Poco quedaba entonces para que el Zar Nicolás II animase a sus tropas en el campo de batalla en lo que iba a ser la llamada Gran Guerra. Y es que el vertiginoso desarrollo de Rusia desde la década de 1890 no fue fácil de asumir por ningún país. Su auge trajo consigo la promesa de un futuro esperanzador, pero la velocidad con el que se produjo desestabilizó profundamente a una sociedad que ya de por sí se encontraba visiblemente fragmentada. Mientras en Moscú y en San Petersburgo las clases pudientes disfrutaban una existencia lujosa donde el despilfarro y el derroche no encontraban término, en los poblados pobres los campesinos sobrevivían a duras penas, sobre todo en los largos meses de invierno, cuando la escasez de alimentos los castigaba con el hambre y las enfermedades.
En aquel contexto y a falta de las tres rondas finales de las diez en juego y con los descansos programados de Emanuel Lasker en la 8ª rueda y de Alexander Alekhine en la 9ª; la clasificación general del Gran Torneo Internacional de San Petersburgo de 1914 estaba como sigue:
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Aquellos grandes maestros, entonces, percibían que Rusia era ya desde hacía años un país tan zarandeado por la contestación popular que nadie de las personas de San Petersburgo con las que contactaron durante el torneo, se atrevían a predecir el futuro. Lo cierto fue que la I Guerra Mundial que estalló poco tiempo después de terminar aquel gran certamen ajedrecístico internacional, dejó como consecuencia una gran devastación demográfica y social, así como una fuerte crisis económica. No olvidemos que desaparecieron cuatro imperios tal y como funcionaban hasta entonces: el alemán, el ruso, el austrohúngaro y el otomano, formándose nuevos países que modificaron el mapa europeo.Eran aquellos, estimados lectores, tiempos revueltos... y diríamos que no nos gustaría por nada del mundo volver a pasar por allí. Por la estupidez humana de los que mandan y hacen las cosas mal ¡incluso en nuestro querido mundo del Ajedrez!: F.I.D.E. - Federación Internacional de Ajedrez; resulta hoy mejor estar en otro lugar, aunque sea ¡bajo el mar!:
Angel Jiménez Arteagaaarteaga61@gmail.com