Benoît Delépine y Gustave de Kervernson ya una pareja de directores que si bien son hoy por hoy conocidos por armar ellos mismos los guiones de su propia forma de hacer comedia. Su primer trabajo se basó en la tragedia y en el odio, en el individualismo y la necesidad de compañía, en su segunda entrega barajaron los dos lados opuestos de las soledad, los límites del deseo y la posesión, en la tercera película se concentraron demasiado en denunciar la crisis obrera, el momento feroz de los despidos y los desajustes industriales y la supervivencia de la gente trabajadora, en su cuarto filme fueron más conmovedores y nos presentaron un retrato de los viajes de la vejez, la jubilación y la libertad en el ocaso; ahora en su quinto trabajo Delépine y de Kervernson nos presentan una sátira de la anarquía y una gran muestra del ocaso europeo que viven todavía muchas ciudades.La película se centra en contar el proceso destructivo y a la vez liberador que sufre una familia disfuncional. Su relato señala la revolución catartica que un hombre promueve, el ansia de libertad, el aprendizaje, el desprejuiciamiento.Los dos hermanos de este filme van construyendo el torbellino de situaciones caóticas que vendrán a su mano sólo para decirle al mundo que todavía no han muerto, que no son un muerto, que no están muertos.la película funciona realmente, demuestra un espíritu tierno de un grupo que siempre ha tenido la apariencia de primitivo y violento y nos, esto es lo más revelador, que ser libre...cuesta!Es evidente que la armónica.