Leer en tiempos de crisis

Publicado el 11 julio 2012 por Rusta @RustaDevoradora
Últimamente escucho a menudo que la gente no lee porque los libros son caros y en la situación actual no son un producto de primera necesidad. Si bien es cierto que en el día a día hay otras prioridades y que las novelas que se publican suelen tener un precio elevado, no compro el argumento de que se lee poco por falta de dinero. Entre otras cosas, porque tenemos la suerte de disponer de muchas alternativas para disfrutar de una buena obra sin que el bolsillo se vea perjudicado:
- Las bibliotecas. Cada vez que hablo de esta opción recibo comentarios en los que los lectores se quejan porque su centro más cercano tiene pocos libros y apenas dispone de novedades. Veamos: ¿qué es lo que importa, leer la última moda o simplemente leer? Yo creo que lo segundo. Entiendo esa frustración por no poder devorar una publicación reciente, pero, si los seguidores de este blog no mienten, hay infinidad de novelas anteriores que todavía despiertan interés. Si se pasa por un momento complicado, no cuesta nada adaptarse y buscar un título apetecible entre las estanterías de la biblioteca.
- Librerías de segunda mano. Los precios son mucho más económicos y se pueden encontrar verdaderas gangas. Si no tenéis ninguna cerca, podéis optar por algunas tiendas online que ofrecen esta modalidad, como Casa del Libro, Amazon o incluso Ebay (y si además os interesa vender en ellas, os recomiendo leer este reportaje que hice para El Tiramilla).
- Webs de intercambio de libros. Tienen el mismo problema que las bibliotecas: su oferta es limitada y cuesta encontrar novedades, pero aun así ofrecen un buen número de novelas por las que solo hay que pagar el coste de envío, como ocurre en Bookmooch, o simplemente el desplazamiento para encontrar el ejemplar que han donado, como sucede en Bookcrossing. Repito lo que he dicho antes: no resulta fácil encontrar un título en particular, pero leer, podréis leer.
- Aprovechar las ofertas. Desde colecciones de bolsillo a precios más asequibles (como las que salen en verano y Navidad a 6 €) a promociones especiales de e-books, sin olvidar las tiradas que se venden a precio de saldo (que cada vez son más). Es cuestión de buscar un poco: hay muchas novelas que pueden gustar a un gran número de lectores publicadas en estos formatos.
- Leer en inglés. Las novedades en este idioma son mucho más asequibles; yo misma he adquirido libros de tapa dura por 12 € y ediciones de bolsillo por menos de 5 €. Además, en webs como The Book Depository ni siquiera tendréis que pagar gastos de envío para España. ¡Un chollo!
- Préstamos entre amigos. Suena obvio, pero tal vez no se recurre a esta opción tanto como se debería. Si estáis acostumbrado a costearos vuestras lecturas se os puede hacer raro proponérselo a un amigo; aun así, dejadle ese libro que tanto os gustó e invitadle a hacer lo mismo. Una buena manera de comenzar.
- Participar en sorteos y concursos que se organizan en blogs y en las redes sociales de las editoriales. La mayoría son muy sencillos, por participar no se pierde nada y, en fin, ¡alguien se tiene que llevar los premios!
- Releer. Puede que no sea la opción más atractiva, sobre todo para los que no lo hacen nunca, pero quizá esta situación sea una ocasión idónea para volver a sumergirse en aquella novela apasionante, para recordar las lecturas de infancia o incluso para retomar ese libro que en su momento no se entendió del todo.
Quiero añadir un último apunte: si tenemos en cuenta el tiempo que empleamos en la lectura de un libro, este sale mucho más barato que unos cubatas o una cena en un restaurante, por poner algunos ejemplos. Si de verdad se tiene interés por disfrutar de la literatura, también se puede renunciar a otros caprichos, como hago yo y como hacemos muchos. A veces tengo la sensación de que se critica mucho el precio de las novelas, sin tener en cuenta lo mucho que nos aportan y que son objetos que perduran.
En definitiva, con esta entrada he querido mostrar que leer no tiene por qué ir asociado a comprar novedades. Hay maneras de leer sin necesidad de realizar un gran gasto ni recurrir a prácticas poco honestas; tan solo hace falta abrir los ojos y no obcecarse por conseguir un título en particular. Quien no lee es por pereza o desinterés, pero no por una cuestión económica.