El Viejo Logan no es, desde luego, una de esas historias olvidables.
Mark Millar crea una trama que te coge desde el primer momento y te atrapa sin remisión. Es difícil dejar el tomo y esperar horas para volver a él, así que la lectura se hace rápida y de un tirón.
Ese Viejo Logan es un Lobezno machacado, destrozado y remontado en algo que no es él mismo, sino otra persona distinta y sin apenas conexiones con su pasado como Hombre X.
De hecho, mantiene a una familia, con una guapa y atractiva mujer y dos hijos encantadores, que admiran a su padre por que les saca a flote, no porque vaya salvando el mundo.
Hace cincuenta años que las garras del mutante están guardadas en sus fundas, y todo es porque los malos ganaron a los héroes hace años, dominando los Estados Unidos. No queda más que un viejo granjero, un arquero ciego y un reducido grupo de superhumanos ocultos y sin la inspiración necesaria para derrotar a los herederos de quien les venció, mató y humilló.
Logan vive en una tierra dominada por los Banner, descendientes del gigante Gamma, que tienen cierta manía con el mutante. De hecho, el no poder pagar el alquiler a estos matones verdes, es el motor de la aventura que llevará a Logan y a Clint Barton a recorrer los diferentes estados de la Unión, sorteando peligros y antiguos villanos para llegar hasta la misma puerta de Cráneo Rojo.
No voy a contar más del argumento, claro, pero El Viejo Logan habla de redención, de venganza y de alzarse cuando estás caído y no encuentras motivos para hacerlo.
Millar nos seduce con una historia que no debería de contarse, pero que ya que se hace, ha de hacerse de manera cruenta y sin concesiones. Y el final ha de ser, como es el caso, un nuevo comienzo y la promesa de un futuro mejor.
El dibujo de Steve McNiven no le va a la zaga al tono oscuro y apocalíptico de Millar, y le da esa profundidad que necesita el cómic.
Una gran elección para una tarde de diciembre, para dejarse de ideas preconcebidas, y dejarse golpear por una historia que supera, de largo, practicamente todas las que hemos leído de nuestro mutante preferido.
Un saludín