La única novedad de estas elecciones es el fracaso de la apuesta de Podemos de propinar un “sorpasso” al PSOE, adelantándolo en votos y escaños, objetivo que había querido afianzar con la coalición urdida con Izquierda Unida que le permitiría sortear las peculiaridades del Sistema D´Hondt para el reparto proporcional de los escaños del Congreso de los Diputados. Y es que, a pesar de esta estrategia, los ciudadanos le han vuelto a dar prácticamente los mismos diputados que en las anteriores elecciones. No han conseguido beneficiarse de los votos que supuestamente debían proporcionarle los votantes de Izquierda Unida y no han podido, por tanto, adelantar al PSOE como segunda fuerza política, arrebatándole la hegemonía de la izquierda española. Repetir resultados para Podemos ha sido una derrota que no han logrado disimular en sus valoraciones en la noche electoral.
La situación resultante nos retrotrae a la pasada del 20 de Diciembre: sólo cabe dialogar para poner encima de la mesa los intereses del país y dejar de lado los partidarios de cada formación. Si ese objetivo guía las negociaciones, ahora que ya los ciudadanos han repetido su mensaje, puede ser sumamente fácil acordar un Gobierno estable y sólido para los próximos años. Ya no hay cálculos electoralistas que valgan: la realidad es la que es y los actores políticos son los que han querido los votantes. Ahora resta ponerse a trabajar de una vez.