PROGRAMAPrimera Parte:J. S. Bach (1685-1750): Suite francesa nº 6 en mi mayor BWV 817 (Allemande, Courante, Zarabanda, Gavota, Polonesa, Bourre, Minuetto y Giga)L. van Beethoven (1770-1827): Sonata para piano nº 23 en fa menor op. 57 “Appassionata” (1804-06): I. Allegro assai. II. Andante con moto. III. Allegro ma non troppo.Segunda Parte:Carl Nielsen (1865-1931): Humoresque – Bagatelen op. 11 (1897).Franz Liszt (1811-1886): Juegos de agua en la Villa de Este.Claude Debussy (1862-1918): L’isle joyeuse (1904).Frederic Chopin (1810-1849): Andante Spianato y Gran Polonesa op. 22.
Llevo tiempo siguiendo a Laura Mota, que aunque joven (nacida en 2003) tiene ya una larga carrera como concertista y prosigue sus estudios de Secundaria mientras el piano ocupa mucho de su tiempo con el maestro Francisco Jaime Pantín que ha sabido encauzar el talento de la pianista ovetense. Y es que sigue maravillándome su crecimiento en todos los sentidos, su talento y capacidad de trabajo para afrontar unos repertorios que músicos consagrados no se atreverían a tocar y menos en un mismo concierto. La centenaria filarmónica gijonesa apuesta por los jóvenes intérpretes y el Jovellanos es una pasarela de talento que abrirá la taquilla para los siguientes, además de la captación de socios sin los cuales la permanencia de estas sociedades viendo los tijeretazos de los regidores, está siempre pendiente de un hilo. De agradecer las notas al programa "Música para piano, de Bach al siglo XX" de Miguel Rodríguez Fernández-Bustillo para seguir culturizando desde el conocimiento.
La segunda "B" de la música es Beethoven cuyas sonatas para piano suponen el "corpus" de todo intérprete y la conocida Appasionata uno de los pilares, pues el salto estilístico del clasicismo al romanticismo se aprecia sobremanera en los tres movimientos además del propio título. Laura Mota posee la frescura adolescente y el arrojo para dotar una obra de claroscuros en cuadros luminosos sin sacrificar sombras, nuevamente optando por la limpieza de trazo en vez de fuerza descontrolada. Con una gama dinámica suficiente, un pedal siempre en su sitio y digitaciones claras que no apuran los tempi nos dan la posibilidad de escuchar todas las notas nuevamente con el balance preciso incluso en el segundo movimiento mucho más denso y tortuoso para hacer sonar lo deseado, salvado no ya sin problemas sino aportando una madurez interpretativa que parece imposible al observar quién está tocando.
Para continuar esta barbaridad de repertorio, otros cuatro autores a cual más exigente, desde el danés Nielsen y el francés Debussy sin olvidarnos de los auténticos virtuosos románticos Liszt y Chopin. En castellano bagatela es una cosa de poca importancia y valor, por lo que la forma musical pueda parecer nimia, sinónimo de ágil y corta en duración con estructura ABA más coda final, pero las de Nielsen condensan mucho conocimiento técnico y cercanía con sus "compañeros de programa", el recorrido interior tras el físico, virtuosismo para un peregrinaje tan duro como el de Liszt, esos Juegos de agua del tercer año o el viaje secreto de Debussy a La isla feliz impresionista e impresionante en la interpretación de Laura Mota antes del adiós definitivo a la Varsovia querida por parte de Chopin.
Pero el remate por excelencia es Chopin, el virtuoso y tortuoso cuya Polonia le acompañaría incluso hasta el más allá, haciendo de sus polonesas la quintaesencia de todos los pianistas. El Andante spianato seguido de la Gran Polonesa op. 22 no es fuego de artificio sino poso vital de largas trayectorias, y Laura Mota con 14 años parece haber estado siempre en el piano, profundidad y emoción, sonido potente sin aparente esfuerzo, dinámicas recogidas plenamente románticas, otro acento para el idioma de los viajeros sin más descripciones, el Andante casi como un nocturno y la polonesa llena de vigor. Asombro del que nunca salgo ante cada concierto de esta joven ovetense que está excepcionalmente dotada para comunicar desde el piano en todos los repertorios. El público tendrá sus preferencias, ella supongo que también, pero afronta épocas y autores con desparpajo y aplomo desde una apertura de miras que le permite empaparse de todo, asistir a los conciertos de pianistas como Sokolov con devoción y hacer suyas las sabias enseñanzas de quienes tienen el privilegio de contar con ella como una alumna única e irrepetible.