataques personales y contraatacando con bombas caseras que pretenden provocar un error del mafioso que conduzca a su detención.
Aunque la primera temporada sigue con cierta fidelidad los hechos reales, la segunda es una ficción que muestra la vida de los policías después de salir de la cárcel. Alon Shenhav, Reuven Peretz (Danny Steg) y Yoav Keshti (Daniel Gad) tratan de recuperar su trabajo como policías, puesto que son considerados como héroes a pesar de haber realizado actividades ilegales, pero la jefatura policial no parece dispuesta a devolverles sus placas, entre otras cosas porque siguen teniendo antecedentes penales. Sin embargo, un equipo especial que investiga las mafias, liderado por su antiguo compañero Kobi Edri (Maor Schweitzer), les propone que aprovechen su condición de ex-reclusos abandonados por la administración para actuar como infiltrados dentro de una organización criminal que dirige Liraz Bowman (Dor Harari) y que se está enfrentando a la de Maor Ezra, aprovechando que éste permanece en la cárcel. Quizás el éxito de esta misión pueda conseguir que regresen como agentes de policía. Esta temporada final de la serie extiende la ambigüedad moral de los protagonistas, cuyas misiones para el nuevo jefe criminal a veces exceden de manera violenta sus códigos de honor, y coloca en primer plano una máxima muy característica de Israel como Estado y como comunidad: el fin justifica los medios. Pero la nueva historia es completamente ficticia, y también aborda cuestiones políticas a través de un candidato, Daniel Kelner (Yiftach Klein), que pretende competir con los líderes locales que están manchados por la corrupción y sus relaciones con la mafia. Y adquiere en este sentido un papel mucho más protagonista Miki Shenhav (Shani Cohen), la esposa de Alon, que actúa como asesora y tiene un acercamiento romántico con Kelner.
A pesar de que la primera temporada fue uno de los mayores éxitos de una serie original para el canal israelí Keshet, ha sido la segunda temporada la que ha tenido más reconocimiento por parte de la Academia de Televisión de Israel, que la nominó el año pasado en cuatro categorías, entre ellas la de Mejor Serie Dramática, compitiendo con otras producciones como East Side (Filmin, 2023) y La tercera persona (SundanceTV, 2023), aunque finalmente no consiguió ningún galardón. La serie avanza con ritmo lento pero adecuado para una trama que tiene menos acción que Fauda, y que se centra más en los efectos psicológicos de traspasar la línea entre las obligaciones como defensores de la ley y la incapacidad para hacerla cumplir sin traicionarla. Aunque el problema es que el guión no hace demasiados cuestionamientos sobre las acciones de los protagonistas, considerándolos como héroes trágicos obligados por las circunstancias, incluso cuando a veces ellos mismos cruzan la línea de la violencia hacia otros ciudadanos para justificar su papel como infiltrados. De alguna manera, su objetivo final se convierte en la justificación principal de sus acciones, lo que no está muy lejos de la realidad. Recientemente, cuando se hizo público un video que mostraba las violaciones a las que fue sometida una prisionera palestina por parte de soldados israelíes en el centro de detención de Sde Teiman, algunos miembros del gobierno defendieron a los soldados como héroes y consideraron que cualquier acción contra militantes de Hamás era "legítima" (Al Jazeera, 9/8/2024). Los policías también plantea la legitimidad de las acciones de la policía cuando traspasan la legalidad, pero reflexiona de manera poco profunda sobre sus consecuencias. Aunque convierte el camino de los protagonistas, especialmente de Alon, que ha tenido un arco de personaje muy radical desde que apareció con su sentido del deber en el primer episodio de la temporada anterior, en un descenso gradual hacia los infiernos del que no hay vuelta atrás, modificando los hechos posteriores de la historia real sobre su destino, para hacerlo más oscuro y trágico.
Después de cincuenta episodios, una de las series más celebradas de Michelle King y Robert King, concluye en una cuarta temporada que ha introducido algunos temas relevantes, pero quizás ha tenido un final que se siente algo descuidado en el cierre de algunas tramas y confuso en su desenlace. Incluso la última escena del episodio Fear of the end (T4E14), dirigido por Robert King, tiene unos efectos visuales tan mediocres que podrían parecer hechos a propósito (¿quizás sugiriendo una especie de simulación de la realidad?). Es una idea que ha ido circulando por internet, pero lo cierto es que a pesar de algunas decepciones en su último tramo, Evil (SyFy, 2019-2024) ha conseguido ser una de las propuestas más originales, locas y terroríficas que se han visto en televisión en mucho tiempo (efectivamente, tampoco ha sido reconocida en ninguna de sus temporadas por los premios Emmy). Los últimos cuatro episodios de la serie están dedicados a los miedos: al futuro, a los otros, a lo impío y el miedo al final, a lo que termina sin posibilidad de regresar, aunque en el caso de las series nunca es así, exactamente. En general, se podría decir que la temporada en su conjunto ha sido mejor que el desenlace, muy discutido por los aficionados a la serie después de su conclusión en agosto. Y este último tramo, se ha sentido realmente como un añadido a los diez episodios que ya tuvo la tercera temporada. Paramount planteó junto a la cancelación de la serie la posibilidad de dar al matrimonio King cuatro episodios adicionales para cerrar la historia (aunque las dos primeras temporadas ya tuvieron 13 episodios cada una). Pero eso no elimina los aciertos de una serie que ha sabido construir sus personajes a partir de sus contradicciones: Ben Shakir (Aasif Mandivi) ha sido un escéptico de mente científica que sin embargo vive un acontecimiento en How to split an atom (T4E1), un potente comienzo de temporada, que le lleva a enfrentarse a creencias más profundas que las religiosas, mientras que David Acosta (Mike Colter) es un católico que ya sabemos que desde hace algunas temporadas se enfrenta a ciertas dudas sobre su fe y los sentimientos que manifiesta hacia Kristen Bouchard (Katja Herbers), que funciona como término medio, una psicóloga agnóstica que sin embargo está siempre basculando entre las creencias y el descreimiento. De alguna forma, los personajes principales, y algunos secundarios, han terminado en posicionamientos contrarios a los que defendían al principio, pero la serie tampoco ha pretendido cuestionar o defender la existencia de lo sobrenatural, sino mostrar que aquello que no se puede explicar, también forma parte de nuestras vidas, es algo con lo que tenemos que convivir.
En este sentido, Evil podría considerarse una serie anticlerical, porque ha hecho constantes críticas a la institución eclesiástica, incluso como base de una especie de organización de espías, pero no se puede decir de ella que ha sido incrédula respecto a la fe, o al menos la ha considerado con cierto respeto. El personaje de la hermana Andrea (Andrea Martin), para la que muchos piden un spin-off como el de Elsbeth (Movistar Plus+, 2024-), es la que representa más claramente, no solo la fe cristiana, sino la capacidad de obtener una visión de demonios a los que atrae con tazas de malvaviscos, una golosina a la que no pueden resistirse. A veces comparada con Expediente X (Disney+, 1993-2018), por el tratamiento de los hechos que se investigan desde las dos perspectivas posibles, la serie de Michelle King y Robert King se ha sentido más libre para tratar temas de resonancia social, mientras abordaba cuestiones filosóficas sobre la vida y la muerte o sobre la existencia del más allá. Aunque hay que decir que en las dos últimas temporadas se ha centrado más en la representación del mal. Como en La profecía (Richard Donner, 1976), el anticristo llega hasta las más altas esferas de la sociedad, a pesar de que el desenlace de Leland Townsen (Michael Emerson) quizás sea el más lógico y divertido de los cierres que ha propuesto esta última temporada. Y por el camino, los creadores han aportado su sentido del humor incluso citándose a sí mismos, como en la aparición del actor Richard Kind interpretando a un juez en dos episodios, el mismo tipo de personaje que incorporó en la última temporada de The good fight (SkyShowtime, 2017-2022).
También hay que decir que a la serie le sentó particularmente bien el cambio de emisión desde un canal en abierto como CBS hasta una plataforma de streaming como Paramount+ (en España a través de SyFy), porque eso le permitía salirse de la estructura procedimental (los casos que investigan los protagonistas cada vez han ido adquiriendo menos relevancia dentro de una trama horizontal más compleja). Desde la segunda temporada dieron el salto hasta la plataforma de streaming y eso supuso un cierto cambio en el desarrollo de la historia, y una mayor libertad para profundizar en temas algo más incómodos (por ejemplo, en cuanto a la representación de una Iglesia Católica más oscura y conspiranoica). Otra de las constantes de la serie han sido las formas en que el mal puede utilizar internet y las nuevas tecnologías, desde que Leland utilizó unas gafas de realidad virtual para acercarse a las hijas de Kristen en Rose290 (T1E4) hasta los efectos del trolling y de los algoritmos a través de las redes sociales en The demon of Memes (T3E2) y The demon of algorithms (T3E6). En esta temporada, una aplicación de internet permite a los usuarios la posibilidad de encontrar a la persona más parecida a ellos, su otro yo, una especie de doppelganger que vive en otro lado del mundo. La aparición de los demonios y la presencia cada vez más relevante de la hermana Andrea desde que apareció en la segunda temporada, configuran un programa cada vez más arriesgado y oscuro, pero manteniendo cierto cinismo característico desde el principio. Y la aproximación al horror en consonancia con el humor convierten a ésta en una de las propuestas más singulares y extrañas, pero también más entretenidas y personales. Su cancelación se siente algo apresurada por parte de Paramount+, teniendo en cuenta que la plataforma no tiene el menor reparo en extender todo lo que puede el universo de Yellowstone (SkyShowtime, 2018-). Evil incluso ha tenido un paso exitoso por la plataforma Netflix en Estados Unidos, antes del estreno de esta cuarta temporada, que ha permitido acercarla a otro perfil de espectadores. Con un final lo suficiente ambiguo como para poder ser una conclusión, pero también dar paso a una continuación, el matrimonio King y su equipo de guionistas han ofrecido una temporada que sigue explorando con acierto las mil caras del mal y sus posibilidades de expansión. A pesar de ser muy crítica con la institución eclesiástica católica, es sin embargo muy respetuosa con la fe, lo que supone una aproximación interesante hacia la crisis de la religión, como se manifiesta en el diálogo entre el padre Frank Ignatius (Wallace Shawn) y la hermana Andrea en el episodio Fear of the unholy (T4E13): "La mayor afiliación religiosa actualmente son los "nones", aquellos que no creen en nada. ¿Sabe que la asistencia a la iglesia ha disminuido un 30%? Ya no viene nadie a las iglesias". A lo que la hermana Andrea responde: "Bueno, los nones no han sido los que han abusado de niños".
La serie española Las de la última fila (Netflix, 2022) abordaba el tema del cáncer a través de un grupo de amigas que acompañaban en un viaje hasta Cádiz a una de ellas antes de comenzar a someterse a las sesiones de quimioterapia. Creada y dirigida por Daniel Sánchez Arévalo, jugaba con el suspense de no revelar cuál de ellas era la que padecía cáncer y caía en todos los tópicos de sororidad que se pueden mostrar desde una perspectiva masculina. Podría parecer que Las senderistas (SundanceTV, 2023) es una serie similar, en cuanto que está protagonizada por seis mujeres que deciden organizar una ruta de escalada al Dôme de la Lauze, en los Altos Alpes, entre Suiza e Italia. Aunque en este caso todas ellas padecen diferentes tipos de cáncer y hay una diferencia esencial: la serie está creada por mujeres guionistas, lo que permite un acercamiento mucho más profundo y menos estereotipado a la psicología femenina. Es cierto que hay elementos comunes, como una especie de sentimiento de positividad, y una estructura que utiliza cada episodio (seis para seis personajes) para contar en forma de flashback las historias de fondo de las protagonistas. En este caso, estas mujeres deciden regresar a una escalada que habían organizado con su amiga Eve (Elsa Lunghini), pero que no pudieron llevar a cabo porque ella murió. El objetivo ahora es conseguir que Eve alcance la cúspide del Monte Rosa a pesar de su muerte, esparciendo sus cenizas en lo alto de la montaña. Con algunas de las mejores actrices del cine y la televisión en Francia, Las senderistas ofrece un delicioso viaje que está lleno de humor y sensibilidad en torno a la forma de enfrentarse al cáncer y a los efectos secundarios de la quimioterapia. Noémie (Clémentine Célarié) es una abogada cuyo hijo está estudiando en Australia, y al que ella ha decidido ocultar que tiene dificultades económicas derivadas de su convalecencia. La actriz, nominada al César por sus personajes secundarios en 37º2 le matin (Jean-Jacques Beineix, 1986) y Nocturne indien (Alain Corneau, 1989), vivió una experiencia parecida cuando le diagnosticaron cáncer de colon en 2019. Durante la presentación de esta producción en Séries Mania '23, festival que le otorgó el premio a la Mejor Actriz, Clémentine Célarié confesó en una entrevista que ella misma había ocultado durante un tiempo a sus tres hijos que padecía cáncer, por lo que su identificación con el personaje refleja el sensible trabajo que desarrolla.
Las historias de cada una de las protagonistas es contada a través de flashbacks en los episodios que se centran en ellas, mientras se desarrolla la trama principal sobre el ascenso a la cúspide de la montaña y las dificultades que encuentran en el camino: una intoxicación por belladona, una caída en un barranco, la presencia de un oso... mientras se enfrentan a sus problemas personales. En el episodio Sara (T1E1), el personaje interpretado por Alix Poisson, a la que hemos visto recientemente en la comedia familiar La tribu (SundanceTV, 2024) y sobre todo en una sobrecogedora interpretación como una de las víctimas del violador en El caso del Sambre (Movistar+, 2023), es una profesora de filosofía que descubre un secreto que ha ocultado su marido, y que recupera su feminidad a través de su enfermedad; en Patty (T1E3), una médico de urgencias interpretada por Camille Chamoux emerge de la invisibilidad como lesbiana que ha practicado hasta el momento. El proceso de enfrentarse a una enfermedad que supone un reto físico y psicológico durante su tratamiento de alguna forma extrae de estas mujeres personalidades que mantenían en un ámbito secundario. La idea principal de la serie es de Fanny Riedberger, que consiguió un éxito importante en Francia con su serie juvenil Lycée Toulouse-Lautrec (TF1, 2022-), sobre un instituto para jóvenes con discapacidades, y ahora enfrenta otro de los temas tabúes de su propia vida, ya que su madre falleció de cáncer. Esto explica la manera en que Las senderistas consigue tratar el tema con sensibilidad pero al mismo tiempo aportar un sentido del humor que nunca es condescendiente ni superficial. Ella misma ha contado que para la estructura narrativa se inspiró en la serie Perdidos (Disney+, 2004-2010), con la introducción de flashbacks que envuelven a la trama principal, mientras que cada uno de los arcos narrativos de los personajes están desarrollados por un guionista diferente. Los personajes masculinos tienen una relevancia secundaria, pero funcionan como contrapuntos de comedia, especialmente Tom (Lucien Jean-Baptiste), el guía de este grupo de mujeres que lucha cada día por cumplir el cronograma de la ruta, mientras su socio Pablo (Gérémy Crédeville) sirve como guía de otros dos excursionistas, Julien (Maxence Danet-Fauvel) y Jonathan (Baptiste Lecaplain), que se cruzan a veces con ellas.
Las senderistas consiguió reunir en mayo de 2023 a casi cinco millones de espectadores (21,9% de share) en su estreno en lineal a través de TF1, perdiendo audiencia en su episodio final, con una media de 3,6 millones (20,4% de share), pero manteniéndose líder en el prime time de los lunes. Al margen de la majestuosidad que supone el rodaje en el paisaje montañoso de los Alpes, esta serie coral consigue evitar ser demasiado melodramática aportando continuas dosis de humor y una sensación de hermandad femenina que las actrices transmiten sin aparente dificultad. De manera que los personajes, aun tomando decisiones equivocadas o cometiendo errores, acaban siendo muy conmovedores en su manera de asumir su heroicidad como supervivientes de una enfermedad que sigue siendo tratada como un tabú. Al mismo tiempo, la historia sirve a la creadora y las guionistas Sylvie Audcoeur y Anna Fregonese para abordar temas relacionados con la maternidad, el deseo femenino y la necesidad de redención. Se trata por tanto, no solo de un reflejo de las consecuencias del cáncer, sino sobre todo de un retrato de personajes femeninos en un momento decisivo de sus vidas, y cómo les afecta a ellas y a su entorno.
El episodio final de esta última temporada, Seguir adelante (T9E6) resume bien la conclusión de una etapa que sin embargo no es un cierre definitivo a una serie que comenzó hace diez años y termina con la novena temporada, en consonancia con su título Inside Nº 9 (Filmin, 2014-2024). Porque sus creadores y protagonistas, Steve Pemberton y Reece Shearsmith seguirán ampliando el universo de estas historias de comedia y terror con una adaptación teatral, Stage/Fright (2025) que se representará en el West End de Londres entre el 18 de enero y el 5 de abril de 2025, bajo la dirección de Simon Evans, en la que recuperan algunos de sus personajes más conocidos de la serie. La obra está despertando tantas expectativas que las funciones de los sábados ya se han vendido completas. Pero estos dos actores y guionistas han conseguido cuadrar perfectamente el desarrollo de una serie de episodios autoconclusivos que en total forman un programa de 55 capítulos, con algunos momentos antológicos, y con la colaboración habitual del director español Guillem Morales (1975, Barcelona), que ha dirigido 15 episodios, ganando un premio BAFTA en 2021. Él ha regresado a la serie para esta temporada final, porque no había participado en las temporadas 7 y 8, dirigiendo la historia más clásica, La maldición de la Novena (T9E5), en la que participan como actores invitados Eddie Marsan y Natalie Dormer. Se trata de un relato de terror más puro, sin elementos de humor, en el que Jonah (Reece Shearsmith) un afinador de pianos, se enfrenta a la conocida como "maldición de la Novena", una superstición real que existía en el mundo de la música según la cual cualquier compositor de sinfonías posterior a Ludwig van Beethoven moría poco tiempo después de escribir su novena sinfonía, sin llegar a completar la décima. Este maleficio duró 129 años hasta que Dmitri Shostakovich compuso su Décima Sinfonía sin que le ocurriera nada. Es una muestra terror gótico que funciona como un reloj, y que continúa la línea de otras en la serie como El demonio de la Navidad (T3E1) o Tentando al destino (T4E6).
En cierto modo, la novena temporada está planteada como un resumen de los elementos más distintivos de la serie, con episodios arriesgados como Calle Mulberry (T9E3), que se desarrolla en una calle vista solo desde la perspectiva de un videotimbre, y que recuerda a algunos de los momentos más perturbadores de la serie, como aquel especial de Halloween grabado en vivo, Dead line (T5E0) que fue una de las incursiones más sorprendentes, e incluso se considera parte de la historia de la televisión británica a pesar de que perdió a buena parte de sus espectadores por un supuesto fallo de emisión. Pero este episodio recuerda sobre todo a Triste consuelo (T2E4), que mostraba la acción solo a través de cámaras CCTV. Mientras que El dilema del tranvía (T9E2) sigue la línea de algunas de las mejores historias que han funcionado solo con dos personajes interpretados por los creadores de la serie, desde Una noche tranquila (T1E2) hasta El vestidor de Bernie Clifton (T4E2) o Un truco de magia (T5E4). Sin embargo, la última temporada tiene la virtud de evitar ser un autohomenaje, y construye sus particulares historias como si en realidad no se tratara de la temporada final. Quizás no están en ella los mejores episodios, aquellos que forman parte de las listas elaboradas por los espectadores que recuerdan las historias que más les han impactado. Pero sigue habiendo un afán de romper con algunos elementos narrativos tradicionales, acercándose un poco a La dimensión desconocida (CBS, 1959-1964) en el primer episodio, No decir ni pío (T9E1), que transcurre en el interior de un tren Merseyrail que circula bajo tierra, con la participación de Mark Bonnar y Charlie Cooper. O haciendo un guiño a su anterior serie, The league of gentlemen (BBC, 1999-2017) en el episodio Ctrl/Alt/Esc (T9E4), que transcurre dentro de una habitación del pánico, con Katherine Kelley.
En cierto modo, tiene su lógica que la serie concluya con una historia metanarrativa que reúne a algunos de los actores invitados que han pasado por las distintas temporadas. Hay que recordar que Inside N. 9 permitió a algunos intérpretes como David Morrissey mostrar su bis cómica en el episodio El árbitro es un CA**LLO (T5E1), que recientemente ha desarrollado con soltura en la serie Problemas con papá (Movistar Plus+, 2024). Participar en estas historias se ha convertido casi en una tradición para algunos de los mejores actores y actrices de la escena y la televisión británicas, aunque se cuenta que ha quedado pendiente la participación de Sir Ian McKellen, que tenía mucho interés en estar en algún episodio, pero nunca se pudieron cuadrar las agendas. Inside N. 9 se ha convertido en la comedia más longeva de BBC Two, y representa ese tipo de series tan británicas que parecen cuadrar perfectamente con la personalidad y la forma de ser inglesa, siempre con un punto de teatralidad pero encontrando el equilibrio entre el terror y la comedia. Dirigido por George Kane, que se incorporó a la serie en la anterior temporada, el final de Inside N. 9 imagina cómo serán los próximos proyectos de estos dos creadores que han tenido carreras independientes en el terreno de la interpretación, pero vienen colaborando como guionistas desde hace más de dos décadas. Pero la última temporada no es tan concluyente porque acaba transmitiendo la necesidad de volver a ver algunos de los episodios más recordados de una serie que ha marcado una etapa notable en la televisión británica.
Si hay algún director del que se pudiera esperar que su incursión en el formato de series se centrara en manejar las narrativas y las expectativas del espectador, sin duda es Alfonso Cuarón (1961, México) en su primer proyecto después de una película tan personal como Roma (2018). De hecho, antes de ésta, ya había sido el creador de otra producción, la más comercial Believe (NBC, 2013), en la que había compartido autoría con Mark Friedman y solo había dirigido el episodio piloto. Disclaimer (Apple tv+, 2024), sin embargo, es un trabajo en el que ha ejercido como guionista y director en solitario, tomando como base la primera novela de Renée Knight (1959, Reino Unido). Publicada en España como Observada (2015, Ed. Black Salamandra), ese título tiene el tono de novela policíaca de aeropuerto que hace referencia al estilo de edición barata del libro que servirá como elemento principal de la historia. Al comienzo, vemos a Catherine Ravenscroft (Cate Blanchett) recibir un premio por su carrera como directora de documentales de género periodístico (la profesión original de la escritora Renée Knight) que revelan los entresijos y secretos de grandes corporaciones. Durante la ceremonia, el discurso de la presentadora del premio advierte que hay que tener "cuidado con la narrativa y la forma", lo que también es una llamada de atención al espectador sobre cómo se va a contar esta historia dividida en siete partes. Pero al comenzar a leer una pequeña novela que ha recibido por correo titulada "The perfect stranger (El perfecto desconocido)", Catherine se ve reflejada en la protagonista, advirtiendo que se trata de una historia que ella misma protagonizó en el pasado. Como si fuera una de esas corporaciones de las que suele descubrir sus secretos mejor guardados, la intimidad de Catherine se ve destapada por este libro amateur: "Has visto esta cara antes. Habías esperado no volver a verla jamás. Tu máscara ha caído" (una escena con la que comienza el libro y que en la serie se sitúa más adelante). La realidad se ve manipulada a través de la ficción literaria que está basada precisamente en una realidad.
Alfonso Cuarón desarrolla la narración a través de tres voces distintas: la historia del pasado no tiene narrador pero está contada desde una perspectiva literaria; mientras que en la novela original se utiliza una tercera persona para Catherine, la serie introduce una segunda persona con tono casi acusatorio; y finalmente, en ambas, la narración en primera persona de Stephen Brigstocke (Kevin Kline), un profesor que decide adelantar su jubilación aprovechando las quejas de una madre por la forma en que trató a su hijo: "Estaba cansado. Cansado de enseñar, de repetir las mismas lecciones durante casi cincuenta años. Pero más que nada, estaba cansado de soportar el comportamiento dañino y perverso de niños malcriados que se creían con derecho a todo". Reordenando su casa y deshaciéndose de los objetos personales que había guardado de su esposa Nancy (Lesley Manville), fallecida nueve años atrás, descubre unas viejas fotografías que no conocía, que le permiten darse cuenta de que Catherine pudo ser algo más que una simple desconocida durante un viaje a Italia de su hijo Jonathan (Louis Partridge). La serie se abre con una escena de sexo entre éste y su novia en el tren que les lleva hasta Venecia, y alterna las líneas temporales, utilizando los tiempos verbales que adoptan los narradores para situarnos en el presente y el pasado. Porque en Disclaimer no hay nada azaroso, sino que cada elemento, cada imagen en el televisor de fondo, sirven a la historia para reforzar la idea de que el relato puede ser construido desde diferentes perspectivas, y que ninguno de los narradores es demasiado fiable. Como en todo juego de prestidigitación, disfrutará menos de esta propuesta el espectador que se dedique continuamente a tratar de descubrir el truco detrás de la magia. Porque la historia en realidad es sencilla, casi se diría que un thriller convencional, pero tiene en la forma de contarlo el resorte principal de sus grandes virtudes. Incluso se alternan dos directores de fotografía, el francés Bruno Delbonell y el mexicano Emmanuel Lubezki, que ha trabajado con Alfonso Cuarón en películas como Hijos de los hombres (2006) y Gravity (2013), para el presente y el pasado, éste último mostrado con colores brillantes de postal turística.
Hay también un estilo diferente para los personajes: con el marido de Catherine, Robert (Sacha Baron Cohen), a partir del momento en que se revela el pasado de ella a través del libro, se utiliza la cámara en mano y los zooms que desestabilizan la imagen. El contagio progresivo de la vida de Catherine afecta a su trabajo y a su vida familiar, incluso a través de redes sociales falsas que plantean reflexiones sobre esa deriva entre la verdad y las fake news que se han apoderado de la sociedad actual. El descargo de responsabilidad del libro "The perfect stranger" deja claro sin embargo que "todo parecido con la realidad no es coincidencia", lo que nos lleva a interpretar como aportes irónicos algunas advertencias mojigatas al principio de determinados episodios de la serie sobre su "fuerte contenido sexual". Los lectores del libro a lo largo de esta historia, como Nicholas (Kodi Smit-McPhee), el hijo de Catherine, adoptan juicios de valor respecto a la protagonista del texto, llegando a la conclusión de que merece todo lo que le pasa. Cate Blanchett crea esta destrucción moral con una cadencia que recuerda al proceso de cancelación de su personaje en la película Tár (Todd Field, 2022), pasando de ser una mujer prepotente a una figura desvalida. En contraposición, Kevin Kline se apoya en una interpretación más "de máscara" para encarnar a un Stephen cuya vida se alimenta del sentimiento de venganza, usando las maneras de un anciano torpe en las circunstancias que más le interesan. Su adopción de una antigua rebeca de su esposa Nancy como elemento permanente de su vestuario durante toda la historia, es un hallazgo de la novela que adquiere mayor impacto cuando lo vemos en pantalla, dándole un aspecto de persona inestable. Y el formato episódico está perfectamente utilizado por el director, subrayando cada comienzo y final para convencer al espectador de que siga asistiendo a este juego de perspectivas. El Capítulo IV contiene una revelación que impulsa los tres episodios finales hacia un ejercicio magnífico de tensión y de cuestionamiento moral. Con sus posibles imperfecciones, esta serie está construida como un thriller inteligente que mira al espectador de frente para hacerle partícipe, pero sin engañarle, como se apunta al principio: "En el proceso de exponer a sus sujetos, Catherine descubre que pueden manipularnos solo debido a nuestras propias creencias y prejuicios. Y en ese camino, revela algo más profundo y problemático: nuestra complicidad en algunos de los pecados más tóxicos de la sociedad actual".
Entre las innumerables versiones de videojuegos convertidos en series y películas que se han desarrollado en los últimos años, no siempre el resultado termina siendo tan satisfactorio como lo es esta adaptación de Twisted metal (PlayStation, 1995-2012), la saga más larga de la historia de la plataforma que terminó con el lanzamiento de la versión para PS3, y que ahora es recuperada por Michael Jonathan Smith, uno de los guionistas de Cobra Kai (Netflix, 2018-2023), y Rhett Reese y Paul Wernick, responsables de Deadpool (Tim Miller, 2016) y su secuela, y del reciente éxito de Apple tv+ Ghosted (Dexter Fletcher, 2023). La serie toma la premisa principal del juego, un combate entre coches con todo tipo de artilugios y armas, para construir una historia nueva alrededor de esta propuesta. La trama principal se desarrolla en un mundo apocalíptico sacado directamente de la iconografía de las películas de Mad Max (George Miller, 1979) para centrarse en John Doe (Anthony MacKie), un mensajero que se dedica a cruzar el desierto para transportar envíos especiales entre diferentes ciudades controladas por grupos armados. Su principal misión es encargada por Raven (Neve Campbell) en el episodio WLUDRV (T1E1), que controla San Francisco, para transportar un paquete hasta New Chicago, prometiéndole que si consigue hacer la entrega con éxito, tendrá permiso para formar parte de una comunidad cerrada y elitista, alejado de los peligros que supone trasladarse constantemente por la zona exterior. Por supuesto, la aventura se complica por el hecho de que solo tiene diez días para completar su misión, y porque el mundo idílico que le presenta Raven no es tan real como aparenta. En su camino se cruza con Quiet (Stephanie Beatriz), una silenciosa ladrona de coches que está buscando al agente Stone (Thomas Haden Church) para vengarse por la muerte de su hermano Lou (Richard Cabral), y es precisamente el tándem que forman John y Quiet el que impulsa la serie hasta momentos realmente divertidos. Aunque la figura más destacada de la temporada es la de Sweet Tooth, interpretado por el luchador profesional Samoa Joe, pero con la voz del actor Will Arnett, un payaso con tendencia a convertir todo lo que toca en una masa sangrienta que surgió como personaje anfitrión del combate en Twisted metal 4 (1999), y al que los creadores de la serie le sacan el máximo partido a través de su sentido del humor macabro y la violencia gore que despliega, convirtiéndose durante parte de la temporada en el principal antagonista. En una pelea cuerpo a cuerpo con John Doe en el episodio 3RNCRCS (T1E2), Sweet Tooth se detiene un momento para cantar "Thong Song" de Sisqó, que suena en los altavoces del casino de Las Vegas donde vive, en una broma que resulta tan tonta como efectiva. Y, efectivamente, la serie tiene el tono de las películas de Deadpool, porque en cierta manera el protagonista de Twisted metal está desarrollado con una verborrea que se parece a la personalidad arrolladora de Wade (Ryan Reynolds), lo que se convierte en un hallazgo cuando se le coloca como compañera de viaje precisamente a un personaje como Quiet, que apenas habla. Los primeros episodios presentan a los personajes principales sin hacer demasiados desvíos, lo que centra la trama principal desde el principio, pero es a partir de la mitad de temporada cuando consigue que el dúo formado por John y Quiet funcione perfectamente, acercándose a una comedia romántica, pero en la que ambos tienen objetivos diferentes. La violencia de la serie es tan grotesca como caricaturesca, y alcanza su punto máximo en CRZSRDS (T1E5), cuando Sweet Tooth se introduce en el cuartel de la policía y no deja títere con cabeza: "Nunca había visto a nadie cortar una cabeza humana de esa forma y atraparla en el aire", le dice Stu (Mike Mitchell), recién incorporado al cuerpo de policía, pero que se convertirá en su principal cómplice. Hay en este sentido paródico muchas de las constantes que aparecían en Bienvenidos a Zombieland (Ruben Fleischer, 2009), uno de los primeros guiones de éxito de la pareja formada por Rhett Reese y Paul Wernick. Con diez episodios de 30 minutos que mantienen el ritmo, la serie cuenta con algunas apariciones estelares de cómicos como Jason Mantzoukas, quien interpreta al violento predicador Preacher en EV3L1N (T1E8), un episodio en el que John Doe, que se llama así porque la amnesia le ha hecho olvidar su propio nombre, comienza a tener recuerdos relacionados con su coche mientras suena la canción "My immortal" de Evanescence. Dirigida en casi la mitad de la temporada por Kitao Sakurai (1985, Japón), realizador japonés educado en Estados Unidos, que ha realizado previamente comedias como Un mal viaje (2021) y ha dirigido varios episodios de Dave (HBO Max, 2020-), Twisted metal promete para su segunda temporada, que ya está confirmada, acercarse más a los videojuegos a través de una competición entre coches que volverá a tener como protagonistas a algunos de los personajes secundarios que hemos visto en la primera.
Utilizando el formato panorámico, la directora rodea a los personajes de un entorno que subraya las relaciones familiares, en las que los protagonistas están confrontados. El hijo mayor, Aitor, es el reflejo de su padre en todos los sentidos, incluso en la percepción de que hay actitudes de menosprecio hacia su mujer que reproducen el carácter de Íñigo, junto al que se posiciona. Mientras que Jon, quizás descrito demasiado convencionalmente como un joven bisexual que entiende mejor a su madre y se distancia más de su padre, como si su carácter estuviera definido por su orientación sexual, se convierte en el único apoyo familiar de Miren. Pero lo que refleja con especial habilidad esta historia escrita por Alauda Ruiz de Azúa, Julia de Paz, directora del premiado cortometraje Harta (2021) y Eduard Sola, que este año ha escrito los guiones de Casa en llamas (Dani de la Orden, 2024), El bus de la vida (Ibon Cormenzana, 2024) y La virgen roja (Paula Ortiz), es la permanencia del miedo, ese sentimiento invisible que sin embargo paraliza y destruye, y que sobrevuela constantemente sobre las decisiones tomadas por Miren durante sus años de matrimonio. Aunque no está basada en un acontecimiento real concreto, la serie se inspira en varios de los casos reales que encontraron los guionistas durante su investigación, reproduciendo los patrones que modelan el carácter sistemático y estructural de los abusos. La figura de Íñigo, que se muestra con cierta condescendencia amable hacia su esposa, se define más por la sombra de sus posibles reacciones que por los actos que contemplamos. Su probable violencia psicológica permanece en el subconsciente, pero no se muestra explícitamente lo que la hace todavía más inquietante. La descripción de algunos "cambios de humor" que hacen los hijos acaba siendo la justificación de su carácter intrínsecamente violento. No solo en el miedo que impidió la reacción de Miren, sino también en el temor a que aparezca en algún momento cuando ella ha iniciado una nueva vida.
Cuenta la directora que alguna de sus referencias para el estilo de narración han sido la miniserie The staircase (Max, 2022) y la película Tár (Todd Field, 2022), lo que parece lógico no solo por el tipo de acercamiento visual a la historia, sino porque Querer se estructura sobre dos tipos de juicios: el legal y el moral. Uno revelando de forma aséptica las realidades ocultas durante tantos años, el otro reflejando la realidad de las relaciones familiares. Lo que también la acerca inevitablemente a películas como Nader y Simin, una separación (Asghar Farhadi, 2011), para construir las entrañas de un matrimonio que comenzó como una relación apasionada en el que hubo algunos sacrificios, pero pronto se reveló como la condena a una vida subyugada. La desintegración de la familia, que en cierto modo representa la forma en que la sociedad afronta las denuncias por abusos sexuales, se produce de forma paralela a la construcción del procedimiento judicial. Pero Querer tiene un punto de apoyo fundamental en la interpretación precisa y dolorosa que crea Nagore Aramburu a través de Miren, a quien vemos desfallecer en pocos momentos, y cuya actitud menos compungida de lo que se exige a una víctima de provoca también suspicacias a su alrededor, algo sobre lo que también reflexiona la reciente serie británica Kidnapped (BBC, 2024). Y es el reflejo de ella lo que define a las figuras masculinas que han estado todo el tiempo rodeándola: la tolerancia hacia la violencia, el miedo a convertirse en el padre, la condescendencia de un entorno masculinizado... Querer es una extraordinaria representación, desde el núcleo de una familia de clase media alta, de las actitudes de nuestra sociedad frente a las víctimas de abusos, especialmente cuando este es silencioso e invisible, y cuando se sostiene en formas de amar que son dominantes y denigrantes.
Dates in real life (Amor sin wifi) (Movistar Plus+, 2024) es la primera serie creada y dirigida por Jakob Rørvik, quien consiguió una gran repercusión con su largometraje Thomas vs. Thomas (2022), que se definía como "una sensacional teoría sobre una vida insignificante en el multiverso", protagonizada por un científico cuántico que estaba a punto de descifrar el código del universo pero no era capaz de resolver aspectos sencillos de su propia familia. Este tipo de personaje que está atrapado por su propia realidad se encuentra también en Ida, que asimismo tiene dificultades para relacionarse con su propio entorno. En su búsqueda de relaciones IRL, la protagonista conoce a un incel que la graba en el gimnasio en Kingerprinsessen (La princesa guerrera) (T1E2), y a un DJ japonés que ofrece un concierto en Oslo, del que ella es una seguidora fiel. Pero cuando Tetsuo (Ken Yamamura) le dice que quiere ser conocido por su propio nombre en Å fange enhjørnigen (Para atrapar a un unicornio) (T1E3), la fascinación del avatar se esfuma. La protagonista de Amor sin wifi tiene la sensación de que para ella no es posible encontrar una relación parecida a la virtual que mantenía con Adam, incluso si le conociera personalmente: "Quizás todo sería distinto si nos conociéramos en persona. Quizás arruinaríamos lo que tenemos online. Puede que yo no encajara para ti sin píxeles, porque tendrías que tratar directamente conmigo". La serie funciona mejor cuando plantea estas reflexiones sobre lo que es real y lo que es artificial en una sociedad que tiene también dificultades para definirse a sí misma.
Es divertida la relación de Ida con su madre Vibeke (Heidi Goldmann), tan obsesionada con Phil Collins cuando era joven que ahora que se adentra en el mundo de las aplicaciones de citas solo queda con hombres calvos y pequeños. Lo que en cierto modo plantea que simplemente cambiamos de herramientas para adentrarnos en nuestras propias fantasías. Mientras que el personaje de Ida se desarrolla tanto en la vida real como en la virtual, donde tiene buenos amigos como Teen (Amund Sigurdssønn Karlsen), un hombre de mediana edad de Baviera que utiliza el avatar de una adolescente. Esta particular relación entre lo real y lo virtual ha sido descrita recientemente en el premiado documental noruego La singular vida de Ibelin (Benjamin Roe, 2023), ganador del premio a la Mejor Dirección y el Premio del Público en Sundance '24, que se estrena en Netflix en octubre. Pero la exploración de Ida es mucho más personal, tiene relación con sus traumas y sus inseguridades, como cuando en el episodio En kropp i verden (Un cuerpo en el mundo) (T1E4) confiesa que nunca se ha desnudado delante de nadie, ofreciendo una interesante incursión en la exposición de su propio cuerpo. Aunque a veces puede ser algo repetitiva, Amor sin wifi trata de encontrar caminos por los que construir un coming-of-age que está interesado en cruzar las fronteras entre dos mundos que se pueden convertir en opuestos: el real y el virtual. En Ida 2.o (T1E7), la protagonista intenta mantener el equilibrio entre ambos, pero se da cuenta que cuanto más se introduce en la vida real más se desmorona su entorno virtual.
A pesar de que la película Coherence (James Ward Byrkit, 2013) está considerada como una de las más influyentes historias de ciencia-ficción de los últimos años, ganadora del Premio al Mejor Guión en el Festival de Sitges, su director ha tardado diez años en producir su siguiente proyecto, obligado a utilizar el mismo método de producción independiente, mediante una campaña en kickstarter para recaudar fondos y sin distribución asegurada. De hecho, aunque Shatter belt (Filmin, 2023) se estrenó en el Festival SXSW '23, no ha tenido todavía una distribución convencional y se podría decir que no está terminada, porque estaba planteado un quinto episodio que finalmente no se ha rodado. Resulta sorprendente que un director con tanto talento como James Ward Byrkit tenga tantas dificultades para poner en marcha sus proyectos. La participación de Shatter belt en el Festival de Sitges (sus tres primeros episodios se proyectan el 11 de octubre), ha permitido la distribución de la serie en España, lo cual es una excelente noticia para los aficionados a la ciencia-ficción, porque se trata de una de las más asombrosas series antológicas que se han estrenado recientemente, una incursión en la conciencia humana como un resorte para cuatro historias independientes absolutamente fascinantes. La inspiración de la serie proviene de la clásica antología La dimensión desconocida (CBS, 1959-1964), no solo por el tipo de historias que contaba sino por la capacidad de Rod Serling para sacar partido a presupuestos reducidos. La intención de Shatter belt era precisamente crear historias con pocos personajes rodadas en localizaciones de interior, como El difícil problema de Carl (T1E1), que transcurre en un solo escenario con tres personajes, pero las historias fueron creciendo hasta hacerse más complejas. Uno de los temas centrales de la serie es la consciencia humana, la capacidad del ser humano para hacerse preguntas y los peligros que puede provocar perder el control sobre ella. En el primer episodio Callie (Emily Baldoni) es una rastreadora de IA que se introduce en la casa de Denise (Adrienne Lewis) cuando la consciencia de su marido Carl (Hugo Armstrong) ha sido secuestrada. James Ward Byrkit tiene una especial capacidad para elaborar planteamientos filosóficos mientras sorprende al espectador, y eso está bien reflejado en un episodio lleno de tensión. El libre albedrío se cuestiona en Immotus (T1E2) cuando en la oficina de una startup se enfrentan a un dilema en torno a una manzana que se ha hecho viral en internet, otra historia que se desarrolla en un solo espacio pero con un trabajo de personajes más coral, con algunos de los actores de Coherence, que mantiene el suspense a cada instante. La idea recuerda al experimento filosófico que se sostiene en el enunciado: "Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo ¿hay algún sonido?", un planteamiento que se pregunta si algo puede existir sin ser percibido.
El episodio más ambicioso es El espécimen (T1E3), que nació del interés que tenía el actor Patton Oswalt por trabajar con James Ward Byrkit después de ver Coherence, y que acabó en un relato escrito para que él lo protagonizara. Los espacios cerrados de los dos episodios anteriores se abren a unos escenarios más amplios, paisajes exteriores con el desierto como fondo y planos abiertos para contar una historia personal protagonizada por Dervey Ryan (Patton Oswalt), un escritor que trata de conseguir que su obra y su vida dejen alguna huella en la sociedad. De nuevo las consecuencias de una decisión se convierten en trascendentales para el devenir del destino del protagonista, y en cierto modo es una historia personal melancólica y triste que sin embargo tiene una dimensión mucho más trascendental, planteando dudas sobre cómo se puede interpretar el pasado de una forma errónea desde una perspectiva presente. El ser humano está en el centro de los cuatro episodios que forman esta serie antológica que consigue extraer reflexiones interesantes y conceptos sorprendentes. Una de las virtudes de Shatter belt es que no pretende fusionar otros géneros con la ciencia-ficción, sino que es ciencia-ficción pura, algo que cada vez resulta más difícil de encontrar en muchos proyectos que mezclan otros géneros como si no confiaran en el interés de una propuesta eminentemente fantástica. Últimamente, solo alguna serie como Scavengers reign (Netflix, 2023) se ha mantenido fiel al concepto específico de la ciencia-ficción.
Y esto permite a James Ward Byrkit explorar ideas como la consciencia, los sueños, las dimensiones múltiples y las disrupciones de una sociedad marcada por pautas y nomas de una manera que resulta novedosa y deslumbrante. El último episodio, Perlas (T1E4), es el más surrealista e irónico. Transcurre en un restaurante durante una cena omakase, en la que los comensales se ponen en manos del chef para dejarse guiar por sus propuestas culinarias. Aunque en este caso resultan especialmente sorprendentes y desagradables, porque las propuestas que ofrece no solo tienen una función gustativa sino que extraen la naturaleza interior de los comensales. Se trata de una reunión de trabajo, al precio de 6.000 dólares por comensal, en el que Carrie Anne (Catherine Lidstone) y Colin (Richard Follin) esperan conseguir una promoción laboral en la empresa en la que trabajan, de la que son dueños Ramina (Abigail Spencer) y Vance (Elimu Nelson), pero la reunión no sale como pensaban, y la degustación de los platos comienza a provocar una sinceridad cada vez mayor entre los asistentes. Es un episodio que requiere interpretaciones medidas pero viscerales dentro de un ambiente surrealista, incluso aunque James Ward Byrkit suele buscar una cierta naturalidad en sus actores. Como serie antológica, Shatter belt tiene algunos planteamientos más interesantes que otros, pero siempre ofrece ideas brillantes y desarrollos sorprendentes. Tiene la virtud de abordar temas trascendentes y filosóficos a través de historias sencillas, y una capacidad para atrapar al espectador que no habíamos visto en mucho tiempo.
Resulta interesante encontrar en medio de relatos románticos entre parejas que no superan la treintena alguna historia de amor entre personas adultas. En este caso, una relación posiblemente imperfecta en la que durante 15 años dos personas enamoradas no son capaces sin embargo de funcionar como pareja, obligándose a hacer un pacto de amistad que no siempre pueden cumplir exactamente. La historia ha sido escrita por el veterano Victor Levin (1961, New York), nominado a cuatro premios Emmy como guionista y productor de Mad about you (NBC, 1992- 2019) y como productor ejecutivo de Mad men (MGM+, 2007-2015), entre otras. Y se trata de una aproximación a una relación romántica que es cualquier cosa menos convencional, incluso aunque no consiga cumplir tanto las expectativas como Normal people (Movistar Plus+, 2020) o Siempre el mismo día (Netflix, 2024). Con críticas dispares en Gran Bretaña y Estados Unidos que se han burlado de sus personajes poco realistas, efectivamente Alice (Andrea Riseborough) y Jack (Domhnall Gleeson) puede que no consigan convencer porque son demasiado ambiguos y demasiado defectuosos como pareja, tomando decisiones imprevisibles y muchas veces incomprensibles, lo que en definitiva les acerca mucho más a la realidad. Ambos se conocen en una cita a ciegas en el año 2007, y desde el principio, Alice (un talento en la gestión de inversiones con una buena posición económica), cuestiona a Jack (un investigador de enfermedades raras), adoptando un toque de ironía que parece también un mecanismo de defensa. Victor Levin deja para el último episodio dos momentos importantes en la relación entre ambos: las horas previas a ese primer encuentro y la chispa del enamoramiento que surge en uno de los primeros reencuentros casuales en Cuba (en realidad, Gran Canaria). Lo que resulta una decisión arriesgada porque a veces la historia puede parecer demasiado conveniente y pretendidamente inesperada. Pero conforme los personajes se revelan a sí mismo resultan también más comprensibles y conmovedores. En esa estructura particular que adopta, Alice & Jack (Filmin, 2024) comienza con una escena que será el desenlace de Reunión (T1E2), un momento de revelación que marca la forma de percibir a los personajes. Mientras que Respuesta proporcionada (T1E3) ofrece otro de esos puntos de inflexión en la relación dispersa en el tiempo que mantienen los protagonistas, en un brindis que se convierte en declaración de amor. "La vida no es ordenada", dice Alice en el Reevaluación (T1E5), para intentar explicar por qué ella y Jack nunca han tenido la posibilidad de funcionar como pareja sentimental. A pesar de que ambos son plenamente conscientes de que están profundamente enamorados; cuando Jack está buscando pareja, quiere ser tan sincero que les advierte de que él está y estará enamorado de Alice toda su vida.
Quizás esta estructura de elipsis narrativa contribuye a percibir la historia como poco desarrollada, pero lo cierto es que construye a los personajes con una especial capacidad para aportarles la humanidad que necesitan. Y la dirección está firmada por dos cineastas tan personales como Juho Kuosmanen (1979, Finlandia), director de Compartimento Nº 6 (2021), y Hong Khaou (1975, Camboya), realizador del drama Monsoon (2019), que aportan una mirada melancólica que se apoya en los dos protagonistas para crear un vínculo emocional permanente, subrayada por la intimista banda sonora de Stephen Rennick, de instrumentación sutil, que contribuye a establecer ese tono de cercanía. Andrea Riseborough y Domhnall Gleeson, que vuelven a repetir como pareja después de la película Nunca me abandones (Mark Romanek, 2010), están más allá de ser dos jóvenes inexpertos en el amor que experimentan el frenesí del primer encuentro. La relación de estos personajes es mucho más pausada, más tranquila y menos estridente de lo que estamos acostumbrados a ver, se podría decir que mucho más madura en ese sentido. Se están estrenando en los últimos meses este tipo de historias que muestran relaciones incompletas, como la de la serie italiana Un amore (SkyShowtime, 2023), pero si en aquella había un sentimiento de años perdidos y decisiones equivocadas, en ésta no hay ni siquiera tiempo para eso. Aunque no por ello se pueda evitar que se produzcan daños colaterales, como la esposa de Jack, Lynn (Aisling Bea), que no puede resistir emocionalmente tener un marido que siempre acudirá a la llamada de Alice, que siempre la mantendrá como un personaje secundario en su vida. Pero que al mismo tiempo nunca es retratada como una antagonista de Alice, y hábilmente ni siquiera es reflejada con una percepción de tristeza.
Alice & Jack es claramente un drama, y si se quiere, puede calificarse como un melodrama, pero la escritura de los diálogos entre los personajes principales es tan sutil y está cargada de tanta ironía que nunca llega a ser demasiado pesada emocionalmente, incluso en los momentos que pudieran ser más dramáticos. También están bien perfilados los personajes secundarios, como Maya (Aimee Lou Wood), la empleada y posiblemente única amiga de Alice, y Paul (Sunil Patel), el ayudante y posiblemente único amigo de Jack. Éste confiesa en Reevaluación (T1E5) que "es agotador... estar enamorado", mientras su amiga Donna (Rachel Adedeji) le advierte en Baby (T1E4) que "no te dejes atrapar otra vez por la vorágine disfuncional de Alice" cuando ésta toma una decisión tan inesperada como en cierto modo lógica. En general, se podría decir que Jack representa a un héroe romántico, mientras que Alice adopta su papel de heroína a través de su propia existencia, que en cierto modo también es una forma de supervivencia (al trauma, a la soledad...). En una historia romántica convencional, estos dos personajes no cumplirían los requisitos para estar enamorados, pero en un mundo imperfecto, disfuncional y caótico (el mundo real), su conexión acaba siendo comprensible precisamente porque es imprevisible. Alice & Jack acaba siendo por tanto un drama anti-romántico, que se eleva por encima de las historias amables de personajes empáticos.
La serie comienza durante una noche de 1981, con disturbios entre jóvenes radicales y la policía en Birmingham que conectan con los enfrentamientos de los norirlandeses con el ejército inglés esa misma noche en Belfast. El hermano de Dante, Gregory (Jordan Bolger), tiene el carácter duro y arrogante que él nunca ha tenido, con un pasado criminal que le ha llevado a encontrar su única salida en el ejército. Pero un ataque de pacifismo, que le lleva a recitar poesía y repartir flores, le coloca al borde de la expulsión. En medio de las turbulencias sociales, el racismo, los conflictos laborales y la opresión del terrorismo, la música y la poesía se convierten en la única forma de contrarrestar estos desafíos. Mientras el padre de Dante y Gregory, Deuce Williams (Nicholas Pinnock), participa desde el Episodio 5 en las protestas que protagonizaron en 1981 los trabajadores de la planta de automóviles Rover, de Birmingham, contra la pérdida de empleos que provocará su cierre, los jóvenes intentan formar una banda de ska que les permita salir de ese entorno. This town tiene la capacidad de reflejar la inestabilidad de todo un país en un espacio concreto, estableciendo 1979 como el comienzo de la grave crisis económica que afrontó Gran Bretaña durante los años ochenta. Y quizás la serie quiere abordar demasiados de estos conflictos, también introduciendo al gángster Robbie Carmen (David Dawson), que obliga a un hombre a introducirse en la boca los dedos cortados de un traidor, como si estuviéramos viendo Peaky blinders. Un funeral reúne a la familia dispersada, especialmente a los primos Dante y Bardon, y trae de vuelta a la madre de este último, Estella, una mujer alcoholizada que ofrece una excelente interpretación de Michelle Dockery, muy alejada de Downton Abbey (RTVE Play, 2010-2015) y Buena conducta (Movistar+, 2016-2017).
This town es una propuesta ambiciosa que a veces puede perder el foco entre tantos hilos narrativos, pero que tiene una escritura inteligente y bien estructurada, un trabajo tan elaborado como complejo, y que se siente creíble y profundamente personal, aunque en la banda sonora encontremos menos música ska y más canciones populares de la época. El grupo The Specials, uno de los representantes del 2-tone, el ska-rock que surgió en la segunda ola de popularidad de este género, publicó como single en 1981 la canción "Ghost town", en la que cantaban: "This town is coming like a ghost town" (Esta ciudad se está convirtiendo en una ciudad fantasma), y que se convirtió en un himno de la degradación de la sociedad británica en los ochenta, de donde proviene el título de esta serie. Aunque puede ser decepcionante para quienes esperen un retrato más profundo de la escena musical de la época, especialmente en relación con Fuck the Factory, la banda que forman los protagonistas de la serie que solo se consolida al final, This town funciona como un espectáculo ambicioso que introduce una pincelada de esperanza y cierta alegría juvenil en medio de los conflictos políticos, económicos y sociales que rodean a sus personajes.
Shatter belt se proyecta en el Festival de Sitges el 11 de octubre. Twisted metal se proyecta en Serielizados Fest el 19 de octubre. La singular vida de Ibelin se estrena en Netflix el 25 de octubre. ______________________________________Películas mencionadas:
Nueve reinas se puede ver en Acontra+.Regreso al futuro se puede ver en Filmin, Movistar Plus+, Prime Video y SkyShowtime. Midnight family y Compartimento Nº 6 se pueden ver en Filmin. Ruido, Roma y Un mal viaje se pueden ver en Netflix. Saw X se puede ver en Movistar Plus+.La profecía, Deadpool y Nunca me abandones se pueden ver en Disney+.Gravity se puede ver en Max y Prime Video. Ghosted se puede ver en Apple tv+. Mad Max se puede ver en Max.Cinco lobitos se puede ver en RTVE Play.El bus de la vida, Spencer y Ferrari se pueden ver en Prime Video. Nader y Simin, una separación se puede ver en Filmin, Movistar Plus+ y Pluto TV.