En las hembras, aunque es menos evidente que en los machos al tener un plumaje más apagado, también se aprecia el desgaste.
Los juveniles en esta época tienen un plumaje reconocible, al presentar determinados rasgos muy marcados, como la ceja superciliar o las franjas alares, contrastando con los plumajes tan gastados de los adultos.
Comienza ahora una etapa crítica en el ciclo vital de estos pequeños pajarinos, la época de muda. Como otras muchas aves, la lavandera boyera realiza una muda postnupcial completa en los adultos, que cambian todas las plumas del cuerpo. Los juveniles hacen sólo una muda parcial, cambiando las plumas del cuerpo y algunas coberteras.
Como ha estudiado el compañero Manuel Quintana, en el concejo de Gozón esta muda se lleva a cabo antes de realizar la migración, entre finales de julio y finales de agosto. La lavandera boyera es un migrante transahariano e inverna más allá del desierto del Sahara, y una vez terminada la muda es cuando empieza a acumular grasa para dar el gran salto. Durante este periodo del año se reúnen en dormideros comunales, muchas veces situados en carrizales como el de Verdicio.
He podido comprobar que durante el día las aves se concentran también en lugares favorables, como un descampado cerca de Zeluán en el que he controlado estos días un buen número de ejemplares de todo tipo y condición. Se trata de un lugar despejado y con plantas dispersas, y una buena concentración de invertebrados. Probablemente en este enclave las lavanderas encuentran el suficiente abrigo y alimento para completar la muda con éxito y discreción.