Laura Rivas Arranz. Dos novelas: "Pasos en la escalera" y "Rompecabezas" (A pares XXXVI)

Publicado el 05 mayo 2023 por Juancarlos53

"Aquella mañana, mirando a esa chica, los presuntos logros de las psicoterapias y de la fenotiacina se habían venido abajo. Y lo supo: su vida tampoco existía. Él no existía. Él era tan irreal como la abeja. Siempre lo había sospechado. Lo sabía. Los psiquiatras se equivocaban y él tenía razón. Todo era ficticio. Como una novela. No era más que una novela." ( Pasos en la escalera, pos. 916)
" Los crecidos jugadores de rompecabezas también han llegado hasta el coro. Ellos son siempre los primeros que se apuntan a guitarra, a baloncesto, a los Scouts. También el coro lo dominan. Sofía procura alejarse de todo en lo que ellos estén. Con ellos cerca no puede sentirse bien. " ( Rompecabezas, pos. 910)

Pasos en la escalera (1ª edición, julio de 2015) es la segunda novela de una paisana mía, Laura Rivas Arranz, que se dio a conocer con Rompecabezas aparecida en 2013.

He llegado hasta la autora por simpatía hacia su origen salmantino, que es el mío también. Naturalmente nos separan muchos años, pues ella es una mujer joven y yo un hombre nacido una montonera de tiempo antes. Pero su amor por Salamanca, sus artículos en Noticias Salamanca, sus cuentos y relatos que leo en su blog Desde el bosque, su activismo en redes sociales... me han hecho amigo virtual suyo. Haciendo el listado de mis adquisiciones del Día del Libro, su novela Pasos en la escalera se presentó ante mí, la adquirí y la he leído. Como digo más adelante, nada más acabarla me vi en la perentoria necesidad de ir a su novela anterior, Rompecabezas, para poder completar el puzzle novelístico de la escritora.

Me he adentrado, pues, en la literatura de Laura Rivas Arranz en orden inverso, pero creo que tal alteración no ha sido óbice alguno para degustarla debidamente. He comprobado que el procedimiento fundamental empleado en ambas novelas, dentro de los capítulos en que distribuye su contenido, es la presentación de la trama en breves secuencias o escenas narrativas. Es un procedimiento original que perfecciona en Pasos en la escalera donde suma al mismo el del perspectivismo (enjuiciar un mismo fenómeno, vivir una experiencia, sentir una emoción... desde el diverso punto de vista de diferentes personajes) y el contrapunto. Por contra en Rompecabezas las secuencias narrativas se suceden unas a otras de manera más lineal sin ahondar en otros recursos más que el derivado de la propia evocación por la contemplación de una fotografía de un tiempo pasado.

Pero vayamos por partes, esto es, por cada una de las novelas. Comenzaré por la primera publicada, o sea, por Rompecabezas.

(tomada de la página de Literanda)

Una historia sobre colegios, rompecabezas y niños algo rotos. Una historia sobre lo afiladas que pueden llegar a estar las aristas de un rompecabezas. Hoy es un día como cualquier otro. Hoy Aurora cumple dieciocho años, pero nadie puede ir a celebrarlo con ella. Hoy a Sofía una gripe le desgarra la garganta, le tapona las narices y le recalienta la cabeza con pensamientos oscuros. Hoy Sergio lee; lee siempre porque tiene demasiadas horas muertas que intenta reanimar leyendo novelas. Julio estudia; como ayer, como hace un año, como hace dos años... Hoy los cuatro se plantean dar un giro a sus vidas.

En esta novela Aurora, una chica de 18 años, hermana de Julio, a la muerte del abuelo Hugo revisa una caja en la que el fallecido, muy amante de la fotografía, guardaba muchas hechas a sus nietos. Según toma en sus manos estas instantáneas, las imágenes le hacen evocar los años que ella, su amiga Sofía y su primo Sergio pasaron en el colegio, centro vital de socialización durante la infancia y adolescencia. Estos tres personajes tienen cada uno hermanos: Julio lo es de Aurora; Sergio, de Sandra; y Sofía, debe cuidar del bebé Rober. Los tres amigos sienten que en el colegio al que acuden se discrimina a unos alumnos frente a otros. Hay una crítica a profesores como Elvira que premia a sus favoritos con el juego del rompecabezas y la pertenencia al coro mientras que a otros como Aurora, Sofía y Sergio los excluye de los mismos. Esto es una clara injusticia que ahora, a sus 18 años y a la vista de las imágenes, Aurora rememora.

Creo que en todos los personajes que aparecen en la novela hay mucho de la propia escritora, quien ha querido remarcar en Rompecabezas las inseguridades propias de la adolescencia, los temores, los primeros amores o atracciones más o menos platónicas... Así Julio duda de si su decisión de haber estudiado derecho y preparar una oposición es acertada o no ("Fue él y no el destino quien abandonó el violín, él quien eligió su carrera, y él quien ahora no se atreve a olvidar diez años y empezar de nuevo. Fue él quien decidió preparar la oposición") al tiempo que se la va el santo al cielo pensando en Susana; Sofía se cuestiona la inanidad de la existencia -planteamiento típicamente adolescente- a la vista de los lloros de su hermano Rober ("Tal vez llora porque está deprimido. Quizá tampoco a él le gusta su vida. Dedicar la mayor parte del tiempo a comer y a dormir no es el colmo de la diversión"); Sergio, un grandísimo lector, quiere ser escritor en un futuro pero está lleno de dudas ("Ellos viven; han vivido mientras él leía", "No necesita esos ánimos. A pesar de esto, a pesar de todo, incluso a pesar de sí mismo va a ser escritor. Ahora no, pero algún día."); y Aurora siente mariposas en el estómago y un gran nerviosismo ante su próximo primer curso universitario ("El próximo curso irá a la universidad. Será el principio de una nueva etapa; de una etapa feliz. Por un momento piensa que su solitario dieciocho cumpleaños puede ser el oscuro preludio de todo lo contrario, pero enseguida lo olvida.").

(tomada de la página de Amazon)

En Pasos en la escalera pienso que Laura Rivas Arranz da un gran salto como escritora. Continúa como he dicho con la estructuración de la narración en capítulos y, en éstos, con la distribución de la trama en secuencias o escenas breves. Pero el situar toda la historia en un mismo edificio le sirve para poder hacer uso del punto de vista o perspectivismo, así como del contrapunto algo que como ya he dicho no hacía en Rompecabezas. Lo que sí hacía en su primera novela, pero mucho más y con mas conocimiento en ésta, es la finalización de algunas secuencias e inicio de la siguiente con una misma expresión. Es un recurso que da ritmo al relato y que sirve para cohesionarlo y engarzar mejor todas sus partes:

"No podría. No lo conseguiría, seguramente no podría pagar el alquiler.
No podría. No lo conseguiría, seguramente no podría aprobar."

Hay mucha más literatura en Pasos que en Rompecabezas. Mientras que en la primera publicada un personaje pensaba que con lo que se contaba en la historia podría él mismo lanzarse a escribir y hacer realidad su sueño de escritor, en Pasos en la escalera ya uno de los personajes, Alejandro, cree vivir dentro de una novela y otro, Bruno, que está escribiendo una dentro de un piso de ese edificio, reflexiona en voz alta sobre la misma haciendo verdadera metaliteratura

"Releyó las últimas líneas, y volvió a escribir:

La radio, los periódicos y la televisión no prestaban atención a su virus. Nadie hablaba ya de él. Encerrado en aquel piso a medio amueblar, se sintió abandonado y muy solo. Tan solo que decidió entregarse.

Bruno miró sorprendido a su personaje. Eso no estaba previsto. pero le daba un giro interesante a la historia."

Además, en esta novela aparecen muchos más elementos que en Rompecabezas. Así el mundo de la Música ("El cerebro le canturreaba, desafinado y descontrolado, aquella Suite en Re mayor o lo que fuera del dichoso Bach."); del Cine en la alusión que se hace a personajes de El silencio de los corderos del director Jonathan Demme, película que Claudia está viendo en el televisor ("Y Claudia pensó que al lado de Clarice Starling ella era una inútil total. Ella jamás daría con Bufalo Bill ni recataría a la pobre Catherine."); del Cómic ("Mirando a Batman dentro de la viñeta, Daniel pensó que sí, que Bruce Wayne era un hombre afortunado."); de la misma Literatura en las referencias a títulos de libros que unos u otros personajes leen sirviendo esas lecturas a la novelista para caracterizar a alguno de sus personajes, de manera que mientras que Claudia lee a J. D. Salinger ("Miró la portada de ese viejo libro de bolsillo, que en algún momento debía de haber metido en la maleta, porque ahora estaba allí junto a la radio: "El guardián entre el centeno"") Irene se siente atraída por Lo que el viento se llevó ("Miró otra vez el libro. Le consoló que Escarlata tampoco estuviera teniendo un buen día en la novela")...

A propósito del Cómic, según yo avanzaba en la lectura de la novela no se me iba de la cabeza la semejanza que encontraba entre el edificio viejo de siete plantas donde transcurre la vida de este variopinto grupo de personajes y la exitosa historieta gráfica "13, rúe del Percebe" de Francisco Ibáñez. Al igual que en las historietas ideadas y dibujadas por Ibáñez, en la novela de Laura Rivas Arranz todo sucede de manera simultánea en cada uno de los pisos que ven su actividad interrumpida por el ruido de los pasos de alguien bajando las escaleras, por el portazo de la puerta que da acceso a la azotea, por la discusión en la casa del hijo de la propietaria, etc.

Ya he dicho que la novelista prosigue con el procedimiento de abrir secuencias utilizando las mismas palabras empleadas para finalizar la inmediatamente anterior: una discusión en un piso, el sonido de la televisión, el golpe de una puerta... En alguna ocasión, incluso, se repite toda la serie de palabras con que acaba una para sin solución de continuidad iniciar con ninguna o muy pocas variaciones la siguiente. Este recurso literario, denominado técnicamente anadiplosis, sirve para marcar la simultaneidad temporal de lo que sucede en los diferentes pisos que componen el edificio. Una simultaneidad que transcurre a lo largo de los cuatro meses evocados a raíz del salto al vacío que en enero una chica efectuó desde un piso de ese edificio viejo y destartalado. Estamos, pues, ante una novela que comienza y finaliza en el mismo momento, abriéndose entre el primero y último de los cinco capítulos que forman el relato un paréntesis de cuatro meses durante el que nos enteramos de la vida de cada uno de los habitantes de ese peculiar edificio. Es un procedimiento muy cinematográfico.

Todos los personajes sufren algún problema, tienen alguna carencia. Los hermanos Víctor y Alejandro padecen depresión uno y esquizofrenia el otro; la anciana Catalina, dueña de todo el inmueble, está entrando en fase senil y tiene claros síntomas de alzheimer; su hijo, la mujer de éste, y los hijos de ambos, Cristina y Daniel, representan a una familia tipo con un padre algo agresivo, una mujer que está despertando de su sumisión y unos hijos, en especial, Daniel, que contemplan lo que les rodea con un estoicismo digno de alabanza; Bruno, es un escritor sin posibles que debe mendigar a su hermana para poder pagar el alquiler; Martín, un médico que mantiene una relación en el hospital; Irene, la chica popular menospreciada en parte por sus propios padres ante el éxito profesional de su hermano...Y, naturalmente, Claudia, el ser más próximo en mi opinión a la propia escritora. Todos estos seres se encuentran algo perdidos en el mundo que habitan. Y sobre todo están solos; en ello insisten los dos hermanos Víctor y Alejandro: "Estaba solo. Estamos todos solos".

La soledad, la timidez, la necesidad de plegarse a los deseos de los otros, especialmente a los de los padres como le ocurre a Claudia, son temas recurrentes en la novela. Temas que en cierto sentido ya estaban presentes en Rompecabezas.

No quiero cerrar esta reseña sin aludir a algo que me ha resultado muy grato leyendo a Laura Rivas Arranz. Me refiero al enorme cariño que demuestra tener a su ciudad, a la manera que tenemos de hablar por allí, a los nombres de los lugares que son para nosotros señas de identidad. Los salmantinismos sin ser excesivos sí que aparecen en sus historias. Así los personajes de las mismas candan la puerta, no la cierran ("mientras Claudia candaba la puerta") y pasean por lugares que sin reproducir exactamente la denominación de los reales existentes en la ciudad sí que los evocan sin temor a equívoco alguno:

"Asociaciones de vecinos denuncian el abandono del parque de La Alameda. No había fotografía. Pasó a otra página: La artista argentina Marisa Escobar muestra su obra en la Sala Platina."

¿Qué distancia existe para un salmantino entre ese novelesco parque de la Alameda y el real parque de la Alamedilla o esa Sala Platina y el manantial o fuente de la Platina? Para un natural del lugar desde luego ninguna. Y esto a mí me ha gustado verlo, leerlo, evocarlo. Gracias Laura.

Pasos en la escalera y también Rompecabezas, aunque algo menos, son novelas que me han gustado, que me han entretenido y que pienso que son de muy buena factura. En cierto sentido ambas me parecen novelas de aprendizaje, de formación, pues muestran el proceso de situarse en el mundo de unos personajes, niños en la primera publicada, y ya saliendo definitivamente de la adolescencia en la segunda. Aunque yo las he leído ahora descubro que la publicación inicial de ambas se remonta, como digo al inicio de esta reseña, al año 2015 y 2013 respectivamente. Leo en la página web de la autora su lamento por que Pasos en la escalera no haya tenido tan buena fortuna como la anterior. Pues debe de ser que a mí me gusta ir contracorriente porque Rompecabezas, gustándome, me parece bastante inferior a Pasos en la escalera.

"Pasos en la escalera no ha tenido, hasta el momento, mucha suerte. Ha tenido lectores, sí, pero no muchos. Así como Rompecabezas puedo afirmar que es una novela con estrella. Pasos en la escalera ha sido -hasta ahora- más de estrellarse."