Captura del vídeo en el que activistas de Greenpeace se descuelgan de la sede de Shell en Madrid / Greenpeace
Las petroleras no tienen buena fama. Se les acusa de destrozar el medio ambiente y los derechos de la tierra de centenares de pueblos pobres con escasos medios para defenderse. De entre ellas, Shell destaca por su contaminación impune del delta del Níger o sus ataques al Ártico, a los que Greenpeace dio un altavoz importantísimo colando su mensaje en el Gran Premio de Formula 1 de Bélgica en agosto de 2013.
Sabedoras de su poder, las grandes empresas petroleras suelen ignorar a la opinión pública. Pero eso no quiere decir que no intenten intervenir en ella. Y en eso, Shell también destaca. Según denuncia la ONG Sum of us, la gigante del petróleo está jugando un doble juego: por un lado, su ejecutiva acaba de aprobar una resolución en la que se compromete a tomar medidas contra el cambio climático y por otro, envía a sus lobistas a la ONU para presionar a los representantes de los países y que éstos bloqueen cualquier tipo de solución real contra el cambio climático.
La ONG está recogiendo firmas para pedir a Shell que asuma de verdad su compromiso con el medio ambiente y deje de inmiscuirse en las negociaciones sobre el clima que la ONU celebra este año en París. En esas reuniones, en las que los líderes mundiales se reúnen con científicos y activistas para decidir la acción sobre el clima, no debería haber lugar para el lobby petrolero, que representa sólo los interesas de grandes empresas privadas que nadie ha votado. Pero, desgraciadamente, Sum of us denuncia que las grandes corporaciones ya consiguieron el año pasado en Perú que se bloquearan resoluciones que afectaban ya no a su viabilidad, sino simplemente a sus márgenes de beneficio.
Los expertos en cambio climático coinciden en que las reuniones de este año suponen “apuestas muy altas”. Tienen la esperanza de que los líderes mundiales lleguen por fin a un acuerdo sobre la reducción de emisiones de carbono de los países y sus industrias. Es casi un órdago. Pero las compañías de combustibles fósiles, lejos de asumir los avances necesarios, han solicitado ya al comité del clima de la ONU poder llevar más delegados a las negociaciones para tener más voz.
Si la resolución sobre emisiones se transforma en una realidad, Shell y el resto de multinacionales petroleras se verían obligadas a reducir la contaminación, invertir en energías renovables y eliminar los sistemas de bonificación interna que promueven actividades contra el clima, como denuncian los ecologistas. También acusan a las corporaciones de invitar a los líderes a cenas de lujo, a las que también asisten los negociadores de la ONU, y patrocinar pabellones en los eventos sobre el clima.
2014 ha sido el año más caluroso de la historia, según dos estudios independientes de la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos. ¿Con qué lucha contra el cambio climático se compromete entonces Shell? ¿Dónde irán sus ejecutivos cuando ya no quede planeta? ¿Y los líderes que sucumben a sus presiones?
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