Las verdaderas revoluciones

Publicado el 17 julio 2014 por Fullde95 @Zandra_Fdez

Las grandes revoluciones de la humanidad, por lo general, no se autodenominaron revoluciones. Entre otras cosas, porque en su mayoría dependen de un proceso que genera un quiebre, y no como insisten algunos en un quiebre que deriva en un proceso. Por ejemplo, no recuerdo a Steve Jobs decir: "Hola, soy un puto genio, y soy un revolucionario"; o decir cosas como: "Hola, a continuación les voy a mostrar este aparatico que va a cambiar el mundo". No, salía y mostraba algo nuevo, y no hacía falta que te dijera que todo cambiaba a partir de ese momento, porque simplemente cambiaba, porque es inevitable.
Una de las próximas grandes revoluciones serán las impresoras 3D, un día aparecerán, se masificarán en los hogares, y alguna gente se quedará preguntando de dónde ha salido esto, cuándo lo hicieron. Lo cierto es que hace años que mucha gente trabaja y le apuesta a esta nueva manera de hacer las cosas. Tan grande es la apuesta que algunos aspiran reducir la necesidad de órganos para trasplantes con órganos producidos e impresos por estas curiosas máquinas. Los órganos impresos ya existen y funcionan, las pruebas en humanos comenzarán en 2015, o sea, ya.

El paso previo a este milagro es la decodificación del mapa genético humano, sin duda alguna, esa siempre será la primera piedra sobre la que se construirá gran parte del futuro que ya casi alcanzamos y que nos dejará con la boca abierta. En unos años la industria farmacéutica no será ni remotamente parecida a lo que hoy conocemos, tomará direcciones distintas en vista de que algunas enfermedades que hoy no tienen cura la tendrán.
Ahora bien, las revoluciones para serlo, no pueden abarcar solo el área científica, tienen que tener un alcance mucho más general, como Internet, que va desde el sector militar hasta la pornografía sin ningún problema (sí sé que a veces ambos se parecen mucho). Lo cierto, es que la industria textil se verá sumamente atravesada por el fenómeno de las impresoras 3D, cada día menos usted irá a comprar ropa a una súper tienda donde todo el mundo compra lo mismo, usted escogerá qué tela quiere, de qué color, cuál largo de manga, con cuello o sin cuello, y con un clic y el pago desde su smartphone, probablemente, su impresora 3D confeccionará la camisa que usted quiere como la quiere. Ya se da cuenta para qué servirán las fábricas y talleres del mundo que hoy ayudan a quitar el hambre a miles de millones.
Otra arista muy importante de esta situación, gira en torno al armamento y uso de armas, aquellos que creen que todo se soluciona prohibiendo, y que tienen la ilusión de poderlo controlar todo, hay malas noticias: las impresoras 3D podrán imprimir armas, y difícilmente esto será fiscalizable. 
Entonces, si hoy los que solo se encargan de sacar materias primas para que otros las transformen son pobres, qué será de ellos en ese momento, bueno, ellos se resistirán, patalearán, dirán que es injusto, pero al igual que el cartero perdió su importancia en la sociedad actual, estas personas tendrán que ceder ante lo inevitable y adaptarse a los nuevos tiempos. Porque aunque los taxistas españoles, por ejemplo, no quieran, y critiquen Uber, la gente lo usará, y ellos se darán cuenta de que lo más rentable para ellos será unirse al que hoy consideran enemigo. La peor parte se la llevarán los Estados, esos señores tan acostumbrados a dar permisos, a decir si puedes hacer esto o lo otro, esos cada vez quedarán más en evidencia, y perderán poder ante la información y la conectividad entre las personas, como dice Moisés Naim, estamos a un paso del fin del poder como lo conocemos, y eso no solo es una gran noticia, quizás esa sea una de las más grandes revoluciones que podamos vivir.