De vuelta al trabajo me encantaría poder aplicar este principio del personaje de uno de los cuentos de Roald Dahl que he leído durante este mes de agosto. Mil páginas de cuentos que terminé justo al acabar el mes, esa ha sido mi gran lectura veraniega, esa que es imposible acometer durante el invierno porque me llevaría meses y meses y acarrear el libro de un lado a otro. En agosto me ha acompañado en las interminables tardes de piscina y porche y en las noches sin preocuparme por madrugar.
Empecé el mes con otro de esos libros que hay que leer cuando sabes que vas a tener tiempo para leer en un mismo lugar. Lo que más me gustan son los monstruos de Emil Ferris es un tebeo monumental en tamaño y en concepto que no se puede llevar ni en el bolso, ni en la mochila y que hay que tratar casi con reverencia.
Karen tiene once años y vive con su madre y su hermano en el Chicago de los años 70. Se siente atraída por las niñas, no es precisamente popular y lo que más desea en el mundo es ser un monstruo. De hecho, ella se ve como un monstruo y así la vemos porque ella es la narradora de la historia. Cuando una vecina muere, quizás asesinada, Karen decide convertirse en detective para saber que ha ocurrido. La historia de la investigación es casi lo de menos aunque nos lleva a lugares muy turbios de los que quieres salir huyendo para no verlos, para no saber que existen. Lo más interesante es la construcción paralela de la investigación junto con el universo de Karen, la relación con sus compañeros y amigos, con su familia, su madre y su hermano, al que adora y guarda un secreto familiar que ella desconoce, y todo ello sobre el horizonte social, económico y político del Chicago de los años 70.
«Lo que pasa con los mayores es que a los niños les parecen libres. Pero, de hecho, muchos viven en una cárcel. Te preguntas quién los hace sentir así. Por lo que he visto, en nueve de cada diez casos, son sus fantasmas».Este es un tebeo caro, así que buscadlo en vuestras bibliotecas, colocadlo sobre una mesa y dedicad una semana a leerlo y disfrutarlo.
Compré Escenas de la vida rural de Amos Oz en la Librería Sandoval en Valladolid. Oz es una de mis debilidades, me sumerjo en sus libros con la tranquilidad que da saber que estaré en una casa agradable, confortable en la siempre estaré a gusto. En este volumen se recogen varias historias cruzadas que suceden en un pequeño pueblo, Tel Ilán, en las montañas de Israel. Es un pueblo fundado hace cien años el que la gentrificación está empezando a mostrar sus primeras señales: casas antiguas que se derruyen para construir viviendas de fin de semana, tiendas de productos artesanales y turistas en peregrinación cada sábado. Cada relato, escena, se centra en un habitante o en una casa con ligeras menciones a otros personajes que ya han aparecido o aparecerán.
Me gustó muchísimo porque he estado ahí, en Tel Ilán, en sus jardines y paseando por sus calles, en el parque del Memoria y en la calle de la Cuesta. He conocido al alcalde, la profesora, la bibliotecaria y la médica. He sentido el calor del verano y la niebla húmeda y fría de febrero. Oz siempre consigue hacer esto, envolverme y transportarme dentro de sus historias que rara vez son felices pero que, aún así, siempre me hacen sentir "casa".
«Entre él y Rachel solía reinar ese alto el fuego habitual entre las parejas tras muchos años de matrimonio, después de que las peleas, las ofensas y las sepraciones temporales hubiesen enseñado a los cónyuges a mirar cuidadosamente dónde ponían los pies y a sortear los campos de minas señalizados. Esa rutina de la cautela era similar, desde fuera, a una mutua aceptación, e incluso dejaba margen a una especie de tranquila amistad, semejante a la camaradería que se crea a veces entre soldados de dos ejércitos enemigos que se encuentran a pocos metros de distancia en una guerra de trincheras confirmada»
Leed a Oz.
Alguien bajo los párpados de Cristina Sánchez Andrade, lo encargué en la Librería Nakama y me lo mandaron a casa junto con otros muchos que ya irán cayendo por aquí. Es una novela curiosísima que recomiendo encarecidamente para todo el mundo. Así como el tebeo de Ferris es para lectores curtidos y Oz es para lectores a los que no les de miedo la tristeza y la soledad, Alguien bajo los párpados es un goce para cualquiera. Las protagonistas son dos ancianas gallegas, muy ancianas y muy vejestorios, señora y criada, que después de convivir setenta años hacen un viaje con un objetivo final. Es algo así como mezclar Las chicas de Oro con Thelma y Louise y Airbag con un leve toque de Eduardo Mendoza. Es una road novela al mismo tiempo que una reconstrucción de la vida en Galicia antes y durante la Guerra Civil. Es también una saga familiar extraña y muy gallega.
«—y no es cierto que el tiempo lo cura todo—dijo—.El dolor está siempre ahí es insoportable.—Doña Olvido apagó las luces de emergencia y pisó un poco el acelerador. Un ronroneo se elevó del motor. —Luego desaparece porque es insoportable, porque es imposible e insoportable convivir con él todo el tiempo. No es cierto que el tiempo lo cure todo. Eso solo se dice para consolar a la gente.
—Es una majadería como otra cualquiera»
Es una novela que no se parece a ninguna otra y eso, en la literatura española, es un logro. Leedla y por si mi recomendación os sabe a poco, os dejo la recomendación de mi madre «Me ha gustado, me han tenido loca las dos viejitas».
Por recomendación de Ximena Maier llegué a El legado de Sybille Bedford (que también compré en Nakama Librería), una escritora con una historia personal que os invito a buscar y leer y que aparece, en parte, en esta novela. Si os gustan las historias de familias acaudaladas ambientadas en la Alemania entre guerras, esta os gustará. En esos años, además de encaminarse hacia una guerra que devastaría Europa por completo, se fragua la total demolición de los valores tanto familiares como económicos, sociales y hasta morales que habían configurado la vida de Alemania (y de casi toda Europa) hasta entonces. Las convenciones sociales, las tradiciones, los códigos de honor y las costumbres se van resquebrajando poco a poco, provocando una sensación de incertidumbre, de desequilibro a la que los protagonistas de esta novela intentan sobreponerse huyendo e ignorando los síntomas.
Me ha gustado bastante aunque carece de encanto y toda ella resulta un poco aburrida, pero tengo la sensación de que es así como debe ser. Esa sensación de hastío, de dejadez, de nihilismo personal, de egoísmo de supervivencia, está perfectamente retratada.
Del prólogo que ella misma escribe, me quedo con esto:
«Lo que hace un escritor es escribir. Se acabaron las dudas y la haraganería, por dificil que pudiera ser, y el cielo sabe que fue, es y será siempre muy difícil para mí».
Sybille Bedford es un personaje interesantísimo, con una vida increíble que os invito a investigar. El legado es una novela de familias, de familias que ya no existen, que desaparecieron junto con su escala de valores y sus rígidas costumbres (igual de rígidas que las nuestras aunque creamos que no) y que, en algún momento y tiene bastante sentido, me ha recordado a La marcha Radeztky de Joseph Roth y al Último encuentro de Sandor Marai. Si habéis leído Tú no eres como las otras madres de Angelia Schrobsdorff, es indudable la influencia de Bedford en ella.
Los últimos quince días del mes los he pasado dedicada a las más de mil páginas de los Cuentos Completos de Roald Dahl. Este libro llevaba esperando más de dos años en mi estantería, desde que mis hijas me lo regalaron por mi cumpleaños en 2018. Se llama Cuentos Completos así que está claro que vas a encontrar en él, todos los cuentos escritos por el autor inglés desde que comenzó con "Pan Comido". Para que nadie se lleve a engaño, aquí no hay nada "infantil" ni "juvenil", no hay rastro de Charlie, ni del Superzorro, ni de Matilda, ni de Jack. Todo son cuentos para adultos, y casi todos tratan sobre los mismos temas: las apuestas, el sexo y la avaricia. Hay algunos otros, como los primeros que escribió que tratan sobre la guerra, otros que tienen como tema central la avaricia y el engaño al débil y varios sobre las abejas y su mundo.
No voy a descubrir ahora que Dahl es un grandísimo escritor pero quizás sí os descubra que algunos de sus cuentos son aburridos y muchos se parecen. Ahora mismo, podria recordar con nitidez diez o quizás quince de los más de cuarenta que recoge el volumen, los demás están perdidos en una maraña de apuestas, timadores en busca de beneficio, objetos antiguos, botellas de vinos y bellas mujeres en peligro por el impulso sexual irrefrenable de hombres incapaces de contenerse. Entre todos ellos, me gustaría destacar el cuento más autobiográfico que aparece al final del libro, cuando estás a punto de hacer cumbre a sus mil páginas y ya no puedes más. En ese cuento, Dahl explica como llegó a ser escritor, como descubrió su amor por la literatura y cómo los azares de la vida y un anfitrión mal conversador le hicieron sentarse a escribir y descubrir que podía hacerlo y lo hacía bien. Es una delicia de historia.
A Dahl hay que leerlo pero quizás os recomendaría hacerlo por etapas, como el Camino de Santiago, y no como un marathon como lo he hecho yo, aunque ha merecido la pena. He aprendido que no debes casarte jamás con un apicultor, no debes hacer el amor con alguien a quien no le ves la cara y que si drogas a un faisán para cazarlo, hay que asegurarse de matarlo antes de que se le pase el efecto.
Y con la llegada de septiembre y la mejor luz del año para leer por la tarde, hasta los encadenados de septiembre.