Las veinte cosas que me gustaría que mi hijo y mi tribu me vieran hacer

Por Mamaconvergente2

Ayer leí en Facebook un artículo que me encantó de Shikoba Kids, 20 Cosas que me gusta que mis hijos me vean hacer o cómo educamos en valores en casa, y me gustó tanto que decidí escribir sobre eso. En muchos coincido, quizás tenemos valores muy aproximados. Yo además lo amplío a mi tribu, algo de lo que más adelante os hablaré.

La cuestión es que yo también creo que la mejor manera de educar es dar ejemplo.

Que no todo lo hago yo. No todo se me da tan bien como para hacerlo, pero para eso crear un nuevo modelo familiar está bien. Así entre todos damos ejemplo en valores. Es imposible educar niños sanos si entramos en contradicción entre lo que decimos que deben hacer y lo que hacemos. Por tanto para educar en valores a mi hijo y ayudar a mi tribu a educar hijos sanos, esto es lo que quiero que me vean hacer:

1. Sonreir. Creo que es infinitamente más simple construir adultos felices partiendo de infancias felices. Los niños necesitan que sus adultos de referencia sean felices. De esta manera transmitimos felicidad y seguridad. Nuestros hijos se reflejan en nuestras emociones. Cuando algunos adultos me dicen “quiero que mi hijo sea feliz” o “lo hago por mi hijo” insisto en que ellos tienen que ser los primero en ser feliz. No merece nada la pena si no somos capaces de ser felices y tranmitir esa felicidad a los hijos. Obviamente la sonrisa es eso que consigue transmitir la seguridad.

2. Ser dulce. Quizás en este mundo hipercompetitivo y patriarcal hemos perdido el “derecho” como mujeres a ser dulces. Ser dulce no es ser débil, pero parece que se ha confundido la dulzura y la debilidad. Una persona dulce es capaz de acariciar socialmente con palabras, curar con abrazos e irradiar luz a través de los besos. Hemos perdido la dulzura como valor necesario para hacer sentir bien a los demás.

3. Cocinar. Vuelvo de nuevo a una tarea que el patriarcado nos hizo considerarla como femenina. Una tarea reproductiva, de esos que no se retribuye ni social ni economicamente. Me parece que la cocina es una forma de “acariciar” a las personas. De cuidar de buena manera a las personas. Quiero enseñar a mi hijo a cocinar y que disfrute de hacer alquimia con los alimentos.

4. Leer. Si bien es complicado que sepa que leo libros cuando igual lo hago desde mi libro electrónico o desde el móvil. Pero cualquiera en casa tiene acceso a mi pantalla. Ver el uso que hago de la tecnología es algo que me preocupa.

5. Hacer deporte. Es verdad que abandoné el deporte. Durante años no le di la debida importancia al cuidado del cuerpo. La familia y el trabajo no ayudaron. Todos sabemos que tener una vida activa es fundamental no sólo para salud física, sino también mental. Pero es imposible inculcarlo a nuestros hijos si no realizamos estas actividades. Cuando muchas mujeres me preguntan cómo sacar tiempo para correr o hacer deporte lo tengo claro. Uso mi respuesta tipo: Si es parte de tus prioridades sacas tiempo.

6. Ayudar a los demás. Puede estar bien hacer un voluntariado, pero todos tenemos gente alrededor que necesita ayuda. Comprometerse con una mujer que apenas tuvo un niño a llevarle el almuerzo, o ir a pasar el cepillo a casa de esa prima que se acaba de operar, arreglar el ordenador a un amigo o acercar al vecino al aeropuerto. Tenemos mil formas de ayudar a los otros. Y es parte de la vida en sociedad, del órden de los clanes y las tribus modernas… O al menos debería serlo.

7. Trabajar. Yo lo tengo fácil porque trabajo en casa. Para mí ha sido una pasada que mi hijo me ayudara a empaquetar regalos de cursos o simplemente decirle “cariño, ahora no puedo atenderte que estoy trabajando, dame diez minutos”. Enseñar el valor del trabajo que hacemos, tanto del productivo como del reproductivo.

8. Llamar a la gente que me interesa. Menos whatsApp y más llamadas de teléfono harán que mi hijo pueda observar en qué manera me relaciono con mi tribu, familia y amigos. Me parece interesante.

9. Arreglar cosas. En una sociedad de usar y tirar es imprescindible que los niños vean que las cosas se arreglan. Y también que las cosas se reciclan y se pueden hacer cosas chulísimas. Ambas cosas son un aprendizaje y además nos divertimos un rato. Además de cosas de adultos ¿Quien no soñó de pequeño con un hospital de juguetes?

10. Construir cosas. Igual que arreglar cosas es una tarea con la que aprender, construir cosas también lo es. Lo mismo jabones, que vestidos con la máquina de coser, muebles o huertos con palets… Me encanta que los niños sean conscientes que se pueden hacer cosas con las manos, no sólo comprarlas hechas. Cemento, ladrillos, maderas… Todo listo.

11. Invitar a gente diferente a casa. Me gusta que vengan a casa amigos y conocidos. Cenar, dormir, jugar y pasarlo bien. No encerrarnos en la idea de familia mononuclear, sino dar lugar a nuevas conjugaciones. Ahora que entra el buen tiempo aparece gente y es algo que llena de vida.

12. Llorar. Igual que antes decía de sonreir digo ahora de llorar. Mostrar las emociones. Que los niños dejen de tener la sensación que los padres somos seres indestructibles y ausentes de sentimientos. Que sí, que hay que mostrarse fuerte ante situaciones difíciles. Pero también mostrar vulnerabilidad.

13. Mostrar mi faceta de superheroe. Admiro mucho la lucha por su familia de mi amiga María Villar. Sus hijos, más mayores que el mío no tienen ídolos fuera del hogar, porque sus padres han sabido demostrarles cómo ser un superheroe real. Emigraron desde Venezuela para crear una vida en Vigo, con todo lo bueno y lo malo que conlleva. Crear una empresa, sobrevivir (como buenamente hacen) a la crisis. Y luchar por sus tres hijos maravillosos. Eso quiero darles a mi tribu.

14. Jugar. No quiero que mi tribu piensen que ser adulto es aburrido. Quiero darles razones para crecer. Quiero que me vean jugar en el parque, sentirme libre de hacer cosas que no todos los adultos hacen. Quiero pringarme, llenarme de barro, volver yo también con la ropa estupenda para meterla en la lavadora. Quiero ser la adulta que quiero que ellos sean mañana.

15. Viajar mochileando. Quizás sea pequeño aún para unirse al espíritu de la mochila. Pero quiero que sepa viajar sin grandes lujos. Saboreando los placeres de conocer de verdad los lugares y relacionándose con personas. Me gustaría hacer que fueran más felices durmiendo a raso que en un hotel de cinco estrella. Porque el lujo no lo determina el precio de las cosas.

16. Quiero que me vea estudiar. Quiero que sepa que no hay edad para aprender. También que sepa que estudiar y aprender no se trata de repetir. Quiero que sea culto, de mente abierta y capaz de autogestionar su aprendizaje. Exactamente lo que hago y no quiero dejar de hacer. Quizás sea cuestión de que forme más parte de ello.

17. Quiero que me vea pedir perdón y perdonar. No quiero que tenga la imagen de una madre recorosa, ni de una madre orgullosa. Quiero enseñarle que parte de fluir en el mundo es perdonar, pero también pedir perdón. Y ese pedir perdón implica reconocer errores, que es algo que quiero que aprendan todos los de mi tribu. Que el resentimiento, la culpa, la incapacidad de reconocer errores, es algo que no nos ayuda a movernos al ritmo de nuestra existencia

18. Cuidar en los malos momentos. Quiero que me vean cuidar a quienes lo pasan mal. Que vean las mil maneras que existen de practicar la empatía. Escuchar. Atender. Cuidar de los demás. Tratar con amabilidad a las personas que pasan por momentos difíciles en la vida.

19. Quiero evitar los departamentos estancos. Soy madre, pero también soy hija, pareja, hermana, prima, cliente, proveedor, escritora, maga… Tengo mil roles en la vida donde pequeños y mayores están incluídos. Sí, ya sé que en todos ni es posible y seguramente tampoco correcto.

20. Quiero que vivan mi libertad. Intento ser libre en el sentido más amplio. Intento tener el menor número de apegos a lo material.

Seguro que se me olvidan cosas. Y tú ¿qué valores quieres transmitir a tus hijos a través del ejemplo?