El mundo donde nacimos no existe ya sino en nuestra mente como una isla llena de recuerdos, un horizonte agrario y luminoso perdido en las revueltas del camino al que ahora me asomo desde esta dimensión, una vía sensorial abierta en esa misma tierra sobre la que me encuentro tumbado, escuchándola desde su esencia, en comunión orgánica con el universo en su continuo discurrir.
El mundo donde nacimos no existe ya sino en nuestra mente como una isla llena de recuerdos, un horizonte agrario y luminoso perdido en las revueltas del camino al que ahora me asomo desde esta dimensión, una vía sensorial abierta en esa misma tierra sobre la que me encuentro tumbado, escuchándola desde su esencia, en comunión orgánica con el universo en su continuo discurrir.