Leer porque...

Publicado el 13 diciembre 2013 por Molinos @molinos1282
Hay muchos motivos por los que leer un libro. Muchísimos. Algunos motivos son idiotas desde el principio, otros no parecen malos y otros parecen estupendo. Todos pueden tener buenos resultados o desastrosos. 
Leer un libro porque está de moda y si "todo el mundo lo lee será por algo". Mal. Aquí es fácil aplicar la máxima de nuestras madres "Si todo el mundo se tira por el puente, ¿tú te vas a tirar?" pues el libro de moda es siempre como tirarse por el puente y es siempre mala idea.  La experiencia dice además que el sujeto conocido como "todo el mundo" tiene un gusto atroz para la lectura...y para casi todo. 
Leer un libro porque es un "clásico que no se puede dejar de leer". Las posibilidades de acierto aquí son un poco mayores que en el caso del puente pero tampoco las tienes todas contigo. Un clásico se supone que es un libro que ha demostrado a lo largo de un periodo de tiempo relativamente largo (hay que huir como de la peste bubónica de cualquier libro que se anuncie como "un nuevo clásico" porque eso no existe) que es una referencia. Eso no quiere decir que tenga que ser una referencia para ti y desde luego "se puede dejar de leer" y no vas a morir entre espasmos ni tu cerebro va a gritar enloquecido por esa carencia. 
Leer un libro porque alguien te dice "Como estás deprimido te va a gustar esto", "Como estás en paro lee esto", "Como no sabes que hacer con tu vida lee esto". Curiosamente casi nadie te dice "Te veo feliz, lee esto".  Aconsejar un libro según el estado de ánimo del otro es un ejercicio de riesgo. Primero exige un nivel de empatía que está fuera del alcance de la mayoría de la gente y segundo ¿cómo sabes lo que quiere el otro para enfrentarse a eso? A lo mejor está deprimido y lo que quiere es seguir chapoteando en sus oleadas de pena para intentar ver que no está tan mal o al contrario, prefiere risas tontas y alocadas que le dejen sin pensar. 
Leer un libro porque le quieres dar otra oportunidad. No te gustó una vez y decides que quieres volver a intentarlo. Te autoconvences de que quizás no fue el momento, no estabas de humor o te faltaban conocimientos para disfrutarlo. Si haces esto, si decides darle otra oportunidad, hay que estar preparado para darte cuenta de que quizás ese libro no es para ti por mucho que tu te empeñes o que nunca serás lo suficientemente listo para él. 
Leer un libro "porque es fácil". ¿Y? Esto es como ligar con alguien porque es fácil. Hay que adecuar las expectativas. Un libro fácil, y hablo de libros de esos de usar y tirar, jamás te darán la satisfacción de otros libros. Con suerte, será un placer momentáneo, fugaz y  que no te dejará  huella. Con mala suerte será algo como ¿en qué estaba pensando yo para perder el tiempo con esto? Si, exactamente igual que con un ligue fácil. 
Leer un libro porque lo leen tus hijos. Esta es una manera muy tonta de enfrentarte a la realidad de que ya no tienes 8, 12 ni 16 años y ya no eres o sólo lo eres en parte, la persona que eras con esa edad. Además, leer las cosas que a tus hijos les están emocionando y darte cuenta de lo inocentes que son es una manera muy tonta de sufrir. Por supuesto, enfrentarte a tu recuerdo de niño inocente emocionándote con la misma lectura (o el mismo tipo) es un ejercicio solo para muy valientes. Existe además el riesgo de que te aburras hasta el infinito con esas lecturas y tengas tentaciones de decirles a tus hijos " ese libro es un rollo". Eso es lo peor que puedes hacer. 
Leer un libro porque te lo regalan. A ver como explico esto, no hay obligación de leer los libros que te regalan. Y si los lees hay que estar preparado para darte cuenta de que tus amigos no te conocen, o que tus amigos te tienen en tan alta consideración lectora que te regalan libros que no eres capaz de leer, o  que, sencillamente, para ellos elegir un libro no es un acto sagrado como para ti. También hay que estar preparado para poder decirle al amigo que te conoce, que conoce tus capacidades lectoras y que ha elegido el libro con todo el interés del mundo que su regalo no te ha gustado. Lo bueno de ese amigo es que está preparado para esa contestación. 
Leer un libro porque te empeñas. ¿Por qué? Si el libro no se deja, pues no se deja. Pasa de él. 
Leer un libro para poder discutir con conocimiento de causa. Este motivo hay que manejarlo con mucho cuidado. Si se trata de una lectura sesuda y complicada hay que valorar si el placer de la discusión posterior compensa el esfuerzo. Si el libro es una bazofia, ¿para qué perder el tiempo documentándote para discutir de memeces?
Leer un libro que te recomienda alguien que puede llegar a gustarte. ¿Y si ese libro hace que te guste muchísimo más? o por el contrario ¿Y si arruina la chispa? 
Leer un libro porque es el favorito de tu pareja y te lo recomienda muchísimo o por el contrario te dice "No lo leas". Esto es un deporte de riesgo. Leer el libro favorito de la persona que quieres es exponerte a conocer algo del otro que a lo mejor no quieres saber, o darte cuenta de que lo que para esa persona es fundamental e intocable a ti no te dice nada. Esto te puede sumir en un mar de dudas. ¿No lo he entendido? ¿Hay algo que no me ha contado? o también...¿este es su libro favorito? pero si es una tontería. Para leer el libro favorito de tu pareja hay que estar muy muy seguro de que quieres conocer aún más (o conocer sin más) a tu pareja y de que podrás encajar lo que descubras o dejes de descubrir. 
Para mí, los libros son los que te encuentran, los que te llaman,. Los libros encuentran el momento adecuado y la persona justa para que te lo regale o te lo recomiende. Los libros son como el amor verdadero, te encuentran en el momento adecuado.
"Qué manera tan rara tienen a veces los libros de llegar a nosotros. Parece que nos esperan sin prisa como concediéndonos el tiempo que nosotros mismos no sabemos que necesitamos. Durante más de 20 años esos volúmentes de Bernhand han estado conmigo, presentes en mi vida sin que yo los leyera, visibles en mi biblioteca, como una casa junto a la que pasa uno todos los días y la mira y se siente atraído pero  no se decide a llamar a la puerta. No sé si lamentar o agradecer que una influencia tan poderosa no me afectara cuando era mucho más joven. Pero a veces, da la impresión de que un azar benévolo nos impone los libros en el momento justo en que necesitamos verlos"  

 Antonio Muñoz Molina lo cuenta mejor que yo.