LECTURAS :: 'Los ingrávidos'

Publicado el 07 abril 2012 por Martarg

Es una lectura que tenía pendiente de reseñar. Una lectura difícil de catalogar porque es de esos libros que no he llegado a terminar. Sin embargo, eso no quiere decir (por extraño que parezca) que no me haya gustado. Ha sido una experiencia curiosa: disfrutar descubriendo a una autora llena de potencial y capacidad para conectar con el lector pero, en mi caso, una historia que me ha terminado por superar. He conectado con el punto de vista de quien escribe, su registro, sus reflexiones... Pero la historia que ha utilizado para transmitir su voz no ha resultado 'a mi medida'. Ni siquiera lo justo como para haber cumplido con mi deber de lectora (pues abandoné el libro en las últimas páginas).

La novela quiere ser una novela sobre 'existencias fantasmales' (así lo definen en la contraportada). Ciertamente lo es... La protagonista es una madre intelectual, joven, con un pasado rico y muy vivo, aceptando un presente cambiante, adaptándose a una vida familiar caótica y doméstica, y combinando su labor literaria y su trabajo en una editorial con esta otra existencia de madre y esposa... Por otro lado, descubre a un autor que le engancha y le lleva a mentir a su jefe, construyendo y recreando la vida y obra de este atormentado poeta que no es quien ella se inventa.

La vida de Gilberto Owen, el poeta muerto que se cuela en la vida de la joven, termina por tener un espacio propio en el libro. Se alternan ambas historias, ambas vidas. Y reconozco que aquí es donde yo no puedo ser neutral porque la vida de este intelectual termina por no tener interés para mí mientras que la forma que tiene la protagonista de recordar su pasado y su vida bohemia de juventud me atrapa y me conquista. He vivido entonces una doble actitud frente al libro: una gran atracción por la voz de nuestra literaria 'narradora'... y un desinterés brutal por lo que nos ha querido contar más allá de sus propias evocaciones.

Y detrás de este desequilibrio en el fondo de la novela, reposa, sin dudarlo, una gran maestria literaria en manos de la autora del libro: Valeria Luiselli, mexicana colaboradora con publicaciones como el New York Times y libretista del New York City Ballet. Una mujer joven que lleva tras de sí la experiencia de haber vivido en ciudades como Costa Rica, Corea, Sudáfrica, India, España... Una narradora magistral que conecta con el lado cotidiano de la vida gracias a su humor doméstico, y la capacidad de hilar emociones y anécdotas comunes, muy reconocibles pero ante las que te rindes por su habilidad para darles un toque de literatura de la que engancha.

Me habría gustado leer el libro hasta el final. Dejar solo las últimas páginas me ha parecido una debilidad por mi parte. Pero tengo por costumbre no leer a la fuerza. Hay demasiado escrito, demasiadas historias en las que perderse a gusto como para avanzar por obligación por argumentos que me resultan ajenos. Y la historia se me fue de las manos. Dejó de interesarme o me alejé yo de ella sin querer. No lo sé, pero me gusta ser una lectora honesta.

Leeré, sin dudar, cualquier otra cosa que llegue a mis manos con la firma de Luiselli pero no podré recomendar este libro más que como una promesa de que hay mucho que contar y su autora tiene mucho que transmitirnos. Estoy segura.

Así suena la voz de Valeria Luiselli:
"Cuando alguien ha vivido solo durante mucho tiempo, el único modo de constatar que sigue existiendo es articular las actividades y las cosas en una sintaxis compartible"
"Creo que cuando era joven [...] albergaba la secreta esperanza, o mejor, la secreta certeza, de que algún día me terminaría de convertir en mí mismo; en la imagen que durante años había elaborado de mí mismo."
"Le pude haber dicho que me iba porque era incapaz de sostener y habitar los mundos que yo misma fabricaba".
"Los finales amorosos nunca son épicos. Nadie se muere, nadie desaparece de veras, nada termina de terminar nunca."
Y ella, mejor que nadie, define su novela:
"Una novela vertical, contada horizontalmente. Una historia que se tiene que ver desde abajo, como Manhattan desde el subway".
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