Leandra, una dama de frontera

Por Igork
Otra de las grandes protagonistas del libro épico Antigua Vamurta es Leandra. Una poderosa dama de orígenes inciertos aposentada en su palacio-fortaleza de Villalaia. Desde allí, casi es capaz de controlar el mundo. Se trata de una mujer de carácter, hecha a sí misma, golpe a golpe. ¿Conocerá la piedad, Leandra?
La figura de Leandra está inspirada vagamente en aquellas formidables viudas romanas que heredaban el patrimonio de sus maridos muertos en combate. También, en algunas figuras de aquella rebelión medieval ubicada en el Milán del 1300, protagonizada por Maifreda da Pirovano y Guillermina de Bohemia. Aunque acabaron en la hoguera, durante veinte años Maifreda administró sacramentos y enseñó y gobernó en su nombre, ¡ahí queda eso!.
Pero Leandra, Leandra es única en su especie...
«Una gran pila de leña se consumía con estrépito, acentuando el silencio y la incomodidad con la que el Conde y Sara esperaban a su anfitriona, sentados en una mesa alargada, sembrada de velas. Luces pálidas y anaranjadas, sombras sobre la piedra de los muros desnudos, que convertían la espera en un hastío interminable. Aparecieron dos criados que llenaron sus copas con un vino aromatizado. Poco después entraba la señora, sonriendo, enseñando las palmas de sus dos manos delgadas, en señal de bienvenida. Se acercó al Conde para besarle las manos, moviendo su cuerpo ágil y esbelto, cubierto por una túnica que oscilaba sobre su carne como una hoja temblorosa. Sara se sorprendió de que alguien de las Colonias de dirigiera a Serlan utilizando los viejos ceremoniales de Vamurta. Serlan reaccionó alzándose y ofreciendo la silla de honor a su anfitriona.—Señora, os lo ruego, por favor.—Gracias, noble señor. Mi nombre es Leandra y como ya debéis saber, soy la señora de esta casa bendecida por Onar. Vos debéis ser Serlan ¿y tú debes ser Sara, verdad?—Así es, señora —contestó la muchacha con voz quebradiza, intimidada por la fastuosa presencia de Leandra, que como un perfume intenso, llenaba todo el espacio. Los cabellos negros ensortijados, eran recogidos por una diadema de plata en la que brillaba una línea de esmeraldas. En los brazos finos y atléticos, se reflejaba el fulgor de dos grandes brazaletes de oro, seguramente extraído del Alto Crayón. El rostro, anguloso, aunque marcado por el tiempo, mostraba una extraordinaria belleza otoñal. Sus enormes ojos grises estaban puestos sobre un halagado Serlan, impresionado y agradecido por ser tratado como correspondía a su estamento, por alguien que también ostentaba una alta posición.
Leandra volvió a sonreír. Como sabría Sara con el tiempo, sonreír no significaba nada más que una forma de estar para aquella mujer opulenta, y bien podría ordenar el descuartizamiento de alguien con una de sus sonrisas amplias y cálidas.—Es esta una noche muy especial para Villalaia, casi nunca nos visitan unos huéspedes tan distinguidos. Para honraros, he hecho cocinar las mejores viandas y se han abierto vinos valiosos. ¡Ah! Y las voces de dos doncellas nos acompañarán durante la velada.Efectivamente, la cena estaba a la altura de los mejores banquetes de la corte de Vamurta. Sara observaba cómo la señora y el Conde se trataban con una sorprendente naturalidad y pronto comprendió que se entendían con fluidez, en parte debido a que Leandra sabía intuir los sentimientos de Serlan y sutilmente conseguía que éste se sintiera otra vez importante, como alguien que los dioses han señalado entre los hombres. Hablaron de muchos asuntos durante el ágape, mientras brindaban por cualquier razón y se deleitaban con la variedad de los platos que les iban sirviendo.»



Una dama de fantasia, Leandra. by Igor