Nawal al Saadawi. Ilustración de Paula Cabildo para Revista Pueblos (www.revistapueblos.org).
La Dra. Nawal, como la llaman sus alumnos (da clases en la Durke University en Durham), ha encontrado el remedio a tanta fealdad, a la muerte, al dolor, a la injusticia… “Escribir ha sido mi único refugio en la vida. Nada puede reemplazar las palabras que escribo sobre el papel, (…) para mí es como respirar. Al escribir, mi ser respira, se expresa. Mi pluma derriba el muro de aislamiento entre mi cuerpo y el mundo. Creo palabras, pero las palabras me crean a mí…” De este punto parten sus obras. Memorias de la cárcel de mujeres (1995) cuenta su experiencia en la cárcel, a la que fue llevada tan sólo por denunciar los errores del gobierno de su país. En Dos mujeres en una (1998), Nawal, a través de una estudiante de medicina, oprimida por las tradiciones y los tabúes sexuales de su cultura, emprende un camino de lucha para alcanzar la libertad que su propio cuerpo le reclama. Una de las obras considerada de mayor relevancia en los últimos años en Egipto es Dios muere a orillas del Nilo (Herder, 1996), en la que la autora denuncia la opresión clasista sobre las mujeres y sus familias; denuncia el régimen de Sadat y la tiranía. La hija de Isis (Ediciones del Bronce, 1998) es la autobiografía de Nawal el Saadawi desde sus primeros años. Doris Lessing dijo: “En nuestra cultura la educación de las mujeres fue una lucha de nuestras abuelas y nuestras bisabuelas, leyendo este libro nos damos cuenta de que no todo está conseguido”. La cara desnuda de la mujer árabe (Horas y horas, 2011) sigue siendo un referente en la lucha por los derechos de la mujer árabe, por la reivindicación de la sexualidad femenina y por la libertad de todas las mujeres.
Para la autora, la ablación, la tiranía, la falta de libertad, el control… son males a erradicar, pero para ello todavía “hay que trascender géneros, religiones y nacionalidades”.
En los últimos meses Nawal el Saadawi ha tenido motivos para estar esperanzada. Estuvo en la Plaza Tahrir, compartió con hombres y mujeres la lucha y, por fin, algo de luz. Pero sabe que las mujeres no lo tienen fácil: “Ya hemos conseguido que caiga Mubarak y algunos de sus hombres, pero el problema de las mujeres es crónico y está enraizado en el patriarcado y la religión. Por eso pedimos una constitución secular, un código familiar secular y un Estado secular separado de la religión. Las mujeres han muerto en Tahrir igual que los hombres y tienen que tenernos en cuenta”. En una entrevista, a la pregunta de si éste podría ser el despertar de la mujer egipcia, Nawal contesta: “Sí, de las mujeres y de los hombres, porque no podemos separar a unas de otros. La mujer no puede liberarse si el hombre no está liberado, de la misma forma en que el hombre no se puede liberar sin que la mujer se libere, y todos necesitan un país libre”.
Para todas las mujeres esta escritora es un ejemplo y, como su propio nombre, Nawal, indica, también un regalo.
Por Clara Alonso Colaboradora de Pueblos – Revista de Información y Debate.(claracinta@gmail.com) Este artículo ha sido publicado en el nº 55 de Pueblos – Revista de Información y Debate – Primer trimestre de 2013.