Desde la primera página, late algo singular en Las voces bajas. Escrita al modo de una autobiografía, todo parece verdad y todo, imaginación. Es el efecto de una novela de la memoria encendida. El libro arranca en una geografía real donde la mirada de la infancia va descubriendo, con una mezcla de miedo, estupor y maravilla, lo que de extraordinario hay en la existencia de la gente corriente.Con el hilo conductor de María, la hermana mayor, magnética, la muchacha anarquista que siempre abría camino, esta novela es una construcción de humor y dolor, donde las palabras pelean y se abrazan con la vida. Al leer esta obra, un ojo llora y otro ríe.
«No sabemos bien lo que la literatura es, pero sí que detectamos la boca de la literatura. Tiene la forma de un rumor. De un murmullo. Puede ser escandalosa, incontinente, enigmática, malhablada, balbuciente. Yo conocí muy pronto esa boca. En aquel momento era, ni más ni menos, la boca de mi madre hablando sola.»
Uno de mis escritores favoritos. Le sigo desde hace muchos años y cada vez me gusta más. Su última novela es un prodigio de prosa que respira poesía, infancia plagada de recuerdos comunes de Galicia, personajes fascinantes (¿es autobiografía ficcionada?). Un inmenso placer esta lectura. Sentí una pena profunda cuando lo cerraba, una vez acabado; hubiera seguido bien a gusto.
Anímate a leer las primeras páginas, no podrás parar.
Estábamos solos, María y yo, abrazados en el cuarto de baño. Fugitivos del terror, nos escondimos en aquella cámara oscura. Los días de tempestad se podía oír allí el bramar marino. Lo de hoy era el refunfuñar oxidado, asmático, de la cisterna. Por fin, oímos su voz. Llamaba por nosotros. Primero con desasosiego. Luego, con creciente angustia. Deberíamos responder
MAGIA.
Que siga la racha porque, este comienzo de 2013, está siendo brillante en el terreno literario.