No sé si os pasa igual que a mí con los libros sobre la Guerra Civil o la II Guerra Mundial: parece que no te pueden contar nada nuevo, pero siempre me quedo alucinada con otra historia, una de muchas de las que hay y de las que habrá, que da voz a otras personas que antes no conocías y que también sufrieron esta parte tan oscura de nuestra historia.
Las tres heridas comienza con Andrés, un campesino que se encuentra luchando a la fuerza en el bando republicano, junto a otros presos entre los que está su hermano. Si alguien se fuga, cuando hacen el recuento por la mañana se fusila al que iba delante y detrás del fugado, pero Andrés quiere escaparse durante la noche a Móstoles, pues están a unos pocos kilómetros, para ver a su mujer, Mercedes. Mercedes y Andrés no tienen noticias el uno del otro desde que empezó la guerra.
En Madrid, en 2010, Ernesto se da una vuelta por el Rastro, como todos los domingos, y encuentra una caja antigua que contiene una foto y un fajo de cartas manuscritas. Se lo lleva a casa, por supuesto, y esa fotografía antigua consigue que nazca una idea para su próxima novela… Ahora solo queda averiguar algo sobre esa pareja de la imagen, que no son otros que Andrés y Mercedes.
La historia se desarrolla durante el año 36, sobre todo al principio de la guerra, y en la época actual, en la que Ernesto trata de recoger información sobre esas dos personas, entrevistándose con gente que conoció a la familia, con los hijos de los supervivientes, etc. Además, el lector va conociendo la historia casi a la par que Ernesto, así que vamos siguiendo sus pesquisas mientras presenciamos la vida en Madrid al comienzo de la contienda.
Pero no van a ser Mercedes y Andrés los protagonistas únicos de esta historia y es que, al principio, la trama se bifurca para que el lector (y el propio Ernesto) conozca a Teresa Cifuentes, la guía clave de la narración: una chica joven de una familia bien avenida, de Madrid, que se ve arrastrada por lo peor de ambos bandos durante la guerra. Y uno de esos bandos será su propia familia. No va a ser hasta la mitad del libro, más o menos, cuando se junten las historias de Mercedes y de Teresa, para dar lugar a una relación de amistad muy especial, pues la necesidad y el miedo no entienden de clases sociales cuando estamos hablando de una guerra.
Ha sido una lectura de lo más absorbente. Ya el principio te deja con el corazón acelerado, y no te queda otra que seguir leyendo para conocer toda la historia. Y es que es una historia distinta; sin defender a unos u otros, la autora nos narra las dificultades que los madrileños tuvieron que vivir y sufrir, los “paseos” que daban a la gente por haberles visto con compañías desaconsejables en aquel momento, o por ir bien vestidas, lo cual ya venía a significar que eran unos fascistas… De verdad que llegas a sentir angustia por las necesidades y miedo que pasaban, y que incluso deseas que las tropas franquistas lleguen de una vez, aunque sea nada más para que las protagonistas pudieran llevarse algo a la boca. Es una historia muy angustiosa y refuerza la idea de que las atrocidades se cometieron en ambos bandos.
Además creo que a los escritores o a los proyectos de escritores les gustará mucho, porque Ernesto se ve envuelto por su propia historia, la de su futura novela, y es bonito ver cómo va conociendo a unos y con otros, sus futuros personajes, acostumbrándose al trato más o menos cordial con la gente que le puede dar información, incluso viviendo algunas experiencias inquietantes.
Le pongo la nota máxima porque me ha encantado la novela, aunque hay algo que no me convenció del todo, y es que la autora tarda demasiado en juntarnos las dos historias, la de Mercedes y la de Teresa, y parece que el lector anda perdido durante la primera mitad del libro. Otra pega es que hay bastantes errores y faltas (acentos, tiempos verbales…) que han escapado a lo que debería haber sido una buena corrección; es que cada vez lo veo más imperdonable.