La peste negra
Retomo la sección gracias a La doctora de Maguncia, libro en el que se me ha presentado un nuevo tema, esta vez microbiológico, para poder explayarme a gusto: la Peste Negra, enfermedad que que asoló Europa durante el siglo XIV.
Seguro que todos sabéis algo sobre esta enfermedad que acabó con un tercio de la población Europea, que se dice pronto. Casi hasta da miedo pensar en ella, como cuando pensamos en las vacas locas o en el VIH, pero hay que estar tranquilo porque esta enfermedad fue tan mortífera tan solo por un motivo: aún no se conocían los antibióticos. Ahora sería como pasar una gripe; nada grave.
Hay tres formas diferenciadas de la peste, pero hay que tener en cuenta que una puede evolucionar hacia la otra y pueden presentarse al mismo tiempo. Intentaré explicarlas una a una y cómo se relacionan entre ellas, para hacernos una idea de la manera en que se propaga.
Peste bubónica. Las ratas son el reservorio
Peste neumónica. Cuando tenemos las bacterias diseminándose por el torrente sanguíneo puede ocurrir que colonicen los pulmones; también pueden hacerlo directamente por inhalación. En todo caso, habrá síntomas de neumonía, con expulsión de esputos de sangre que contienen bacterias y, evidentemente, pueden propagar la enfermedad sin necesidad de las pulgas, por lo que las personas afectadas deberían ser sometidas a cuarentena.
Como veis, la enfermedad se puede presentar de alguna de estas tres maneras, o de todas a la vez; si nos pica una pulga infectada lo más normal es que aparezcan bubones, cosa que no ocurrirá si inhalamos aire que contiene la bacteria. Todo depende. Pero, en cualquier caso, Yersinia pestis no resiste un tratamiento antibiótico y contra ella se pueden administrar antibióticos de uso común como tetraciclina, estreptomicina y cloranfenicol (los que nos recetan cuando tenemos anginas, por ejemplo). Yersinia tiene resistencia natural a la penicilina, así que es el único que no podemos utilizar contra ella. Además, una persona que ha pasado la peste será ya inmune a ella, al igual que sucede al vacunarnos contra cualquier otra enfermedad.
En relación a La doctora de Maguncia, la mejor forma de transmitir la peste es precisamente como lo hacían ellos: juntando a las personas sanas con las enfermas, es decir, llamando a los fieles a las iglesias a rezar, haciendo procesiones multitudinarias y encerrando a los enfermos en monasterios llenos de monjas y sacerdotes que rezan por su alma a los pies de la cama. La pandemia sucedió entre los años 1347 y 1351 y diezmó a la población: murieron 1/3 de los habitantes europeos, pero nada tuvo que ver con los judíos, con los castigos divinos ni con otras majaderías que se inventó la gente de aquella época.
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Otras lecturas obligatorias:
- Origen de esta sección
- El sombrerero loco
- La parálisis del jengibre
- Las chicas del radio