Ahora mismo en Estados Unidos diversas voces se reclaman como las depositarias de ideas que pretenden ser los legítimos representantes de la unidad nacional americana. El Tea Party por ejemplo reclama una unidad nacional fundadada en los principios clásicos de las libertades económicas y el Estado mínimo a la vez que plantea la construcción de un imaginario nacional a partir de lo tradicional, a saber: una dura política antiinmigrante y ung claro rechazo a cualquier política social basada en el gasto público.
Contrario a este primer imaginario de nación, encontramos un segundo imaginario que hunde sus raíces en la expresión de la libertad como “libertad de soñar el sueño americano” , este imaginario es llevado a la escena mediática por el naciente Tequila Party, movimiento de inmigrantes que reclaman la inclusión de los indocumentados latinos y que sea acogido el Dream Act, o ley que busca regularizar a miles de graduados inmigrantes.
Las posiciones encontradas de estos movimientos hacen que se pueda preveer un radicalismo fundado en la idea de la nación o en imaginarios de nación que todavía prevalecen. En un lado quienes miran con nostalgia el pasado y creen en una América blanca y protestante, y en otro lado quienes se ven desde la coyuntura de la inmigración y creen en una nación diversa, multicultural, multi-religiosa y multi-étnica.
Considero que existen al menos tres escenarios previsibles para este conflicto de ideas de nación: En primer lugar la separación de Estados Unidos en fracciones tradicionalistas blancas, protestantes y en fracciones llenas de inmigrantes como Florida, Texas, New York. En un segundo escenario tendríamos la perpetuación del conflicto de identidades y en un tercer lugar la construcción de una nación con mucho más mestizaje y mayor apertura intercultural en donde la idea de nación se derrite en función de una ciudadanía más plural. Me inlcini a pensar que el tercer escenario con algo del segundo es lo más probable. En todo caso encontraremos un futuro en donde ciertas voces sigan siendo desoídas en función de otras voces que sí serán escuchadas, la historia ha llegado a probar que la paz y la concordia plenas no son posibles en ningún Estado. El caso americano es uno de los más emblemáticos por ser una nación que en un tiempo, y todavía hoy con mayor tímidez, reclamó el liderazgo del mundo y se planteaba a sí misma como un ejemplo para los demás países. Desde luego no lo son.