Cerraba Alekhine su minucioso estudio analítico sobre las debilidades ajedrecísticas de Capablanca, mostradas en el prólogo de su libro del Gran Torneo Internacional de Nueva York de 1927, editado justo después de desposeer al genio cubano de su título de campeón del mundo (los de antes eran auténticos, los de hoy ya no lo son, por mero trámite mercantilista; que no de fuerza deportiva, al predominar en ellos, descaradamente, la suerte que da el azar).
El último final de juego de Capablanca recomendado para ser analizado por Alekhine (de los anteriores a este nuevo gran torneo neoyorquino) fue el de la partida Spielmann-Capablanca, Gran Torneo Internacional de Moscú (16), 1925, Tablas en 98 movimientos, que ofreceremos otra vez aquí, por motivos pedagógicos, exactamente con los mismos comentarios de los módulos informáticos recientes que ya pusimos en este serial en su momento, al no detectar en el final, nada "nuevo" interesante y que tengamos que realzar ahora.
Cerramos todas estas partidas repasadas con las admirables apreciaciones de Alekhine en su mágico libro que indicaba que "así es inevitable darse cuenta de que definitivamente Capablanca no es ningún virtuoso finalista, que su capacidad en esta fase de juego es claramente de una naturaleza más técnica y que hay otros maestros (como Rubinstein, por ejemplo, en los finales de torres) que en algunas variantes ciertamente son o han sido superiores a él".
Ofrecer todas aquellas partidas (analíticamente) ha sido nuestro propósito en esta parte de este largo pero fabuloso serial que no descansa en la búsqueda, lo más aproximadamente posible, de la verdad ajedrecística.
Continuaba Alekhine con otro buen resumen de todo lo aquí ya desmenuzado: "Para recapitular brevemente puedo formular mi impresión general del método de juego de Capablanca antes del match: en la apertura solo destaca como defensor; el medio juego es su punto fuerte, la fase en la que de vez en cuando revela también su espíritu de ataque; en los finales no debería asustar a ningún maestro de la élite, pues en esta fase solo en casos excepcionales logra un desempeño por encima de la media".
Y concluía el prólogo el maestro francés de origen ruso con un vaticinio: "Ojalá los años venideros nos traigan sorpresas mayores: sea como fuere, en la historia del ajedrez, el torneo de Nueva York 1927 quedará registrado como el punto de partida de ese espectáculo donde finalmente se destruyó para nuestro arte la leyenda dañina de la máquina humana del ajedrez".
Estimados lectores, siguiendo en este serial al pie de la letra todas las brillantes aseveraciones de Alekhine, nos hemos hecho una clara idea, creemos, del proceder crítico del que ya en aquellos momentos era el 4º campeón del mundo de ajedrez.
En los próximos artículos vamos a desplazarnos en el tiempo hasta los momentos previos de este Gran Torneo Internacional de Nueva York de 1927, para ver cómo lo veía entonces el genio cubano, siendo todavía el campeón del mundo. Seguro que sus pensamientos también aclararán el contexto en el que se movía.
¡No se lo pierdan!.
Reproduzca la partida de hoy en pantalla, para volverla a recordar dentro del campo del final en que la quiso reseñar Alekhine:
Spielmann-Capablanca, Moscú (16), 1925
Queridos amigos, Alexander Alekhine, buscó y esperó tanto a Caissa, la "reina del ajedrez", que al final la vida de ésta estuvo en la de él...
Angel Jiménez Arteagaaarteaga61@gmail.com