Leer mejor

Publicado el 23 septiembre 2014 por Elena Rius @riusele
 

(Esta bonita foto procede del blog Librérate.)

 Si usted está leyendo estas líneas, es indudable que sabe leer. Es casi seguro, también, que aparte de juntar las letras, será capaz de comprender su contenido. Al fin y al cabo, es lo que enseñan en las escuelas. La mayoría de los niños, una vez acabada la enseñanza obligatoria, son capaces de hacer un resumen de lo leído. Aunque eso evidencia que han podido seguir el hilo de la historia, o de la argumentación, que desarrolla el texto, no que hayan captado la intención del autor ni otros muchos aspectos. Mas adelante, si siguen estudiando, algunos acceden a lo que se llama "comentario de textos", supuestamente una vía privilegiada para ahondar en el texto, determinando su estructura, analizando su forma y en general llevando a cabo una serie de operaciones que permiten "dar cuenta, a la vez, de lo que un autor dice y de cómo lo dice" (en palabras de un popular manual de Lázaro Carreter y E. Correa).  Suele ser, me temo, una asignatura en la que los estudiantes se aplican en desmembrar un poema o texto determinado, pero no aprenden a utilizar ninguna de esas herramientas en su vida lectora fuera de las aulas. Pues la evidencia demuestra que muchas personas que han recibido una educación no han aprendido, en cambio, a leer en el verdadero sentido de la palabra. O sea, saben leer, pero no leer "mejor". Esto explica -creo yo- el éxito de determinadas obras de ventas millonarias, cuyo contenido sin embargo decepciona a más de un (mejor) lector.  "¿Cómo es posible que esta birria guste a tanta gente?" se preguntan entonces. La respuesta es que la gran masa lectora lee sin más. Es decir, no sabe leer mejor. Dice C.S. Lewis, en uno de los ensayos contenidos en el libro La experiencia de leer, que 
"Así como el oyente que no sabe escuchar música sólo se interesa por la melodía, el lector sin sensibilidad literaria sólo se interesa por los hechos. El primero descarta casi todos los sonidos que la orquesta produce realmente: lo único que quiere es tararear la melodía. El segundo descarta casi todo lo que hacen las palabras que tiene ante sus ojos: lo único que quiere es saber qué sucedió después."


No es que a la gente le gusten los libros malos (como he oído decir a más de uno), sino que no saben leer de otra manera. Los lectores que no son capaces de concebir, imaginar y sentir lo que el autor sugiere se pierden una gran parte de lo que la buena literatura contiene. Siguiendo con Lewis, "La mayoría de cosas que proporciona la buena literatura -y que la mala no proporciona- son cosas que el lector no desea y con las que no sabe qué hacer". Lo que el lector que no sabe leer busca es ante todo el reconocimiento inmediato, enterarse cuanto antes de cuáles son los hechos o las emociones que el autor le desea transmitir.  
"Que quede claro que el lector sin sensibilidad literaria no lee mal porque disfrute de esta manera con los relatos, sino porque sólo es capaz de hacerlo así. Lo que le impide alcanzar una experiencia literaria plena no es lo que tiene, sino lo que le falta."
 El mejor lector es capaz de ir más allá, de recibir todo lo que el autor le ofrece -cada palabra pesa- y sólo entonces pasarlo por el tamiz de su propia sensibilidad y su experiencia. El lector común se deja entretener por la lectura; el lector mejor es transformado por ella.
"Cuando leo gran literatura me convierto en mil personas diferentes sin dejar de ser yo mismo (...) Veo con una miríada de ojos, pero sigo siendo yo el que ve."