Las toneladas de oro que los ingleses saquearon en sudamérica

Publicado el 05 marzo 2020 por Carlosdelriego

Finalmente los ingleses fueron derrotados y expulsados de Buenos Aires, después de haberse llevado el oro. El general Beresford (de rojo) se rinde a Liniers (Óleo de Charles Fouqueray)


El principal objetivo de los ingleses en Hispanoamérica fue saquear, sin más, nunca pretendieron fundar ciudades, organizar administrativamente los territorios, construir infraestructuras, universidades, hospitales… Los hijos de la Gran Bretaña consideraban aquellas tierras como un lugar del que extraer botín, a diferencia de España, que las consideraba provincias de ultramar con tantos derechos como las de la metrópoli (por ejemplo, para redactar y proclamar la Constitución de Cádiz en 1812 se contó con representantes hispanoamericanos)Aprovechando la debilidad de España por la invasión napoleónica (y otros sucesos como el levantamiento de Rafael del Riego en 1820), Inglaterra emprendió una campaña de alianzas con los españoles americanos criollos (pero no con los indios) que ansiaban la independencia para poder hacer y deshacer a su antojo sin la obligación de dar cuentas a la metrópoli. Abundantes fueron los episodios en que los marinos y militares británicos, bajo pretexto de combatir a España, se unían a los ‘libertadores’, pero pensando exclusivamente en sacar tajada. La realidad es que sus verdaderas intenciones eran llevarse todos los ‘caudales públicos’ que pudieran, cosa que muchas veces consiguieron gracias a la complicidad o a la ineptitud y desidia de los que se proclamaron nuevos dueños de aquellos territorios.El general William Carr Beresford fue uno de aquellos ingleses que en el siglo XIX se embarcaron para Sudamérica buscando botín, exclusivamente. Encuadrada su campaña en lo que se conoce como ‘invasiones inglesas’, Beresford atacó y tomó Buenos Aires a mediados de 1806 (lo había intentado antes pero fracasó) y, dejando claro su objetivo, apenas llegado exigió que le entregaran los caudales públicos. El virrey (los territorios americanos españoles eran virreinatos, no colonias) trató de esconder el tesoro público, pero Beresford dio con ello y se quedó con todo. El tesoro (que incluía el producto del saqueo indiscriminado a que sometió a la ciudad) llegó a Londres en septiembre de ese año a bordo de la nave ‘Narcisus’, y allí fue exhibido y paseado por las calles como botín de guerra entre el júbilo de la población: docenas de carros engalanados llevaban los lingotes y las monedas. Se calcula que Beresford trincó alrededor de cuarenta toneladas de oro amonedado y plata que pertenecían a la Real Hacienda del Virreinato de la Plata (cada virreinato tenía su propia hacienda, su propio tesoro público que sustentara su moneda), es decir, era patrimonio de aquella provincia, su erario. Desgraciadamente terminó en el Banco de Inglaterra para, al poco, ser repartido; claro que Beresford no quiso correr riesgos con su parte, de modo que de lo consignado en Buenos Aires, a Londres sólo llegaron dos tercios, ‘perdiéndose’ el otro tercio por el camino. Eso sí, cuando celebraban en Londres la toma de Buenos Aires, ésta hacía semanas que había sido reconquistada. Varias veces intentó Inglaterra tomar el territorio y otras tantas salió derrotada. Pero ya se había llevado lo que quería, el oro.Otro episodio que demuestra la rapiña británica, que veía la América Hispana con la forma del símbolo de la libra esterlina, lo protagonizó un marino llamado Thomas Cochrane, el cual había sido expulsado de la armada inglesa por lenguaraz, altanero, desafiante, bocazas, ambicioso…, así que ofreció sus servicios como mercenario a algunos de los criollos que planeaban desligarse de España. En 1821 el general San Martín (‘libertador’ él) temía que las reservas de oro y plata de la Real Hacienda del Virreinato del Perú (así como caudales y fondos privados) cayeran en manos del ejército español si éste tomaba Lima, de modo que tuvo la gran idea de sacarlo todo de la Casa de la Moneda y meterlo en tres barcos, La Perla, La Jerezana y La Luisa. Cochrane no tuvo problemas para asaltar y hacerse con el mando de esos tres barcos, trasladar el tesoro al O´Higgins y, lógicamente, huir a Londres a toda vela. Fueron no menos de veinte toneladas de oro y plata en lingotes y monedas lo que Cochrane trincó en Perú y se llevó a Inglaterra.Podría continuarse desglosando el verdadero expolio de Sudamérica: en 1822 los barcos ingleses sacaron de Santa Fe de Bogotá (Colombia), con destino Inglaterra, no menos de doce toneladas de oro; y lo mismo sucedió en otras zonas de la España de Ultramar como Guatemala o México… Y eso sin hablar de la piratería, una especialidad en la que los ingleses demostraron ser auténticos catedráticos, siempre con la venia de la corona británica.En total se ha estimado que los ingleses saquearon en la América Española el equivalente a ¡dos billones de euros de hoy!, dos millones de millones, los cuales estaban destinados a sostener las haciendas públicas de aquellos virreinatos (no a embarcarse para España) y tenían como fin la estabilidad monetaria de cada uno. De todos modos no hubieran podido llevarse los tesoros sin la complicidad de ‘libertadores’ como Bolívar o San Martín. El resultado fue desastroso para las incipientes repúblicas, pues quedaron descapitalizadas, viéndose obligadas a convertirse en colonias comerciales británicas: Londres se quedó con el monopolio de importación y exportación, derechos de explotación de recursos naturales, monopolio de préstamos y empréstitos a cargo de bancos y financieras inglesas con usureros intereses… Hicieron un mal negocio los ‘libertadores’, rompieron con España y se entregaron a Inglaterra, y encima pagaron por ello una fortuna inimaginable. Las consecuencias de aquel despropósito perduran dos siglos después.(Con información tomada del libro ‘La involución hispanoamericana, de provincias de las Españas a territorios tributarios’, 2010, del argentino Julio Carlos González)CARLOS DEL RIEGO