Las tierras arrasadas. Emiliano Monge

Por Mientrasleo @MientrasleoS

     "También sucede por el día, pero esta vez es por la noche. En mitad del descampado que la gente de los pueblos más cercanos llama Ojo de Hierba, un claro rodeado de árboles macizos, lianas primigenias y raíces que emergen de la tierra como arterias, se oye un silbido inesperado, cruje el encenderse de un motor de gasolina y desmenuzan la penumbra cuatro enorme focos reflectantes."
     Tenía curiosidad por este libro. Desde la primera vez que lo vi en la librería, algo me atrajo de él. Y han sido estos días en los que he viajado un poco, que he aprovechado para sumergirme en sus páginas. Hoy traigo a mi estantería virtual, Las tierras arrasadas.
     Conocemos a Epitafio y Estela, dos enamorados que viven al margen de la ley. Pero no es la suya una historia de amor en la que estar al margen de la ley provoque suspiros románticos. En realidad su amor es lo único humano que les vemos, ya que se dedican al tráfico de migrantes que pasan por México camino de Estados Unidos.
     Empezar a leer Las tierras arrasadas en zambullirse en el tono de la novela, directo, sin adornos, y a la vez hermoso. Posee esa doble cualidad que caracteriza a algunos libros que terminan ganándonos tanto por cómo nos relatan la historia como por la historia en sí. Y eso sucede con este, solo que además está plagado de frases de esas que caen como sentencias ante los ojos del lector obligándole a sacar papel y lápiz y anotarlas. Y aquí justo termina la parte hermosa de la novela, porque el resto es una pura pesadilla que ya intuiamos al saber en las primeras páginas, que tal vez sea culpa de una tal Cementeria, que Estela, "una mujer armada con pedazos de otros cuerpos", no duerma.
Las tierras arrasadas es una historia de tráfico de migrantes en un país del que sabemos que la violencia es algo que le viene marcando a fuego. Solo que esta vez no se trata de narcotráfico, no, Monge se mete en algo mucho más crudo para relatar esta terrible historia, que no por terrible deja de ser real. La historia de esas personas que son despojadas de voz, de individualidad, de humanidad, mientras van camino de un sueño. México convertido en "la gran tierra lacrimante" en este libro en el que la vida no tiene valor alguno, convirtiéndose en ese terrible camino en el que es casi peor que la muerte. Tal vez por eso se les otorga a estas personas sin nombre un coro, en forma de voz doliente de todos aquellos que no la tuvieron. Efectivo, mucho más que lo habitual y que pasa por crear la historia de dos de estas personas para dar voz al colectivo. Porque Epitafio y Estela, pertenecen al lado de los malos. Son dos bestias despiadadas que ejecutan su labor en esta suerte de holocausto moderno. Y ahí, en mitad de tanta abyección, surge el amor. Y Monge utiliza ese amor, ese sentimiento humano y bueno por excelencia, para hacer el retrato de sus dos personajes. Un amor puro que es usado como arma arrojadiza por el lector, que no consigue en ningún momento conceder siquiera el beneficio de la duda a estas dos personas. Y así, nos resiente incluso que sean capaces de sentir algo cuando llevan una vida que demuestra lo contrario, incluso nos enfada. Y el amor se convierte en aquello que nos demuestra que no son personas, ni siquiera bestias. ¡Qué difícil ha tenido que ser concebir un paso así! Y aún más ejecutarlo.
     Me ha gustado Las tierras arrasadas. Forma parte de esos libros que centran el foco en realidades incómodas que preferimos no mirar. Y lo hace sin el brillo del celuloide, sin buscar un héroe que todo lo arregle, porque las cosas son así, y así es como Monge las relata.Escalofriante. Necesario. Y además, un buen libro, potente.
     Ahora que se acercan las vacaciones, tengo curiosidad por saber si elegís algún tipo de lectura específica para este periodo.
     Gracias.