Recientemente, la estudiante de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, Charlene Jane González fue arrestada por mostrar sus senos mientras llevaba a cabo un performance, una manifestación de protesta contra los roles de género arguyendo que los hombres en la cultura puertorriqueña se pueden quitar las camisas y las mujeres no.
Este arresto ha tenido el irónico efecto de demostrar el punto que ella misma estaba tratando de presentar, y diluscida como las autoridades defienden, no el orden público ni la expresión libre ni los derechos civiles, sino un sistema de valores tradicional, patriarcal, una cosmología e interpretación del mundo en que vivimos que cada día un número mayor de nosotros consideramos obsoleta y estúpida.
Un caudal de solidaridad se manifiesta en el internet a causa de esto, al cual me uno, y creo que es momento para un diálogo sobre como se ha socavado la libre expresión y nos hace preguntarnos porqué la desnudez parcial, sobre todo en el contexto de una protesta feminista, puede resultar escandalizante a algunas personas cuando hemos visto tantas mujeres de tribus africanas con las tetas al aire en National Geographic sin ningún tipo de problema en una sociedad donde la pornografía no solo es legal sino que es una de las industrias mediáticas más lucrativas.
Uno se debe cuestionar también como la gente que se escandaliza al ver las tetas de una activista, no se escandalizan por los millones de niños que se acuestan a dormir sin comer todas las noches en muchas partes del mundo. ¿Donde están sus valores?
¿Desde cuando dos inocentes tetas pueden resultar un insulto mas grande a la dignidad humana que un infante esquelético que nuestra especie fracasó en nutrir? Las tetas deberían ser celebradas porque dan leche y vida, pero como especie hemos elegido la muerte, la fámina.
Hay partes de Francia donde el nudismo es aceptado. No puedo discernir que esto jamás haya causado ningún tipo de desgracias.
La falta de discernimiento y claridad mental con respecto a este asunto debe ser iluminada por estudios llevados a cabo por científicos sociales, como el Dr. Wilhelm Reich, que en sus libros explora el problema de la represión sexual y su directa correlación con la enfermedad mental, neurosis sexuales y la violencia. Fue expulsado del partido comunista luego de categorizar el fascismo como un síntoma de represión sexual.
Otros estudios han explorado la correlación entre la represión sexual y la tendencia a tener experiencias místicas y religiosas ... pero si consideramos que la tendencia a tener estas experiencias también guarda una correlación con la epilepsia y que se ha demostrado que los ataques de epilepsia suceden en el mismo lóbulo del cerebro que suceden estas experiencias místicas, retornamos al mismo argumento que hizo el Doctor Reich.
Incluso objetos culturales como el famoso Chupacabras han sido interpretado como síntomas de neurosis colectiva sexual de los puertorros por sicoanalistas junguianos que apuntan al sentido semántico de las palabras chupa (acto sexual de chupar) y cabras (verbaje popular para referirse a las mujeres promiscuas en Puerto Rico). La teoría junguiana dice que al reprimir el contenido del líbido, la siquis lo transforma en algo que se llama 'la sombra' y que ese contenido reaparece en sueños, leyendas y folklor cultural en forma distorsionada.
El Chupacabras, al igual que los demonios, súcubos e íncubos de la era medieval, es interpretado por la escuela junguiana como la sombra de la siquis colectiva, el hijo bastardo de la represión sexual y la histeria innecesaria con que hemos sido regañados como niños ... sospecho que cualquier persona que crea literalmente en la existencia del Chupacabras o de los demonios va a mostrar una marcada tendencia tanto a la credulidad como a la represión sexual.
Si fuésemos a obedecer el sentido común, tendríamos que llegar a la conclusión de que en un país tropical donde las temperaturas con frecuencia ascienden sobre los 90 grados Fahrenheit las mujeres, si quieren, deberían verse en libertad de llevar escasos trapos o dejar los pechos al aire como hacen en muchas partes de Africa y Papua Nueva Guinea de similar clima.
En Borinquen no siempre tuvimos este problema. Las taínas lo hacían, vivían en paz con sus tetas, sin complejos. Es obvio que el tabú contra mostrar las tetas no es nativo boricua sino que nos llegó de afuera, con el coloniaje. Es un tabú cultural, de esos que no tiene absolutamente nada que ver con consideraciones éticas excepto cuando coarta la expresión libre.
¡Un brindis por las tetas y por la libre expresión!Soy terrícola, secularista y humanista.