Lecturas desde La Parada. Casi completo, o cuando los cómics se encontraron con el diseño

Publicado el 31 enero 2012 por Ruta42 @ruta42

Después de darle vueltas a todos los importantes títulos que han coincidido estos últimos días en nuestras estanterías, y de encontrar fantásticas reseñas y comentarios sobre muchos de ellos, centramos nuestra atención en un tomo que aterrizó en la librería el pasado viernes: Casi completo, recopilación de historietas de Joost Swarte, publicado por La Cúpula.
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Página de la edición americana: Jopo de Pojo entra a comerse un helado, Joost Swarte aprovecha para diseñar la heladería de sus sueños

Comencé esta sección, la semana pasada, hablando de la dificultad de elegir un solo cómic para recomendar. Este primer mes de 2012 nos ha traído títulos muy interesantes, como The League of Extraordinary Gentlemen: Century 1969,  segundo tomo del tercer volumen (o cuarto, si contamos Black Dossier, inédito en España por un conflicto de derechos) de La Liga de los Hombres Extraordinarios, con guión de Alan Moore y dibujo de Kevin O’Neal (Planeta deAgostini); o  el primer material de DC publicado por la flamante ECC Ediciones, donde destacan Batman: El Caballero Oscuro – Amanecer Dorado, la reedición del llamativo We3 (con guión de Grant Morrison y dibujo de Frank Quitely) y el sexto volumen de la revitalizante etapa de Peter Milligan al frente de Hellblazer, la serie mas mítica y longeva del sello Vértigo. Este mismo domingo conocíamos el palmarés del Festival del Cómic de Angoulême, la cita más importante del año para el cómic europeo, con Fauve d’Or  a la mejor obra para Crónicas de Jerusalén, de Guy Deslise, y menciones especiales a obras que llegaron hace tiempo a nuestro país, como Una vida errante, de Yoshihiro Tatsumi (Astiberri, 2009).

El ritmo de publicación de novedades es imparable y muchas veces inabarcable, de modo que joyas como Casi completo corren siempre el peligro de pasar desapercibidas, excepto para un público minoritario que conoce de antemano la obra de este autor underground holandés.

Portada de una recopilación tan esperada como necesaria

El cómic underground

Cuando hablamos del comic underground, nos vienen a la mente de forma automática las abigarradas viñetas psicodélicas de Robert Crumb o Gilbert Shelton. Los comix, como fueron pronto denominados para destacar que su temática los dirigía exclusivamente al público adulto, surgieron a mediados de los años 60 en Estados Unidos, como un elemento más de la revolución cultural que se vivió en aquellos años. Sus contenidos trataban temas que habían sido tabú hasta entonces, como el sexo, las drogas o la crítica social y política del sistema establecido.

El cómic había sido etiquetado hasta entonces como un medio para el humor gráfico y para la evasión de los más jóvenes (una etiqueta que a pesar de todo persiste hoy en día entre gran parte del público general, ajeno a la “cultura del cómic”), y quienes publicaban temáticas mas serias, como los míticos comics de terror y suspense de EC, eran presa de una censura implacable.

El comix underground abrió el camino de este medio hacia su madurez, componiendo una especie de gamberra, excitante y en ocasiones brillante adolescencia de la historieta. Estos comix eran hijos de su tiempo, y prosperaron entre unos lectores ávidos de contenidos nuevos, irreverentes, en sintonía con su filosofía de vida. Pronto los fanzines autoeditados, muchas veces fotocopiados y de baja calidad, dieron paso a revistas que exploraban una vertiente experimental del cómic que aquellas primeras publicaciones habían revelado, sin desprenderse de sus elementos satíricos.

Frente a los coloristas comic-books de superhéroes (formato que conocemos como “grapa” o “cuadernillos de grapa”) aparecieron los primeros comix-books, siendo su estandarte Zap Comics, la publicación iniciada por Robert Crumb en 1968.

Portada del número 4 de Zap Comix, obra del maestro del arte psicodélico Víctor Moscoso

Mientras tanto, en Haarlem

Europa no se había quedado al margen de este cómic underground, que arraigó de forma natural junto con los movimientos juveniles generalizados de mediados de los años sesenta. Uno de los más interesantes y desconocidos experimentos contraculturales de aquella época es el de los Provos holandeses, cuya ideología combinaba el anarquismo con la no-violencia, y se expresaba a través de happenings y acciones visibles de inspiración situacionista. Sus tácticas de confusión permitieron, entre otras cosas, la legalización controlada del consumo de marihuana, o la defensa de la bicicleta como medio de transporte preferente en los núcleos urbanos.

En medio de este ambiente de libertad y rebeldía triunfa la revista musical Hitweek (1965), donde junto a las últimas novedades del pop y el rock aparecen por primera vez en Holanda los cómix de Crumb o de Gilbert Shelton. Pronto, la revista se abre a la incipiente producción nacional, donde pronto destacará Joost Swarte (Heemstede, Holanda, 1947).

Swarte había estudiado diseño industrial, pero sus inquietudes artísticas le llevaron a las viñetas. El comix underground le había contagiado una gran libertad de exploración para los temas, pero a diferencia de los autores norteamericanos, que encontraban en el blanco y negro y el feísmo una respuesta práctica a su inicial falta de medios técnicos y una respuesta estética al tebeo de superhéroes, Swarte homenajeaba su propia tradición del cómic franco-belga, adoptando una estética creada por Hergé: la línea del contorno definía con detalle tanto personajes como entornos, mientras los colores planos aportaban una expresividad minimalista con la que resultaba fácil conectar.

Fue Swarte quien acuñó la expresión “línea clara” para referirse a este estilo. Pero aunque esta definición sea la herencia que más ha calado entre los aficionados al cómic, mucho más importantes son los trabajos que realizó durante años en su propia revista, Tante Lenny Presenteert (publicada desde la pequeña ciudad de Haarlem) y colaborando en muchas otras surgidas en Holanda a lo largo de los años setenta.

Su estilo experimental, que bebe tanto del ya mencionado Hergé como de vanguardias artísticas como el dadaísmo, la escuela de la Bauhaus, el movimiento De Stijl o el constructivismo ruso, pronto atrajo la atención de Art Spiegelman. El que sería creador del mítico Maus había comenzado en 1980 la publicación de su propia revista en Nueva York, Raw, donde la experimentalidad heredera de los sesenta se combinaba con el redescubrimiento de figuras fundacionales del cómic de principios de siglo, como George Herriman (Krazy Kat) o Winsor McCay (Little Nemo).

La primera colaboración de Swarte para Raw tuvo lugar en el número 2 de esta revista, subtitulado The Graphix Magazine for Damned Intellectuals, y a la que contribuyó con una historieta y una mítica portada.

Para la portada del segundo número de Raw, Swarte diseñó esta maravillosa "factoría de cómic". Mientras se preparan las viñetas, las distintas copias de Jopo de Pojo son peinadas con su característico estilo de aleta de tiburón o repasan el texto

Diseñando cómics

Consultando la espectacular web de Joost Swarte descubrimos que desde el año 1994 no se había publicado ninguna de sus obras en nuestro país, aunque destaca el descatalogado catálogo de la exposición Swarte y su arte, que tuvo lugar en el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla en 1985, a instancias de la fundación Luis Cernuda.

De la edición española de esta necesaria recopilación se encarga La Cúpula, editorial con una larga tradición en la publicación del cómic underground nacional e internacional, y de su “hijo natural” el cómic alternativo de finales de los ochenta y principios de los noventa.  En total 49 historietas, publicadas originalmente entre 1972 y 2010 y seleccionadas por el propio Swarte, quien ha estado a cargo del diseño de la edición original holandesa por la editorial  Oog & Blik, a la venta desde hace un par de semanas. El formato es similar al de la edición que Fantagraphics lanza en Estados Unidos el mes que viene, así que este avance que nos ofrecen en su página oficial sirve perfectamente como muestra del contenido.

A simple vista la única diferencia con la edición americana es el prólogo, a cargo de Chris Ware en la de Fantagraphics, y de Max (Francesc  Capdevila, Barcelona 1956) en la de La Cúpula. Max se ha consagrado como el más internacional de los autores underground españoles, y su trayectoria desde las revistas y los fanzines hasta la portada del magazine New Yorker corre pareja a la de Swarte, a quien reconoce como una influencia decisiva. En su prólogo Max habla de cómo la faceta del diseñador industrial ha estado siempre presente en cada página del autor holandés, que se deleita llenando sus viñetas de objetos, vehículos y edificios hermosos y realistas. Un estilo inconfundible que queda evidenciado a la perfección en portada de Raw #2.

Y es que Swarte nunca se ha desprendido de un carácter visionario, que le ha llevado a diseñar muebles, juguetes e incluso un teatro en su ciudad de residencia, Haarlem. El reconocimiento institucional de su calidad artística le llegó con el encargo del diseño de unas vidrieras para el palacio de justicia de Arnhemm y una serie de sellos para el servicio nacional de correos holandés. En el siguiente vídeo, descubierto gracias a Entrecómics, podéis ver una breve entrevista que explora sus diversas facetas creativas (eso sí, os tocará practicar vuestro inglés).

¿Y de que van estos cómics? ¿Qué pasa con la historia? Son pequeñas historietas de humor amable, con algunas pinceladas picantes en línea con su carácter underground, otras pinceladas de sátira social, pero sobre todo son historias en las que disfrutamos con sus simpáticos y delirantes personajes, como el joven y romántico Jopo de Pojo,  el sesudo crítico de arte Antón Makassar o el despistado “currante” Pièrre van Genderen. Junto a ellos no faltan fragmentos de la sección Niets News (Sin Noticias), con divertidos artículos culturales a cargo de varios de los personajes de las historietas, y otros de carácter teórico especialmente interesantes (como en el que Antón Makassar nos explica el proceso de coloreado con trama y cutter, toda una técnica artesanal que muchos de nosotros, generación Photoshop, prácticamente desconocemos, y que Swarte aplica con maestría). Y breves pasajes surrealistas, como El paraíso del Látex, donde se nos cuenta el verdadero destino que corren los preservativos usados.

La impresión que me queda tras la lectura es que gran parte de los chistes pierden mucho de su sentido al traducirlos al castellano, aunque no creo que esto se deba a un mal trabajo del traductor, que aporta numerosas notas explicativas para tratar de subsanar este problema, sino al carácter de los mismos asociados a la jerga urbana y a la actualidad de la Holanda de su época.

A pesar de este detalle, Casi completo os garantiza un rato agradable de lectura y muchas horas de arrebato, perdidos en la belleza de sus viñetas y finos diseños, donde destacan, como resalta Max, las tipografías de los títulos (por lo que se han conservado los originales en holandés o francés, todo un acierto).

La viñeta con la que comienza la recopilación, en este caso de la edición de Fantagraphics, muestra una de las cuidadas tipografías que el autor diseña para cada título

La importancia de Joost Swarte radica, como señala Max, en su capacidad para impregnar sus viñetas con el legado que las audaces vanguardias del pasado dejaron para el futuro. En un mundo, el del cómic experimental, en el que el diseño juega un papel fundamental, Swarte es un pionero sin el cual seguramente no habrían existido cómics como Acme Novelity Library, de Chris Ware, ferviente admirador del trabajo del holandés (al menos no cómo lo conocemos).

En palabras del propio Ware, citado por Santiago García en La novela gráfica (Astiberri, 2010) los cómics están apareciendo en las librerías como novelas y en los museos como arte. Y de esta segunda afirmación gran parte de culpa la tiene Joost Swarte.

Bibliografía consultada:

GUIRAL, Antoni (coord.) (2007).  Del tebeo al manga. Una historia de los cómics 6. Del comix underground al alternativo, Girona, Panini.

GARCÍA, Santiago (2010). La novela gráfica, Bilbao, Astiberri.

Raúl A. Astruga

Mercader de historietas en La Parada de los Cómics y miembro de la Asociación Cultural El Planeta de los Cómics.