Estamos con el debate sobre si Eurovegas va a Madrid o a Barcelona, pero, sobre todo, con la calificación moral que debe dársele a este centro de juego y diversión al que se oponen por iguales motivos morales la izquierda y la Iglesia católica.
Que los obispos condenen el juego en los casinos, la posible prostitución y un género de vida dedicada a la diversión pecadora va de sí en la doctrina que imparten.
Pero es una incongruencia que copien los argumentos de los curas, además de los franquistas, porque Franco prohibió los casinos con excepción del histórico de San Sebastián, los socialistas, comunistas y anarquistas, que anteponen criterios de la moral religiosa a los de ampliar el proletariado creando empleo.
Se olvida, además, que fue Miguel Sebastián, ministro de Industria de Zapatero, quien inició las conversaciones con el magnate Sheldon Adelson para que la sucursal europea de Las Vegas se instalara en España, basándose en que prometía decenas de miles de puestos de trabajo.
Pero sorprende más que no sepan que España ya es Las Vegas. Es EspañaVegas, como le dirán muchos extranjeros que vienen aquí, que se sorprenden al descubrir que todos los bares del país tienen sus máquinas tragaperras con premios en metálico como si fueran pequeños casinos.
En EE.UU. están absolutamente prohibidas esas máquinas, siempre con ludópatas a su alrededor, en locales públicos comunes. Precisamente, los casinos de Las Vegas nacieron allí porque es territorio libre de esas leyes.
Y que protesten contra la prostitución es desconcertante: las prostitutas aquí están por las calles, en los hoteles de cualquier categoría y cada pocos kilómetros en clubes en toda la red de carreteras del país de manera mucho más visible y miserable que en Las Vegas.
Por cierto, Las Vegas es el nombre que le dio el español Antonio Armijo en el siglo XVIII al lado del Gran Cañón del Colorado, cuando iba desde Texas a California, entonces territorios españoles, luego de casta viene el juego de tahúres
Por lo demás, Las Vegas es la ciudad más segura de EE.UU., y eso sí que es envidiable.
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SALAS