Revista Cultura y Ocio

Lectura recomendada: “Lo que sirve para construir no sirve para medir” por Amelia Díez Cuesta

Por Rhenriquez
Leonardo Da Vinci

Leonardo Da Vinci

LO QUE SIRVE PARA 
CONSTRUIR NO SIRVE 
PARA MEDIR

No es posible dibujar un cuadrado perfectamente cuadrado si no es con el número. Basta dibujar, imperfectamente, una figura de cuatro lados y poner el número cinco en cada uno de los lados, para que esa figura pase a ser una figura de lados iguales, es decir: un cuadrado. Figuras trascendentales, porque los rasgos numéricos permiten trascender la apariencia.

Pitágoras nos enseñaba que lo que sirve para construir la diagonal no sirve para medirla.

El número o rasgo numérico es más que un instrumento de medida, así como el concepto de inconsciente es más que un instrumento de medir algo que el sujeto ya tiene. Por eso decimos que no se trata de que haya sujetos con inconsciente sino sujetos del inconsciente, que el concepto de inconsciente sobredetermina que haya sujetos del inconsciente, produce sujetos del inconsciente.

Lo que sirve para construir no sirve para medir. El número es la diagonal, no sirve para medir la diagonal, igual ocurre con la interpretación, no es que mida el inconsciente sino que es el inconsciente, no es que mida la realidad sino que es la realidad, no es que mida los hechos es los hechos.
La infancia también es, en psicoanálisis, una noción original, que sirve para construir la infancia, no para medir cada infancia.

Cuando decimos que en psicoanálisis la causa viene del futuro y no del pasado, cuando decimos que es el futuro el que rectifica el pasado, si me analizo cada vez tengo una infancia diferente, en tanto si sigo creyendo que la infancia es lo que yo creo que es, en lugar de poner en acto un significante, eso quiere decir que todavía no soy sujeto del psicoanálisis.

La frase siguiente es siempre una transformación de las frases anteriores, por eso siempre hay nueva realidad. 
Mientras se conciba que es el pasado el que determina el futuro, la actitud no cambiará. Se darán datos del ayer, creyendo que así ayudamos a pensarnos. Cuando creamos que es el futuro lo que determina, hablaremos diferente, nunca de cosas ya pensadas, sino de lo impensado. 
Hay quien espera tener deseos de estudiar para comenzar a estudiar, hay quien espera tener ganas de comprar muebles para hacer habitable el lugar donde habita. Cuando sólo el estudiar hace de objeto causa del deseo de estudiar, sólo el vivir es causa del deseo de vivir.

Es del orden de la diferencia entre vivir como si fuera a vivir 40 años más o vivir como si fuera a morir hoy mismo. 
En psicoanálisis no podemos recurrir al sujeto supuesto saber en ningún momento, eso está excluido. Esto porque sabemos que somos sujetos del inconsciente.
Freud articuló «él no sabía que estaba muerto», es decir, en tercera persona, que al traducirlo a primera persona decimos: «yo no sabía que vivía de ser mortal».

El soporte de la interrogación filosófica más moderna, lo constituye que no hay nadie para poder decimos, en el momento de abandonar nuestra vida, que a nuestra propia vida hemos sido siempre en alguna medida extraños.

Es en la repetición de lo aparentemente idéntico que se crea la entrada en lo real como significante. La entrada en lo real es la forma de ese rasgo repetido de la diferencia absoluta en tanto ella está allí.

La ligazón del sujeto a este rasgo unario, pequeña diferencia, diferencia absoluta, diferencia ajena a toda comparación posible, es lo que hace que podamos decir: en el principio era el rasgo unario. Por eso que la relación del mundo del significante con la pulsión sexual, hace que prevalezca la función erótica del cuerpo en la cuestión del sujeto. Es la lengua la que civiliza el goce, es la que transforma el goce de la necesidad en el goce del deseo.

Hay un vacío y es de allí que el sujeto partirá, hay una estructura de lenguaje y es allí que nacemos.

Amelia Díez Cuesta. Psicoanalista
Extensión Universitaria, Revista de Psicoanálisis, No. 21



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