Las tres caras de la luna de Sally Gardner

Publicado el 15 diciembre 2014 por Fernanda Espinosa @entrelibrosyte

Grandes joyas se esconden en las librerías que visitamos a diario, muy a menudo detrás de portadas sencillas y sinopsis que poco dejan entrever. No se me ocurre mejor ejemplo de ello que Las tres caras de la luna, de Sally Gardner. Todos los comentarios que había leído de este libro lo tildaban de maravilloso, y si en algo coincidían aparte de ello era que debíamos adentrarnos en él sin saber más que lo necesario. Y como lo necesario era la sinopsis, se podría decir que empecé a leer este libro casi a ciegas. Casi como mi visión se nublara por completo haciendo de mi única guía la mano de Standish Trewell, nuestro entrañable protagonista; y a medida que nuestro recorrido avanzara, mi vista fuera esclareciéndose.
Y disfruté cada paso de aquel recorrido.
En Patria no se canta, en Patria todo es sombra, en Patria se premia a los delatores y desaparece sin dejar rastro cualquier enemigo. Sus habitantes viven bajo el yugo del opresivo y despiadado régimen dictatorial que controla y dirige cada uno de sus pasos, están acostumbrados a hablar entre susurros, a recelar de los vecinos, a los continuos cortes de luz, y ya ni se asustan cuando oyen el toque de queda. En Patria, la fantasía es la única vía de escape.
Aún recuerdo —porque leí este libro un par de meses atrás— lo desconcertada que me hallé cuando leí los primeros capítulos de este libro, que por cierto no constan de más de veinte páginas. Nuestro protagonista se presentaba a sí mismo como un tonto, pero yo no podía verlo de ese modo. Aunque insistiera en destrozar el léxico y transformar la sintaxis como quisiera, sabía que me encontraba frente a un personaje que de bobo no tenía nada. Quizás tardé más de la cuenta en notar que Standish tenía dislexia, así como la autora de esta novela. Sally Gardner no ha tenido reparos en hablar de la dislexia fuerte y claro, definiéndola no como una enfermedad o discapacidad, sino como una manera diferente de ver el mundo, como un regalo. La red está inundada de textos de Gardner sobre la dislexia que han resultado una grata sorpresa, sobretodo por la ignorancia de la que peco respecto a este tema. Recomiendo encarecidamente que pasen por ellos o que siquiera vean este video que busca mostrarnos cómo lee un disléxico.
La dislexia es una de las armas que Standish usa para protegerse en un mundo donde nadie puede hacerlo por él, una Patria sometida a un régimen autoritario que haría temblar a cualquiera. Es en esto donde recae la genialidad del libro, en una impecable voz narrativa; la levedad del qué cuenta contrapuesta a la densidad del cómo lo cuenta. Gardner le da voz al chico que no sabe escribir a través de una pluma maravillosa, irónicamente dulce para la brutalidad que nos narra. La manera particular con la que Standish observa este mundo provoca que el lector reflexione temas como el adoctrinamiento, la manipulación informativa o la represión gubernamental de una manera en la que no lo había hecho antes. Mención aparte el hecho que nuestro narrador mantenga su inocencia pese a vivir en un mundo tan crudo y opresivo debe de ser una de las odas más hermosas a la libertad que he leído este 2013.
No quisiera terminar esta reseña sin mencionar la estructura de esta novela: cien capítulos cuya extensión varía entre un párrafo y tres páginas. Pequeños vistazos en la mente de Standish, a cabello entre el pasado y el presente, entre su imaginación y la realidad. Este libro superó todas las expectativas que tenía de él, logró que su brutalidad cale mis huesos y llegue a su conclusión con lágrimas en los ojos y mi corazón en un puño. Encontré en Las tres caras de la luna una propuesta ambiciosa, audaz y original dentro del panorama de la lectura juvenil contemporánea, una historia que pide a gritos ser leída. Un libro escrito, en las propias palabras de Sally Gardner, para vosotros: los soñadores, los olvidados en el colegio, los que nunca ganabais premios. Los que poseeréis el mañana



«Pero no lloré. Yo nunca lloro. ¿De qué sirve llorar? El abuelo dice que, si se pusiera a llorar, lo mismo ya no podría parar; había demasiadas cosas en la vida por las que llorar.»+ Amazon+ GoodreadsBook depository+ Web de la editorialresponder