Si algo ha dejado claro la guerra en Ucrania para Europa es la necesidad de acabar con su dependencia energética, no sólo en términos de lo que supone un proveedor como Rusia, sino en general de los combustibles fósiles. Las tensiones geopolíticas provocadas por esta invasión, además de generar consecuencias humanitarias, políticas y económicas devastadoras para la región y el resto de occidente. También han promovido una crisis energética, sin precedentes cercanos, que ha encarecido, como no sucedía desde la década de los 70, los precios del gas, los combustibles y la electricidad en general.
Las repercusiones económicas de esta crisis se han sentido durante todo 2022 y el año en curso, con el aumento en los costes de producción de cientos de empresas y productores. Así como en los bolsillos de los ciudadanos que, en su mayoría, han visto mermado su poder adquisitivo a causa de los elevados índices de inflación. Pese a que la Unión Europea ha encontrado alternativas para reducir la demanda de gas desde Rusia casi en un 75% según las últimas cifras. Y se ha definido un plan para prescindir totalmente de este proveedor antes de 2027 (RePowerEU), sabemos muy bien que el uso de los combustibles fósiles plantea un problema mucho más allá del tema geopolítico.
De la crisis energética a la crisis climática
La razón, es que además de una crisis energética, y geopolítica, Europa y el planeta entero se enfrentan a una crisis climática de grandes proporciones. En este contexto, no cabe duda que la dependencia de los derivados del petróleo es uno de los principales factores que impulsa esta crisis, y uno de los primeros aspectos que se deben evaluar y transformar. En este contexto, la guerra en Ucrania ha sido el escenario perfecto para discutir la urgencia de una transición energética hacia energías renovables y un sistema económico más sostenible que disminuya o acabe con la dependencia de las fuentes de carbono.
Para ello, desde el año 2020 y con ocasión de los impactos de la pandemia en la economía, la Comisión Europea ya hablaba de un Pacto Verde Europeo. Su lanzamiento supuso una nueva hoja de ruta y actuación en términos económicos, de inversión, transformación de la industria, las ciudades y la región entera. El Green Deal europeo como también ha sido denominado, plantea una serie de estrategias alrededor de las cuales girarán gran parte de los recursos de la Unión Europea las próximas décadas y, por ende, los que definirán la agenda y el gasto público. A continuación, exponemos los principales aspectos de esta nueva estrategia y cuál será su impacto en la agenda política actual, sobretodo en este año en el cual varios países de la región celebrarán elecciones.
El pacto verde europeo y el Objetivo 55
De acuerdo con la Comisión Europea, el Pacto Verde Europeo es un conjunto de iniciativas políticas que tienen el objetivo de abonar el camino de la UE hacia la transición ecológica. El fin último es el de alcanzar la neutralidad climática de aquí a 2050. La idea es garantizar que la sociedad europea sea para esa fecha, una sociedad próspera, equitativa, estable y competitiva. Para ello se plantean una serie de esfuerzos e iniciativas que incluyen medidas en cuanto a la contención climática, el medio ambiente, energía, transporte, industria, agricultura y finanzas sostenibles.
La neutralidad climática pretendida con esta estrategia busca que para el 2050 todas las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la UE puedan ser absorbidas por la misma naturaleza, eliminadas o compensadas. En este sentido, uno de los objetivos más ambiciosos del Pacto Verde es el Objetivo 55, el cual plantea una reducción de un 55% de las emisiones de carbono de cara al año 2030. Para ello, se están diseñando una serie de paquetes legislativos en los que se plantearán transformaciones fuertes en sectores como transporte, energía e industria. Con lo cual se contemplan concretamente leyes, inversiones e I+D para:
- Aumentar las inversiones en tecnologías respetuosas con el medio ambiente
- Apoyar la innovación industrial
- Promover sistemas de transporte público eficiente y con emisiones 0
- Promoción y ampliación de energías renovables (descarbonización energética)
- Eficiencia energética en infraestructuras civiles, gubernamentales e industriales
El Green Deal Europeo: Una oportunidad para la innovación y transformación de la industria y la economía
Además de estos aspectos, el Green Deal europeo contempla otras acciones más amplias que tienen que ver con nuevos modelos económicos y de negocios, y un proceso de transición ecológica total y sustentable. A grandes rasgos las siguientes son sus cinco estrategias principales.
Los cinco ejes centrales del Pacto Verde Europeo
Como estrategia de transformación integral, el Pacto Verde europeo contempla áreas de acción que van desde la adaptación al cambio climático, energías limpias, transición justa, y economía circular, hasta la protección de la biodiversidad, industria, construcción, movilidad y campo sostenible.
- Energía limpia, asequible y segura: considerando que el 75% de las emisiones de la UE provienen del uso de energía basada en el consumo de combustibles fósiles. La descarbonización es sin duda uno de los pasos cruciales hacia un horizonte sostenible en el que se pueda hablar de neutralidad climática. En este sentido, el Pacto Verde se propone metas como, a). el desarrollo y adopción de fuentes de energía limpia como la marina y el hidrógeno, b). integración de sistemas energéticos, y c). infraestructuras eficientes energéticamente.
- Industria sostenible: otro porcentaje importante (20%) de las emisiones de efecto invernadero que produce la UE, están relacionadas con la industria. Además, sólo el 12% de los materiales que se usan provienen de la reutilización. Por lo tanto, con esta nueva agenda verde lo que se plantea es que las empresas modernicen sus procesos productivos con la adopción de una economía circular que genere cero emisiones. Para esto, sectores como el textil, electrónico, plástico y construcción son vitales.
- De la granja a la mesa: busca una transformación del sistema alimentario para garantizar la neutralidad climática. En este sentido, las principales apuestas son, a). asegurar la disponibilidad de alimentos asequibles y nutritivos sin superar los límites de la tierra, b). promover una producción ecológica y sostenible y c). promover el consumo de dietas más saludables y sostenibles.
- Movilidad y construcción sostenible: el transporte y la construcción aportan porcentajes significativos de emisiones contaminantes. Además, los edificios existentes consumen el 40% del total de la energía, por lo tanto, se pretende promover planes para la adecuación de infraestructuras energéticas eficientes. Así como nuevas estrategias de edificación sostenible que permitan la eficiencia energética. Igualmente, en el tema de movilidad, la idea es promover el uso de transportes públicos y privados eficientes, impulsados por energías limpias.
- Protección de la biodiversidad y ecosistemas: busca la recuperación de la biodiversidad del continente a 2030 con acciones como, a). ampliación de zonas marinas y terrestres protegidas, b). recuperación de ecosistemas degradados reduciendo el uso de plaguicidas, c). proveer mayores recursos para evitar la pérdida de biodiversidad, d). trabajar en la recuperación o aumento de la biodiversidad incluso en áreas urbanas mediante el diseño de ciudades verdes.
¿Cómo impacta la agenda política la transición ecológica y el Pacto Verde europeo?
Tal como acabamos de reseñar, el Pacto Verde europeo es una propuesta ambiciosa y de largo alcance que se plantea en el corto y largo plazo transformar gran parte de la economía, productividad y modo de vida en la región. Para ello la apuesta financiera contemplada no es menor, la Comisión Europea se plantea movilizar al menos un billón de euros en inversiones sostenibles en la próxima década. No en vano, ya el 30% del presupuesto plurianual de la región (2021-2028) y los fondos Next Generation se han destinado a este tipo de inversiones.
Por su parte, los países miembros deberán destinar al menos el 37% de la financiación recibida por parte de la UE a inversiones y reformas que se enmarquen en los objetivos climáticos que busquen la neutralidad climática para 2050. Al mismo tiempo, la UE adoptará otras medidas de financiación como la emisión de bonos verdes, inversiones sostenibles, entre otros. Con este panorama de por medio, está claro que el tema climático y la transición ecológica deberá estar en el centro de la agenda pública de los próximos gobernantes y por ende de los próximos candidatos a serlo.
Si bien es cierto que el tema de la crisis y cambio climático ha sido abordado por algunos partidos y líderes políticos desde la óptica del negacionismo. O señalando este discurso como una moda más. Lo cierto es que la llegada del Pacto Verde europeo, y la cantidad de recursos destinados a él, sin duda, imprimirá otra pauta en el discurso y ejes programáticos de los gobiernos. Por lo tanto, cabe preguntarse si, siendo una política comunitaria, las posturas que minimizan la situación climática y la necesaria transformación tendrán cabida o no.
Voto verde y gobernanza europea
Este año se celebrarán elecciones en Grecia, Polonia y España, los partidos y candidatos tendrán el reto de sortear este tema en un contexto de crisis energética y climática a la vista. Esto último si consideramos la cada vez más evidente presión medioambiental que dejan los evidentes aumentos en las temperaturas, y que a su vez producen veranos cada vez más intensos y sequías más recurrentes. Así como otros fenómenos climáticos que empiezan a materializarse y a dejar pérdidas económicas y humanas como los incendios, inundaciones y tormentas.
En esta medida, pasar por alto el tema climático podría salirle caro a los candidatos, no sólo porque desde Bruselas hay una política ya establecida y férrea al respecto. Sino también, porque los ciudadanos, sobre todo, jóvenes ven el cambio climático como el máximo desafío de los próximos 20 años. En este sentido, un reciente estudio llevado a cabo por el International Institute For Applied Systems Analysis señala que a medida que la ciudadanía tiene mayor contacto o experiencia con eventos ambientales o climáticos extremos, mayor es su apoyo político real a la acción climática o voto verde.
En definitiva, la próxima agenda política que planteen tanto gobiernos como aspirantes a serlo, deberá tener un componente central dedicado a la transición ecológica y resiliencia ambiental. Esto pasa por apoyar nuevos modelos de negocio e industrias verde, promover mayor investigación y desarrollo científico al respecto, generar nuevas alianzas geoestratégicas orientadas a eliminar la dependencia de fuentes de carbono, promover políticas de movilidad, construcción y agroalimentación centradas en la sostenibilidad, entre otros. Sin estos parámetros de por medio se corre el riesgo, no sólo de no obtener los votos necesarios para llegar a gobernar. Sino también, de no lograr una gobernanza eficaz con la Unión Europea.