Como he comentado en otros artículos, la situación que vivimos actualmente en un entorno caracterizado por la presión competitiva, ha modificado profundamente la concepción tradicional de una logística, que pasa de un desarrollo funcional fragmentado en diferentes departamentos y con un carácter profundamente operativo, para convertirla en un planteamiento más estratégico (como fuente de ventajas competitivas), integral (dentro de la empresa como un sistema) y global (en el marco de redes de proveedores y clientes).
En este entorno, la capacidad competitiva ha quedado condicionada por distintos factores (desarrollo tecnológico, sistemas JIT, automatización de procesos, sostenibilidad, …) que han intensificado la relación profunda entre la información y la actividad logística de la empresa, ya que el uso intensivo de las tecnologías de la información y la comunicación se configura como una forma adecuada de dar respuesta a estos retos.