Las tinieblas del corazón

Por Raquelcascales @rcascales
Visto el revuelo que causó la anterior entrada me gustaría darle una vuelta más mediante una breve comparativa (completamente subjetiva) entre el libro El corazón de las tinieblas (1902) y El lobo estepario (1920). (Aviso: contiene spoilers).
En primer lugar, ambas historias narran un viaje que cada vez se vuelve más profundo y más oscuro. En la obra de Joseph Conrad la remontada del río Congo y el adentrarse en la selva no es más que el contexto que enmarca el núcleo literario: el descubrimiento progresivo de la oscuridad que habita dentro del hombre y que puede llegar a anegar su corazón, hasta llegar a deshumanizarlo y acabar con él. 
Por su parte, la novela de Hesse narra directamente un viaje interior. Harry Haller está tan cansado (aburrido, pero no desesperado) de su vida que no ve otra salida que el suicidio. Es en el momento límite con la muerte cuando comienza un viaje interior, se vuelve hacia sus adentros y comienza a descubrir nuevas facetas interiores, nuevas maneras de exprimir la vida. Sin embargo, los descubrimientos y experiencias que lleva a cabo le conducen a las tinieblas de su corazón. Haber descendido hasta llegar al "yo" tiene, en esta obra como en la anterior, un sinónimo de destrucción. 
En segundo lugar, me parece significativo el papel que cumplen paralelamente los personajes incitadores del viaje. Marlow, el protagonista de El corazón de las tinieblas, ha ido agrandando tanto la figura de Kurtz durante el viaje que, a pesar de ser consciente de cómo se cierne sobre él la oscuridad, no puede dejar de desear llegar al final para conocerle. Con lo que se encuentra, finalmente, ya no es con el mí(s)tico Kurtz, sino -literalmente- con la enfermedad, el horror, la locura y la muerte. En el caso de Harry la idolatría recae sobre Hermine (Armand@). Este personaje misterioso le fascina. Su ambigüedad le seduce y también le mitifica. Esta mistificación le lleva a supeditarse a todas sus órdenes, incluso a la que puede conducir a su muerte. Lo único que importa, una vez iniciado el viaje, es llegar hasta el fondo. De tal modo que, una vez más, el desenlace es destrucción, muerte y locura. Sólo que en este final ya no se contempla desde fuera, sino que se experimenta desde dentro y el loco hace lo único que puede hacer: reírse de sí, de su locura y del mundo.*
*En realidad aquí debo rectificar... Harry no se ríe de todo lo que ve en el "teatro mágico", por eso Pablo le regaña. No sé la razón. Espero sugerencias...