Legado en los huesos. Dolores Redondo

Publicado el 26 enero 2014 por Carmina

Que ganas tenía de leer la segunda entrega de la trilogía, así que cuando la vi entre las novedades de Destino no dude en hacerme con un ejemplar, y me sumergí enseguida en su lectura, he tenido un mes complicado, así que las reseñas van con mucho retraso.
Si El guardián invisible hizo mis delicias y  me mantuvo pegado a sus páginas, El legado en los huesos creo que es incluso más adictivo, con más acción, y más suspense. Y sigue ahondando en las tradiciones y mitologías vasco-navarras, la combinación de la vida personal de su protagonista, la inspectora Amaia Salazar, los fenómenos sobrenaturales a los que sabéis que no soy nada aficionada y los asesinatos hacen de esta novela una segunda parte más que digna que deja con ganas de que salga la tercera parte para ver en que culmina la relación materno filial, y que se esconde tras ese rechazo visceral que parece sentir la progenitora.
Opiniones hay muchas y todas muy respetables, pero a mi esta trilogía me esta dejando muy buen sabor de boca, ha conseguido enganchar a la novela negra a lectores que no contemplaban el género y ha relanzado el Elizondo y el Valle del Batzán gracias a una ruta turística que recorre los enclaves por los que transcurre la historia.
La autor@:
Dolores Redondo nació en Donostia-San Sebastián en 1969. El guardián invisible la primera novela de su Trilogía del Batzán, le ha granjeado el entusiasmo de editores de numerosos países y hoy son ya 23 los sellos editoriales que publicarán la obra en todo el mundo. Además del respaldo de los lectores, ha sido saludada por la crítica como una de las propuestas más originales y contundentes del noir en nuestro país, asimismo proyecta la versión cinematográfica de la mano de los productores de la trilogía Millenium, de Stieg Larsson.
Sinopsis:
El juicio contra el padrastro de la joven Johana Márquez está a punto de comenzar. A él asiste una embarazada Amaia Salazar, la inspectora de la Policía Foral que un año atrás había resuelto los crímenes del llamado basajaun, que sembraron de terror el valle del Batzán. Amaia también había reunido las pruebas inculpatorias contra Jason  Medina, que imitando el modus operandi del basajaun había asesinado, violado y mutilado a Johana, la adolescente hija de su mujer. De pronto el juez anuncia ue el juicio debe cancelarse: el acusado acaba de suicidarse en los baños del juzgado. Ante la expectación y el enfado que la noticia provoca entre los asistentes, Amaia es reclamada por la policía: el acusado ha dejado una nota que contiene un escueto e inquietante mensaje: "Tarttalo". Esa sola palabra que remite al personaje fabuloso del imaginario popular vasco destapará la trama terrorífica que envuelve a la inspectora hasta un trepidante final.
Extraida de la contraportada del libro.
Impresiones
No me suele gustar que en la novela negra el peso de la vida privada de los personajes sea determinante, sin embargo en esta trilogía lo es puesto que todos los casos están ligados a su protagonista, Amaia Salazar y a la infancia traumática que sufrió que la sigue despertando con pesadillas noche tras noche, por eso no es de extrañar los flash back al pasado, ya eran frecuentes en El guardián invisible, pero si intensifican en esta entrega en la que el peso de la vida privada de la inspectora es más visible y palpable.
En el primer capitulo reencontramos a Amaia con su recién estrenada maternidad, y la verdad es que se centra mucho en la elección de la cuna, la habitación, los pañales, los patucos, el parto y toda una serie de cosas que no son muy de novela negra y que de no haber conocido el buen hacer de Dolores y tener esta la solvencia que demostró en su primera novela probablemente hubiera ocasionado el abandono de la lectura por mi parte. Sin embargo esa maternidad y la forma en que se produjo era más que evidente que tenía que tener su peso en la trama y que seguramente empujaría al asesino a actuar.
Si en la primera entrega el personaje de la tradición vasco navarra que se menciona es el basajaun, en esta las tornas se cambian y adquiere importancia un personaje imaginario de esa misma tradición, el Tarttalo, un ciclope, gigante de un solo ojo que vivía en una gruta del valle del Batzan y que se alimentaba de niños, dejando los huesos a modo de exhibición en la entrada de su vivienda. Y es precisamente ese personaje quien toma fuerza a través del mensaje que deja para Amaia un hombre que va a ser juzgado antes de suicidarse.
La investigación lleva a la inspectora a descubrir una serie de crímenes relacionados con el valle que siguen el mismo patrón y que se remontan a varios años atrás, en todos sus culpables se han suicidado y siempre han dejado el mismo mensaje Tarttalo. Ante la inspectora se abre una investigación complicada que tiene que combinar con su reciente maternidad y que le causa desazón y despierta sentimientos de culpabilidad.
Sin embargo está no es la única trama que vamos a encontrar, de forma paralela en el valle se está produciendo la profanación de una capilla, y todo apunta a los agotes, artesanos que inmigraron al valle y que vivían en una especie de ghetto, y que sufrían discriminación social... pero la existencia de estos se remonta al medievo y es improbable que que quedé alguien relacionado con ellos. Pronto las profanaciones se interrelaciones con el caso del Tarttalo y ponen a la inspectora Salazar en el punto de mira, en el centro de los hechos.
Conforme el caso se va tornando más personal, la novela también gana en intensidad y el miedo llega a atenazarte, la autora es capaz de mantener la tensión a lo largo de toda la novela, de forma dosificada, intensificandola conforme se van descubriendo más pistas y conforme avanza la investigación y ambos casos terminan confluyendo en la persona de Amaia.
En la primera entrega se nos reveló la mala relación entre madre e hija, origen de las pesadillas que dejan exhausta a la inspectora, quizás por ello Amaia intenta ser la mejor de las madres, sintiéndose frustrada cuando piensa que no lo consigue, porque tiene un trabajo muy absorbente que no siempre le permite disfrutar de su hijo. Si ya teníamos dos frentes abiertos, uno nuevo se pone en juego la madre de la inspectora recluida en un centro siquiatrico parece haber empeorado de nuevo y ello despierta los miedos más profundos de Amaia que es incapaz de estar cerca de ella aunque las separe un cristal.
Pronto la pesadilla se hará real, y la madre de la inspectora será una pieza más de la enorme investigación que está llevando a cabo, una nueva pista que encajar y una piedra más en el camino que Amaia tendrá que soslayar con la ayuda de su equipo, que no siempre estará de acuerdo con ella. Conforme la novela va avanzando gana en intensidad y se va volviendo más redonda, vamos conociendo más de la infancia de Amaia y cuantas más pistas tenemos menos comprendemos a su madre, y el odio que le profesa.
Si en algo gana esta novela es la madurez de sus personajes, en la primera entrega tan solo se nos regalaban pinceladas más o menos profundas de la sicología de estos, Legado en los huesos gana en profundidad, en la presentación de unos personajes psicológicamente complejos, tanto los principales como los meramente accesorios. El mal está más presente que nunca, las enfermedades mentales ganan en protagonismo, y es posible sentir el miedo recorriéndote el espinazo a la par que te puedes enternecer con las tribulaciones de una madre primeriza.
Sigo pensando que James es demasiado perfecto, el marido ideal, el padre solicito, es capaz de arrinconar su carrera para cuidar a su hijo, mientras su mujer trabaja. En ocasiones me parece incluso demasiado condescendiente e inocente. Pero no escondo que me gustaría tener a mi lado una persona así, capaz de comprender lo incompresible, de calmar ansiedades, de ser un puerto seguro en medio de la tempestad que azota el océano.
Hacer una análisis más profundo de los personajes sería contraproducente, porque podría revelar aspectos que uno debe ir descubriendo con el avance de la trama, o prodíamos decir las tramas, aunque finalmente todas confluyen dejandonos de nuevo con la miel en los labios y con ganas de que Dolores publique el desenlace de esta trilogía. Si acaso apuntar que el Valle es un personaje más de esta novela, que esta vivo, que evoluciona a la par que la Trilogía, que pasear por su calles es posible gracias a la minuciosa descripción que nos regala Dolores, es imposible no amar su río que en ocasiones baja turbulento, no perderse por su monte y no dejarse seducir por sus fenómenos sobrenaturales que tanta riqueza aportan a la historia.
Conclusión
Una novela redonda, con tensión, intriga, y una gran dosis de humanidad, con personajes muy bien dibujados, con un sicología más bien compleja, y el miedo entrando a raudales por la retina. La nota de color, la luz en medio de tanta oscuridad la aporta el hijo de Amaia, Ibai, un niño que ha llegado para redimir a su madre, para arrancarla de los brazos de la tiniebla, aunque no siempre lo consigue.
Si como a mí te cuesta leer novelas en las que el peso de la vida personal de los personajes sea excesivo, te recomiendo que venzas tus reticencias iniciales, los casos de la inspectora van ligados a su vida personal, así que no queda más que exponerla para que vayamos completando el enorme puzle de esta trilogía.
A mi solo me queda desear que Dolores no se haga mucho de rogar con la última entrega de la trilogía, que nos regale pronto el desenlace, y podamos ver explotar el potencial de la inspectora, aunque al mismo tiempo dolerá perder de vista un personaje tan entrañable y tan bien dibujado.
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