El Partido Popular ha accedido al gobierno de España con el cerebro de sus militantes y dirigentes lavado, sin entender lo que es la política ni la verdadera democracia, imbuido y castrado por tres grandes mentiras que están perjudicando seriamente a la nación y a sus ciudadanos, envileciendo su labor de gobierno, dificultando la salida de la crisis, generando rechazo ciudadano y restándo eficacia y decencia a su gobierno.
La "primera" gran mentira es haber dictaminado, al igual que Zapatero y su gobierno, que el profundo descrédito actual de la política y de los políticos en España de debe a la crisis y a los datos negativos del paro, sin reconocer la verdadera causa de que los ciudadanos rechacen a los políticos y a sus partidos como uno de los grandes problemas de la nación: el mal gobierno de los políticos, que está conduciendo a España hasta el matadero, y el comportamiento torpe, corrupto, arrogante y arbitrario de la clase política española, que nos está sumiendo en la derrota y la miseria económica y moral.
La "segunda" gran mentira del PP se la hemos escuchado muchas veces a sus dirigentes, que repiten que "el principal deber de un político es tomar decisiones", ignorando que los políticos no son elegidos para que tomen decisiones, sino "decisiones correctas", lo que es muy distinto. El pasado11 de septiembre, en su intervención en el "Foro Joly" de Sevilla, cuando presentaba al conferenciante Juan Ignacio Zoido, Maria Dolores de Ciospedal repitió con una insistencia sorprendente que ellos estaban en el poder "para tomar decisiones", sin mencionar nunca la palabra "correctas", ignorando que, en democracia, el ciudadano que elige a un político para que le represente y le gobierne tiene el derecho a exigirle no sólo que tome decisiones sino que acierte y resuelva problemas, algo muy distinto. Lo único que justifica las ventajas y privilegios que adornan al poder público en democracia es, precisamente, el acierto. Los políticos no son elegidos, como afirma el PP, para tomar decisiones, algo que hacemos todos los ciudadanos a diario, sino para que solucionen problemas, lo que no han hecho ni los gobiernos de Zapatero ni el actual de Rajoy. La aparente confusión no es baladí porque encierra toda una estafa al electorado y una violación sustancial de la esencia de la democracia.
La "tercera" gran mentira del PP es, probablemente, la mas conocida y repugnante. Afirman que todas las medidas que han tomado desde que llegaron al gobierno, incluyendo los recortes durísimos y las terribles subidas de impuestos, eran imprescindibles e inevitables. La falsedad se econde, precisamente, en la idea de que eran inevitables. La verdad, conscientementeocultada por el PP, es que muchos de los recortes y subidas de impuestos podrían haberse evitado si el gobierno hubiera recortado antes, como era su deber, en los suntuosos y desproporcionados gastos del Estado, plagado de instituciones, empresas públicas, observatorios y otros cientos de chiringuitos innecesarios, donde cobran sueldos generosos cientos de miles de enchufados del poder, casi todos ellos familiares, amigos de políticos y gente con carné de partido. La verdad, dolorosa, cruel, injusta y antidemocrática, esque han preferido destrozar servicios vitales y derechos ciudadanos y subir impuestos hasta convertir España en el país más exprimido y expoliado de toda Europa, antes que expulsar del Estado a los parásitos o cerrar, por ejemplo, las costosas e inútiles televisiones públicas locales, regionales y nacionales.
Después hay una inmensa batería de mentiras y falsedades adheridas al poder que también degradan la política, incitan a odiar a los políticos y empujan a España hasta el abismo, pero que, comparadas con las tres grandes, parecen pequeñas, a pesar de la inmensa injusticia que conllevan. Entre esos engaños del gobierno destacan el olvido de los populares de sus promesas electorales, incluyendo aquellos "pinganillos" para traducción simultánea del catalán en el Senado, que tanto criticó el PP cuando era oposición y que ahora mantiene, a pesar de que el invento cuesta 12.000 euros por sesión. Pero hay muchos más, como la afirmación de que la Justicia es igual para todos, la frivolidad con la que se suben impuestos a los ciudadanos, aplastándolos y esquilmándolos, la impunidad práctica de los delincuentes políticos, la supresión de los controles democráticos a los partidos políticos, la negación de que muchas decisiones judiciales, como la liberación del asesino etarra Borinaga, son de índole política, la falta de transparencia en la gestión pública, la apuesta por la mentira y la manipulación a través de los medios de comunicación, el acuerdo previo con el PSOE y otros grupos para defender los ueldos, pensiones y demás privilegios de la casta política, la adhesión al bipartidismo, cuidadosamente ocultada por su naturaleza miserable y antidemocrática, la decisión de preservar fiscalmente a los poderosos y hacer pagar a las clases medias y trabajadoras la factura de la crisis, también cuidadosamente ocultada y desmentida y un largo etcétera de canalladas y abusos cuya simple enumeración colmaría por lo menos un centenar de páginas de texto.