Las tintas ferrogálicas

Por Murice Restauracion Y Mas @Murice14

Las tintas son sustancias aptas para escribir, imprimir y colorear mediante técnicas e instrumentos adecuados.
Las tintas están compuestas de varios elementos: colorante, disolvente, aglutinante, mordiente y otros componentes secundarios (espesante, humectante, antiséptico, olorante, anticongelante…) que les aportan ciertas propiedades físico-químicas.
Según la composición encontramos tintas de naturaleza animal, vegetal y mineral.
En función de su uso éstas se dividen en tres grandes grupos:
- Tintas caligráficas: utilizadas para la escritura manual.
- Tintas de imprimir: utilizadas para las diferentes técnicas de impresión (litografía, off-set…)
- Tintas pictóricas: utilizadas en creaciones artísticas.
Existen varios tipos de tintas caligráficas. Un gran grupo son las tintas metaloácidas. Éstas están compuestas por colorantes a base de metales y ácidos que actúan como mordientes.
Dentro de éstas las más conocidas son las tintas ferrogálicas. Fueron muy utilizadas entre 1400 y 1850 en Occidente, aunque se conocen ya desde al menos el siglo I, momento en que Plinio lo recoge en uno de sus tratados. El primer país que estandarizó la fabricación de estas tintas fue Francia y lo hizo en 1626.
Estas tintas se conocen con diversos términos:
- Encaustum: llamadas así en la Edad Media.
- Tintas de hierro o de agallas: denominadas asi en la Edad Moderna.
- Tintas de galotanato de hierro o ferrogalicas o ferrogalotanicas: desde principios del sigo XIX.
Se componen de sulfato ferroso y fueron inventadas con intención de sustituir a las de carbón (tintas más antiguas conocidas). Tiene un color negro muy intenso que hace que se pueda confundir con las de carbón pero con el paso del tiempo se va volviendo marrón.
Aunque existían infinidad de recetas para su elaboración, en las que se añadían distintos aditivos, los principales ingredientes son dos: tanino y vitriolo, disueltos generalmente en agua.
Los taninos son compuestos fenólicos obtenidos de plantas, con la capacidad de formar complejos de color negro o café oscuro al mezclarse con sales de hierro. En este caso se utiliza el ácido galotánico, también llamado ácido tánico, presente en las agallas de ciertas plantas, como el roble. Las agallas son producidas por el árbol como respuesta al ataque de las larvas de algunos parásitos. También se podía usar corteza de roble o castaño, semillas de uva...

Agallas de Roble

El vitriolo en la antigüedad era indistintamente sulfato de cobre o hierro y era llamado chacantum (sangre de cobre) por los griegos, y attramentum (negro) por los romanos, debido al color que producía al reaccionar con taninos. El sulfato ferroso (Fe SO4) es una sal de hierro, soluble en agua y ligeramente verdosa.
Estas tintas no usan aglutinante ya que la fijación al soporte no se realiza por la acción pegajosa de una goma u otras sustancias, sino por la acción química del mordiente, en este caso el ácido.

Sulfato Ferroso



Goma Arábiga


Aún así se suele añadir algún tipo de sustancia para hacer más espesa la tinta y evitar que se decanten las partículas de colorante. En la mayoría de los casos se utilizaba goma arábiga aunque también se podía utilizar miel o azúcar.
Además se suelen añadir otros aditivos como colorantes, normalmente negro de humo, para hacer más oscuro el color. Las tintas ferrogálicas al reaccionar con el oxígeno del aire se van oxidando y es cuando consiguen un color más intenso y oscuro. En regiones con muy bajas temperaturas se añadía alguna sustancia para evitar el congelamiento de la tinta (como brandy).
Todo se disuelve en agua, normalmente de lluvia, o la más pura que se pudiera encontrar. En ocasiones ésta se reemplazaba por cerveza o vino y de esta forma la tinta tenía menos impurezas. Además el vino aportaba taninos y funcionaba como protector contra hongos y bacterias.
También el vinagre se usaba como fungicida.
Estas tintas, ya aplicadas, son insolubles al agua, por lo que en este sentido pueden considerarse permanentes, pero su inestabilidad química y el gran poder de corrosión hacen que sean las más degradantes para soportes caligráficos como el papel o el pergamino.

Papel con tinta ferrogálica


La celulosa se oxida debido a la acción catalítica de iones de hierro. Esto provoca oscurecimiento y fragilidad en el soporte.
La acidez desencadena la hidrólisis ácida de la celulosa, que reduce las propiedades mecánicas del papel.

Papel con tinta ferrogálica


Los ácidos, taninos e iones libres de hierro migran con facilidad gracias a su afinidad con la celulosa produciendo el efecto de transminación de la tinta, en la que el texto empieza a pasarse hacia el otro lado de la hoja o incluso a hojas contiguas, dificultando la lectura y catalizando las reacciones de deterioro en dichas zonas.
La corrosión puede ser tan fuerte que en muchos casos que traspasa el soporte generando lagunas e incluso la separación en cientos de pedacitos.El pergamino, aunque más resistente que el papel, también se degrada con estas tintas.

Deterioro producido por la tinta ferrogálica


Para restaurar las obras dañadas se utilizan dos procesos: desacidificación y laminación.
La desacidificación elimina los ácidos solubles y aporta una reserva alcalina.La laminación consolida el documento evitando que se pierdan fragmentos o se desplacen quedando la obra ilegible.
Calvo, A. 1997: Conservación y restauración. Materiales, técnicas y procedimientos de la A a la Z. Ediciones del Serbal. Barcelona.Crespo, C. y Viñas, V. 1984: La preservación y restauración de documentos y libros en papel: un estudio del RAMP. Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Paris.