¡Las trampas del Imperio y Joaquín!

Publicado el 04 mayo 2011 por Jmartoranoster

“La palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla”.  José Martí La entrega del periodista de nacionalidad sueca, Joaquín Pérez Becerra por parte del gobierno bolivariano y revolucionario al gobierno de Juan Manuel Santos, responsable junto con el ex presidente Álvaro Uribe de crímenes contra el pueblo de Colombia, ha sido un golpe muy duro para el movimiento de solidaridad y resistencia de los pueblos que luchan contra el imperialismo. La rabia que afloró desde el domingo, luego que fue informada la detención del director de ANNCOL en el SEBIN (antigua DISIP), se transformó en un gran despecho, cuando se hizo realidad su entrega al gobierno de Santos -según él mismo- a solicitud hecha personalmente al presidente Hugo Chávez, líder de este proceso en el cual no son los sueños los que están en juego, sino la propia vida de todos. El presidente Chávez quien es sin duda el líder más importante junto con Evo Morales, luego de Fidel Castro, en Nuestra América de venas abiertas, desde su llegada al poder ha luchado incansablemente por levantar la moral y la dignidad de los y las venezolanas. Desde el principio se dedicó cuerpo y alma a defender nuestro principal recurso, recuperando la OPEP y los precios del petróleo; creó misiones sociales que incluyen y benefician a la mayoría de la población excluida por el capitalismo feroz y encabezó la política exterior venezolana, al punto de convertirse en la voz principal de la denuncia contra el imperialismo y el sionismo. Nadie le quita a Chávez lo bailao´. La defensa de la soberanía y todo el avance en materia de integración, de unidad, de solidaridad entre gobiernos y pueblos del continente e incluso de África y el Medio Oriente, preocupa seriamente al imperio estadounidense. ¡Claro que no puede ser bueno para quienes en poco tiempo se le acaban sus reservas petroleras, tener que claudicar frente a un “paisito” cuyas reservas son las más importantes del planeta! Efectivamente el imperio ha puesto en la mesa todas las estrategias posibles para acabar con la unidad y desprestigiar el liderazgo de Hugo Chávez en el mundo. De eso estamos claros y no podemos soslayar la necesidad de enfrentar unidos esos planes que no quieren acabar con Chávez, que quieren acabar con la revolución que ya es continental y mundial. Todo esto que más que argumento es la razón de este proceso, no contradice la diatriba, ni le resta tampoco el derecho que tiene el pueblo organizado, de debatir, discutir, cuestionar e incluso condenar decisiones o medidas que no comparte. ¿O es que el padre cada vez que discute con sus hijos los echa de casa? ¿O es que la mujer cuando no comparte opinión con el marido lo saca a la calle? ¿O es que los hermanos cuando tienen y expresan sus diferencias se matan? No. Eso sería una práctica reaccionaria y fascista. Una revolución se revisa; se critica, se cuestiona, lo cual no debe significar una ruptura con el principal objetivo que ella encierra. No puede ser excusa para tirar la toalla y sentarse a hibernar. Todo lo contrario. Es allí cuando se torna Revolución, cuando se manifiestan las contradicciones y las diferencias. Entonces es cuando podemos decir que no se está en una dictadura ni en un régimen totalitario, que se trata de un sistema que revoluciona y se revoluciona. ¡Al César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios! Criminalización de la protesta Los movimientos populares y las organizaciones tienen un deber que cumplir. Su papel es levantar la bandera de la justicia al precio que sea; las banderas de la paz y usar para ello todas las herramientas posibles, entre ellas los medios de información.   Las organizaciones populares no son instituciones burocráticas, no necesariamente deben utilizar eufemismos para caracterizar situaciones o actitudes. No les toca practicar la diplomacia. Por ello, no pude ser argumento para unos el uso de calificativos o la difusión de campañas que pretendan criminalizar las luchas por el hecho de no compartir “estilos”, que son al fin y al cabo la estética. Pero que en el fondo guardan el mismo objetivo. Así como no todos dentro del gobierno están de acuerdo con la entrega de Pérez Becerra, seguramente ocurre igual dentro de los movimientos que participan en las diferentes manifestaciones, con acciones como la quema de los rostros de Nicolás Maduro y Andrés Izarra, ministros de Relaciones Exteriores e Información y Comunicación, respectivamente. Pero reconocer que estamos unidos en la diversidad y que somos capaces de trascender nuestras diferencias para lograr el objetivo común, es lo realmente importante y nos reivindica como revolucionarios. Nosotros, quienes aspiramos morir como vivimos, no somos tan irresponsables como para tildar de lacayos del imperio a todos los funcionarios del gobierno, aunque hayamos muchos sido calificados por algunos de ellos (por nuestras posiciones y denuncias) de “radicales, extremistas al borde de la locura”. Estamos desconcertados, queremos explicaciones; ha sido un duro golpe para las fuerzas que luchan dentro de la Revolución contra la derecha en todas sus expresiones. No podemos concebir que se entreguen revolucionarios a gobiernos al servicio del imperio. Pero la vida de Joaquín Pérez Becerra, en manos ahora de uno de los estados más criminales del continente, no puede ser en vano. Este caso trascendió porque afortunadamente Joaquín es periodista y es ciudadano sueco. Con otros no ocurre igual. Por ello noo podemos callar la injusticia; no se puede justificar la maldad que ha sido estratégicamente utilizada para dividirnos y restarnos fuerzas en esta guerra que libramos contra el imperialismo. Debemos avanzar en la unidad para garantizar que el pasado no siga tomando espacios. Pero la forma de propiciar esa cohesión es un reto de todos los sectores revolucionarios. Las afirmaciones que desde las instancias burocráticas se hacen contra la protesta no puede ser argumento para sacrificarla. Cada quien tiene un espacio de lucha. El de los movimientos populares es la organización en la calle, con el pueblo. La trampa fue pisada, ahora no nos pisemos nosotros. Salir de ella es responsabilidad nuestra con nosotros y con quienes  han sido utilizados de anzuelo. (*)Periodista y coordinadora del Foro Itinerante de Participación Popular


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