La cosa es que Le pain es una cadena belga de cafeterías, con una panadería excelente, facturas y dulces muy ricos, almuerzos, meriendas y brunchs orgánicos y naturales.
La premisa es una mesa comunitaria en el medio del salón: una larga mesa de madera, donde los que no van por el take out, ocupan las sillas necesarias, mientras que en las siguientes se sientan otros comensales.
Un poco raro para la idiosincrasia porteña. Obviamente que si vamos a New York, Paris o Londres nos sentamos en estas mesas sin chistar, y nos parece lo más "cool", pero al porteño no le gusta compartir con extraños...
Igualmente, este barrio tenía tantas ganas de ir, que no quedó más remedio que ocupar hasta el más mínimo rincón de esta mesa, las mesitas aledañas, y la espera de algunos que no consiguieron lugar en ninguno de los dos pisos.
La comida es muy fresca, la combinación ideal de muy buenos panes caseros, ingredientes de primera, y un extra de verdes para acompañar.
Tienen planeado abrir un par de locales más, así que a estar atentos a ver si nos toca uno cerca de casa!