Ser lustrabotas no es fácil en estos tiempos, nunca faltan aquellos dueños de tiendas que no quieren que él trabaje afuera de sus establecimientos, lo botan si lo ven cerca. A Marcel no le queda otra que buscar otra esquina para ofrecer sus servicios. Una fortaleza que tiene a su favor es que es un hombre “que no sabe estar sin hacer nada”. Por las noches al volver a casa siempre es recibido por su perra Laika y su amada esposa Arletty (Kati Outinen). Ella es una mujer buena, que da mucho amor, y que además administra el dinero ganado diariamente por Marcel (en una lata ahorra una parte y le da otro poco a él de premio por lo trabajador que es). Arletty lo trata a Marcel como un niño, no cualquier niño, un niño grande.
Cuando llega la noche, Marcel compra comida y la lleva al puerto dejándola en un lugar cercano a donde vio al muchacho más temprano. Luego va a su casa donde encuentra que su esposa se siente enferma y la lleva entonces al hospital. A la mañana siguiente al volver a casa tiene la preocupación de que va pasar con su mujer, el doctor le ha dicho que le van hacer análisis para determinar que enfermedad tiene. Se le suma una nueva preocupación, en su casa encuentra durmiendo al muchacho “prófugo” junto a su perra Laika. El chico lo había seguido la noche anterior. Lo despierta y este le dice que se llama Idrissa (Blondin Miguel) y que su objetivo es llegar a Londres para reunirse con su madre. Marcel, que es un hombre bueno, decide que debe ayudar al niño. Pronto Marcel aprenderá una lección de vida con aquel niño.
“Le Havre” es un canto a la esperanza. En tiempos que vivimos de pesimismo, de personas que hablan del fin del mundo, de violencia, de caos, de inmoralidades, de Sodoma y Gomorra, de que ya no hay remedio para nada y sólo se vislumbra el final de todo, surge Kaurismaki y le da una cachetada a aquel pesimismo. La película va construyendo cada diez minutos como creer y crear esperanza en un mundo dolido, angustiado, ansioso. Para ello el personaje central se vale de otras personas que están dispuestos a ayudarlo (un lustrabotas, la panadera, el frutero, el doctor, un cantante, unos refugiados, etc). Cuando ya se piensa que no se puede confiar en nadie, surgen personas en las que se puede confiar. Cuando ya se piensa que hay gente muy mala (como el vecino de Marcel, interpretado por el gran Jean-Pierre Leaud) aparece gente muy buena (como el inesperado y solidario personaje del inspector Monet). “Le Havre” nos hace creer, finalmente, que debemos seguir apostando por un mundo mejor, basta ya de tanta depresión, es hora de ser positivos. El final de la película es sencillamente inolvidable.