Lecturas Desde La Parada (28); Ubik, un relato de horror existencial

Publicado el 11 septiembre 2012 por Ruta42 @ruta42

Tras un verano con pocas novedades, comienza el bombardeo de septiembre: series nuvas, nuevos coleccionables y nuevas reediciones, a parte de tesoros que irán cayendo en nuestras manos como Portugal, de Cyril Pedrosa o ¿Eres mi madre?, de Alison Bechdel. Entre tanto hemos aprovechado para descansar un poco de tanto cómic y releernos una buena novela de ciencia ficción, Ubik, una de las obras mas reseñadas del legendario Phillip K. Dick. Mas información, a un click.

“¡Lea Ubik! Editado originalmente en 1969 con esta sencilla portada, esta novela le proporcionará horas de placer y congoja, su ración de “pathos” acompañada de ácida crítica social. Resultados garantizados.”

Una librería especializada en cómic tiene casi siempre su espacio para la literatura fantástica y la ciencia ficción. Ya hablamos algo de literatura fantástica con la lectura de Danza de Dragones. La ciencia ficción es un mundo aún mas diverso, con muchas subgéneros. Existe una vertiente fuerte de la ciencia ficción actual que se aproxima a la novela fantástica en su vocación de evasión, de atrapar al lector con una buena aventura, ofrecerle horas de diversión viajando por ambientaciones vivaces y llenos de imaginación. Pero en el trasfondo de la ciencia ficción siempre existe una vertiente intimista, filosófica o crítica. Nos muestra, en ocasiones, un futuro posible, un reflejo distorsionado de nuestra realidad que nos hace sentir esta más irreal. Cuando este tipo de ciencia ficción está bien escrita, puede ser una experiencia estremecedora.

El futuro: 1992

Ubik, publicada originalmente en 1968, nos sitúa en el año 1992 presentándonos a Glen Runciter, un enérgico hombre de negocios, director de una importante Compañía de Previsión de Nueva York. En ese futuro (entonces) cercano, la aparición de personas con poderes psiónicos como la telepatía o la precognición, agrupadas en su mayoría en torno a un misterioso líder llamado Hollis, provoca una gran sensación de inseguridad  sobre todo en lo colectivo: las grandes corporaciones necesitan defenderse del espionaje industrial, que está a la orden del día. No resulta difícil contratar a un telépata de Hollis para sustraer información privelegiada de la mente de otras personas, o a un “preco” para adivinar futuras decisiones. Runciter Asociados, como compañía de previsión, ofrece su solución mediante sus empleados, los llamados “inerciales”, personas sin poderes psiónicos pero capaces de anular el funcionamiento de los de los demás. A lo largo de los años los inerciales de Runciter se han dedicado a seguir y contrarrestar a los “psis” de Hollis. Pero algo se cuece en las sombras, y ante la posibilidad de que el estatus quo se incline definitivamente en favor de Hollis, Runciter busca consejo en su persona de mayor confianza, su esposa Ella, que a pesar de llevar años fallecida aún conserva un importante cargo en la empresa. Matenida en “semivida”, congelada en una friovaina, vive un eterno sueño en compañía de otros semivivos que reposan en el Moratorio de los Amados Hermanos, en Zúrich. La semivida permite una conexión telepática con el cuasidifunto, pero cada sesión agota la reserva del semifallecido. Rúnciter, a pesar de esto, contacta con su esposa y recibe su consejo de manera difusa debido a las interferencias que causan otras señales que se superponen sobre la suya, débil y cada vez mas lejana.

Este aspecto, el de la semivida, que se introduce desde el primer capítulo, resulta verdaderamente inquietante en su descripción. Tras su lectura dejamos atrás la idea preconcebida de que estamos leyendo un libro de ciencia ficción: tenemos la riqueza del género presente en las descripciones, en la ambientación, en la visión de un futuro distópico donde máquinas homeostáticas controlan cada aspecto de la vida material, pidiendo monedas para funcionar (las cafeteras, las neveras, las puertas de las viviendas, los aseos). Es la crítica bien documentada, ácida y bien escrita, de un autor de ciencia ficción sumamente descontento con la sociedad en la que vive, y su pesimismo se reviste de humor amargo. El enfrentamiento entre psiónicos e inerciales le confiera a la trama incial un aspecto de thriller de espías corporativos que engancha al lector.

Pero todo eso va a volar por los aires. En realidad estamos leyendo una novela cuyo género probablemente encaja mas con el que plantea el crítico Lev Grossman, el del horror existencial.

“¡Lea Ubik! La edición española de La Factoría de Ideas le otorga a Ubik un agradable peso y una sencilla lectura gracias a su encuadernación en rústica. ¡Déjese atrapar con Ubik en un viaje que le hará replantearse su propia existencia! Inofensivo si se utiliza según las instrucciones.”

El punto de vista se transfiere alternativamente a otro personaje, Joe Chip, un técnico de mediciones al servicio de Runciter, que da con una nueva candidata a inercial tremendamente atractiva y con una capacidad nunca vista, alterar las líneas temporales, lo que puede ser el arma definitiva contra la precognición. El personaje de Chip es muy interesante, un antihéroe al borde del abismo existencial, un perdedor que no termina de aceptar la derrota y que tiene una rica vida interior. Las reflexiones filosóficas de Chip nos dejan algunas de las vedaderas perlas de esta novela. Mientras, la misteriosa y seductora Pat Conley añade muchos componentes, y sobre todo permite jugar con una de las obsesiones de Dick, la subjetividad de la realidad, la manifestación de esta sólo como una proyección de nuestra percepción, que puede alterarse e incluso no existir mas allá de nuestra mente. 

Mientras la trama avanza, los distintos giros van aumentando la sensación de irrealidad y el lector se aferra, como Chip, a la lógica, para descartar las explicaciones a priori mas absurdas de lo que les sucede a los personajes. El horror existencial se superpone a la trama de espionaje, e incluso a la ambientación futurista, que se altera en diversas ocasiones. En el fondo la clave siempre ha estado en Ubik. Lo sabemos desde que observamos la portada del libro, mientras leemos los anuncios de Ubik al comienzo de cada capítulo. Ubik puede ser un producto de limpieza, una cerveza, un café instantáneo, un aderezo para ensalada, un antiácido, una maquinilla de afeitar, un ungüento para la piel, un aerosol, y muchas otras cosas, y a la vez no es esencialmente ninguna de ellas. Descubrir qué es Ubik es el motivo de este viaje, y no seré yo quien os desvele el misterio.

“¡Lea Ubik! En su edición de bolsillo en la colección “Booket” presenta una arrebatadora portada fucsia. Fácil de transportar, aplíquese a su Ubik de bolsillo en el tren, en el autobús o a escondidas en la oficina o las tediosas horas de clase. ¡Precio muy razonable! Usado según las instrucciones, le ofrecerá el mismo contenido que la otra edición pero en tamaño reducido”

La primera edición española data de 1982, y a lo largo de los años ha pasado por diversas editoriales, siendo La Factoría de Ideas quien más veces ha reeditado la obra, en edición de tapa blanda. Para una edición en cartoné tuvimos que esperar a la de Clásicos Minotauro. Yo, sin embargo, me he dejado llevar por el encanto fucsia de una edición de bolsillo, aparecida hace un par de meses en las librerías, perteneciente a la colección Booket de Ediciones Minotauro (grupo Planeta). Para un libro de poco mas de doscientas páginas es clara y sin artificios, bonita y sobre todo barata, aunque presenta varias erratas evidentes que pueden vovler aún mas confusa una historia que en ocasiones nos obliga a retroceder varios párrafos e incluso varias páginas para asegurarnos de que la estamos siguiendo correctamente.

En resumen, Ubik es una novela absorvente, con mucho ritmo y muchas capas, que se nos queda corta, pero que resulta una fabulosa puerta de entrada al universo de Phillip K. Dick (Chicago, 1928 – 1982), autor de culto conocido especialmente por su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, en la que se basó la película Blade Runner (Ridley Scott, 1982). Sin detenernos en mayor profundidad en su interesantísima biografía ni en su compleja personalidad, no podemos dejar de señalar su influencia definitiva en la ciencia ficción moderna, literaria pero sobre todo cinematográfica. El género ciberpunk le debe muchas de sus bases de su ambientación distópica, y su influjo se ve en películas como Matrix, 12 monos o Videodrome. Peor suerte han corrido las adaptaciones de su obra, aunque no en cuanto a su éxito comercial: a parte de la ya mencionada Blade Runner, Minority Report (Steven Spielberg, 2002), Next (Lee Tamahori, 2007, con Nicolas Cage como protagonista), o la recienteme refabricada Desafío Total (Paul Verhoeven, 1990, con Arnold Schwarzenegger, y Len Wiseman, 2012, con Colin Farrell) están basadas directamente en varios de sus relatos. En estas producciones, sin embargo, la riqueza de los mundos descritos por Dick da alas a espectáculos visuales que acaban por comerse el verdadero espíritu de los relatos.

No podíamos resistirnos a incluir unas viñetas en esta entrega de Lecturas desde La Parada. Robert Crumb, con su inconfundible estilo, trasladó a cómic para la revista “Weirdo” el relato de Phillip K. Dick de una experiencia religiosa “real” que lo iluminó bajo los efectos del pentotal sódico.

Una admirable excepción (junto, por supuesto, a Blade Runner, por mucho que su argumento se desvie enormemente del de la novela) es A Scanner Darkly (Una mirada a la oscuridad), dirigida por Richard Linklater en el año 2006, con un reparto encabezado por Keanu Reeves, Winona Ryder, Robert Downey Jr. y Woody Harrelson, y rodada en rotoscopia (esto es, dibujos animados sobre la actuación de los actores), lo que permite introducir de pleno la sensación paranoide de confusión de la realidad que está en la raíz de casi toda la obra de Phillp K. Dick.

¡Hasta la próxima lectura!

Raúl A. Astruga

Mercader de historietas en La Parada de los Cómics y miembro de la Asociación Cultural El Planeta de los Cómics.

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