Que el madrileño barrio de Lavapiés sirva de inspiración al historietista Jesús Colomina (a partir de ahora Colo) para demostrarnos que los malos más malos no sólo están al otro lado del charco, merece por lo menos un rato de gloria para su ópera prima ‘De perros y de huesos’, ganadora en su día del 2º Concurso Internacional de Cómic PlanetadeAgostini. Han pasado ya varios años desde que la obra fuera novedad pero como una película de Tarantino o de los hermanos Coen, sus referencias para esta historia, nunca está de más darle un repaso.
Desde la primera escena de esta novela gráfica, el autor nos va introduciendo en ese universo perverso que esconde esta historia de protagonismo coral que versa sobre la cadena alimenticia del mundo de las drogas. Un artista, un poeta yonqui, un sicario, un comisario, un policía incorruptible, un camello, el dueño del pub y el jefe de la organización dan vida a una historia dominada por el buen guión, la observación y una violencia presente más en las consecuencias que en los actos en sí.
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© Juan Comlomina ‘Colo’
Con una paleta de colores bastante variada, Colo rebusca en sus propias vivencias (él mismo trabajó como pintor de un mural en un pub) para dejarnos la incomprensión del artista al que han encargado pintar una pared sin darse cuenta de que está siendo utilizado para dar apariencia de normalidad a ese pub que no es sino tapadera. Y profundiza y bien, valga recordar el increíble graffiti que le encargan al artista para el pub inspirado en ‘El ángel caído’ de Vrubel y la creciente confianza e implicación del artista.
Y desde luego no es otra cosa sino la experiencia y el contacto con estos ambientes los que le hacen dar en la clave con la psicología de los personajes, con su puntería en los diálogos, en su manera de actuar, en el mismo desarrollo de la historia, etc… Porque, de qué hablan estos tipos sino de cosas normales.
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© Juan Comlomina ‘Colo’
Como contrapunto en esta novela gráfica está la presencia de varias secuencias allanadas argumentalmente a lo largo de la historia, es decir, se presentan los obstáculos y son resueltos sin aspavientos y con poca complicación. Una explicación posible a estos pequeños errores puede ser la propia manera de escribir la historia y dibujarla al mismo tiempo, como bien explica el autor al final del cómic, sin saber qué ocurriría después siendo prácticamente un espectador participante en la trama y sin nada previsto.
Sea como sea, ‘De perros y huesos’, sigue siendo recomendable para todo aquel que le guste el noveno arte y salte de un clásico a otro sin pararse en los creadores desconocidos hasta que dejan de serlo. Otro apunte curioso es que el autor tuvo que prescindir de la portada inspirada en una foto de cuidada perspectiva tomada del suicidio de Kurt Cobain, líder de Nirvana, y optar por una donde se reflejaran solamente los perfiles de los personajes principales tras tener que realizar varios diseños. Más allá de esta decisión (tal vez por borrar claras reminiscencias al mundo de las drogas) el cómic sumerge al lector en un hilarante relato lleno de acción, personajes que van evolucionando y buenas escenas en las que sobresalen la actuación improvisada del poeta en un pub y la memorable conversación final entre El Turco y El Gordo.
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