Clara se encontraba tumbada a la bartola en el salón de la cabaña, leyendo una novela de misterio. Sin embargo, no estaba lo suficientemente relajada como para disfrutar por completo de la lectura. Y eso había que solucionarlo de algún modo. Cerró el libro, se echó la mano al bolsillo de la camisa y sacó un canuto. Lo encendió y lo aspiró hondamente, con cara de plena satisfacción. Mucho mejor así. Cuando abrió el libro de nuevo, todo se congeló. Clara se quedó completamente paralizada, con el libro abierto por la mitad.
Pausa. Rew.Clara se encontraba tumbada a la bartola en el salón de la cabaña, leyendo una novela de misterio. Sin embargo, no estaba lo suficientemente relajada como para disfrutar por completo de la lectura. Y eso había que solucionarlo de algún modo. Cerró el libro, se echó la mano al bolsillo de la camisa y… fue cortada en dos, limpiamente, a la altura del bolsillo de la camisa, salpicando todo el sofá de sangre escarlata. El torso de Clara y el resto del cuerpo, sin vida de forma súbita, se precipitaron al suelo en silencio.En su habitación, tumbados en la cama de matrimonio, Mónica y Miguel se devoraban a besos. Eran jóvenes, se querían, y tenían todo el tiempo del mundo. Sin embargo, al cabo de un buen rato de caricias y besos, la pasión les pedía liberarse de sus ropas. Mónica se incorporó ligeramente, excitadísima, y se desabrochó el sujetador de golpe, viendo sus senos la luz, y se liberó de las bragas por completo. Al mismo tiempo, Miguel se bajó los calzoncillos, descubriendo su erección. Fueron el uno hacia el otro… y se quedaron quietos, paralizados.
Pausa. Rew.En su habitación, tumbados en la cama de matrimonio, Mónica y Miguel se devoraban a besos. Eran jóvenes, se querían, y tenían todo el tiempo del mundo. Sin embargo, al cabo de un buen rato de caricias y besos, la pasión les pedía liberarse de sus ropas. Mónica se incorporó ligeramente, excitadísima, y… fue atravesada a la altura del pecho y a la altura de la cintura, en dos tajos secos y limpios, salpicando de sangre toda la cama. Al mismo tiempo, Miguel fue cortado en dos a la altura del ombligo: la sangre brotó como de un surtidor.El hecho de caminar, aunque se le denomine “senderismo”, resulta igualmente aburrido. Así que, al cabo de un breve paseo por el bosque, Pablo e Iván emprendieron el regreso hacia la cabaña. Cuando ya distinguían la silueta de la cabaña, recortándose en lontananza, a Iván se le antojó una imagen muy cinematográfica.
—¿No te sientes, a veces, como si estuvieras en una película? —preguntó Iván. —¿En una peli? Tú alucinas, tío —bufó Pablo—. Vaya gilipollez más grande, joder. ¿Eres un mamón o qué?—Vale, vale, no te pongas así. Era sólo una idea.—Sólo una idea, sólo una idea… —remedó Pablo, y de repente se quedó completamente quieto, como petrificado. Todo se paralizó.Pausa. Rew.—¿No te sientes, a veces, como si estuvieras en una película? —preguntó Iván.—¿En una peli? Tú alucinas, tío…Y de pronto el cuello de Pablo fue cortado de cuajo, segado limpiamente, y la sangre a borbotones salpicó a Iván de lleno. La cabeza por un lado y el resto del cuerpo de Pablo por otro cayeron a tierra blandamente.—Dios mío —musitó Iván sin comprender, perdido de sangre. Su amigo había sido decapitado en cuestión de un segundo. ¿Quién o qué lo había cortado? Le había parecido vislumbrar un brillo metálico, un destello de algo enorme, como unas tijeras gigantescas, pero todo había sucedido demasiado rápido.Aterrado, sintiendo la amenaza del bosque sobre sus hombros, Iván corrió hacia la cabaña como alma que lleva el diablo. Abrió la puerta de golpe y nada más entrar se encontró el cadáver de Clara en el salón, cortada en dos a la altura del pecho. La sangre en el suelo creaba un curioso dibujo en abanico. Las piernas de Iván flaquearon, se vino abajo, y le faltó un pelo para vomitar. Sobreponiéndose a la terrible imagen, y temiéndose lo peor, abrió la puerta del cuarto de la pareja, y se encontró en la cama los cuerpos sin vida y troceados de Miguel y Mónica. Vestidos, eso sí. Con ropa interior al menos. Al parecer, no habían llegado a culminar sus relaciones.Iván observó los cuerpos de hito en hito.—Dios mío —musitó—. ¿Qué coño ha pasado?Y se quedó congelado.Pausa. Rew.—Dios mío —musitó de nuevo.Y las tijeras del censor lo cortaron por la mitad.
Roberto Malo(el más y mejor cuentista de la banda)**relato perteneciente a Los soñadores