Sin duda, estas dos imágenes han sido la demostración de unos hechos históricos de un año que todavía no ha acabado y que podría ser, para muchos, el comienzo que anuncia la serenidad que tanto añora la comunidad internacional. En el caso de la organización terrorista que intentó obtener la independencia de Euskadi a raíz del uso de la violencia pero que el resultado ha sido todo lo contrario siendo sus promotores, encarcelados por sus actos, y fueron derrotados por una sociedad que creyeron en la paz. Además, tienen a más de 800 civiles que fueron víctimas mortales cuyos familiares tienen que vivir el resto de sus vidas con el dolor más profundo en el interior de sus almas por la pérdida de sus seres queridos que algún día compartieron la cercanía y la complicidad en sus vidas cotidianas.
Mientras que, en la segunda imagen, dos hombres de ideas demasiado opuestas se reunieron por primera vez en un tercer país con el fin de avanzar el proceso de la desnuclearización en Corea del Norte que aún tenemos que observar por parte de los estudiosos de la temática si la promesa se va a cumplir de manera definitiva ya que el cambio de opinión por parte del régimen norcoreano ha sido indisciplinado. El Partido de los Trabajadores aún controla, con mano de hierro, su población restringiendo los derechos básicos del hombre y con el sistema songbun la igualdad sigue siendo un asunto lejano y que castiga a más de la mitad de población del país. Mientras que, el país más poderoso del mundo empieza a utilizar la herramienta de la exclusión hacia los inmigrantes tachándolos con atributos despectivos sin hechos comprobados.
La similitud que presenta en estas dos imágenes es la falta de perdón. La organización terrorista de origen vasco se ha disuelto, pero quizá tarde demasiado tiempo en pedir perdón a las víctimas y que el daño que ha causado, si no adelanta el acto de la clemencia, pueda ser irreversible en los familiares que siguen esperando esas disculpas más sinceras por parte de ellos en su totalidad. El régimen norcoreano quizá avance para tratar de eliminar la posesión de sus armas nucleares a cambio del mantenimiento de su sistema y que muy seguramente no pedirá perdón a sus propios ciudadanos por sus actos. Y Estados Unidos también tendrá su inmensa dificultad de pedir perdón por sus actos cuyo historial nos lleva a décadas antes del panorama actual. Quizá estas noticias sean históricas, pero nosotros seguiremos siendo unos actores sociales secundarios. A la espera de que alguien nos traiga una noticia de la indulgencia verdadera.
PD: Muchos han comentado la dureza del libro "La marcha infinita". Quería pedir perdón por el contenido. Sin embargo, mi intención ha sido contar tal cual como ha pasado en Corea del Norte hace dos décadas y que el régimen norcoreano aún no ha pedido perdón por este hecho que acabó en una tragedia ahí. El diario de Corea del Norte