Lecturas desde La Parada (19); El Amnios Natal. Un viaje chamánico a la infancia

Publicado el 19 junio 2012 por Ruta42 @ruta42

Durante la celebración de su cuarenta cumpleaños Alan Moore, el influyente guionista británico creador de Watchmen o V de Vendetta, sorprendió a sus amigos y familiares declarándose mago. Un año después, en 1995, Moore presenta una performance místico-poética en un antiguo tribunal victoriano de Newcastle. Eddie Campbell, autor con gran talento para la narración gráfica y dibujo grácil, que ya había acompañado a Moore en el viaje de From Hell, presenció la performance y decidió trasladarla al medio natural de ambos, el cómic, dando lugar una nueva unión de dos sensibilidades únicas para narrar un emocionante viaje chamánico hacia la infancia.

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El Amnios Natal es la adaptación a cómic de una performance mágico-poética que Alan Moore llevó a cabo en 1995 junto a los músicos Tim Perkins y David J. Tuvo lugar en un viejo tribunal victoriano, el Old Country Court de Newcastle.

El amnios natal es una membrana en forma de campanilla que brota del saco que cubre la cabeza de los niños al nacer. Su presencia es ocasional. Su propósito, enigmático. Una indumentaria que señala la participación en alguna silenciosa e indescifrable élite, alguna secta de embriones trapenses que sueñan con el absoluto bajo este macilento y translúcido capuchón.

Alan Moore

Una experiencia personal

Mi encuentro con El Amnios Natal fué fruto de una de esas casualidades en las que a Alan Moore disfruta encontrando señales. Un ejemplar de su primera edición, publicada por el propio Eddie Campbell, llevaba años dando vueltas de caja en caja por la librería, cuando esta se encontraba aún en la calle Mateo Seoane del barrio de Parquesol. Por aquel entonces yo aún no sabía mucho sobre Alan Moore, el mundo del cómic se había abierto ante mí como un enorme paisaje por el que caminaba maravillado vagando sin rumbo, carente de referentes. El ejemplar en inglés había sido uno de esos pedidos de Previews (catálogo para solicitar cómics americanos) que, tras un viaje de varios meses, había quedado sin reclamar por quien quiera que lo encargara. Cuando en el año 2007 La Parada de los Cómics trasladó su ubicación a la actual, en la calle Sierpe, el fino volumen de grapa reapareció en una de las cajas. La fea portada se había vuelto hermosa con los años, y leer los nombres del dúo de creadores de From Hell ya no me dejaba indiferente. Adquirí el ejemplar y durante todo ese año aguardó encima de otros cómics, hasta quedar soterrado debajo de muchos más. Finalmente, tras la lectura de Promethea y la relectura de From Hell, busqué esa vieja portada azul atravesada por atigradas rayas ocres, decorada con un dibujo a pincel de dos máscaras, una mortuoria, blanca y otra sonriente con las facciones de un bebé de mejillas sonrosadas.

Portada de la edición orginal, Eddie Campbell Comics, 1999

Conocedor de algunas de las ideas de Alan Moore sobre la magia tras acompañar en su viaje a Promethea y conocer a un buen amigo del guionista, el ocultista y mago Aleister Crowley, quedé atrapado en las páginas de The Birth Caul, en el simbolismo de sus palabras y en el viaje personal de Eddie Campbell a través de ellas. Al finalizar tenía una sensación que sólo había experimentado tras leer la novela de Jack Kerouac “Los Subterráneos”: había sido una experiencia diferente, el juego entre dos lenguajes que se entrecruzan, ampliándose y complementándose. En la novela de Kerouac habían sido la narrativa y el jazz, con la parte musical transmutada en ritmo literario. En el cómic, la poética narración de Alan Moore, cargada de una tierna melancolía que cobra gravedad en un mundo interior lleno de símbolos herméticos, mezclada en el crisol del dibujante con una íntima interpretación del viaje de regresión del adulto, desde la muerte y la vejez hacia cierta esencia primera, pasando por la adolescencia y la infancia.

Eddie Campbell centra su atención en un espectador sorprendido, alter ego del propio dibujante, a través del cual llevaremos a cabo el viaje propuesto por Moore.

La sensación de descubrimiento se acrecentó al leer en la contraportada que existía una grabación en audio de la representación original. No siendo accesible a través de los medios convencionales, finalmente di con ella navegando por los océanos de la red. De modo que pude repetir la experiencia de la lectura con la poderosa voz del mago de Northampton como guía, acompañada por la música de Tim Perkins, tal como Campbell lo había vivido en ese momento único, un 18 de noviembre de 1995 en el Old Country Court de Newcastle.

Dos caballeros de la historieta

Alan Moore (Northampton, 1952) y el artista escocés Eddie Campbell (Glasgow, 1955) se conocieron en 1982 en un pub londinense llamado Westminster Arms, punto de encuentro habitual de la escena comiquera británica de la época. Moore era por aquel entonces un joven alto y melenudo con varios guiones publicados en la importante revista de cómic de ciencia ficción 2000AD. Había comenzado en los cómics dibujando viñetas en varias publicaciones underground de su ciudad natal, antes de decantarse definitivamente por el oficio del guionista. Campbell, por su parte, comenzó autoeditando a finales de los setenta historias autobiográficas en las que se retrataba en su alter ego en viñetas, Alec MacGarry.  En aquel momento comenzó una relación de amistad y mutua admiración que se manifestó en un enorme proyecto común, From Hell, magna obra de la historia de la historieta que se elaboró y publicó en un largo proceso entre 1989 y 1998.

Cuando arrancaron con From Hell, Alan Moore ya se había consagrado en Inglaterra y Estados Unidos, con trabajos como La Cosa del Pantano (1984 – 1986), varios guiones antológicos para Superman y un cómic de Batman, La Broma Asesina, que redefinió para siempre la dualidad que representan el Cruzado Enmascarado y su adversario El Joker. El reconocimiento definitivo llegó con Watchmen, refundación del género de superhéroes del que los guionistas del gremio han estado bebiendo desde entonces, conscientes de que escriben también (o tal vez, a día de hoy, mayoritariamente) para un público adulto; y V de Vendetta, cuyo mensaje, originalmente considerado radical, parece que nunca va a pasar de moda. Mientras tanto, Campbell había continuado su obra autobiográfica con diversas entregas de Alec que aparecían en la revista británica Escape Magazine, para empezar a publicar en Estados Unidos con la editorial Fantagraphics a finales de los ochenta. A partir de 1990 Campbell comenzó a publicar su serie Bacchus, protagonizada por el popular dios romano del vino, Dionisio, en una ambientación contemporánea.

Mientras Eddie Campbell buscaba "el destino del artista", Alan Moore exploraba rincones mas oscuros del subconsciente: diversos medios con el Arte como fin. El escocés ha combinado sus trabajos de cómic con el estudio y la divulgación del medio: es uno de los grandes valedores de cierta "vuelta a los orígenes", en busca de un cómic maduro y para adultos que defiende en su Manifiesto de la Novela Gráfica. Viñeta de The Fate of the Artist, (El Destino del Artista, Astiberri, 2010)

Alan Moore se había volcado desde su ruptura con DC en 1990 en la publicación independiente, con obras como Un pequeño asesinato, con dibujo de Óscar Zárate, o el proyecto experimental Big Numbers junto a Bill Sienkiewicz. Y así llegamos hasta ese día de noviembre de 1993 en el que Alan Moore sorprende a todo el mundo declarándose como mago. Siendo desde su infancia un niño soñador al que la palabra “magia” le resultaba la más evocadora de todas las del diccionario, durante años se documentó sobre el chamanismo, la mitología y el ocultismo, en parte para volcarlo en sus trabajos, como cuando crea para La Cosa del Pantano un mago de cómic totalmente atípico, John Constantine, “un brujo que es un ratero de clase obrera” en palabras del propio Moore; o en la figura de William Gull, adorador de Baphomet en From Hell.

Para Alan Moore la imagen de las serpientes entrecruzadas, presente en el Caduceo de Hermes, puede albergar un sin fin de contenidos simbólicos, entre otros la doble hélice de nuestro ADN

Pero mientras absorbía toda esa información, parte de ella comenzaba a encajar de forma clara con su forma de sentir el arte y de interpretar el poder de la consciencia y la imaginación humanas. “Al familiarizarme más con la magia, finalmente había descubierto que la magia era lo que Aleister Crowley llamaba una enfermedad del lenguaje, y llegué a entender que la magia es sobre todo un fenómeno lingüístico y que por tanto era realmente lo que había estado esperándome al final de la senda, más allá del simple oficio”. Pensamiento lateral, lectura semiótica de la realidad cotidiana en los símbolos que nos rodean, en la geografía urbana, y en un respeto por el ritual irónico, autorreferencial, como vía para llegar a un estado de consciencia amplificado y transversal a diversas capas de significado que se superponen a través del tiempo. Alan Moore se declara devoto del dios tardorromano Glycon, deidad serpiente de origen macedónico relacionada con el Asclepios hermético. Un interesante acercamiento al origen de estas ideas de Alan Moore y a su forma de entender el concepto de deidad en si como una idea autoconsciente puede leerse en la entrevista de Campbell a Moore que se resume en las páginas finales de esta edición de El Amnios Natal.

La monotonía de la vida adulta y el vacío vital que la acompaña, uno de las facetas de la vida cotidiana atrapadas en este viaje de regresión

De la “performance poética” al cómic

Dos años después de su original crisis de la mediana edad, Moore planeó una performance junto a sus habituales colaboradores Tim Perkins y David J (bajista de la mítica banda post-punk Bauhaus), una puesta en práctica de sus ideas a través de un viaje psicodélico, un recital simbólico acompañado de una intensa música ambiental y una sencilla pero potente puesta en escena, con un objetivo mágico: crear una atmósfera propicia para que, a través de las palabras, los asistentes pudieran en efecto experimentar un cambio en su conciencia. Tras el éxito de la primera actuación en Londres, titulada “El pelo de la serpiente que me mordió”, en 1995 Moore presenta en Newcastle El Amnios Natal, un viaje chamánico hacia la infancia que parte de su reciente y dolorosa experiencia con la muerte, el fallecimmiento de su madre tras una prolongada y terrible enfermedad. En los días siguientes al deceso, Moore encuentra entre las pertenencias maternas un documento que resulta revelador: el amnios natal de su abuela, conservado con sus documentos de nacimiento. Se trataba de una costumbre antigua, conservar ese fragmentodel saco amniótico cuando aparecía pegado a la cabeza del recién nacido durante el parto.

El documento oficial en el que se conservaba el amnios aparece repetidamente, como un talismán, asociado a otros documentos reales que se habían conservado junto a él, testigos de otros tiempos

El relato de Moore intercala pasajes en los que describe los diversos significados de ese amnios en la tradición cultural, mientras lo llena de un valor simbólico con otros fragmentos centrados en los ritos de paso de las distintas etapas vitales, momentos cotidianos que se llenan de poesía en su descripción íntima, profundamente autobiográfica, hasta los primeros recuerdos de la infancia. Un relato que es la a vez un juicio, una iniciación y la revelación de un profundo secreto.

El descubrimiento del sexo y el amor en la adolescencia es otra de las paradas en el viaje de El Amnios Natal

Eddie Campbell, que conocía bien a Moore, quedó muy impactado por la representación y la fuerza de sus palabras. Pronto sugirió su amigo crear una versión ilustrada de la representación, utilizando como referencia la grabación de audio en directo. El de Northampton accedió, y Campbell consiguió llevarlo al cómic creando un collage en el que se intercala el retrato realista de esa única puesta en escena, tal como la presenció, con su codificación simbólica y la asimilación intensamente personal y empática del viaje por la propia historia vital que Moore había propuesto, dando lugar a una obra única de experimentación que certifica la capacidad de un lenguaje, el del cómic, para transmitir cualquier tipo de mensaje siempre que tras el haya un gran narrador gráfico. Incluso algo tan abstracto y etéreo como es la magia.

Alan Moore, convertido en chamán, instruye a una audiencia hipnotizada en la importancia simbólica del amnios, presente en obras literarias como David Copperfield como símbolo de buena fortuna para el recién nacido, utilizado como amuleto para evitar ahogamientos por los marineros británicos, o cedido como reliquia hereditaria en un testamento del siglo XVII

El Amnios Natal se publicó en España por La Factoría en el año 2000, y ha estado descatalogado desde 2002. Tras diez años, Astiberri nos ofrece una nueva edición, en cuidada tapa dura, que adapta la reedición de 2011 a cargo de la editorial británica Knockabout, si bien en la edición inglesa El Amnios Natal iba acompañado por Serpientes y Escaleras, segunda colaboración en Moore y Campbell para ilustrar otra performance aún más abiertamente volcada a cierta visión del mundo desde el ocultismo y la magia ritual y ceremonial, y que también publicará Astiberri (con fecha de salida para el próximo 6 de julio). A valorar especialmente la traducción de Santiago García: conservar el sentido y la poesía de un texto oscuro y lleno de juegos de referencias ha debido ser una tarea ardua, pero el resultado es excelente.

"Ahogandose en oro" es la expresión que Moore utiliza para hablar de su experiencia del tránsito desde el final de la adolescencia a la vida adulta. "Los DIECISIETE años son como el oro, lentos y calientes en el cálido borrón borracho de la multitud cabeceante y descorazonadora".

¿Y con qué conclusión nos quedamos, después de este emocionante viaje desde el final hasta el inicio? ¿Es Alan Moore un genio excéntrico o un petulante hijo de la postmodernidad? ¿Qué es esa Magia de la que Alan Moore nos habla? Para el mago de Northampton el Arte, con su carácter de creación desde la nada, con su capacidad única para cambiar nuestra conciencia, es la encarnación perfecta de esa idea que denominamos Magia. Aunque si le preguntamos con mayor insistencia, acabará por clavar en nosotros sus ojos claros y brillantes, esbozando una sonrisa mientras repite con su voz grave:

There is no such thing as magic.
Is no such thing as magic.
No such thing as magic.
Such thing as magic.
Thing as magic.
As magic.
Magic.

Raúl A. Astruga

Mercader de historietas en La Parada de los Cómics y miembro de la Asociación Cultural El Planeta de los Cómics.

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