Lo cierto es que Lázaro, o La Festividad de la Resurrección, drama religioso para solistas, coro y orquesta sobre un texto de un poeta aparentemente menor en la literatura germánica como August Hermann Niemeyer, nos presenta a un Schubert insospechado y a la vez inexplorado (la obra apenas posee grabaciones y en España no se escucha desde hace décadas). Es bien sabida la constante lucha del vienés durante su vida por erigirse en el campo teatral, un género que cultivaba pero que se le resistía, en muchos casos por la elección de libretos mediocres para sus óperas, por lo que entendemos que tendiese a refugiarse en géneros más íntimos y que dominaba mejor, como la música de cámara o el lied, del que se convierte en su más consumado artífice.
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