Revista Diario

Latinoamérica, la medicina que un día me cautivó

Por Jmsalas @drjmsalas

bolivia

Ya no visto de blanco. Mi piel alberga nuevas cicatrices y mi rostro olvidó aquel rasurado perfecto, pero recuerdo ese día como si fuera ayer.
La visita de la mañana iba a comenzar, quien haya conocido la medicina por Sudamérica puede dar fe de lo crueles que pueden llegar a ser con el médico interno y residente aquellas sesiones a pie de cama, delante del paciente, con preguntas y más preguntas hasta hacerte ver lo poco que sabes, una forma dictatorial de aprender que creo que todavía debe mejorar.
Da igual como haya sido tu turno de noche, no importa si tienes guardias un día si y otro no, porque a la mañana siguiente tienes que defender la historia clínica de tu paciente e intentar escapar sin muchos revolcones de la temible visita.
Personalmente no me puedo quejar, a pesar de ser “el médico español” durante mi paso por el internado en Bolivia, mi espíritu inconformista me ayudó a salir airoso de muchas batallas, algunas que con el paso del tiempo se han convertido en divertidas anécdotas que algún día contaré.
En esa época todavía creía que una persona sola podía cambiar el mundo y era feliz haciendo lo que hacía, no me importaba el MIR, no me importaba en que hospital haría la residencia, la habitación donde dormía, ni cuanto dinero podía ganar ejerciendo la medicina privada, solo disfrutaba de la medicina, del descubrimiento de enfermedades y de mis pacientes.
Las noches en vela merecían la pena, no solían despertarme por un caprichoso dolor de garganta de 4 días de evolución que no cedía con paracetamol, las urgencias se respetaban.
Esa mañana en concreto, tenía que presentar los nuevos ingresos en el Hospital de Montero (Santa Cruz-Bolivia), mi descanso nocturno brilló por su ausencia, pero al pasar por una habitación no pude resistir la tentación de visitar a uno de mis pacientes, aquel que el día anterior llegó apático, con ojos hundidos y mucosas secas, deshidratado por una simple diarrea que casi le cuesta la vida. No dudé en aprovechar la oportunidad para enseñarle a una madre con prisas, como tenía que rehidratar a su hijo, ya que ellos vivían alejados del puesto médico y a veces sus obligaciones les impedían desplazarse cuando surgía un problema de salud.
La rehidratación IV no siempre está disponible en algunos rincones de este trópico, por eso, para evitar deshidrataciones severas se usan las sales de rehidratación oral (OMS) o la preparación del suero oral casero, además de poner énfasis en el lavado de manos, medidas básicas que con un poco de paciencia pueden salvar vidas.
Todavía recuerdo la cara de la enfermera, y como su mirada de complicidad me alertaba de que me estaba retrasando. Me insistía que la inquisidora visita ya había comenzado, y que como llegara tarde la iban a tomar otra vez conmigo. A pesar de tener presente un “me la voy a cargar” en mi mente, a veces nos toca desobedecer y hacerle caso a nuestros instintos, porque ¿qué sería del mundo si todos siempre obedeciéramos?.
Por supuesto llegué tarde, no suelo ser puntual. Me excusé y acepté el revolcón con orgullo, pero nadie pudo borrarme la sonrisa de la cara, esa sonrisa que se te queda cuando estas orgulloso de tu trabajo, una sonrisa que en ocasiones echo en menos.
Y es que por aquellos años todavía tenía fe ciega en la medicina humanitaria, en las políticas de salud de los gobiernos y en una desinteresada cooperación sanitaria.
Ahora que mi barba comienza a teñirse de blanco y que mi experiencia en atención primaria y urgencias ya suma en mi curriculum, todavía le sigo dando vueltas a la mejor forma de cooperar con Latinoamérica, y en especial con Bolivia.
Habrá que sacar de nueva las botas del armario y cargar la mochila de nuevos proyectos.
Porque aunque mis obligaciones y un “si te vas, te la cargas” me dicen que ahora no es el mejor momento, ya me empieza a picar de nuevo el gusanillo de la cooperación sanitaria ¿y quién es capaz de decirle no a un sueño?

J.M. Salas – Con Tinta de Médico – Diario de un Médico de Urgencias adicto a la noche


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