Revista Cultura y Ocio

Lauren García escribe sobre "Ahora que ya somos solo silencio"

Publicado el 24 diciembre 2019 por Mda

Lauren García escribe sobre
Manolo D. Abad, hombre de pasiones irredimibles, que sabe de la militancia cultural como
una constante y un apego a un modo de vida, no a una caducidad de fama de quincalla.
Escritor de novela negra y relatos, columnista de los que se queman los dedos en el
fogonazo y sobre todo, crítico musical de oídos muy despiertos.
Tenía una asignatura pendiente con la literatura: la poesía. Y con “Ahora que ya somos
solo silencio” ha cumplido ese pacto, tan caprichoso como inabordable. Lo ha hecho
cuando los poetas sienten ese destierro que empuja a los vértices de la escritura: el del
desarraigo.
El termostato del corazón tiene ascensos y descensos fulgurantes, las pulsiones
que se disparan y abrigan sentimientos, como los que cobija Manolo D. Abad en este
libro, con las coincidencias y desencuentros del azar inexplicable, paralizando la
literatura.
Parte irrenunciable de la educación sentimental de nuestro escritor son un diafragma de
canciones, elegidas con tiento de selecto discjockey, y que soportan la estructura de este
libro. Poemas y canciones enlazando con la franqueza. Un hábitat musical que envuelve
todas las propiedades de un resistente, la banda sonora suprema de la supervivencia.
Cada canción aborda un estado de ánimo que se aventura por sus notas, una comunión
de la que el poeta saca partido para acompasar a la soledad, para continuar de pie el
camino. Consigue en esa dualidad que nos sintamos cómodos ante la desventura,
mientras nos enseña el desgajo de la brecha.
En estos poemas el mismo discurso que entabla un diálogo con las pérdidas, acentúa las
preguntas, la hermosura flagrante de un flash fugitivo. Un poemario, que más que ser de
temática amorosa al uso, es confesional con el desarraigo, del que hablábamos antes, y
sus consabidos baches, con una puesta de mirada donde termina el horizonte.
 Manolo habla en primera persona, pero con un yo con se desdobla, nada acaparador,
consciente de que la poesía es saber desnudarse, todo un escritor errante con la
compañía de la lluvia. Estamos continuamente pagando nuestra deuda con el
sentimiento, maldiciendo la suerte, elevando la voz como un timbre telefónico. El tú es
el destinatario de “Ahora que ya somos solo silencio” que flota en las páginas, una carta
encomiable, alzada sobre el olvido que es un mensaje de amor azorado, sin esperar, en
primera instancia, la respuesta como propósito inminente.
Aquí reside el poder de la palabra que se alza cuando perdemos a nuestro interlocutor y
se difumina en las rendijas del alma, la evocación continua de estos poemas
pertrechando la herida. El viaje de la vida, que no conoce el regreso, nos invita a tiznar
la melancolía.
Las lágrimas, que caen como una lluvia de rosas, de las que habla Manolo Abad son el
veraz testimonio que asombra en este libro y que el lector recogerá: asentir y disentir del
silencio.
LAUREN GARCÍA

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